ACCION DE GRACIAS

Durango, Dgo., 31 de diciembre de 2010. El año 2010 ya está terminando, demos gloria a Dios, y ciertamente al transcurrirlo hemos tenido muchas muestras del amor misericordioso de nuestro Padre Dios. El nuevo Año que está por comenzar, representa una página que está por escribirse; hay ilusiones que se perfilan, quizá nuevos temores. La actitud en nuestra vida es que hagamos que las cosas sucedan, pero no esperemos que se den por sí mismas como destino fatal o como caídas del cielo. Somos actores del destino, no víctimas, somos protagonistas. No tengamos miedo y dejemos atrás lo sombrío y negativo, llenemos nuestra vida de Dios, con el anhelo de lograr que suceda lo que el año anterior no sucedió; que vivamos cada día con fe, con esperanza y con amor. Así lo expreso el Secretario canciller de la Curia, el Padre José de la Luz Guerrero.

Comentó además el sacerdote que… «es bueno comenzar el Año Nuevo unidos en familia, pero también en oración con Dios en el Templo, preferentemente juntos, alabándolo y agradeciéndole por los beneficios obtenidos en el año que termina. En compañía de Jesús recién nacido, el primer día del año ha de ser para nosotros día de propósitos como la paz, la educación en la paz y en los valores que vienen con ella como la libertad, la solidaridad y la fraternidad, la dignidad de la persona humana, el derecho al trabajo y el sentido sagrado de la vida y la denuncia de situaciones injustas, que turban las conciencias y amenazan la paz». «Caminemos en una vida nueva» (Rom 5,4), comencemos éste Año, diciéndole a Dios: «Gracias, Señor, por la vida nueva que nos das». Feliz Año Nuevo.

¡Dios nos ampare!

Durango, Dgo., 30 de diciembre de 2010. Que nunca nos falte casa, vestido y sustento.

Con motivo de fin de año, vale la pena tributar a Dios la gratitud por llegar a culminarlo y además porque nos concede iniciar uno más en nuestra historia personal. Hay que prepararnos a conciencia desde nuestro interior, a fin de que a todos nos vaya bien en el año por comenzar. Por eso, los cristianos más que estrenar ropa o comer las 12 tradicionales uvas, debemos confiar en la PROVIDENCIA DE DIOS, que siempre atiende, si no nuestros deseos, sí nuestras necesidades.

El comer una uva con cada campanada y pidiendo un deseo; el estrenar calzones amarillos para el dinero o rojos para el amor; el sacar a pasear las maletas por toda la cuadra para viajar mucho durante todo el año; el barrer las malas vibras hacia afuera de la casa; el comer una sopa de lentejas para la abundancia y buena suerte; el recibir el año con un puñado de billetes en la mano, porque «dinero llama dinero»; el brindar en punto de la medianoche y arrojar la copa sobre el hombro para que se haga añicos junto con el año que termina, son, entre otros muchos rituales populares, los que alguna gente suele realizar con la esperanza de que el año que recién comienza venga cargado de buena fortuna. Estos rituales no son sino solo falacias banales que solo alimentan nuestras fantasías oníricas, las cuales  finalmente no tienen valor. Sin embargo, para los que somos cristianos no hay necesidad de  andar con tantos brincos, con la entrada del año, sabemos que se puede implorar salud, trabajo y amor, mas no replicando ritos supersticiosos, sino confiando en la PROVIDENCIA DE DIOS.

Más que el encendido de una vela

Hay quienes acostumbran, el día último del año, llevar a bendecir doce velas que, mes con mes, encenderán a la Divina Providencia; sin embargo, esto no debe hacerse como un ritual más, pues podría caerse también en la práctica supersticiosa. Esta piadosa costumbre debe ser un acto que nos recuerde algo mucho más importante: el confiar en que Dios nos dará, si es su deseo, salud, alimento, casa y trabajo. Cada día primero del mes, pero de manera especial el primero del año, la Iglesia promueve la devoción a la Divina Providencia; las velas que se enciendan en esas fechas nos  deben recordar que la luz de Cristo y nuestra fe en Él, más que una petición, tienen que ser el compromiso de ser también nosotros «luz para el mundo».

