Carta-Annua del P. Nicolás de Anaya al P. Sup. en Roma (18)

                3333550107_dd87082e26_q  “Importó mucho este presidio, porque después, estando ya más firmes en la paz, los naturales declararon, que aunque ellos siempre habían tenido amor y afición a los ministros de su doctrina, la importunidad y persuasiones de los vecinos Tepehuanes les habían movido los ánimos a determinarse como ya lo estaban, de matar a los dos Padres Diego de Acevedo y Gaspar de Navarra y que esta resolución la habían dilatado para cuando los dos estuvieran juntos, más por diversas ocupaciones no lo había estado hasta este punto en que había ya suficiente defensa, que a no ser así, ya estuvieran muertos”.

                  “El Capitán de Sinaloa, Diego Martínez de Urbayde, como más práctico, envió un arbitrio y ardid al Alcalde Mayor de este puesto, para satisfacerse si estos eran fieles o no, mandándoles fuesen a las rancherías de los enemigos y procurasen trabar guerra con ellos para experimentar cuanto era su valor, y quienes eran los vencedores, encaminando su intención, a que si los Acaxees no eran enemigos de los Tepehuanes, lo fuesen, o si eran amigos los unos de los otros. Por esta diligencia, fueron 100 grandules de los Acaxees, y dieron en los enemigos, que huyeron y fueron muertos algunos, cuyas cabezas se trajeron, para señal de victoria; trajeron también una india gentil que prendieron para que se bautizara antes de morir”.

                  “Fue de importancia este hecho, porque quedaron nuestros indios más unidos a los españoles; y los enemigos, menos confiados de que entre ellos muchos eran parientes muy cercanos, y algunos hermanos y padres de nuestros Acaxees; y con esto, no se fiaron más del deudo o de la amistad. La india gentil que prendieron en este asalto declaró, que el intento de los Tepehuanes que ahí estaban cerca rancheados, no era de acometer o hacer el mal, a estos de Batoyapa, porque ya de ellos tenían recibido el alzamiento y ayudarles en la matanza de los Padres y de los españoles, sino que esperaban otro buen número de gente para unirse todos con estos de Batoyapa, y hacer el estrago que pudiesen”.

                  “No se sabe en qué parará, ni si es cierto, lo que la india ha dicho; más para todo ha importado la gente de presidio y el haberse declarado una por una estos naturales, por enemigos de los Tepehuanes, aunque los Padres de esta Misión, los de este partido y de los demás, no dejan de estar con cuidado de algunas señales que por este tiempo, han aparecido en el cielo en aquellas partes, porque ha habido cometas, y algunos temblores en la tierra que nunca se habían visto: en dos días tembló la tierra siete veces, y esto sólo allí, porque en las demás partes no se ha sentido nada; hánse oído bramidos a manera de espantos. Los truenos, estando el cielo sereno y claro, en la misma sierra hacia donde vive la nación Tepehuana; las señales no parecen ser de buenos sucesos”.

                  “Quiera nuestro Señor, que el mal de ellos, sea para los enemigos de nuestra Santa fe y religión, que hasta ahora suya ha sido la gloria en haber dado la vida por  ellas los Padres que en estas Misiones han muerto”.

                  Con la presente entrega termino la publicación de la Carta-Annua del P. Provincial en México, Nicolás de Arnaya firmada en Cd. de México el 18 de mayo del año 1617; documento bien ponderado y argumento histórico que abona al martirio de 8 Padres jesuitas, 1 franciscano y 1 dominico; más innumerables laicos que les acompañaban en la vida y en el ministerio misionero. No es todo el material de Archivo; todavía nos queda mucho por explorar, en este 400 Aniversario que se cumple en noviembre próximo.

Pero, con este documento bien razonado, todos quedamos ciertos de que el suceso es auténtico martirio por odio a la fe. Y así lo seguiremos presentando a propios y extraños. Así lo seguiremos presentando ante la Santa Sede, que tiene la última palabra.

                  Descansamos un poco de este tema, para dar lugar a otros tópicos que nos deben de interesar. En junio seguiremos dando a conocer el Archivo Arquidiocesano sobre este mismo tema.

Héctor González Martínez

Obispo Emérito

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *