Entradas

Domingo XXIII ordinario, 8-IX-2013 Elección de fe: Opción radical

Domingo XXIII ordinario, 8-IX-2013

Elección de fe: Opción radical

Continuando con las sentencias sabias del AT, hoy, la primera lectura. tomada del libro de la Sabiduría, dice: ”¿qué hombre puede conocer el querer de Dios? ¿Quién puede imaginar lo que quiere el Señor?  Los razonamientos de los mortales son tímidos e inciertas nuestras reflexiones, porque un cuerpo corruptible pesa enormemente sobre el alma… Si nos cuesta conocer las cosas terrestres y descubrir lo que está al alcance de la mano, ¿quién podrá comprender lo que está en los cielos?”.

La lectura habla de los resultados que busca el que escoge la sabiduría como compañera de la vida; siendo que dicha sabiduría es inaccesible al hombre si Dios no la revela. Por ello, se formula una oración al Dios de los Padres, en la cual la sabiduría aparece como reveladora del querer y del pensar divinos. En el contexto del AT, esto se cumple en el don de la Ley; en el NT se vislumbrará en la sabiduría de Dios, revelada a los hombres en todo el plan salvífico de Dios que se realiza en Cristo Crucificado.

Pasando al Evangelio de S. Lucas, hoy sentencia Jesús: “si alguno viene a mí, y no deja a su padre a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, e incluso a su propia vida, no puede ser mi discípulo”. Cada quien mida sus propias fuerzas y decida. Porque el Cristianismo es una elección por Cristo; frente a esta opción por Cristo, todo lo demás es relativo.

El acto de fe en Jesús se realiza y se vuelve concreto atrapando la realidad del hombre en todas sus dimensiones, desde la corpórea hasta la social e histórica. La adhesión a su persona, que se vive en la nueva Comunidad, tiene exigencias radicales e incluye rupturas y la renuncia a valores y realidades tales, que la renuncia a ellos o es un acto de desesperación o de resignación respecto al sentido de la existencia, o es el descubrimiento del orden terreno ante la realidad de Dios que bien de lo alto como gracia.

            La renuncia al mundo como acto de fe, es un gesto posible solamente desde la gracia por el hecho que Dios se dona a Sí mismo como gracia en Jesús, y que esta gracia no puede ser desgarrada por nada. Si en el Evangelio de hoy, Jesús repite sus apelos a la renuncia, si invita a cargar la propia cruz y a seguirlo, no es para sacar al hombre del mundo; más bien, es para empujarlo a asumir hasta el fondo con fidelidad la condición humana

Mientras el hombre pecador intenta realizar la felicidad buscando evitar todo lo que hace sufrir e intenta apartarse del sacrificio, fijándose solamente sobre lo que ofrece la vida presente; el cristiano en cambio, es invitado por la fe a mirar de frente esta vida con el máximo realismo. A través del sufrimiento y aún de la muerte, el cristiano da su aportación insustituible al éxito de la aventura humana. Si le sucede conocer la tristeza, mientras el mundo goza, en realidad su tristeza es fecundidad de vida; el cristiano sabe que la muerte es el camino a la vida. Pero un tal proyecto se logra sólo siguiendo a Jesús bajo el impulso del Espíritu.

El que ha elegido a Cristo está libre de sí mismo. Penetrado de amor de Dios, el hombre es devuelto a los afanes de aquí abajo, que él cumple no de modo superficial y haciendo acopio de sus propios recursos humanos. Las dos breves parábolas de Lucas son una severa advertencia contra cualquier respuesta superficial. La fe no es algo superficial; sino radical, y requiere preguntarse si se está dispuesto a todo. Es la elección de un cristiano maduro, que valora en profundidad lo que el mensaje cristiano le propone. No es fe de conveniencia ni deseo de pertenencia sociológica. Así, la fe se hace criterio de juicio y de acción: esto es, capacidad para discernir las cosas y las situaciones con los ojos de Dios; y en consecuencia, capacidad para obrar según su voluntad.

