Nacionalismo Imperialista

El apogeo del Nacionalismo se sitúa en el período 1870-1914. Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, Rusia e Italia, apoyados en los dos elementos de la educación nacional y el ejército, promovieron políticas nacionalistas tendientes a afirmar la propia superioridad, iniciando así una carrera hacia la hegemonía mundial que desembocará en la primera Guerra Mundial.
Esta carrera imperialista hará presente la cultura occidental en los cinco continentes, cultura integrada por estos ingredientes: universalismo cristiano secularizado, intereses económicos y científicos y sobre todo una manifestación más del espíritu nacionalista.
Tales naciones se consideraron depositarias de una misión civilizadora, conscientes de estar destinados a la hegemonía mundial.
Sin duda que el universalismo cristiano, estaba latente como impulso remoto en la base de la expansión colonial europea, impulso que le imprimió una formidable y arrolladora potencia.
El universalismo cristiano, el sentido ecuménico sustancialmente secularizado de la existencia, acertó a intuir como entre sombras que lo que Europa había logrado a lo largo de toda su existencia, era patrimonio de todos y se debía clocar a disposición de todos. En consecuencia, la expansión colonial tuvo lugar a partir de 1870, cuando la ideología liberal-progresista ya era patrimonio común de buena parte de las clases gobernantes europea.
Pero, detrás de la expansión liberal se advierte el sentimiento europeo de su supuesta superioridad. Es de observar que la élites del siglo XVIII equiparaban a las sociedades extraeuropeas con las sociedades del “buen salvaje americano”, según Rousseau y A. de Tocqueville, es decir libres de los males de la civilización occidental.
Pero ahora, parecen aceptables la superioridad de la raza blanca sobre las otras y de la cultura occidental sobre las culturas autóctonas. Fe, otra vez secularizada que ve el colonialismo como una cruzada religiosa para difundir los valores universales y absolutos de la Modernidad occidental.
Entre los teóricos del imperialismo europeo citemos a Thomas Carlyle (1795-1881) y Rudyard Kipling (1865-1936). En Francia Jules Ferry (1832-1893) dio un fuerte impulso a la secularización francesa por medio de la educación laicista.
Pero junto con la difusión de las nuevas técnicas europeas, del mejoramiento de la salud, de la progresiva universalización de la educación pública y del importante movimiento misionero que se verifica en este proceso, hay también muchas manifestaciones de explotación, de injusticias y de lesiones graves a la dignidad humana.
Darwinismo social, grosero materialismo y racismo no están ausentes en el expansionismo europeo y americano.
El imperialismo fue la consecuencia lógica del nacionalismo proclive a subrayar la grandeza nacional. Las naciones europeas debían demostrar al mundo su misión civilizadora. La ligazón entre imperialismo y nacionalismo queda manifiesta en que Francia e Inglaterra, naciones con más conciencia nacional, son las que llevaron adelante las políticas imperialistas más vigorosas.
Durango, Dgo. 26 de octubre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz.de Durango

