La respuesta abundante y gratuita de Dios a la búsqueda humana

Jesús propone a la comunidad de sus discípulos valores que continuamente deben elegirse y discernirse. Cómo elegir los valores del Reino? Esto es difícil para el discípulo. Cómo llegar a tener esos valores supremos que superan toda la capacidad del hombre mismo? La solución viene dada en la presentación del don de Dios al hombre.
La Palabra de Dios nos invita a atender los signos que nos ofrece constantemente Dios y en los que se manifiesta el maravilloso encuentro entre el hombre que aspira a la vida abundante, que busca y desea y, Dios, generoso en su don hacia el hombre, capaz de darse a sí mismo en alimento prodigioso que dura para siempre. San Pablo, expone las dimensiones que tiene una opción radical por los bienes que el Señor nos ha dado en Cristo.
El profeta Isaías se inspiró en algunos personajes que existían en las ciudades de su tiempo, “vendedores” que ofrecían su mercancía. Como profeta anuncia un mensaje extraordinario y aparentemente extraño para el hombre: Dios ofrece clamar la sed humana de vida de modo gratuito y abundante.
Todo hombre está sediento, no solo en el plano físico, también hay sed de lograr las más altas aspiraciones del espíritu humano (verdad, vida, justicia, paz), en la búsqueda de un remedio a esta sed espiritual, muchas veces llega a causarle frustración, porque no lo logra, “malgasto de sus energías y recursos”.
Todos deben “escuchar la Palabra”, ya que el amor de Dios no desconoce las necesidades de la persona o de la comunidad y ofrece solución, porque solo en la Palabra está el inicio de la saciedad del espíritu humano. La Palabra contiene el mensaje de vida, que comunica lo que ningún mensaje podría dar “escuchen y vivirán”. Dios da alimento que va más allá de lo material en sí mismo.
Dios en la persona de su Hijo Jesús, ha llevado su donación, su respuesta al hombre al punto máximo. En la multiplicación de los panes se muestra esta acción de Dios. Este milagro es una respuesta a un hambre, a una búsqueda de la misma gente que siguió a Jesús por tierra desde los pueblos. También tiene una raíz de misericordia, expresada en toda su fuerza en aquella mirada y acción amorosa de Cristo: que “sintió compasión y curó a los enfermos”. La multiplicación de los panes ocurre fuera del recurso humano. Los discípulos no tenían medios para lograr lo que les fue dado “déjalos ir para que se procuren ellos alimento… no tenemos mas que cinco panes y dos peces”. El milagro nos orienta a un don mayor que se hará en el futuro, pues los gestos de Jesús preparan aquellos de la celebración pascual de la cena donde instituirá la Eucaristía, “levantando los ojos al cielo, dio gracias, partió el pan…”.

Durango, Dgo., 31 de Julio del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

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