Héctor González Martínez

                                                                                                                     Arz. de Durango

E P I S C O P E O Día del adulto mayor

E P I S C O P E O

Día del adulto mayor

El 28 de agosto se celebra el día del adulto mayor y el envejecimiento en México será el fenómeno demográfico que caracterizará al país en los siguientes años, debido a este acelerado crecimiento de la población adulta mayor, se estima que la población en edades avanzadas en vaya en constante aumento.

Entre los temas más preocupantes del envejecimiento poblacional están los relacionados con los recursos económicos: ingreso por trabajo, retiro de la actividad económica y seguridad económica en la vejez. Otro tema, es la relación entre dicho proceso y la salud de la población. Aunado a las oportunidades de acceso a los servicios de salud y las enfermedades propias de la vejez

El pensamiento del Papa Juan Pablo II sobre los mayores:  la Familia será centro de atención pastoral y de defensa de la vida. Juan Pablo II no sólo se ha dirigido a los ancianos, habla sobre su realidad y el envejecimiento de la humanidad a las instancias internacionales y de la actitud cristiana ante la misma.

Los temas principales son: La Familia, clave de humanización y fundamento de la sociedad. (Familiaris Consortio y Carta a las Familias). Inviolabilidad de la vida humana y ancianidad. El Pontificado de Juan Pablo II ha estado unido permanentemente a la defensa de la familia y de la vida humana (Evangelium Vitae) “el primer brote es tan sagrado como el último suspiro”.

S.S. Juan Pablo II contempla, desde la concepción antropológica y bíblica de la vejez, a la persona y los valores. Conoce su realidad, la atención que requieren y la misión de los mayores en la familia, en la sociedad y en la Iglesia… Su redención Cristológica.

El Pontificio Consejo para los Laicos, en el Documento la Dignidad del Anciano y su misión en la Iglesia y en el Mundo, profundiza en la problemática de los mayores como “problemas de todos”, da un sentido y valor a la vejez y sienta las bases para la Pastoral de los Adultos Mayores. En el Capítulo IV hace mención de los deberes de la Iglesia de “anunciar a los ancianos la buena noticia de Jesús, como se lo reveló a Simeón y a Ana”(8). y ofrecer a los ancianos la posibilidad de encontrarse con Cristo, ayudándoles a redescubrir el significado de su propio Bautismo, por medio del cual, a través de Cristo encuentren el sentido de su propio presente y futuro llenos de esperanza; que los ancianos adquieran una viva conciencia de evangelizadores; promover la espiritualidad de ese continuo renacer como Jesús indica a Nicodemo (Jn 3, 5).

En el Capítulo V del documento La Dignidad del Anciano y su Misión de la Iglesia y en el mundo, da las Orientaciones para una Pastoral de los Ancianos, en donde destaca que la comunidad eclesial está llamada a responder a las expectativas de participación de los ancianos, valorizando el “don” que ellos representan como testigos de la tradición de fe (cf. Sal 44,2; Ex 12, 26-27), maestros de vida (cf. Eclo 6, 34; 8, 11-12) y agentes de caridad. Y debe, por tanto, sentirse llamada a reconsiderar la Pastoral de la tercera edad como espacio abierto a la acción y colaboración de los mismos ancianos.

Entre los ámbitos que más se prestan al testimonio de los ancianos en la Iglesia, no se deben olvidar: 1. El amplio campo de la caridad. 2. El Apostolado: Es un campo extraordinario de vida comunitaria, donde se descubre mejor los carismas de cada uno y se puede buscar con mayor eficiencia un lugar de apostolado y servicio. 3. En la Liturgia: El adulto mayor puede participar de los ministerios laicales necesarios en la Asamblea Eucarística.

Durango, Dgo., 25de Agosto del 2013                     + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

E P I S C O P E O La fe es la fuerza que conforta en el sufrimiento

E P I S C O P E O

La fe es la fuerza que conforta en el sufrimiento

Hablar de fe comporta a menudo hablar también de pruebas dolorosas, San Pablo ve elas el anuncio más convincente del Evangelio, porque en la debilidad y en el sufrimiento se manifiesta y se hace palpable el poder de Dios que supera nuestra debilidad y nuestro sufrimiento. El Apóstol mismo se encuentra en peligro de muerte, una muerte que se convertirá en vida para los cristianos (2Co 4,7-12). En la hora de la prueba, la fe nos ilumina y, precisamente en medio del sufrimiento y la debilidad, aparece claro que “no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor” (2 Co 4,5).