Qué es la Providencia Divina

Es tener conciencia de que la naturaleza de Dios es el Amor, de que Él  es Omnipotente y Sabio y está presente actuante en el mundo, en la historia, en cada criatura y, sobre todo, en cada ser humano que, guiado por Él, puede llegar a la meta final que es la vida eterna. Ante esta misteriosa verdad, el hombre tiene un doble y contrastante sentimiento: por una parte, desea acoger y confiarse a este Dios Providente; por la otra, teme y duda, ofuscado por las cosas que vive, por el apego a lo material y, sobre todo, por el dolor y el sufrimiento. Sin embargo por encima de todo, incluso de nuestros pensamientos y acciones, este Dios Providente, prevé y provee de todo cuanto sus hijos necesitamos. Es un Dios fiel, que en virtud de su amor, nos prodiga todo cuanto requerimos, dándonos más de lo que merecemos y deseamos. «El hombre… no existe efectivamente sino por el amor de Dios, que lo conserva. Y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador» (Gaudium et spes, 19).

A Dios rogando y con el mazo dando

Por otra parte, cabe señalar que Dios es Providente, sí, pero que ha provisto al hombre de lo necesario para que él mismo se procure las cosas materiales que requiere para vivir dignamente. Por eso Dios, al crearlo, le otorgó la inteligencia, la voluntad, sus capacidades y habilidades. Toca, pues, a cada individuo, aplicándolas, mejorar esa gran obra de la Creación que es el hombre mismo, quien debe buscar superarse en todos los aspectos: Espiritual, intelectual, social, material.

Por tanto, hay que acudir con fe a la Divina Providencia para que siga actuando a nuestro favor, confiando en que Dios, como Padre Amoroso y Providente que es, nunca nos abandonará, nos cuidará y protegerá de los peligros; pero, al mismo tiempo, Él querrá que nosotros pongamos todo lo que esté de nuestra parte para procurarnos esos bienes, empleando los dones que nos dio y, sobre todo, respetando siempre nuestro libre albedrío, que es el más valioso de todos ellos.

Que sepamos emplear muy bien nuestra salud, nuestras habilidades personales, que ejercitemos diligentemente nuestros brazos para trabajar, es la medida que nos ayudará para asimilar la multiforme bendición del gran DIOS PROVIDENTE. FELICES FIESTAS.

CUIDEMOS NUESTRA ECONOMÍA EN EL 2011

Durango, Dgo., 29 de diciembre de  2010. En términos generales, puede apreciarse una lenta recuperación de la economía nacional para el año 2010, respecto al 2009, lo cual permite vislumbrar un panorama más alentador para 2011. Sin embargo, la dependencia de nuestra economía, respecto del acontecer económico de Estados Unidos, hace difícil establecer cualquier previsión.

No obstante que la economía nacional ha iniciado un proceso de recuperación, que esperamos sea ascendente en 2011, los resultados no se materializan en hacer que el desempleo descienda, por dos razones fundamentales: Primera, gran parte de la recuperación está dándose en el sector exportador, donde había muchas empresas con trabajadores laborando en horarios reducidos. Segunda: dado que la recuperación económica internacional es incierta, muchas empresas están funcionando al límite de la demanda, sin hacer incrementar sus niveles de producción.

Por otra parte, las cifras de desempleo, esconden el fenómeno nacional del subempleo (las personas que se encuentran en empresas o en actividades no registradas ante el Fisco, y que no pagan las prestaciones básicas, incluyendo el salario mínimo). La reducción del desempleo informal y formal se podrá hacer notoria en nuestra sociedad a partir de un crecimiento real de la economía, y mayor capacitación de las personas que se incorporan y están incorporadas al mercado laboral, esto repercute sin duda en el bienestar de las familias.

El panorama económico para México en 2011 es de un crecimiento mínimo, pero mayor que el de 2010, lo cual permite pensar en un sostenimiento de la actividad económica, sin que tenga fuerte impacto en el ingreso per cápita ni en el mayor empleo para la población mexicana. Por eso, es menester en el marco de nuestras previsiones de fin de año y teniendo a la puerta el que comienza, cuidar diligentemente nuestra economía familiar.

