Miles de niños y adolescentes han dado inicio a clases de Catecismo

PrintEl Catecismo, es el contenido fundamental de la doctrina católica que todo creyente debe aprender, para fomentar su formación cristiana. La Dimensión de Pastoral de Catequesis (DIPAC), de la Arquidiócesis de Durango, invita a todos los fieles católicos, especialmente a los padres de familia  para que animen y motiven a sus hijos a formar parte de este importante proyecto de formación, que se imparte en cada Parroquia y Templo de la Arquidiócesis. Son miles los niños y adolescentes que en todo el territorio diocesano se han inscrito en el inicio de cursos en toda la Iglesia Local. “Es una necesidad para la formación humana el seguir las enseñanzas que Nuestro Señor Jesucristo, por lo que se invita a los niños y adolescentes de entre 3 a 15 años, a que acudan al Catecismo, el cual es impartido por Catequistas debidamente capacitada en la temática que se ofrece”. Así lo informó la hermana Guadalupe Ríos, coordinadora de DIPAC.

Vivimos un momento de crisis, lo vemos en el ambiente, pero sobre todo lo vemos en el hombre. La persona humana está en peligro: ¡He aquí la urgencia de la ecología humana!

mons enrique episcopeo-01Como discípulos de Jesús nos sentimos invitados a dar gracias por el don de la creación, reflejo de la sabiduría y belleza del Logos creador. En el designio de Dios, el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación. El Dios de la vida encomendó al ser humano su obra creadora para que “la cultivara y la guardara” (Aparecida, 83-87;125-126;470-475)

Jesús conocía bien la preocupación del Padre por las criaturas que Él alimenta (Lc 12,24) y embellece (Lc 12,27). Y mientras andaba por los caminos de su tierra no sólo se detenía a contemplar la hermosura de la naturaleza, sino que invitaba a sus discípulos a reconocer el mensaje escondido en las cosas (Jn 4,35). Las criaturas del Padre le dan gloria con su sola existencia, y por eso el ser humano debe hacer uso de ellas con cuidado y delicadeza.

Existe una mayor valoración de la naturaleza, pero se percibe cómo el ser humano aún amenaza y destruye su ‘habitat’. “Nuestra hermana la madre tierra” es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación. Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida.

La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo y de alabar con Él al Padre (cf. 1Cor 3,

21-23). El Señor ha entregado el mundo para todos, para los de las generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige la solidaridad con la generación presente y las futuras. Ya que los recursos son cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia distributiva respetando el desarrollo sostenible.

El continente Latinoamericano es una de las grandes riquezas que posee la humanidad ya que es una de las mayores biodiversidades del planeta y una rica socio diversidad representada por sus pueblos y culturas.

Este continente experimenta hoy una explotación irracional y dilapidación, que ha causado muerte, por dondequiera. Una gran responsabilidad lo tiene el actual modelo económico que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por encima de la vida de las personas y los pueblos y del respeto racional de la naturaleza. La devastación de los bosques y de la biodiversidad mediante una actitud depredatoria y egoísta, involucra la responsabilidad moral de quienes la promueven, porque pone en peligro la vida de millones de personas y en especial el hábitat de los campesinos e indígenas, quienes son expulsados hacia las tierras de ladera y a las grandes ciudades para vivir hacinados en los cinturones de miserias.

Esto lo ha causado una industrialización salvaje y descontrolada de las ciudades y del campo, que va contaminando el ambiente con toda clase de desechos orgánicos y químicos. Lo mismo hay que alertar respecto a las industrias extractivas de recursos que, cuando no controlan y contrarrestan sus efectos dañinos sobre el ambiente circundante, producen la eliminación de bosques, la contaminación del agua y convierten las zonas explotadas en inmensos desiertos.

La Amazoniaes un ejemplo de esta depredación y contaminación: ocupa un área de 7,01 millones de kilómetros cuadrados y corresponde al 5% de la superficie de la tierra, 40% de América del Sur. Contiene 20% de la disponibilidad mundial de agua dulce  no congelada. Abriga el 34% de las reservas mundiales de bosques y una gigantesca reserva de minerales. Su diversidad biológica de ecosistemas es la más rica del planeta. En esa región se encuentra cerca del 30% de todas las especies de la fauna y flora del mundo.