La Carta a los Hebreos hace una referencia a aquellos que han sufrido por la fe (Hb 11,35-38), entre los cuales ocupa un puesto destacado Moisés, que ha asumido la afrenta de Cristo (v. 26). El cristiano sabe que siempre habrá sufrimiento, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona y, de este modo, puede constituir una etapa de crecimiento en la fe y en el amor. Viendo la unión de Cristo con el Padre, incluso en el momento de mayor sufrimiento en la cruz (Mc 15,34), el cristiano aprende a participar en la misma mirada de Cristo. Incluso la muerte queda iluminada y puede ser vivida como la última llamada de la fe, el último “Sal de tu tierra”, el último “Ven”, pronunciado por el Padre, en cuyas manos nos ponemos con la confianza de que nos sostendrá incluso en el paso definitivo.

La luz de la fe no nos lleva a olvidarnos de los sufrimientos del mundo. ¡Cuántos hombres y mujeres de fe han recibido luz de las personas que sufren! San Francisco de Asís, del leproso; la Beata Madre Teresa de Calcuta, de sus pobres. Han captado el misterio que se esconde en ellos. Acercándose a ellos, no les han quitado todos sus sufrimientos, ni han podido dar razón cumplida de todos los males que los aquejan. La luz de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar. Al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña, con una historia de bien que se une a toda historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz. En Cristo, Dios mismo ha querido compartir con nosotros este camino y ofrecernos su mirada para darnos luz. Cristo es aquel que, habiendo soportado el dolor, “inició y completa nuestra fe” (Hb 12,2).

El sufrimiento nos recuerda que el servicio de la fe al bien común es siempre un servicio de esperanza, que mira adelante, sabiendo que sólo en Dios, en el futuro que viene de Jesús resucitado, puede encontrar nuestra sociedad cimientos sólidos y duraderos. En este sentido, la fe va de la mano de la esperanza porque, aunque nuestra morada terrenal se destruye, tenemos una mansión eterna, que Dios ha inaugurado ya en Cristo, en su cuerpo (2Co 4,16-5,5). El dinamismo de fe, esperanza y caridad (1Ts 1,3; 1 Co 13,13) nos permite así integrar las preocupaciones de todos los hombres en nuestro camino hacia aquella ciudad “cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios” (Hb 11,10), porque “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5).

En unidad con la fe y la caridad, la esperanza nos proyecta hacia un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día. No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino, que “fragmentan” el tiempo, transformándolo en espacio. El tiempo es siempre superior al espacio. El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza.

El Papa Francisco en el Hospital de San Francisco de Asís, en Rio de Janeiro, hablando del sufrimiento humano los invitaba a no dejarse robar la esperanza: el joven Francisco abandona las riquezas y comodidades para hacerse pobre entre los pobres; se da cuenta de que la verdadera riqueza y lo que da la auténtica alegría no son las cosas, el tener, los ídolos del mundo, sino el seguir a Cristo y servir a los demás; pero quizás es menos conocido el momento en que todo esto se hizo concreto en su vida: fue cuando abrazó a un leproso, porque en cada hermano y hermana enfermos abrazamos la carne de Cristo que sufre.

En el Evangelio leemos la parábola del Buen Samaritano, que habla de un hombre asaltado por bandidos y abandonado medio muerto al borde del camino. La gente pasa, mira y no se para, continúa indiferente el camino: no es asunto suyo. No se dejen robar la esperanza. Cuántas veces decimos: no es mi problema. Cuántas veces miramos a otra parte y hacemos como si no vemos. Sólo un samaritano, un desconocido, ve, se detiene, lo levanta, le tiende la mano y lo cura (Lc 10, 29-35). En este hospital, se hace concreta la parábola del Buen Samaritano. Aquí no existe indiferencia, sino atención, no hay desinterés, sino amor.

Durango, Dgo., 18 de Agosto del 2013                    + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

La liberalización de las drogas no reducirá su consumo ni acabará con el narcotráfico

E P I S C O P E O

La liberalización de las drogas no reducirá su consumo ni acabará con el narcotráfico

En estos últimos días el centro de la noticia y del debate en nuestro país es la legalización de la mariguana y de otras drogas. La Iglesia Católica, a través de sus obispos, sacerdotes y fieles laicos nos hemos pronunciado en contra de la legalización de la mariguana y otras drogas en México.

