Fray Simón del Hierro

            Sr.-Arzobispo-288x300Este fraile, nacido en la Ciudad de Zacatecas el 18 de febrero de 1700, siendo niño de ocho años, vio llegar a Fr. Antonio Margil de Jesús para fundar el Colegio “De Propaganda Fide” en Guadalupe, lo conoció y lo admiró. Obtuvo luego el bachillerato en Filosofía en la Universidad de México, regresó a Zacatecas para hacerse fraile franciscano en el Colegio, tomando el hábito en 2 de mayo de 1719; un año después hizo los votos y fue ordenado Sacerdote el 28 de octubre de 1724, y fue nombrado Maestro de novicios.

            Pronto, Fr. Margil escogió a Fr. Simón para compañero, llegando a ser el más fiel discípulo, émulo y continuador de Fr. Antonio Margil de Jesús; antes de ello, Fr. Margil de Jesús había dicho a Fr. Simón: “¿Se atreve Fr. Simón, que vamos a quemar el mundo? Pues prepárese”.    Fr. Simón cuenta que “le acompañó once meses, día a día hasta que murió. Juntos caminábamos, juntos descansábamos en los parajes en una misma posada, y en los conventos en una misma celda; por todo el camino siempre rezando los dos o con la gente, que casi siempre le seguía; siempre predicando y confesando en los pueblos, en las haciendas y en los ranchos. Siempre entraba cantando el Alabado y se iba a la Iglesia siempre convidando a todos los que se quisieran confesar”.

            Al morir Fr. Antonio Margil de Jesús el 6 de agosto de 1726, asistido por Fr. Simón, este, como heredero del espíritu de Fr. Margil, el 26 de octubre del mismo año  tomó el báculo con el Crucifijo y, acompañado por cinco frailes, emprendió el viaje hacia las Huastecas, llegando de paso a visitar a nuestra Señora del Tepeyac. La gira misionera se extendió a los estados de Veracruz y Tamaulipas, regresando al Colegio el 24 de abril de 1727.

            Fr. Simón del Hierro fue un gran misionero itinerante; en el mismo año de 1727, con Fr. Manuel González, realizó un segundo viaje misionero por Nochistlán, Yahuialica y Cuquío, regresando a su encargo de Maestro de Novicios. De 1736 a 1737, acompañado de Fr. Ignacio de Herice, salió por Calera, Fresnillo, Rancho Grande, san Juan y san Miguel del Mezquital hasta Parral y Chihuahua, penetrando a la sierra tarahumara, continuando por Sonora y Sinaloa, volviendo por Durango, Muleros, Sombrerete y Fresnillo. Su método era el de Fr. Margil: caminar ordinariamente a pie, comer lo que se les ofreciera por el camino, detenerse en cada pueblo o ranchería el tiempo que fuera necesario para predicar en templos y plazas, confesar  aún por las veredas, celebrar la Eucaristía en templos o enramadas, durmiendo hasta a cielo raso. Así, daban testimonio de vida cristiana e impulsaban a la gente en la tarea de la propia superación.

            Después de cumplir su deber de formación de los novicios y de recargar las energías físicas y espirituales, la cuarta salida de Fr. Simón, fue entre junio de 1742 y agosto de 1743, se dirigió a Nuevo León, llegando a la hacienda de Espíritu Santo, Salinas, Charcas, Agualeguas, Cerralvo y Linares. Vuelve al Colegio y entre 1743-1744, con más conocimiento del terreno y de las gentes, repasa estos lugares, con un Viaje y Misión del Reino. Con sólida formación, en la plenitud de su vida, con la gran experiencia acumulada,  los siguientes años, hasta 1759, los gasta Fr. Simón en formar las Misiones de Tamaulipas y de Texas, obra culminante de su vida.

            El 28 de julio de 1759, Fr. Simón es elegido por su Comunidad como Guardián del Colegio de Guadalupe. Su gobierno, fue sereno y reposado, sin graves problemas y sin pendientes de construcción, pues la obra material del Colegio estaba terminada. Las Misiones de Tamaulipas y de Texas exigían atención y los recursos disponibles. Fr. Simón puso especial cuidado en la atención a sus frailes. Dice un cronista, que “su mayor alabanza será haber desempeñado un gobierno eficaz, armónico, ponderado, de veras inteligente, fraternal y caritativo”. Terminado el período de su gobierno, se dedicó a escribir, tuvo el encargo de Comisario de Misiones, redactó informes, en octubre de 1774 celebró su jubileo sacerdotal y murió en su Colegio el día 27 de enero de 1775. Le caracteriza, haber sido discípulo, compañero y émulo de Fray Antonio Margil de Jesús.

     Héctor González Martínez

                          Obispo Emérito

 

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