Además se constata un retroceso de los hielos en todo el mundo: el deshielo del Ártico, cuyo impacto se está viendo en la flora y fauna de ese ecosistema; el calentamiento global se hace sentir en el estruendoso crepitar de los bloques de hielo antártico que reducen la cobertura glacial del Continente y que regula el clima del mundo. Juan Pablo II hace 20 años, desde el confín de las Américas, señaló proféticamente: “Desde el Cono Sur del Continente Americano y frente a los ilimitados espacios de la Antártida, lanzo un llamado a todos los responsables de nuestro planeta para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios: no permitamos que nuestro mundo sea una tierra cada vez más degradada y degradante”.

Como profetas de la vida, queremos insistir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos que arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad. Las generaciones que nos sucedan tienen derecho a recibir un mundo habitable, y no un planeta con aire contaminado.

Aunque parece que nosotros no tenemos este problema, no es así: tenemos medio ambiente y ríos contaminados; el bosque de la sierra Madre Occidental se está depredando sin control; la explotación de los recursos minerales preciosos (oro, plata, etc.) que se van de nuestro Estado sin dejar riqueza; ya hay escasez de agua, sobre todo en tiempos de sequía prolongada; el cambio climático que nos afecta por todo lo que sucede en la Amazonia y por los deshielos; etc.

Durango, Dgo., 31 de Agosto del 2014.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

El camino de la Cruz

arzo-01La cruz del profeta. Cuando fui por seis años Obispo de Campeche, en un retiro espiritual con el P. Larrañaga, aprendí  a cantar la primera lectura de hoy. Hasta la fecha me gusta cantar con Jeremías profeta: “sedujisteme Señor, yo me dejé seducir; dominásteme, Señor; y fue tuya la victoria…me has forzado y me has vencido… La palabra del Señor, se ha convertido para mí en motivo de insulto y burla… Yo me decía: no pensaré más en Él, no hablaré más en su Nombre. Pero era dentro de mí como un fuego ardiente encerrado en mis huesos; me esforzaba en sofocarlo, y no podía”. Estas palabras con que el profeta Jeremías se dirige a Dios son una lamentación: son palabras vacilantes que representan el misterio inescrutable de Dios que acontece en la vida del hombre.

            Estas y otras expresiones nos descubren que no es simple ejercer el ministerio profético: la misión y la inspiración proféticas, no eran ni son, experiencias simplemente humanas, sino auténticas intervenciones de Dios en la vida de la persona humana, que pueden ir en contra de sus aspiraciones, en forma dramática, causando serias crisis. Jeremías explota fuertemente contra Dios: calificándolo como “arroyo mentiroso”: me engañaste, me sedujiste, pues, “Tú eres más fuerte” tu impulso es irresistible: y la queja se hace más atrevida: Yahvé ha engañado a su mensajero; el profeta no puede resistir a la inspiración    profética: su impulso es irresistible.

          Pasando al Evangelio, miremos la pasión de Cristo. Después de la confesión de S. Pedro; “yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” “Jesús comenzó a manifestar abiertamente a sus discípulos, que tenía que ir a Jerusalén y que tenía que sufrir mucho…, que lo matarían y que al tercer día resucitaría”. Ahí inicia la comprensión del sentido que Jesús da a su mesianidad, el sentido del siervo sufriente, esto es: después del rechazo de Israel, a Jesús sólo le queda el camino del “deber sufrir mucho”.

            Y, ¿qué consecuencias quedan para el discípulo? Quien quiera seguirlo, esto es, quien quiera ser discípulo, no tiene otra opción, que vivir en sí el sacrificio de Cristo, para salvar la propia vida. Más aún, es la paradoja cristiana: perderse para vivir.

            Se trata de una nueva etapa en el camino de Jesús, parecido a como Jesús había hecho cuando inició a anunciar el Reino de Dios (Mt 4,17). Esta nueva etapa tiene como objetivo instruir a los discípulos que son las primicias de la Iglesia. El tema es el auténtico mesianismo de Jesús que se manifiesta en la cruz. Un anuncio que se va repitiendo, hasta culminar, después de describir la consumación del rechazo a Jesús, y culminar en el relato de la pasión y la resurrección.