Sobre este punto, el Papa Francisco dijo en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro: considera que la «liberalización» de las drogas no servirá para reducir su consumo ni para acabar con el narcotráfico y propone como solución la educación de los jóvenes en valores. «No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están en la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro».

Además, el Papa ha denunciado «la plaga del narcotráfico» que «favorece la violencia y siembra dolor y muerte» y frente a la cual, a su juicio, se necesita «un acto de valor de toda la sociedad». «¡Cuántos mercaderes de muerte que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa!».

También ha remarcado que en el camino de la dependencia de las drogas, los afectados y sus familiares, «que tienen un cometido no siempre fácil», no están solos sino que cuentan con el apoyo de la Iglesia. «La Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto. El Señor está cerca de ustedes y los toma de la mano. Vuelvan los ojos a él en los momentos más duros y les dará consuelo y esperanza».

Veamos algo de lo que se está generando en las encuestas: CNNMéxico publica los resultados de una encuesta sobre la legalización de la mariguana en México. El estudio, realizado el 1 de agosto, fue hecho vía telefónica a 1,000 adultos mayores de edad que residen en todo el país, y tiene un nivel de confianza del 95% con un margen de error de más o menos 3.1%, según el Gabinete de Comunicación Estratégica.

El 49.6% de los mexicanos rechaza la legalización de la marihuana. A la pregunta «¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está en la legalización de la marihuana en nuestro país?», el 13.8% de los encuestados dijo estar totalmente de acuerdo. Respecto al uso recreativo de la marihuana, el 53.1% de los entrevistados lo rechazó, y el 8.1 lo aprobó totalmente. Si se toma en cuenta solo a los entrevistados en el Distrito Federal, las cifras varían solo ligeramente: 52.4% lo rechaza totalmente y 12% lo aprueba totalmente.

Entre los argumentos para rechazar la legalización, la mayoría de los encuestados (el 59%) indican que sería perjudicial para el país, mientras que solo el 29.9% afirma que el país se beneficiaría. Aunque el 56% cree que la legalización de la marihuana puede contribuir en la estrategia de seguridad contra los cárteles de la droga, la opinión sobre si esto generaría o no violencia está dividida: 34% afirma que aumentaría, y 32% que disminuiría.

Una mayoría de los entrevistados también afirma que no ve un clima favorable para que se despenalice el uso de la marihuana en México. El 33.2% lo ve poco probable, el 27.6% nada probable y el 21.8% algo probable, mientras que solo el 14.3% lo mira muy probable.

El 1 de agosto los diputados de Uruguay aprobaron un proyecto de ley que legaliza el uso de la marihuana y permite al estado producir y vender la droga. Pero una mayoría de los entrevistados en México (el 55%) afirma que dicha legislación aprobada en Uruguay no representa un ejemplo de lo que se puede hacer en México para reducir la violencia por los enfrentamientos entre cárteles.

La encuesta también aborda otros aspectos, como el trato con personas que consumen dicha droga. El 71% de los entrevistados afirman que se sentirían incómodos al lado de alguien que se encuentre bajo el influjo de la marihuana.

En el mes de julio se llevó a cabo un simposio organizado por el expresidente Vicente Fox, en colaboración con organizaciones y funcionarios de Estados Unidos, para debatir la legalización de la marihuana en México. Al ser encuestados sobre las propuestas del simposio, un 77.2% de los encuestados se declararon a favor de permitir y regularizar la comercialización de la marihuana con fines médicos, pero un 71.9% se declaró en contra de comercializarla con fines recreativos.

El tema también estuvo presente en una mesa redonda organizada por la Fundación Miguel Alemán, donde se discutió la despenalización de la marihuana. Al evento asistieron exsecretarios de gobierno, académicos y activistas. Durante la mesa redonda se habló de la implementación de clubs de cannabis en la Ciudad de México, donde se podría fumar una ración de 60 gramos al mes sin necesidad de adquirirla a través de narcomenudistas. Al respecto, el 38.3% se declaró en desacuerdo de la idea, el 24.5% en total desacuerdo, y el  27.6% de acuerdo.