Agradecimientos

Es de corazones bien nacidos el ser agradecidos. Por lo cual, quiero reconocer y agradecer a muchas personas, sus participaciones para el éxito de la Eucaristía y del convivio por la ordenación del Sr. Obispo Auxiliar.
Me refiero en primer lugar al P. Héctor Frías y a su Equipo de apoyo con que previó y coordinó todos los aspectos del evento; a mí me tocó participar en algunas reuniones; del resto ellos previeron y gestionaron todo.
Deseo referirme a los cuatro ceremonieros y a sus equipos de sacristía, de pontifical, de lectores, de edecanes y de servicios varios que, con suma diligencia ensayaron y dirigieron la celebración, previendo infinidad de detalles para cada momento.
Me fijo en los Rectores y en los alumnos de los Seminarios, quienes con tiempo prepararon el canto, barrieron, acomodaron mesas y sillas para más de siete mil comensales y volvieron a recoger.
Me refiero a los encargados de hospedaje, quienes, con diligencia y esmero, y con la colaboración de otros, previeron y brindaron los medios para quienes nos honraron con su presencia en evento eclesial tan sobresaliente.
Resalto la participación de los cinco Decanatos de la Ciudad a quienes correspondió aportar la comida hecha y calientita para todos los asistentes. Ha sido una muestra de disponibilidad y desprendimiento; descubro en ello un signo fraternal de solidaridad de hombre a hombre en Cristo.
Los principales actores del evento, fueron los casi ocho mil asistentes a la celebración llegados de cerca y de lejos; resalto a quienes vinieron de Cuencamé tierra de origen de Mons. Enrique, y de Río Grande, Zac. ciudad en que Monseñor sirvió con dedicación y afecto. Gastando y cansándose, todos pusieron el corazón por delante para congregarse a festejar el Sacerdocio de Cristo y para llenarse de gozo espiritual con qué seguir bregando en el mar de nuestras preocupaciones.
Quiero mencionar, mirándoles como a distancia, pero con atención y mirándoles desde el corazón, a los voluntarios de la Cruz Roja, a los agentes de seguridad, a veladores y vigilantes; la intención y la acción de cada uno, son altamente constructivos de una sociedad cristiana, fermento del Reino de Dios.
Hago mención especial de la voluntad eficaz del Sr. Presidente Municipal y del Sr. Gobernador del Estado, con apoyos de distintas dependencias municipales y estatales, incluyendo avisos por los medios de comunicación; personalizo la representación del Sr. Edgar…. y la técnica profesional del Sr. Barajas….
En las personas mencionadas, englobo a tantas otras que no alcanzo a mencionar en esta lista de reconocimientos, pero cuyas acciones son altamente importantes en el fondo de su corazón y altamente constructivas de un mundo mejor.
Doy pues, muy rendidas gracias a cada uno de ustedes, por los signos de participación que cada quien ha puesto para edificar la Iglesia y la sociedad. Como el bien moral o espiritual que hagamos edifica la sociedad y como el bien social que hagamos tiende a la trascendencia, auguro que sigamos en armonía y colaboración. Doy gracias, a Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro; le doy gracias, por el bien que cada uno hace para satisfacción personal, para bien común y para gloria de Dios.
Durango, Dgo. 19 de octubre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Entrada a peticiones de seminaristas

Jóvenes alumnos del Seminario: Edgar Armando Caballero Ponce, Emerson de Jesús Cárdenas Soto, Manuel Cesáreo Castañeda Canales, Marcos Julián Guzmán Casas y Joaquín Duarte Núñez solicitando la admisión como Candidatos a las Órdenes Sagradas.

Ricardo Ayala Meléndez, Luis Alberto Castillo Hernández, Erik Margarito Irungaray Martínez, Armando Borjón Rosales, Luis Adolfo Mireles, Luis Martín Lugo Cervantes, Juan Carlos Catarino Marrero Vargas, Marco Antonio Galindo Ortiz, Julio Cesar Ávila Cheong, Alejandro Vacio Longoria y Daniel Vargas Jiménez, solicitando ser instituidos en el Ministerio de Lectores.

Sergio Juárez Rodarte, Félix Gerardo García Contreras, José Vicente Solís Chávez y Pascual Ramírez Macías solicitando ser instituidos en el Ministerio de Acólitos.

Saúl Zamarripa Saldívar, Juan José Solís Páez y Mario Adolfo de Jesús Álvarez Santana, solicitando ser ordenados Diáconos.

Diácono Pedro Astorga Guerra solicitando ser ordenado Presbítero.

Estimados jóvenes seminaristas, aspirantes a la vida y al ministerio presbiteral: les saludo afectuosamente y les auguro la gracia de nuestro Señor Jesucristo en su itinerario vocacional, en sus participaciones en el Plan Diocesano de Pastoral y en la Misión: que la gracia de Dios marque huella cada vez más honda en sus vidas, para la gloria de Dios y para mayores frutos en el futuro ministerio.

Habiendo recibido sus peticiones de admisión, de institución o de ordenación, doy entrada a ellas y las haré circular en el Seminario y en las Parroquias correspondientes para conocer la opinión que el Pueblo de Dios tenga de ustedes.

Aprovechen el tiempo que transcurra entre esta aceptación inicial y la admisión a la correspondiente promoción, como tiempo de gracia para afianzarse en su itinerario vocacional hacia la vida y el ministerio presbiterales.

Les acompaño con mi afecto y con mi bendición.

Durango, Dgo. 17 de octubre del 2007.

