Participación-Abstencionismo

Sr.-Arzobispo-288x300Hoy, a una semana de la Jornada cívico-electoral, para cerrar este período de interrupción, se impone evaluar la conciencia cívica de la ciudadanía en nuestra realidad estatal.

            Por mi parte, para empezar por mí, hago del conocimiento general que teniendo qué viajar a Cd. Lerdo para una celebración dominical, me levanté temprano, tomé un desayuno frugal y salí, primeramente a cumplir mi deber cívico de votar; al tercer intento encontré mi casilla, voté y salí a cumplir mi compromiso religioso. Y, no fue cumplir por cumplir de modo farisaico, o al modo de los zelotas y ni siquiera con cálculos cabalísticos, modalidades como esperaban muchos contemporáneos de Jesús.

Como cristiano convencido soy consciente que mi bautismo incluye el deber cívico de participar activa y responsablemente en la conformación y en la transformación de la ciudad terrena. La liturgia católica dominical que incluye la participación dominical en la Eucaristía, comprende también participar en la realización del Reino de Dios en la sociedad civil. Por eso, desde mucho tiempo, cantamos “¡Que vida mi Cristo que viva mi Rey; que impere doquiera triunfante su Ley”.

Por ello, en la Iglesia hablamos mucho de “política participativa” y somos contrarios al abstencionismo. Lástima que en nuestro Estado de Durango, el domingo pasado, la ciudadanía que acudió a las urnas fue menos del 50%: se habla de un 40% o 35%. Una vez más hay que repetirnos, que el compromiso bautismal no termina con asistir o participar en la Misa; sino que ese cumplimiento nos proyecta a convertir el Evangelio en realidad social; de lo cual lastimosamente hemos de reconocer que en Durango fallamos mucho.

Como Sociedad Civil y como Comunidad Eclesial, no nos distinguimos por expresar nuestra fe y nuestra celebración en compromiso social. Por eso, me complace felicitar de corazón a ese 35% o 40%, de ciudadanos que el domingo pasado se expresaron en las urnas. Y, felicito también a quiénes salieron electos para trabajar civilmente por el Reino. Les felicito, comentando que el Reino de Dios, Reino de vida y verdad, de justicia y de paz, de gracia, santidad y amor se realiza empapando las realidades de aquí abajo con nuestros contenidos de fe.

A los ocho días de nuestra liturgia cívico-electoral, hoy domingo, leemos en la primera Lectura del profeta Ezequiel “Yo, tomaré un renuevo de la copa de un gran cedro, de su más alta rama cortaré un retoño. Lo plantaré en la cima más alta de Israel. Echará ramas, dará fruto y se convertirá en un cedro magnífico” (c. 17, 22-24). También el Evangelio de S. Marcos dice hoy “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece” (4,26-34). Las citas del profeta Ezequiel y del Evangelio de Marcos, se relaciona estrechamente una a la otra. Por las imágenes de la rama, de la semilla y del crecimiento; también por el tema doctrinal del crecimiento milagroso del Reino y su extensión sin límites. El crecimiento escondido y espontáneo nos lleva a comprender la parábola de la semilla que crece escondida. Los antiguos desconocían la técnica moderna para acelerar el crecimiento y la producción por medios químicos y mecánicos. Casi todo se dejaba a la fertilidad de la tierra, que espontáneamente hacía crecer la planta y los frutos: si el hombre duerme o vela daba igual.

Con esta parábola, Jesús responde a las expectativas mesiánicas de su tiempo. Unos esperaban al Mesías, con penitencias, ayunos y la observancia de la Ley y de las tradiciones; otros, buscaban implantar el Reino recurriendo a la violencia y a la resistencia armada contra los conquistadores romanos; otros, estaban convencidos de poder establecer con precisión el lugar y la hora de la gloriosa manifestación del Mesías.

Jesús corrige, afirmando que el Reino es obra de Dios, pero los hombres no han de abstenerse, sino participar activa y corresponsablemente al establecimiento del Reino de Dios.

Héctor González Martínez

Obispo Emérito

 

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