HOMILÍA
MONSEÑOR FAUSTINO ARMENDÁRIZ JIMÉNEZ
HOMILÍA
MONSEÑOR FAUSTINO ARMENDÁRIZ JIMÉNEZ
XXIII Domingo Ordinario
La corrección fraterna
En este domingo la palabra de Dios nos presente un tema de vital importancia para la vida de la comunidad: La corrección fraterna. Pues es normal en la actualidad que cuando alguien se porta de forma indebida, lo normal es criticarlo, procurando que la persona no se entere de nuestra crítica. Sin embargo, Dios advierte al profeta Ezequiel que no puede cometer ese error. Su misión no es criticar por la espalda, sino dirigirse al malvado y animarlo a cambiar de conducta. Si el profeta calla por comodidad o miedo, se le pedirá cuenta de su silencio.
En la misma línea debemos entender el evangelio de hoy, que se dirige a los apóstoles y a los responsables posteriores de las comunidades. No pueden permanecer indiferentes, deben procurar el cambio de la persona. Pero es posible que ésta se muestre reacia y no acepte la corrección. Por eso se sugieren cuatro pasos: 1) tratar el tema entre los dos; 2) si no se atiene a razones, se llama a otro o a otros testigos; 3) si sigue sin hacer caso, se acude a toda la comunidad; 4) si ni siquiera entonces se atiene a razones, hay que considerarlo «como un pagano o un publicano».
Hay un punto de difícil interpretación: ¿qué significa la frase final, «considéralo como un pagano o un publicano»? Generalmente la interpretamos como un rechazo total de esa persona. Pero no es tan claro, si tenemos en cuenta que Jesús era el «amigo de publicanos» y que siempre mostró una actitud positiva ante los paganos. Por consiguiente, quizá la última frase debamos entenderla en sentido positivo: incluso cuando parece que esa persona es insalvable, sigue considerándola como alguien que en algún momento puede aceptar a Jesús y volver a él. Esta debe ser la actitud personal («considéralo»), aunque la comunidad haya debido tomar una actitud disciplinaria más dura.
¿Qué valor tiene la decisión tomada en estos casos? Un valor absoluto. Por eso, se añaden unas palabras muy parecidas a las dichas a Pedro poco antes, pero dirigidas ahora a todos los discípulos y a toda la comunidad: lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo. Pero además añade: les aseguro que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que sea se les concederá, pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre yo estaré en medio de ellos.
Esta última afirmación del Jesús, generalmente se le aplica a la oración y a la presencia de Cristo en general. Pero, dado el tema importante que se ha tratado: La corrección fraterna, es muy importante relacionar esta oración y esta presencia de Cristo con los temas de la corrección y del perdón.
NO se puede tratar de corregir al hermano si no se está en la presencia de Dios, pues la corrección fraterna y la decisión comunitaria sobre un hermano son algo muy delicado. Hace falta luz del cielo para hallar las palabras adecuadas, el momento justo, y paciencia. Todo esto es imposible sin oración. Jesús da por supuesto -quizá supone mucho- que esta oración va a darse. Y anima a los discípulos asegurándoles la ayuda del Padre, ya que El estará presente. Esta interpretación no excluye la otra, más amplia, de la oración y la presencia de Cristo en general. Lo importante es no olvidar la oración y la presencia de Jesús en el difícil momento de la corrección y de la reconciliación.
Tratar de corregir a nuestro hermano sin estar en comunión con el Espíritu de Cristo, es mucho peor que no denunciar su mal.
+ FAUSTINO ARMENDÁRIZ JIMÉNEZ
Arzobispo de Durango