Aftmo. en Xto.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango
Mariano Alberto Villalobos Salas
Secretario-canciller

A Todos en la Arquidiócesis

Les envío esta segunda circular complementaria a la número 26 de este día, con comentarios e instrucciones breves.
En primer lugar, les comunico que los Obispos, deseamos organizarnos para colaborar eficazmente a las tareas y desafíos diocesanos. Ante todo, nos distribuiremos la Eucaristía dominical de mediodía en Catedral. Igualmente, nos combinaremos la participación de cada sábado en el programa de la Arquidiócesis en el canal 12 de TV.
Asumiremos la tarea de impulsar en Visita Pastoral el Plan Diocesano de Pastoral con sus seis Prioridades, la Misión Arquidiocesana con sus Etapas, el Año de la Familia. Aparte de ello, ustedes pueden invitar a cada uno de los cinco Obispos que servimos en la Arquidiócesis para a sus necesidades pastorales, misioneras o celebrativas.
A los Decanos les recuerdo su competencia de revisar diligentemente los libros
parroquiales para la entrega-posesión de las Parroquias. Así mismo atiendan las quejas o inconformidades de los fieles en las Parroquias; si no se resuelve en su instancia, toca al Vicario Regional de Pastoral atender esos casos. Procuren el Decano y el Vicario prestar la debida atención para bien de los fieles y para dinamismo diocesano.
Como ya han pasado cinco años de que Mons. Medel, Mons. Caballero y su servidor completamos la anterior Visita Pastoral; siendo pues ya tiempo de practicarla de nuevo, preparémonos para realizarla; para ello les ruego aportar sugerencias con sus Representantes ante el Consejo Presbiteral.
Acerca de los Sacramentos de Iniciación Cristiana, puntualizo por escrito lo que ya he comentado de palabra, confiando que en 2009 lleguemos a acuerdos diocesanos:
1.- Observo gratamente que ya van siendo muchos los Sacerdotes que asumen el orden teológico de los Sacramentos de Iniciación Cristiana y procuran una adecuación de las edades correspondientes, les felicito; y animo a los demás a avanzar para cuando lleguemos a compromisos sobre el Catecumenado.
2.- Tomando en cuenta que las fiestas patronales o las celebraciones sacramentales, cada una merece celebración aparte: no empalmen Confirmaciones, Primeras Comuniones y fiestas patronales: cada una merece preparación y celebración digna. Los Sacramentos de la Iniciación Cristiana no son realce o adornos de la fiesta patronal.
3.- Para las Confirmaciones, en vez de 250 confirmandos o más en una tanda en la cabecera parroquial, distribúyanlas en tandas y en dos o más pueblos, para que se realicen con dignidad y así más pueblos tengan la oportunidad de contar con la cercanía del Sacramento y con la presencia del Obispo.
4.- Dado que serviremos a la Arquidiócesis cinco Obispos, todos originarios de ella, puntualizo por escrito lo que expresé verbalmente: la Teología y las normas acerca del Sacramento de la Confirmación, piden que dicho Sacramento sea conferido por un Obispo (cc.882 y 884); por tanto, para resaltar los objetivos litúrgicos y eliminar algunos detalles, a partir de hoy ya no se permitirá que Presbíteros, incluyendo Canónigos y Vicarios Diocesanos o Regionales impartan este Sacramento; excepción hecha de los facultados por el Derecho en el c. 883.2.3. y de los Párrocos para los que se van a casar.
Durango, Dgo. 13 de octubre del 2008.
Héctor González Martínez
Mariano Alberto Villalobos Salas Arz. de Durango
Secretario-canciller