 

MINISTERIO DE EXORCISTAS, SERVICIO DE LA IGLESIA

El ministerio de exorcistas que ejercen algunos sacerdotes en cada Diócesis, es un servicio que la iglesia ofrece desde hace mucho tiempo, y que se verifica en el contexto de la organización pastoral integral de las Iglesias  locales. Corresponde la función de exorcista principalmente al Obispo de cada Diócesis; luego el delegará a sacerdotes idóneos para que ejerzan este servicio a través de una propuesta que cubra las necesidades de esta índole en la Diócesis.

Con motivo de que en otras Diócesis de nuestro país, se han editado textos para sacerdotes exorcistas, nuestra Arquidiócesis los valora y los ocupa como textos de consulta apegándose más bien (los sacerdotes exorcistas de nuestra Arquidiócesis) al texto oficial que es el «NUEVO RITUAL DE EXORCISMO», editado por la Santa Sede.

Es importante sin embargo, que todos los sacerdotes entendamos la necesidad de orientar a muchísimas personas que se involucran en las practicas de ocultismo, brujería, satanismo, etc. Situación que los convierte en victimas de terribles sufrimientos, que la mayoría de las veces representan patologías localizables en trastornos psicológicos, en disfunciones mentales etc., que tienen que ser orientadas para el apoyo de la ciencia médica especializada. Muchas de estas personas experimentan fenómenos sin ninguna explicación; por lo que el sacerdote ante la presencia de estos males que proliferan en esta sociedad tan llena de estrés, tan paganizada, materializada y sobre todo, donde abunda un alto indice de ignorancia religiosa, ha de tener una básica respuesta pastoral ante quienes acuden solicitando su ayuda.

La Arquidiócesis de Durango cuenta con tres sacerdotes nombrados por el Arzobispo, para atender esta pastoral de apoyo, que mira más bien a la escucha,  a la orientación y canalización de las personas, que en la casi totalidad de sus patologías tienen siempre más bien que ver con una atención médica especializada. Esta pastoral implica además, la propuesta de una espiritualidad con  fundamento en el ENCUENTRO PERSONAL CON JESUCRISTO VIVO,  a través de una vivencia cristiana más arraigada al sentido de pertenencia en una comunidad de fe, en la oración, y el frecuentar los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación; así como la promoción de espacios más saludables en su diario caminar.

LA FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES

Durango, Dgo., 27 de diciembre de 2010. El presbítero Juan José Martínez Míreles, asistente de la pastoral litúrgica, explicó que los ocho días posteriores a la Navidad, conforman lo que se le conoce como la «octava de navidad», días que prolongan la meditación y la celebración de la fiesta grande de la Natividad de Jesús.

 «En la actualidad la Iglesia conserva sólo dos octavas: la de ‘Pascua’ y la de ‘Navidad’.  En la narración del Evangelio de s. Mateo (Mt 2,16-18), explica el Padre Juan José, que se encuentra condensado uno de los episodios más drásticos y conmovedores: la breve escena de la deshumana matanza de niños de Belén  que deja sin respuesta a muchas interrogantes que inmediatamente vienen a la mente. Es de entenderse, por una parte, que la celosa envidia del rey Herodes hacia el Dios niño, fue a causa de la definición de los reyes Magos: «venimos a adorar al Rey de los judíos». Herodes admite la orden de la matanza de infantes, aquellos que eran varones de dos años o menores.

«A partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos niños, muertos como «mártires». En la iconografía se les presenta como niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas (alusión a su martirio). La liturgia oriental los recuerda el 29 de diciembre; la liturgia latina, el 28 de diciembre. La tradición concibe su muerte como «bautismo de sangre» (Rm 6, 3) y preámbulo al «éxodo cristiano», semejante a la masacre de otros niños hebreos que hubo en Egipto antes de su salida de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios [Ex 3,10; Mt 2,13-14]», abundó.

Por otra parte, el Padre Martínez Mireles, hace hincapié en que la jocosa tradición pagana de las bromas o pedir dinero prestado y devolverlo hasta el 2 de febrero o no regresarlo, es muy a la mexicana en este día de los Santos Inocentes. Esta costumbre surge en la Edad Media en Europa del 25 al 31 de diciembre, donde todos los ciudadanos dejaban sus deberes cotidianos y en un afán de divertirse tomaban supuestamente el papel de las autoridades civiles y religiosas. La Iglesia Católica exhorta a los feligreses a que las bromas, que por tradición se hacen entre amigos o familiares, sean con respeto y sin ofender a nadie.

