En este día con la imposición de la ceniza en nuestra frente iniciamos un nuevo tiempo litúrgico llamado “cuaresma” por su procedencia latina que significa literalmente “cuarenta”. Tal palabra hace referencia a los cuarenta días que trascurrirán desde el miércoles de ceniza hasta la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo que será la tarde del Jueves Santo. El tiempo de Cuaresma, se caracteriza por signos y símbolos muy reconocibles que forman parte de la liturgia: el color morado, el rezo del viacrucis, los viernes de Cuaresma, y sobre todo las prácticas como el ayuno, la limosna y la oración, todo estos para lograr el arrepentimiento y la conversión en los creyentes. Para el Miércoles de Ceniza, utilizamos precisamente ceniza, la cual procede de los ramos de palma quemados y que fueron distribuidos el año anterior para la celebración del Domingo de Ramos. Durante el rito, el sacerdote bendice las cenizas y las impone en la frente de cada fiel resaltando el signo de la Cruz y diciéndole de dos maneras posibles: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” o “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”. Se trata pues, de una firme y exigente invitación a aprovechar este tiempo de penitencia y oración con el fin de volver nuestro rostro a Dios, de experimentar en su vida un encuentro más personal con ese Dios misericordioso que otorga el perdón al pecador que se arrepiente. Asimismo, la Iglesia como madre, ofrece a los creyentes este tiempo de gracia, bajo tantos signos y símbolos litúrgicos y de piedad como, oraciones, cantos, retiros, prácticas de caridad y celebraciones penitenciales que motivan a los fieles a buscar la conversión del corazón. La hipocresía, el orgullo y la soberbia son los pecados capitales que aquejan a nuestra sociedad hoy en día, y traen como consecuencia, la indiferencia, el odio y la división. Oremos y pidamos a Dios que nos conceda la contrición del corazón a fin de purificarlo, y que con su bondad nos ayude a continuar las obras penitenciales que hemos comenzado, para que la austeridad exterior que practicamos vaya siempre acompañada por la sinceridad de corazón.