            El ministerio profético de cualquier laico, de toda religiosa, del presbítero o del obispo, no es una vocación a la tranquilidad. Es incomodo es incomodante. Jeremías quería safarse de este ingrato deber; pero la Palabra de Dios le quema dentro con tal urgencia que no puede contenerla. Su alma es campo de batalla, donde se enfrentan fuerzas difícilmente conciliables entre sí: Dios, el mundo y la búsqueda de sí mismo. Al profeta sólo le queda una posibilidad: dejarse seducir por su Señor.

            La actitud de Jesús es diversa. Para Él, el sufrimiento, la pasión y la muerte, más que un escándalo, son una consecuencia de la situación de pecado del hombre: la muerte, “es su hora” que se acerca: es necesario que Él vaya a Jerusalén y sufra mucho de parte de los ancianos y de los sumos sacerdotes. El sufrimiento y la muerte, no son simples previsiones de algo que debe venir, sino un momento específico y determinante ya prefigurado y preanunciado por los profetas en el Plan Salvífico de Dios. No es un mesías político ni un simple profeta; sino Aquel, que ha sido enviado a dar su vida.

Héctor González Martínez

Arz. de Durango

Pastoral de la Salud concluye Diplomado

pastoral de la salud-01La Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Durango, concluyó con gran éxito la primera etapa del “Diplomado de la Pastoral de la Salud”, este 28 de agosto, en el Seminario Laical, de la ciudad capital. Así lo informó el Diacono Raúl Gutiérrez, auxiliar de la Pastoral, quién además comentó: “en esta etapa 2014,  se abordaron temas como, Líneas de  pastoral de la salud, La realidad social y de la salud en México, Fundamentos de ética, La relación de ayuda al enfermo, entre otros. Se agradece y reconoce la participación de los maestros que intervinieron en la formación de los agentes de pastoral de la salud especialmente al Obispo Auxiliar Mons. Enrique Sánchez Martínez. Así mismo a los 30 Alumnos-Agentes de pastoral, llamados por Cristo, a participar de esta formación”. Este Diplomado seguirá con la segunda etapa el próximo verano 2015.

Movimiento promotor de la familia inicia actividades

AMSIF-01La Asociación Mexicana para la Superación Integral de la Familia (AMSIF), de la Iglesia Local, dará inició a las labores de su nuevo ciclo, a partir de este 28 de agosto, en el centro que de la Parroquia de Santa Ana y la Sagrada Familia, de la ciudad capital. Así lo informaron las coordinadoras de la Diócesis, cuyo asesor espiritual es Enrique López Bugarín, quiénes además explicaron: “en este año escolar que comienza hay nueva coordinación que tiene como reto la organización de nuevos planes de trabajo en cada centro parroquial que existe en la Arquidiócesis”.

Eucaristía a favor de la vida

accion de gracias por la vida-01La Pastoral de la Vida de la Arquidiócesis de Durango, llevó a cabo la Misa para mujeres embarazadas, el pasado 25 de agosto, en punto de las 7:00 p.m,  en la Parroquia de Nuestra Señora del Refugio, de la ciudad capital. Así lo informó el Presbítero Juan Carlos Quiroga, coordinador de esta Pastoral, quién explicó: “en esta Celebración Eucarística, se dio una bendición especial a todos los matrimonios que asistieron y que se encuentran en preparación de la llegada del nuevo ser, para que vivan con fe y esperanza todo el proceso de gravidez; reciban los dones y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo”. Estas Eucaristías, se realizarán cada mes para promover la vida.

Pastoral Litúrgica promueve talleres de actualización

liturgia-01La Pastoral de Liturgia de la Arquidiócesis de Durango, invita a todos los coordinadores de los equipos de liturgia parroquial a participar en la Reunión de Pastoral Litúrgica, que se llevará a cabo este 26 de agosto, en punto de las 7:00 p.m., en el Centro Arquidiocesano de Pastoral, ubicado en calle Zarco #209  de la zona centro de la ciudad capital. Así lo informó el Presbítero Juan José Martínez, quién además explicó: “esta reunión se realiza con la finalidad de continuar con la organización de los talleres de liturgia, para dar seguimiento a la palabra de Dios”.