“Que la pequeña Iglesia de cada familia glorifique tu nombre y reciba tu bendición”

La celebración de la Navidad es la gran respuesta de Dios al anhelo humano de una salvación. Este anhelo se puede traducir hoy como un acontecimiento de “liberación”, de “cercanía”, de “una nueva posibilidad de vida” en unidad, en armonía, especialmente de una posibilidad de vivir la paz. Ella está ligada a la historia de la humanidad golpeada por el pecado y carente de una respuesta adecuada de parte del hombre mismo: historia que demuestra que solo la intervención gratuita de Dios puede hacer posible la regeneración de lo humano. Las tinieblas que hoy acechan a nuestro mundo (violencia e inseguridad, egoísmo, corrupción, secuestros, extorsiones, etc.), son signo de la ausencia de Dios, la navidad es la celebración de la posibilidad de la esperanza, porque es la presencia de Dios ante las más concretas situaciones de muerte. El Mesías que ha nacido, con su pequeñez, su fragilidad, muestra la potencia de Dios, quien lo va a sostener para que se realice el proyecto de salvación, que será “luz entre la sombras”, de “vida en medio de la muerte”. En este sentido la celebración de la Navidad es la “llamada a no tener más miedo”, pues el mundo de las sombras del mal, es un mundo que “retrocede ante la luz abundante que surge de la gloria, de la presencia concreta de Dios en la historia humana” como acertadamente afirmaba San Pablo: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (ITm 1,14).
Hoy celebramos “la Sagrada Familia” y el mensaje gira en torno al ideal de la “convivencia familiar fundada en la fe”. Esa convivencia tiene sus raíces en la “identidad cristiana de los miembros”. Hoy cada familia de los discípulos de Cristo es invitada a renovarse en sus relaciones domésticas, pues el primer lugar donde se ejercita el ser cristiano es lógicamente el pequeño ámbito de casa. Es una invitación a los hijos adultos para que amen de corazón a sus padres ancianos con un comportamiento verdaderamente filial, resaltando el cumplimiento de cuarto mandamiento: “honra a tu padre y a tu madre, así prolongarás tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios, te va a dar”. Existe una estrecha relación entre el honrar a Dios y el honrar a los padres; respetarlos y cuidarlos es obedecer a Dios; no apiadarse de ellos y abandonarlos en el momento de la prueba, esto sería despreciar al Señor.
El honor que el hijo debe a sus padres contiene toda una gana de actitudes y de sensibilidad, que se traduce no solo en respeto, sino en la ayuda concreta, en las muestras de afecto, obediencia, estima y atención, porque todo esto es hacer la voluntad de Dios. Además, a quien actúa así con sus padres es fuente de recompensa y acarrea dones extraordinarios de parte del Señor, como una vida larga, la remisión de los pecados, la alegría y la satisfacción de parte de los propios hijos, ser escuchados en la oración y la seguridad de la acogida en el fututo por parte de Dios
La celebración de la Sagrada Familia quiere hacernos profundizar a la “luz de la vocación a la santidad que todos tenemos” como miembros de familia, en el ideal de las relaciones familiares concretas. Debemos reflexionar también sobre nuestras actitudes que vivimos como comunidad de discípulos (parroquia, grupo, movimiento, etc.), ya que la vida comunitaria tiene mucho de vida familiar, sería absurdo que no se cumpliera en casa lo que se cumple aparentemente en una comunidad mayor, “sobrellévense mutuamente y perdónense”.
La convivencia adecuada en la familia tiene su raíz en la común elección de cada miembro a ser “parte de Cristo”. Todos en casa son pues, parte de ese pueblo elegido y amado por Dios, todos han sido perdonados por Cristo. De aquí se deduce una conducta debida en casa: el perdón realista de unos para con otros, aunque haya ofensas y quejas concretas, debe prevalecer el amor. Se urge a cada uno a asumir una actitud positiva desde su propio papel: como padre-esposo (delicadeza y consideración), como madre-esposa (la consideración y responsabilidad del esposo), como hijos-hermanos (la obediencia, entendida como apertura a la voluntad de Dios que se expresa en los padres). Consejos prácticos pero imperativos, urgencias, ya que la vida cristiana tiene que concretizar en la sociedad a través de la familia creyente.
La contemplación del cuadro de la Sagrada Familia de Jesús, María y José representada en el “pesebre” de san Mateo se nos presenta como modelo único e irrepetible. Las familias cristianas deben orientarse hacia un ideal familiar muy alto, pero posible por la gracia de Dios que puede actuar en cada miembro de la “pequeña iglesia familiar”.

