Lo humano no es verdaderamente humano más que allí donde está sostenido por la armadura incorrupta de lo sagrado

           mons enrique episcopeo-01 Hace unos días Participé en el Congreso Latinoamericano “Pastoral de Salud y Humanización”, convocado por el Consejo Episcopal Latinoamericano, en Bogotá, Col. Una de las ponencias magistrales fue la del P. José Carlos Bermejo, “Aspectos antropológicos de la humanización en salud”, nos habló del fenómeno de la deshumanización que se vive, sobre todo en las instituciones de salud pública y practica sanitaria. La medicina, la atención sanitaria, la protección social, las profesiones como médicos y enfermeras, son intrínsecamente humanas y humanizadoras.

            Como se manifiesta la deshumanización. Surgen realidades como; no todos los seres humanos tienen el mismo acceso a los recursos preventivos, diagnósticos, terapéuticos, paliativos, rehabilitadores; no todas las personas son atendidas en el respeto de su dignidad de seres humanos. Otros signos de deshumanización son: el paciente se convierte en un objeto, se cosifica, pierde sus rasgos personales; descuido de la dimensión emotiva y de valores; ausencia de calor humano en la relación profesional; falta de autonomía del enfermo que termina siendo manipulado; la frecuente negación al paciente de sus opciones últimas en diagnósticos graves, etc., por esto se detecta una lamentación generalizada de deshumanización en el campo sanitario.

Existe una conciencia de que la persona enferma no es siempre tratada con la dignidad que le corresponde, y esto sucede cuando se producen procesos de despersonalización en las relaciones, cuando las necesidades no son satisfechas a la medida del hombre, cuando la tecnología anula o reemplaza la insustituible importancia del encuentro interpersonal, cuando los criterios economicistas impiden que los valores más genuinamente humanos estén en el centro de los programas y servicios que tienden a prevenir, curar, cuidar.

Vivimos en una sociedad más humana respecto al pasado. Este es un momento de la historia en que la dignidad de la vida humana está más considerada a la vez que grandemente violada. Se describe el fenómeno de la deshumanización como un problema de ética fundamental (Bioética), y se detecta en todos los campos de la vida.

Qué es Humanizar, es “hacer una cosa más humana, menos cruel, menos dura para los hombres”. Humanizar algunos ambientes supone partir de una idea: cómo debería vivir el ser humano para realizarse plenamente como tal. Humanizar una realidad significa hacerla digna de la persona humana, es decir, coherente con los valores que acepta como peculiares e inalienables, hacerla coherente con lo que permita dar una significado a la existencia humana, todo lo que permite ser verdadera persona.

            Ser rico en humanidad consiste en restituir la plena dignidad y la igualdad de derechos a cualquier persona que se vea en dificultades y no pueda participar plenamente en la vida social. La riqueza de humanidad es un compromiso con las capas débiles y los sujetos frágiles. Quien tiene la cualidad de la humanidad mira, siente, ama y sueña de una manera especial. La preocupación por el otro vulnerable es la fuerza motora de la humanización.

            Humanizar el mundo de la salud es un proceso complejo que comprende todas las dimensiones de la persona y que va desde la política hasta la cultura, la organización sanitaria, la formación de los profesionales de la salud, el desarrollo de planes de cuidados, etc. En el mundo sanitario, humanizar dignifica hacer referencia al hombre en todo lo que se realiza para promover y proteger la salud, curar las enfermedades, garantizar un ambiente que favorezca una vida sana y armoniosa a nivel físico, emotivo, social y espiritual.

            Un primer aspecto humanizador de la salud se centra en el respeto a la unicidad de cada persona. Cada persona es irrepetible, no puede ser generalizada, y responde con un estilo propio a las crisis de la vida. En segundo lugar, el contacto debe intentar reconocer el protagonismo de los pacientes y familiares en los procesos de salud. Para convertirse en protagonista, el enfermo debe ser ayudado a comprende su situación con una información clara y precisa. Además, para poder asumir responsabilidades, el enfermo tiene derecho a conocer las opciones terapéuticas disponibles; de lo contrario, solo desempeñará un papel pasivo de dependencia.

            Es importante el concepto de calidad de vida, vinculado con el de dignidad de la vida humana. Atender a la calidad de vida es una exigencia moral innegable, y esta se refiere a cualquier tipo de acción orientada a crear condiciones más favorables para la expansión y desarrollo de cualquier ser humano. La responsabilidad de la calidad de vida se extiende a todos los seres humanos, los más débiles corren el riesgo de convertirse objetos, en lugar de sujetos de su propia historia. Los frágiles, los enfermos, los pobres, deben pasar de la resignación y pasividad a la confianza en sí mismos y a la colaboración solidaria en el camino de la salud.

Humanizar no es una tarea que tenga que ver exclusivamente con el mundo de la salud. Afecta a la cultura, a la política, a la educación, a la economía. Afecta a todos los ámbitos en los que el ser humano se realiza y despliega su ser.

Razón y corazón han de dialogar sabiamente con una inteligencia ética integrada que despeje el racionalismo y el emotivismo para humanizar la vida, porque no es lo mismo ser humano que vivir humanamente y precisamente esta última es la tarea que nos ha sido encomendada a cuantos vivimos.

Durango, Dgo., 2 de Noviembre del 2014

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

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