Durango, Dgo., 11 de Agosto del 2013                    + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

E P I S C O P E O La fe ilumina y enriquece la existencia humana en todas sus dimensiones

E P I S C O P E O

La fe ilumina y enriquece la existencia humana en todas sus dimensiones

La luz de la fe (Lumen Fidei) es el gran don traído por Jesucristo. En el Evangelio de san Juan se presenta con estas palabras: “Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas” (Jn 12,46). San Pablo se expresa en los mismos términos: “Pues el Dios que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas, ha brillado en nuestros corazones” (2 Co 4,6).

Al hablar de la fe como luz, podemos oír la objeción de muchos contemporáneos nuestros. La época moderna ha pensado que esa luz podía bastar para las sociedades antiguas, pero que ya no sirve para los tiempos nuevos, para el hombre ufano de su razón, ávido de explorar el futuro de una nueva forma. La fe se veía como una luz ilusoria, que impedía al hombre seguir la audacia del saber. Se critica al cristianismo por haber rebajado la existencia humana, quitando novedad y aventura a la vida. La fe será como un espejismo que nos impide avanzar como hombres libres hacia el futuro.

Pero no es así, el cristianismo ha encontrando un ámbito que le permita convivir a la fe con la luz de la razón. El espacio de la fe se crearía allí donde la luz de la razón no pudiera llegar, allí donde el hombre ya no pudiera tener certezas. La fe se ha visto así como un salto que damos en el vacío, por falta de luz, movidos por un sentimiento ciego; o como una luz subjetiva, capaz quizá de enardecer el corazón, de dar consuelo privado, pero que no se puede proponer a los demás como luz objetiva y común para alumbrar el camino.

Es también verdad que la luz de la razón autónoma no logra iluminar suficientemente el futuro; al final, éste queda en la oscuridad, y deja al hombre con el miedo a lo desconocido. De este modo, el hombre ha renunciado a la búsqueda de una luz grande, de una verdad grande, y se ha contentado con pequeñas luces que alumbran el instante fugaz, pero que son incapaces de abrir el camino. Cuando falta la luz, todo se vuelve confuso, es imposible distinguir el bien del mal, la senda que lleva a la meta de aquella otra que nos hace dar vueltas y vueltas, sin una dirección fija.

Es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces también se extinguen. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre. Porque una luz tan potente no puede provenir de nosotros mismos; ha de venir de una fuente más primordial, tiene que venir, en definitiva, de Dios.

La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro.

La fe, que recibimos de Dios como don sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo. Por una parte, procede del pasado; es la luz de una memoria fundante, la memoria de la vida de Jesús, donde su amor se ha manifestado totalmente fiable, capaz de vencer a la muerte. Pero, al mismo tiempo, como Jesús ha resucitado y nos atrae más allá de la muerte, la fe es luz que viene del futuro, que nos desvela vastos horizontes, y nos lleva más allá de nuestro “yo” aislado, hacia la más amplia comunión. Nos damos cuenta, por tanto, de que la fe no habita en la oscuridad, sino que es luz en nuestras tinieblas.

El Año de la Fe, es un tiempo de gracia que nos está ayudando a sentir la gran alegría de creer, a reavivar la percepción de la amplitud de horizontes que la fe nos desvela, para confesarla en su unidad e integridad, fieles a la memoria del Señor, sostenidos por su presencia y por la acción del Espíritu Santo. La convicción de una fe que hace grande y plena la vida, centrada en Cristo y en la fuerza de su gracia, animaba la misión de los primeros cristianos.

En la fe, don de Dios, virtud sobrenatural infusa por él, reconocemos que se nos ha dado un gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si acogemos esta Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo nos transforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra esperanza para recorrerlo con alegría. Fe, esperanza y caridad, en admirable urdimbre, constituyen el dinamismo de la existencia cristiana hacia la comunión plena con Dios. ¿Cuál es la ruta que la fe nos descubre? ¿De dónde procede su luz poderosa que permite iluminar el camino de una vida lograda y fecunda, llena de fruto?