Curso para Ministros Extraordinarios

renovacion de votos ministros-01El Decanato Santa María de los Llanos, de la Arquidiócesis de Durango, llevo a cabo el “Curso para Ministros Extraordinarios” el pasado 22 de agosto, de 9:30 a.m a 6:00 p.m, en la Parroquia de San Ramón Nonato, en el municipio de Ramón Corona Durango. Así lo informó el Presbítero Gerardo Reyes, coordinador de este Decanato, quién explicó: “en este curso se realizó la renovación de votos de los ministros pertenecientes a esta región, así como la presentación de los nuevos ministros que se integran a esta congregación”. El curso culminó con la Misa de envió Presidida por el Presbítero Gerardo Estrada, Vicario Regional.

La Iglesia reconoce en los enfermos la presencia de Cristo sufriente

mons enrique episcopeo-01La Pastoral de la Salud es la “presencia y la acción de la Iglesia para llevar la luz  y la gracia del Señor Resucitado a los que sufren y a los que los cuidan, para fomentar una cultura de la vida y la salud”. Dice Aparecida que “La Pastoral de la Salud es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor “(418). Esta pastoral no solo se dirige a los enfermos, sino también a los sanos, y pretende inspirar una cultura más sensible al sufrimiento, la marginación y a los valores de la vida y de la salud.

Las comunidades eclesiales (en su articulación de barrios, manzanas, zonas pastorales, decanatos, etc.) organizan su pastoral conju­gando estas dimensiones: el anuncio de Cristo y de su Evan­gelio, la celebración de su presencia y el testimonio a través de la comunión o fraternidad y el servicio de so­lidaridad. A ejemplo de las primeras comunidades cristianas: “Acudían asi­duamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la convi­vencia, a la fracción del pan y a las oraciones…Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y re­partían después el dinero entre todos según la nece­sidad de cada uno” (Hch. 2,42-44). La pastoral de la salud abarca estas dimensiones de la evangelización, cola­borando con las demás articulaciones pastorales de las comunidades locales y diocesanas.

La pastoral de la salud pone énfasis en el anuncio del sentido cristiano del sufrimiento humano, en los temas candentes de la bioética contemporánea, en el anuncio de los valores del Reino retomados por la Doctrina Social de la Iglesia: servicio, compromiso so­cial, solidaridad, subsidiariedad, valor del cuidado de la salud, promoción de una cultura de la vida y la salud.

“Como todas las de­más personas, los cristianos sienten y experimentan el dolor: pero su fe les ayuda a comprender más profunda­mente el misterio del sufrimiento y a soportar su dolor con más valor. En las palabras de Cristo ellos encuen­tran que la enfermedad tiene un sentido y un valor para su salvación propia y la del mundo…La enfermedad va íntimamente ligada a la condición humana, y sin embar­go, en términos generales no se puede considerar como un castigo impuesto a cada individuo por sus pecados personales ( Jn 9,3). Cristo mismo, inocente de todo pecado, al cumplir las palabras de Isaías en su pasión, tomó sobre sí todas las heridas y compartió todos los sufrimientos humanos (Is 53,4-5). Y Cristo sigue sufriendo dolores y tormentos en sus miembros, que es­tán configurados con Él”. (Ritos de la Unción y del Viático. Introducción 1-2).

Jesucristo nos invita a luchar contra el sufrimiento, como hizo Él, y a valorar la salud como bien precioso y frágil, “…en tal forma que podamos cumplir nuestro papel en la sociedad humana y en la Iglesia. Pero siem­pre debemos estar preparados para completar lo que falta a los sufrimientos de Cristo para la salvación del mundo, mientras tenemos en perspectiva la liberación de la creación para la gloria de los hijos de Dios (Col 1, 24: Rom 8, 19-21). Más aún, el papel de los en­fermos en la Iglesia consiste en recordar a los demás las cosas esenciales o más altas. Con su testimonio, los enfermos demuestran que nuestra vida mortal tiene que ser redimida por medio del misterio de la muerte y resurrección de Cristo” (Directrices para la Pastoral de la Salud en México 32-35).

La salud es un tema que mueve grandes intereses en el mundo, y está toman­do nuevas e importantes connotaciones. No se relacio­na únicamente a factores físicos y orgánicos, sino que involucra a las dimensiones psíquicas y espirituales de la persona, relacionándose con los aspectos sociales y del medio ambiente en los que la persona vive. En la cultura actual no cabe la muerte y, ante su realidad, se trata de ocultarla. La Pastoral de la Salud transforma el sentido de la muerte en el anuncio de la muerte y resurrección del Señor, única verdadera salud. También reúne en la economía sacramental del amor de Cristo, el amor de muchos “buenos samaritanos”, presbíteros, diáconos, religiosas, laicos y profesionales de la salud.