A Todos en la Arquidiócesis

Les saludo afectuosamente, dando gracias a Dios por el don de Mons. Enrique Sánchez Martínez como fermento a la vida cristiana y al impulso pastoral de la Arquidiócesis. Su Ordenación fue un suave roció de santa unción en las almas de todos y un fuerte impulso a la vida arquidiocesana.
También les saludo dando gracias a todos y cada uno, al Equipo de preparación y a los responsables de las distintas Comisiones, a las Autoridades Municipales y Estatales, a los Medios de Comunicación y al grupo Norteño Palos, etc.
De todo corazón damos la bienvenida a Mons. Enrique a la tarea episcopal en nuestra Iglesia local e imploramos para él abundantes luces y dones de lo alto. Conforme al Derecho (C. 406), al Sr. Ob. Auxiliar le corresponde el cargo de Vicario General, cargo que asume el día de hoy. También le he encomendado la Comisión del Clero (Formación permanente, CCyAS, Sacerdotes enfermos, Casa-Hogar Sacerdotal) y llevará el movimiento económico de sacerdotes y seminaristas que estudian en Europa.
También les confirmo que Mons. Juan de Dios Caballero Reyes, acepta con mucho gusto continuar apoyando pastoralmente en la medida de sus posibilidades. Por tanto, pueden invitarlo a Retiros espirituales, fiestas parroquiales y administración de Sacramentos, aspectos que les recomiendo. Participará en la Visita Pastoral que organizaremos y en las reuniones de los Consejos diocesanos. De modo especial, continuará atendiendo a las Oblatas y como Vicario de las Religiosas de los siete Monasterios de Vida Contemplativa y de clausura que hay en la Arquidiócesis.
Ahora será importante que inculquen a los fieles la devoción de orar por sus Obispos, incluyéndolos habitualmente en el Memento de la Eucaristía, junto con nuestros otros dos Obispos Eméritos, quienes también fueron Obispos Auxiliares de Durango; les ofrezco esta fórmula: “con nuestro Santo Padre Benedicto XVI, nuestro Arzobispo Héctor, el Sr. Obispo Auxiliar Enrique, los Sres. Obispos Eméritos Juan de Dios, Rafael y Manuel”
También les comunico que el P. Herminio Talavera Cárdenas, Párroco de la Parroquia de S. Felipe de Jesús en esta Ciudad, ha sido nombrado Pro-vicario General por dos años para atender en el despacho de 11.00 a 14.00 horas de martes a viernes como Coordinador de la Curia en acuerdo con Mons. Enrique: tramitando las solicitudes de los seminaristas para Ministerios y Órdenes, convocando y coordinando el Consejo de Órdenes y presentando a los candidatos en la Celebración. Velando por la actualización de los Archivos; asegurando con los Vicarios Regionales los requisitos para la entrega-recepción de las Parroquias, de lo cual los Vicarios Regionales han de enviarle informe; atendiendo asuntos, peticiones o quejas de los fieles. Atender en ausencia de los Obispos. Los lunes por la mañana participará en las reuniones de los Consejos.
Que todo sea para bien de la Arquidiócesis y para gloria de Dios.
Durango, Dgo. 13 de octubre del 2008.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango
Mariano Alberto Villalobos Salas
Secretario-canciller

Fiesta del Espíritu

Este viernes, en la Velaria de las Instalaciones de la Feria, con la Ordenación Episcopal de Mons. Enrique Sánchez Martínez, la Arquidiócesis vivió una gran fiesta cargada de unción espiritual, en que pudimos experimentar que el Espíritu Santo es huésped, consejero, consuelo, fortaleza, alma y santificador de la Iglesia.
Empecemos porque el Sacramento del Orden es un Sacramento especial que transmite la presencia y los dones del Espíritu Santo. En la Ordenación de Diácono las palabras centrales incluyen esta invocación: “Señor, envía sobre él el Espíritu Santo”; en la Ordenación de Presbítero, las palabras centrales incluyen esta invocación: “renueva en su corazón el Espíritu de Santidad”; y en la Ordenación Episcopal, las palabras centrales incluyen esta invocación: “infunde sobre este tu elegido, la fuerza que de Ti procede, el Espíritu de gobierno que diste a tu amado Hijo Jesucristo”.
Este viernes, el Espíritu de fiesta resplandeció en la participación de unos siete u ocho mil fieles: religiosos/as, seminaristas, presbíteros, autoridades civiles y obispos de toda la Arquidiócesis y de otras partes. Los elementos culturales de Cuencamé, pueblo de origen de Mons. Enrique, como la Pintura de la Imagen del Señor de Mapimí, Buen Pastor que da la vida, presidiendo la grandiosa asamblea, sus alabanzas, las chímiles o flores de ornato elaboradas con pencas de la cabeza del maguey, la danza del barrio de Santiago, el rostro del Sr. de Mapimí en la mitra de Mons. Enrique, elementos religiosos y culturales que pusieron un toque de autenticidad, de arraigo popular y de frutos del Espíritu.
La presencia del Sr. Gobernador y de la Sra. Gaby, de la Sra. Gobernadora de Zacatecas y otras Autoridades civiles, formando una sola Asamblea y un solo pueblo con el Sr. Nuncio Apostólico y autoridades eclesiásticas, destacando los feligreses originarios de Cuencamé y de Rió Grande, como en una amplia comunión de corazones en la armonía y la paz que proceden del Espíritu.
Todo este marco dio paso a la unión de los corazones en los aplausos, en las plegarias y en los cantos de voces unidas en symphonía elevada al Creador.
La efusión del Espíritu subió en intensidad en la postración de Mons. Enrique cantando todos las Letanías de los Santos, en la polifonía del Veni Creator Spiritus (Ven, Espíritu Santo) en latín entonado por los alumnos de los Seminarios Mayor y Menor. La efusión del Espíritu Santo, alcanzó su mayor intensidad cuando los Obispos, uno a uno, impusieron sus manos sobre la cabeza de Mons. Enrique. Era el momento fuerte acompañado de la formula consecratoria pronunciada por el Sr. Nuncio y acentuada en las palabras centrales con la extensión de las manos de los demás Obispos hacia el ordenando. Y después de ese momento, bajo el silencio expectante de los asistentes, ya estaba cumplida la obra del Espíritu Santo en la persona de Mons. Enrique como Obispo de la Iglesia Católica y Auxiliar de Durango, no como una destinación exterior, sino como una obra interior del Espíritu Santo consagrado a Mons. Enrique como pertenencia de Dios.
La convivencia posterior compartiendo el pan y la sal, obsequiados por los cinco Decanatos de la Ciudad, igualmente nos sensibilizan a la convivencia fraterna y a la comunicación cristiana de los bienes, como los cristianos de los primeros siglos, para renovar en el Espíritu la convivencia social de los pueblos, obra urgente al quebrantarse la economía mundial sustentada en el liberalismo económico.
Durango, Dgo. 12 de octubre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. De Durango

