Llevamos el nombre del apóstol Andrés porque formamos y capacitamos «Pedros» que sirvan, prediquen y amen al Señor Jesús más y mejor que nosotros mismos.

En 1980, en una pequeña ciudad de México, brotó una semilla que hoy se ha trasformado en un frondoso árbol que extiende sus ramas en más de 70 países de los cinco continentes. Era como un borbotón de agua, que poco a poco fue creando su propio cause de organización y logística. El agua, como la vida, no estaba condenada a seguir un camino prefabricado, sino que el agua misma delineó su propio derrotero. Era fruto de la fuerza de la vida.

A lo largo de este tiempo, fuimos aprendiendo a realizar mejor nuestra tarea con una logística que ya ha sido acrisolada con una experiencia tejida con éxitos y fracasos en los Cursos y en las Escuelas de Evangelización.

Mons. Faustino Armendáriz Jiménez mencionó en su primera Carta Pastoral que «la Escuela, nos ayudará a impulsar el itinerario de formación del discípulo misionero, de tal manera que la Parroquia sea realmente una comunidad de comunidades»; siempre el fruto será la implementación de la misión permanente que «será el referente de toda nuestra acción pastoral». Este proceso metodológico y organizado de evangelización, estará presente en todas las comunidades sin excepción y será compartida la experiencia vivida, en las asambleas decanales y en las visitas pastorales parroquiales.

MATERIAL BÁSICO

CAPACITACIONES PARA FORMACIÓN DE LAS PEQUEÑAS COMUNIDADES

TALLER EL QUE ORA MEJORA

I SESIÓN

EL ARTE DE COMUNICAR LA BUENA NUEVA