Retomando
Esta columna “Episcopeo”, la inicié siendo Obispo de Campeche y la seguí en
Oaxaca; al llegar a Durango, la continué hasta que mi salud se vio mermada, como fue de todos conocido. Entonces le pedí al Sr. Ob. Aux, D. Enrique Sánchez Martínez, que me apoyara con ella. Agradezco a Mons. Enrique que la haya continuado con la capacidad y competencia que conocemos, hasta que sus ocupaciones se lo han permitido. Ahora, que él anunció que ya no la escribirá y de hecho ya no sale, hablando con él, yo la retomo para darle continuidad, la ofrezco a los Medios para su público, hasta donde Dios me dé licencia.
Retomo la columna, para hacer del conocimiento de los lectores, algunos aspectos del pasado histórico, a los que he tenido la oportunidad y la suerte de asomarme y a algunos aspectos que nos ofrezcan los signos de los tiempos.
Por lo pronto, hoy doy a conocer que en años recientes, entre los Presbíteros y los laicos de toda la Arquidiócesis, en un terreno propiedad del Seminario Mayor, construimos una Casa-Hogar-Sacerdotal, separada del Seminario por una barda, para acoger y atender a Sacerdotes ancianos o enfermos. Desde que yo estaba aquí en la Arquidiócesis, como miembro del Presbiterio, se dialogó mucho y se intentó esta construcción. A Dios gracias, ahora se han logrado los inicios de esta obra material-fraternal, aunque la obra no está terminada; nos queda camino por delante. Aquí vivo, en medio de varios Presbíteros, en esta Casa-Hogar-Sacerdotal, calle Estroncio s/n, Col. Industrial; Cel. 618 840.10.44.
Me ocupo en la alabanza a Dios con la Liturgia de las Horas, en rezar por las intenciones de quienes me lo piden, en apoyar al naciente Instituto Religioso de Misioneras de S. José y Sta. Ma. de Guadalupe, en apoyar a algún Sacerdote que me lo pide, en estudiar las Misiones de Franciscanos y Jesuitas en nuestra Arquidiócesis y en visitar a mis familiares. Sobre todo, me espera un estudio muy empeñativo, actualmente apenas inicial, junto con un Equipo de personas, acerca del martirio de misioneros franciscanos y jesuitas en los siglos XVI-XVII. De los Padres jesuitas, la Compañía de Jesús ya tiene avanzado un proceso sobre ocho misioneros jesuitas martirizados en las misiones tepehuanas, alrededor de noviembre de 1616. Pero, la Compañía de Jesús, sólo ha incluido a sus ocho Padres.
Para introducir una causa de Beatificación o Canonización, el Promotor debe pedir el visto bueno del Ordinario del lugar a que pertenecen los prospectos. Cuando el P. Toni Witwer, Promotor de las Causas de la Compañía de Jesús, me pidió mi parecer, le contesté favorablemente; pero, que me parece desigual. Porque los Padres jesuitas, misionaron en Durango acompañados de laicos ibéricos y mexicanos de otras partes, como catequistas o asistentes; y esos mismos laicos, entre cien y doscientos, les acompañaron en el martirio; entonces, dije al P. Toni que me parece justo que también los incluyan en el Proceso de Beatificación y de Canonización. Eso mismo dije al Papa Francisco y al Cardenal Amato, encargado de estos Procesos en la Santa Sede, durante la reciente Visita “Ad Limina”; y eso mismo he dicho en otros ambientes. El P. Toni me respondió que le gustaba la propuesta, pero que se necesitan nombres y datos de dichos laicos; y, ese es el reto pendiente.
Héctor González Martínez
Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis Durango.
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