Ordenación Episcopal

El viernes próximo la Arquidiócesis vivirá la emotiva experiencia de la Ordenación Episcopal de Mons. Enrique Sánchez Martínez como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis.

 

De familia duranguense, nacido el 2 de diciembre de 1960 en Cuencamé, Dgo., estudió en su pueblo, en nuestro Seminario y en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha desempeñado su ministerio ordenado en la Parroquia de Escobedo, en la Capellanía de S. Pedro y S. Pablo y en la Parroquia de Río Grande; maestro y Ecónomo del Seminario Mayor; Capellán de varias Comunidades Religiosas; Asistente de varios Movimientos Laicales; Asistente de la Pastoral Social, Secretario del Consejo Presbiteral, Ecónomo Diocesano y Vicario Regional de Pastoral.   Para ser Obispo, primero los Obispos de la Provincia Eclesiástica presentan prospectos a la Nunciatura Apostólica; luego la Nunciatura realiza varias investigaciones entre Obispos, Presbíteros, Religiosas y Laicos. Finalmente lo presenta en una terna a la Oficina del Papa encargada de Obispos; ahí es estudiado cada candidato y luego presentado en terna al Santo Padre, quien hace la designación para cubrir la vacante. Por el trámite descrito, alguien es designado por el Papa para el oficio de Obispo, esto es, Sucesor de los Apóstoles. Pero, el Sacramento del Orden, recibido en la ordenación solemne, configura a la persona para ser con Cristo: Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia, desempeñando los ministerios de la Palabra, de la Liturgia y de la Conducción o gobierno. Tanto el trámite de elección para Obispo como la ordenación sacramental, tienen como origen primero el misterio Trinitario de Dios; particularmente Cristo y el Espíritu Santo. La presencia peculiar de Cristo para actuar “in persona Christi”, se origina en la sucesión apostólica que hace del Obispo Sucesor de los Apóstoles. Por el Espíritu Santo de las palabras consecratorias, el Obispo queda habilitado para el ejercicio del ministerio apostólico y ligado a él, de modo que el mismo ministerio episcopal ha de considerarse como una realidad carismática, a pesar de las posibles tensiones entre carismas y ministerios que puedan originarse en la vida apostólica concreta. El Concilio Vaticano II, establece que la Iglesia fue fundada como la Mediación o el Sacramento fundamental de donde brota la gracia de los distintos Sacramentos. Así entonces, el Obispo, por la ordenación sacramental, recibe la plenitud del Sacramento del Orden, para ejercer el ministerio sacramental inserto en la sacramentalidad de la Iglesia, pero de una manera mutuamente inclusiva, como expresa S. Cipriano: “el Obispo está en la Iglesia y la Iglesia está en el Obispo” (LG 23). Así se entiende la relación o especie de matrimonio espiritual que se da especialmente entre los Obispos diocesanos y sus Diócesis. Los Obispos diocesanos representan a sus Diócesis por razón del lazo particular que les vincula estrecha y mutuamente. La mutua inclusión se da también entre la misión de los Obispos y la misión de la Iglesia. Por ello, los Obispos somos los primeros servidores de una salvación y de un dinamismo misionero que precede a todos. Somos los catalizadores de una comunión que nos remite continuamente a su origen divino y enraizada en la fe apostólica. Somos testigos prominentes de una misión, en continuidad fiel con el envío del Padre, del Hijo y del Espíritu. Este viernes, acudamos pues, a las instalaciones de la Feria y disfrutemos la Ordenación Episcopal de Mons. Enrique por el ministerio del Sr. Nuncio Apostólico. Durango, Dgo. 5 de octubre del 2008 Héctor González Martínez Arz. de Durango

