La Arquidiócesis de Durango en comunión con la Iglesia Universal, que es madre y maestra, desea vivamente poner todos los medios a disposición para privilegiar lo que hoy es una exigencia y prioridad fundamental en la vida eclesial y social, es decir, la protección de menores y adultos vulnerables.
En esta misión urgente y delicada nos impulsan las palabras de Papa Francisco: «los delitos de abuso sexual ofenden a Nuestro Señor, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas, y perjudican a la comunidad de los fieles. Para que estos casos, en todas sus formas, no ocurran más, se necesita una continua y profunda conversión de los corazones, acompañada de acciones concretas y eficaces que involucren a todos en la Iglesia, de modo que la santidad personal y el compromiso moral contribuyan a promover la plena credibilidad del anuncio evangélico y la eficacia de la misión de la Iglesia» (m.p. Vos estis lux mundi).
Para cumplir tal encomienda se ha pedido a cada diócesis la creación de una comisión diocesana. Todo esto a la luz del Quirógrafo publicado por el Papa Francisco para la institución de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores donde se acentúa, que «la protección efectiva de los menores (Minorum tutela actuosa) y el compromiso de garantizar su desarrollo humano y espiritual conforme con la dignidad de la persona humana son parte integral del mensaje evangélico que la Iglesia y todos sus miembros están llamados a difundir en el mundo. Hechos dolorosos han impuesto un profundo examen de conciencia por parte de la Iglesia y, junto con la petición de perdón a las víctimas y a la sociedad por el daño causado, han llevado a poner en marcha y con firmeza, iniciativas de diverso tipo con el fin de reparar el daño, hacer justicia y prevenir, por todos los medios posibles, la repetición de episodios similares en el futuro».