Durango, Dgo., 4 de Agosto del 2013                      + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

El Papa Francisco en Río de Janeiro, mensaje de esperanza para el mundo

JMJAl inicio de su visita: el principal motivo de mi presencia en Brasil va más allá de sus fronteras. En efecto, he venido para la Jornada Mundial de la Juventud. Para encontrarme con jóvenes venidos de todas las partes del mundo, atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor. Quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: Vayan y hagan discípulos a todas las naciones.

Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía más poderosa que esa que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la experiencia de la amistad con él. Cristo tiene confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión, vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos.

            En la ceremonia de bienvenida nos lanzó el gran reto: ¡atención! La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio. Esto significa tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente para su sed de auténtica felicidad y su creatividad en el bien; dejarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para ser protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos.

            En la Misa en el santuario de Aparecida nos hacía un llamado a tres cosas: Mantener la esperanza. Cuántas dificultades hay en la vida de cada uno, en nuestra gente, nuestras comunidades. Pero, por más grandes que parezcan, Dios nunca deja que nos hundamos. Tengan siempre en el corazón esta certeza: Dios camina a su lado, en ningún momento los abandona.

Nos invitaba también a dejarse sorprender por Dios. Quien es hombre, mujer de esperanza (la gran esperanza que nos da la fe) sabe que Dios actúa y nos sorprende también en medio de las dificultades. Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evangelio. Dios guarda lo mejor para nosotros. Confiemos en Dios. Alejados de él, el vino de la alegría, el vino de la esperanza, se agota.

Debemos vivir con alegría. El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña. Tenemos una Madre que intercede siempre por la vida de sus hijos. Jesús nos ha mostrado que el rostro de Dios es el de un Padre que nos ama. El pecado y la muerte han sido vencidos. El cristiano no puede ser pesimista..

En el hospital San Francisco de Asís de la Providencia: Todos hemos de aprender a abrazar a los necesitados, como San Francisco. Hay muchas situaciones en el mundo, que necesitan atención, cuidado, amor, como la lucha contra la dependencia química. Lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. ¡Cuántos “mercaderes de muerte” que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad. No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro. Todos tenemos necesidad de mirar al otro con los ojos de amor de Cristo, aprender a abrazar a aquellos que están en necesidad, para expresar cercanía, afecto, amor.

            Desde la favela de Varghina nos dijo: Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo. Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es, no es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable; no es ésta, sino la cultura de la solidaridad; la cultura de la solidaridad no es ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano. Y todos nosotros somos hermanos.

Ningún esfuerzo de “pacificación” será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma. Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella.

En el viacrucis se dirigía a los jóvenes: Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz. Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. ¿Qué ha dejado la Cruz en cada uno de ustedes?  ¿Qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?

Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con la Cruz, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, y que lloran la trágica pérdida de sus hijos. Con la Cruz Jesús se une a todas las personas que sufren hambre, en un mundo que, por otro lado, se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos. Con la cruz, Jesús está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales, como la droga. Con la Cruz, Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en la Cruz, Jesús está junto a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevás vos solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Jn 3,16).

Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos en Él (Lumen Fidei, 16). Porque Él nunca defrauda a nadie. Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de ser un instrumento de odio, y de derrota, y de muerte, en un signo de amor, de victoria, de triunfo y de vida.

Durango, Dgo., 28 de Julio del 2013                        + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

E P I S C O P E O La doctrina social en el corazón de la misión de la Iglesia

doctrinaEn los años que han transcurrido desde el nacimiento de la “moderna” doctrina social de la Iglesia el Magisterio ha profundizado gradualmente su naturaleza propia. De esta manera se ha podido evidenciar siempre más su carácter eclesiológico, es decir, su íntima relación con la misión de la Iglesia, con la evangelización y el anuncio de la salvación cristiana en medio de las realidades temporales (Seguimos una conferencia de Mons. Giampaolo Crepaldi sobre doctrina social de la Iglesia).

La misión de servicio al mundo que es propia de la Iglesia, que consiste en ser signo de unidad para todo el género humano y sacramento de salvación, cuenta entre sus “instrumentos” (expresión de la Sollicitudo Rei Socialis, n. 41) también a la doctrina social de la Iglesia.