Durango, Dgo., 26 Diciembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

LA FAMILIA CRISTIANA Y LA CULTURA DE LA VIDA

Durango, Dgo., 26 de diciembre de 2010. La Comisión Diocesana de Pastoral Familiar en la Arquidiócesis de Durango, coordinada por el matrimonio de Sandra y Rogelio Alonso, quienes explicaron que existen ataques que intentan desvirtuar la real misión de las familias en el mundo y que atentan contra los valores que como cristianos debemos fomentar.

El matrimonio en la voz de Sandra Alonso, dijo que estos ataques van dirigidos a promover una sociedad en contra del respeto a la vida y a favor de una conciencia laxa, acorde a las situaciones cómodas que la vida pueda presentarnos.  Sin embargo, es nuestro deber como familias, «ser lo que debemos ser», promotores permanentes de los valores cristianos y de las  enseñanzas que a través de los años, nos han inculcado nuestros antecesores… «La fe que profesaban nuestros padres y abuelos, basada en un profundo respeto a los mandamientos de Dios y nuestra Iglesia, era una fe sólida e inquebrantable que difícilmente podría romperse o flaquear, y que decididamente actuaba cuando se veía amenazada».

Explicó también, que en los tiempos actuales, las familias católicas están obligadas a regresar a la solidez de nuestras creencias, luchando abiertamente por rescatar el fundamento para el que fuimos creados: el amor, la verdad y el respeto, que además los jóvenes deben encontrar en el seno de sus familias la certeza y la seguridad de un entorno sano, que les permita defender su formación humana y cristiana a pesar de las amenazas de la vida diaria.  En cuanto a los niños, argumentó que tienen derecho a vivir una infancia plena de amor, donde su ejemplo principal sea, el amor de sus padres. Un amor que los guíe para formarse un futuro armonioso y de éxito, puesto que conocemos ampliamente la cantidad desmedida de niños y adolescentes que, viviendo una situación de desamor, de miseria y de violencia,  han caído en profundas depresiones que en muchas circunstancias los han orillado a tomar decisiones drásticas e irremediables como lo es el suicidio. 

«Cuando las familias cristianas retomemos el verdadero valor de la vida, cuando retornemos al camino de Dios y sus mandamientos, y nos decidamos a actuar activamente en la promoción de los valores, nuestra sociedad cambiará su rumbo, y  sólo entonces, les habremos dado  la oportunidad de conocer el amor de Dios y su propio valor de hijos del Altísimo. Es nuestra responsabilidad reencauzar el rumbo de nuestra sociedad  y darle un destino seguro y sólido, que nos lleve a lograr la armonía, la justicia y la paz para todos. Por ello, en la Pastoral Familiar de Durango: «Defendemos la Vida, Luchamos por la Justicia y Rezamos por la Paz», expresó.

MENSAJE DE NAVIDAD DEL EXCMO. SR. ARZOBISPO

Durango, Dgo., 24 de diciembre de 2010. El Excmo. Señor Arzobispo Don Héctor González Martínez, comparte su mensaje en esta navidad saludando con afecto y caridad pastoral, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que formamos parte de esta gloriosa Iglesia local que peregrina en Durango. De manera muy especial se dirige  a todos los agentes de pastoral, los misioneros, los sacerdotes y religiosas, para desearles que estos días sean de silencio, de meditación, a fin de que se haga propicio en cada uno el encuentro personal con Jesucristo vivo.

«Celebrar la navidad año con año, significa que Jesucristo no esta muerto sino que ha resucitado; que esta vivo entre los hombres y que vive entre nosotros. Les deseo a todos, ese encuentro satisfactorio, feliz y agradable, por medio de la compañía de la amistad, del afecto y del amor en los hogares», expresó.