En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito  definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El sufrimiento humano es una experiencia especial de la cruz y de la resurrección del Señor (Aparecida 418-419).

Durango, Dgo., 24 de Agosto del 2014.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

¿Ustedes quién dicen que soy?

arzo-01Hoy, nos detenemos en la pregunta crucial de Jesús, que pregunta a los discípulos: ¿quién dice la gente que sea el Hijo del Hombre?; los discípulos respondieron “algunos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas”; “y ustedes ¿quién dicen que yo sea?; inmediatamente, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le contestó: “Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque, esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo”.

            Estas palabras son trascendentales e importantes  por sí mismas, en cuanto que contienen la profesión de fe de Pedro, sobre la mesianidad de Jesús, palabras unidas a la promesa del primado que Jesús hace a Pedro. Cronológicamente las dos cosas no coinciden; más bien, el motivo de S. Mateo para unirlas es la ruptura teológica y definitiva que hace con Israel: Israel no es más la planta de Dios; en el capítulo 15.13 asienta: “toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Déjenlos, son ciegos que guían a otros ciegos; y si un ciego guía a otro ciego, caerán ambos en el hoyo”.

            Meditemos aún en la respuesta-profesión de fe de Pedro. Esta narración de lo que suele llamarse “la confesión de Cesarea”, introduce una lección de particular importancia: la presentación de un Mesías que no corresponde a las expectativas del pueblo judío y aún de nosotros,  cristianos comunes y corrientes de nuestro tiempo. En nuestra Arquidiócesis, tenemos años, queriendo introducir la Nieva Evangelización; y aún, son minoría los cristianos actuales que son capaces de dirigirse directamente a Cristo y decirle como S. Pedro: “yo creo que Tú eres el Mesías, al Hijo de Dios vivo”. Son pocos los que han experimentado un encuentro personal con Cristo, los que experimentan una fe viva, los que aceptan un proceso gradual y duradero en seguimiento de Cristo.

            Jesús declara “bienaventurado”  a Pedro, no por sus méritos, sino porque el Padre le ha concedido la gracia de reconocerlo como Mesías. Más aún, es Jesús mismo, quien cambia a Pedro desde el interior, empezando por el nombre: “Simón, hijo de Juan”,  “Yo te digo, Tú eres Pedro; y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no podrá contra ella”: El cambio de nombre, indica el nuevo encargo que Cristo le confiere: ser piedra de cimiento para el nuevo Israel que empieza a ser reunido. Este nuevo Israel es la Iglesia, asamblea de los elegidos, nuevo Pueblo de Dios, cuya misión será arrancar a los hombres del imperio de la muerte. A través de esta Iglesia viene el Reino de Dios, que es semejante a una ciudad, cuyas llaves se entregan a Pedro. Él es quien recibe el encargo de ser mayordomo y supervisor, con autoridad para interpretar la ley y adaptarla a las nuevas situaciones.

            Los hechos de Jesús hace 2000 años aún nos interpelan; aquellos hechos sucedidos en Cesarea de Filippo  junto al nacimiento del río Jordán, aún nos cuestionan. La pregunta de Jesús a los discípulos: “quién dice la gente que soy yo” y la respuesta de  Pedro a Jesús: “Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”; son aún como una interpelación personal, un problema crucial, algo muy importante. A pesar del secularismo cada vez más extendido; a pesar del abandono de prácticas y tradiciones cristianas, sigue siendo desafiante el diálogo que resonó en Cesarea de Pilippo y crea aún interrogaciones inquietantes.

            Por una parte, representa la novedad, la frescura y el contraste a un sistema viejo, árido y carente de creatividad. Por otra parte, para los pobres y oprimidos del mundo, Jesús es un liberador y signo de esperanza, que empuja a transformaciones sociales: es significativo que nuestro mundo no pueda prescindir de Jesús. Nuestra historia ha quedado marcada por la Encarnación,  la Pasión, el Viacrucis, la muerte y la Resurrección de Jesús, de tal modo que no se le puede ignorar.

Héctor González Martínez

Arz. de Durango.