Esta íntima relación entre doctrina social y misión de la Iglesia encontró una expresión precisa en el número 54 de la Centesimus Annus: «La doctrina social tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización: en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo». Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de todo lo demás. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia nos lo recuerda con fuerza en el capítulo dedicado a «evangelización y doctrina social» (nn. 60-71).

Los misterios cristianos de la encarnación del Verbo y de la resurrección significan que el mensaje de la salvación, que tiene su culmen en la Pascua, se refiere a todos los hombres y a todas las dimensiones de lo humano, porque «la obra de la redención de Cristo, que de suyo tiende a salvar a los hombres, comprende también la restauración incluso de todo el orden temporal» (Apostolicam actuositatem, 5).

Cuando la Iglesia se interesa por la promoción humana, cuando anuncia las normas de una nueva convivencia en la paz y la justicia, cuando trabaja con los hombres de buena voluntad para instaurar relaciones e instituciones más humanas, “la Iglesia enseña el camino que el hombre debe seguir en este mundo para entrar en el Reino de Dios. Su doctrina abarca, por consiguiente, todo el orden moral y, particularmente, la justicia, que debe regular las relaciones humanas. Esto forma parte de la predicación del Evangelio” (Libertatis conscientia 63). De hecho, el hombre que es el “camino” de la Iglesia, el hombre en concreto, por el cual se interesa vivamente y al cual quiere ofrecer la palabra de la salvación del Señor, no es un hombre abstracto, sino una persona que vive en el mundo, cargado de los problemas y a veces de las injusticias que las relaciones sociales implican.

Proponiendo su doctrina social, la Iglesia no hace más que cumplir con su misión más íntima: “para la Iglesia enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano” (Centesimus Annus, 5). Esto era ya evidente para León XIII, y los es más aún en nuestro tiempo, dado que la doctrina social, sobre todo después del Concilio… ha sido colocada en el ámbito de la teología moral, es decir, al interno de la relación de la Iglesia con el mundo, al interno de la misión de evangelización.

El hecho de colocar la doctrina social al interno de la misión propia de la Iglesia evita que pueda ser considerada como algo agregado o marginal en la vida cristiana; además ayuda a entender el modo en el cual pertenece a un sujeto comunitario. El sujeto adecuado a la naturaleza de la doctrina social no es otro que la comunidad eclesial en su conjunto. La Iglesia “es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (Lumen Gentium, 1). La Iglesia es una comunidad orgánicamente viva, constituida y animada por el Espíritu Santo (Jn 15, 16), es un cuerpo que recibe la fuerza de la Cabeza que es Cristo (Ef 4, 15-16).

Esta comunidad orgánica y viva es signo en la historia del amor de Dios por los hombres y de la vocación de todo el género humano a la unidad por ser todos hijos de un mismo Padre. Como tal, ella se asume la totalidad del anuncio de la novedad cristiana y lo transmite, como don de Dios y fruto de la resurrección, a todos los hombres.

Fiel a la Palabra, enraizada en la Tradición, dócil a la llamada del Espíritu, la Iglesia considera también la doctrina social como parte integrante del anuncio que debe encarnar y transmitir. Y precisamente por el hecho de ser la Iglesia un organismo vivo, el sujeto de la doctrina social es la comunidad eclesial en su conjunto. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia afirma que “la doctrina social es de la Iglesia porque la Iglesia es el sujeto que la elabora, la difunde y la enseña. No es prerrogativa de un componente del cuerpo eclesial, sino de la comunidad entera: es expresión del modo en que la Iglesia comprende la sociedad y se confronta con sus estructuras y sus variaciones” (n. 79). “Toda la comunidad cristiana”, con un adecuado discernimiento, está llamada a “escudriñar los signos de los tiempos y a interpretar la realidad a la luz del mensaje evangélico”, pero también “cada uno en particular” (Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formación sacerdotal, 8). “Cada uno por su lado” y “cada uno en particular”: el servicio al mundo para que conozca el camino de su Señor pasa por el compromiso específico y orgánico al mismo tiempo, de todos los miembros de la Iglesia.

 

Durango, Dgo., 14 de Julio del 2013                        + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

A toda la ciudadanía y a toda la feligresía con credencial de elector

Cartel Elecciones 2013 TITULO 2-01Consejo Diocesano de Reflexión 

El próximo domingo 7 de julio, será la Jornada Electoral, para la elección del próximo Congreso y de todos los H. Ayuntamientos del Estado.

