CELEBRAR NUESTRAS FIESTAS PATRIAS CON UNA MIRADA DE FE

Durango, Dgo., 15 de septiembre de 2011. Las fiestas patrias representan un momento privilegiado para reafirmar nuestra identidad como un pueblo que valora la libertad. Todos los pueblos suelen volver la mirada a los acontecimientos fundantes y significativos de su historia para comprender su identidad, asumir objetivamente su pasado y proyectar hacia nuevos rumbos su porvenir. Como creyentes valoramos el momento que vivimos y estamos obligados a evaluar el ejercicio de nuestras libertades; como creyentes vale la pena hacerlo desde nuestra fe, pues esta ha estado involucrada desde su origen y es la que hoy por hoy, nos sigue fortaleciendo en la Esperanza de forjar la gran nación Mexicana.
Celebrar las fiestas patrias, es celebrar con entereza el don Divino de la libertad. Es oportunidad de hacerlo en la gran responsabilidad, de saber que hoy nos toca edificar con lo mejor que tenemos el México que anhelamos, en el que aún quedan pendientes muchas conquistas, convencidos de que todos debemos ser verdaderos protagonistas de los acontecimientos y no solo espectadores pasivos de ellos; asimilando con humildad que muchos de nuestros males, no solo son del orden práctico u operativo solamente, no radican en la ausencia de una voluntad de cambio, sino que están principalmente en el modo de concebirnos, de entendernos, de mirarnos a nosotros mismos. La realidad que nos circunda nos conlleva por necesidad a ser críticos y propositivos, con el fin de mejorarla y hacerla más acorde a la realidad trascendente del hombre.
Nuestra mirada hacia el futuro está llena de Esperanza, este es nuestro gran valor, porque somos un pueblo con gran riqueza humana y cristiana. Nuestras raíces, nuestra historia y nuestra cultura nos piden estar a la altura de nuestros antepasados. Nuestra Esperanza es pues, sobre todo, Esperanza en Dios, que es el Dueño y Señor de la historia y aún, en medio del grito del dolor, Él quiere que esta historia se transforme en una Historia de Salvación. Por eso, nuestra fe no debe extraviarse, no debe confundirse, no debe acabarse. De frente a esta grandiosa convicción y ante este momento histórico que nos apremia, es menester invocar en nuestras luchas por consolidar nuestras libertades, a Santa María de Guadalupe, Patrona y Señora de nuestra Libertad.

PBRO. LIC. VICTOR MANUEL SOLIS

Vocero

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