El viernes próximo la Arquidiócesis vivirá la emotiva experiencia de la Ordenación Episcopal de Mons. Enrique Sánchez Martínez como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis.

 

De familia duranguense, nacido el 2 de diciembre de 1960 en Cuencamé, Dgo., estudió en su pueblo, en nuestro Seminario y en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha desempeñado su ministerio ordenado en la Parroquia de Escobedo, en la Capellanía de S. Pedro y S. Pablo y en la Parroquia de Río Grande; maestro y Ecónomo del Seminario Mayor; Capellán de varias Comunidades Religiosas; Asistente de varios Movimientos Laicales; Asistente de la Pastoral Social, Secretario del Consejo Presbiteral, Ecónomo Diocesano y Vicario Regional de Pastoral.   Para ser Obispo, primero los Obispos de la Provincia Eclesiástica presentan prospectos a la Nunciatura Apostólica; luego la Nunciatura realiza varias investigaciones entre Obispos, Presbíteros, Religiosas y Laicos. Finalmente lo presenta en una terna a la Oficina del Papa encargada de Obispos; ahí es estudiado cada candidato y luego presentado en terna al Santo Padre, quien hace la designación para cubrir la vacante. Por el trámite descrito, alguien es designado por el Papa para el oficio de Obispo, esto es, Sucesor de los Apóstoles. Pero, el Sacramento del Orden, recibido en la ordenación solemne, configura a la persona para ser con Cristo: Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia, desempeñando los ministerios de la Palabra, de la Liturgia y de la Conducción o gobierno. Tanto el trámite de elección para Obispo como la ordenación sacramental, tienen como origen primero el misterio Trinitario de Dios; particularmente Cristo y el Espíritu Santo. La presencia peculiar de Cristo para actuar “in persona Christi”, se origina en la sucesión apostólica que hace del Obispo Sucesor de los Apóstoles. Por el Espíritu Santo de las palabras consecratorias, el Obispo queda habilitado para el ejercicio del ministerio apostólico y ligado a él, de modo que el mismo ministerio episcopal ha de considerarse como una realidad carismática, a pesar de las posibles tensiones entre carismas y ministerios que puedan originarse en la vida apostólica concreta. El Concilio Vaticano II, establece que la Iglesia fue fundada como la Mediación o el Sacramento fundamental de donde brota la gracia de los distintos Sacramentos. Así entonces, el Obispo, por la ordenación sacramental, recibe la plenitud del Sacramento del Orden, para ejercer el ministerio sacramental inserto en la sacramentalidad de la Iglesia, pero de una manera mutuamente inclusiva, como expresa S. Cipriano: “el Obispo está en la Iglesia y la Iglesia está en el Obispo” (LG 23). Así se entiende la relación o especie de matrimonio espiritual que se da especialmente entre los Obispos diocesanos y sus Diócesis. Los Obispos diocesanos representan a sus Diócesis por razón del lazo particular que les vincula estrecha y mutuamente. La mutua inclusión se da también entre la misión de los Obispos y la misión de la Iglesia. Por ello, los Obispos somos los primeros servidores de una salvación y de un dinamismo misionero que precede a todos. Somos los catalizadores de una comunión que nos remite continuamente a su origen divino y enraizada en la fe apostólica. Somos testigos prominentes de una misión, en continuidad fiel con el envío del Padre, del Hijo y del Espíritu. Este viernes, acudamos pues, a las instalaciones de la Feria y disfrutemos la Ordenación Episcopal de Mons. Enrique por el ministerio del Sr. Nuncio Apostólico. Durango, Dgo. 5 de octubre del 2008 Héctor González Martínez Arz. de Durango