             Ante el fantasma del abstencionismo y del desaliento que se dejan ver, la Arquidiócesis ofrece su palabra de fe, de optimismo y de responsabilidad cívica exhortando a la edificación de una sociedad más democrática  y participativa.

             Tu voto es más importante de lo que crees: el voto es el principio de la Democracia, ejércelo; acude a las urnas, con la certeza de que tu voto cuenta;  una característica de la persona humana es el ejercicio de la libertad,  manifiesta tu libertad, ejerciendo tu derecho a elegir tus autoridades: ejerce tu libertad votando.

             Hacemos un llamado a todos los ciudadanos a emitir su voto con fe y esperanza, sin temor y sin miedo. Votar para elegir a quienes nos gobiernen es un derecho y un deber, es un acto soberano. Acude a votar en conciencia, de acuerdo a tus principios, de manera responsable y con determinación.

             Al votar por un candidato o por un partido debes verificar que, a quien elijas, respete tu libertad, tu autonomía, se interese por tu bienestar y el de tu familia, y esté de acuerdo a los principios superiores de la moral, de la ética y no conforme a los intereses egoístas.

 Al votar participas en la construcción de un mejor lugar para vivir y puedes influir para cambiar las condiciones de vida en nuestro Estado de Durango.

Durango, Dgo.  28 junio del 2013.

 Enrique Sánchez Martínez                                Héctor González Martínez

      Ob. Aux. de Durango                                                Arz. de Durango

 

CONSEJO DIOCESANO DE REFLEXIÓN

Cartel Elecciones 2013 TITULO 2-01

   A toda la ciudadanía y a toda la feligresía con credencial de elector

El próximo domingo 7 de julio, será la Jornada Electoral, para la elección del próximo Congreso y de todos los H. Ayuntamientos del Estado.

             Ante el fantasma del abstencionismo y del desaliento que se dejan ver, la Arquidiócesis ofrece su palabra de fe, de optimismo y de responsabilidad cívica exhortando a la edificación de una sociedad más democrática  y participativa.

             Tu voto es más importante de lo que crees: el voto es el principio de la Democracia, ejércelo; acude a las urnas, con la certeza de que tu voto cuenta;  una característica de la persona humana es el ejercicio de la libertad,  manifiesta tu libertad, ejerciendo tu derecho a elegir tus autoridades: ejerce tu libertad votando.

             Hacemos un llamado a todos los ciudadanos a emitir su voto con fe y esperanza, sin temor y sin miedo. Votar para elegir a quienes nos gobiernen es un derecho y un deber, es un acto soberano. Acude a votar en conciencia, de acuerdo a tus principios, de manera responsable y con determinación.

             Al votar por un candidato o por un partido debes verificar que, a quien elijas, respete tu libertad, tu autonomía, se interese por tu bienestar y el de tu familia, y esté de acuerdo a los principios superiores de la moral, de la ética y no conforme a los intereses egoístas.

 Al votar participas en la construcción de un mejor lugar para vivir y puedes influir para cambiar las condiciones de vida en nuestro Estado de Durango.

Durango, Dgo.  28 junio del 2013.

 Enrique Sánchez Martínez                                Héctor González Martínez

      Ob. Aux. de Durango                                                Arz. de Durango

 

Episcopeo «Un voto responsable, en conciencia cristiana, es garantía de la democracia»

Nos dirigimos a los fieles cristianos para animarlos a participar en el proceso democrático que vivimos y que culminará el 7 de julio próximo cuando acudamos a emitir el voto libre y secreto. Ese día en se elegirán presidentes municipales y diputados para el Congreso local.

La participación se enfoca a acudir a votar el día de la elección, de manera responsable, de acuerdo a lo que les dicte su conciencia y su fe.  Es nuestro deber como Pastores del Pueblo de Dios orientar a los fieles en aquellos planteamientos políticos que, por sus implicaciones religiosas, morales y sociales, contradicen las enseñanzas de la Iglesia Católica (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, no.426), con el objetivo de que sus opciones políticas sean morales y justas. Leer más