VIERNES SANTO: CRUCIFIXION DE JESÚS

Durango, Dgo., 22 de abril de 2011. El Viernes Santo es el día de la pasión y muerte del Señor, y del ayuno pascual como signo exterior de nuestra participación en su sacrificio. Este día,  no es ni  de llanto ni de luto, sino de amorosa y gozosa contemplación del sacrificio redentor del que brotó la salvación. Cristo no es un vencido sino un vencedor, un sacerdote que consuma su ofrenda, que libera y reconcilia; por eso nuestra alegría. La cruz es el elemento que domina toda la celebración iluminada por la luz de la resurrección, nos aparece como trono de gloria e instrumento de victoria; por esto es presentada a la adoración de los fieles.

Este día no hay celebración Eucarística, pero tenemos la acción litúrgica después de medio día para conmemorar la pasión y la muerte de Cristo. Cristo nos aparece como el Siervo de Dios anunciado por los profetas, el Cordero que se sacrifica por la salvación de todos.

La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza. Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan, contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado.

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