El Arzobispo de Durango, agregó que: «la navidad también debe ser un tiempo oportuno para reavivar valores humanos y cristianos en la convivencia y que el dinero que se gaste para estas fiestas, no sea exorbitante ni desmedido, sino al contrario, que se haga conforme al sentido cristiano. La navidad por tanto, es un tiempo propicio para alejar de nosotros las malas costumbres, los malos comportamientos y la mala conducta; porque es dejar que Jesucristo entre en la historia, en el ambiente de la sociedad, de la familia y en la conciencia de cada uno de los bautizados…» puntualizó.

«En esta navidad, les deseo que  salga reavivada la fe en Jesucristo; una fe que significa adhesión a El; así como se adhiere la enredadera a la pared o al palo que la sostiene, así que se adhiera el cristiano de una manera poderosa, enérgica y firme a Jesucristo y sus valores, y que la navidad sea feliz en un encuentro con nosotros mismos y que de ese encuentro broten mejores relaciones sociales. ¡Feliz navidad!.

PASTORAL JUVENIL PRESENTE EN LA NAVIDAD 2010

Durango, Dgo., 23 de diciembre de 2010. El presbítero Francisco Canales Samaniego, Asesor Diocesano de la Pastoral Juvenil,  expresó que la navidad es un tiempo que se aprovecha para hablar de gozo, armonía, amor y paz. Sin embargo, este tiempo lo hemos convertido en un ambiente de diversión, fiestas, y consumismo. «Los jóvenes son atraídos en nuestros días por este ambiente y cada vez más, nos olvidamos del verdadero sentido por el que se originó esta celebración», señaló.

«La Iglesia nos invita en este tiempo a meditar y contemplar el misterio de la encarnación de nuestro Salvador Jesucristo el Hijo de Dios, luz verdadera que alumbra a toda la humanidad y que viene a este mundo (Jn 1,9), por ello con razón habrá que evitar la tristeza, buscar la reconciliación, vivir en familia evitando la soberbia y dando amor». Apuntó el sacerdote

En cuanto a los jóvenes y adolescentes, que le han encontrado sentido al seguimiento de Jesucristo a través de sus grupos y movimientos,  el Padre Francisco dijo que deben valorar y reconocer la bendición y la gracia de Dios que se hace presente en cada una de las actividades y programas de apostolado que se desarrollan a través de todo el año y por ello, como Asesor diocesano, agradece a todos y cada uno su esfuerzo y dedicación y les desea que esta Navidad sea una oportunidad para consolidar y fortalecer su fe como grupos y movimientos de Iglesia.

«¡Feliz Navidad les deseo de corazón, y que la gracia de Dios los acompañe en cada uno de sus proyectos para este nuevo año 2011», añadió.

MENSAJE DE NAVIDAD DEL SEMINARIO MENOR

Durango, Dgo., 22 de diciembre de 2010. El Rector del Seminario Menor de la Arquidiócesis de Durango, presbítero José Luis Loera compartió el mensaje de navidad de parte de la comunidad formativa del Seminario Menor, deseando bienestar y paz para todos los hombres y mujeres de nuestra Diócesis.

«La alegría es un sentimiento que hoy está en crisis. Que esa alegría perdida la encontremos juntos en el abrazo, en la sonrisa, en el estrechar las manos con nuestros seres queridos y con aquellos con los cuales, nos sentamos a un lado en este nuestro México», exhortó.

El Padre José Luis, explicó que el Seminario es una casa de esperanza donde se viven estas fiestas preparatorias a la Navidad,  a través del trabajo propio de la institución, como la vivencia cotidiana del estudio, la oración y la convivencia. «En la Iglesia,  hay abundantes personas de buen corazón, que son capaces de ser personas comprometidas  en el pueblo de Dios. No podemos renunciar a la espera, ya que la esperanza está en el Reino de Dios, y  nosotros debemos estar comprometidos con nuestros afectos, nuestras fuerzas, nuestra inteligencia, y nuestra vida».

«Que  Jesús, habite siempre en nuestra inteligencia y en nuestro corazón. Deseamos quienes integramos la comunidad del Seminario Conciliar Menor, que Dios Nuestro Señor, los colme de paz,  fe y  amor.  Y que el niño  que está por nacer, nos sensibilice el corazón para vencer todas las vicisitudes que se nos presente en la vida. Feliz Navidad.»