COLABORACIÓN DIOCESANA: DIEZMO 2009
Todos los bautizados en la Iglesia Católica formamos y somos la Iglesia de Jesús. También por nuestro Bautismo, somos enviados por Cristo a anunciar «El Evangelio» y a construir la familia humana, como familia de hijos de Dios para vivir en este mundo el amor auténtico.
La Diócesis es la máxima expresión y realización de la Iglesia. Tu Iglesia diocesana necesita de tu colaboración, de tu acción, de tu ayuda; que será: Viviendo en todas las dimensiones de tu vida conforme al Evangelio: tu vida familiar, tu vida en el vecindario, tu vida profesional o social, tu vida cívica y política. Difundiendo de diversas maneras el Evangelio de Jesús. Sirviendo y compartiendo con cariño y desinterés, lo tuyo y tu persona, con quienes te rodean y te necesitan. Pero también colaborando con tus bienes a las obras y tareas de tu Iglesia. Por eso, te solicitamos, te hacemos el atento llamado para que en este mes de mayo, CONTRIBUYAS CON TU GENEROSA COLABORACIÓN DEL DIEZMO.
Enseñanza bíblica
El diezmo [décima parte] tiene su origen más remoto en el Antiguo Testamento. Estaba reservado antes que nada para los miembros de la tribu de Leví (sacerdotes y levitas), que, por dedicarse al culto, habían quedado sin parcela al repartirse la tierra de Canaán (Núm 18,21-33; 2Cro 31, 5-19). Después, estaba destinado también para ayudar a los más necesitados, especialmente las viudas y los huérfanos (Dt 26, 12-14).
En el Nuevo Testamento no se habla del diezmo (décima parte) como medio para sostener económicamente a los ministros de culto. Lo importante es que el ministro (apóstol, predicador, etc.) pueda vivir honestamente (Mt 10, 9-10; 1Cor 9, 10-11; Lc 10,7). Y para las demás necesidades de la Iglesia, se hace hincapié en el espíritu de solidaridad. Algunos hasta llegan a vender sus bienes y propiedades para socorrer a las necesidades de los hermanos más pobres (Hech 2,44-45).
Situación actual
Cuando en la Iglesia Católica se usa la palabra «diezmo», no se le da el sentido bíblico originario (décima parte), sino que se entiende como una aportación de los feligreses para hacer frente a las necesidades económicas de toda la comunidad eclesial. «El quinto mandamiento de la santa Madre Iglesia […ayudar a la Iglesia en sus necesidades,] señala la obligación de ayudar a cada uno según su capacidad, a subvenir las necesidades materiales de la Iglesia». (Código de Derecho canónico, canon 222). «…cada uno según su capacidad…».
En México el diezmo anual corresponde a lo que uno gana en un día de trabajo. Sin embargo, en la práctica, esta aportación de los feligreses católicos para hacer frente a las necesidades materiales de la Iglesia, es insuficiente y en muchos casos puramente simbólica. Por lo general, las fuentes principales de la economía eclesiástica son dos: la limosna [ y que de acuerdo al uso corriente que generalmente le hemos impreso a esta palabra en nuestro vocabulario común, conviene y es más hondo y exacto, el sentido de entenderla mejor como OFRENDA] que los feligreses dan espontáneamente durante los actos litúrgicos y la segunda es, la que está ligada a la recepción de ciertos sacramentos por los que aportan un estipendio simbólico, también entendido como ofrenda.
La Iglesia, que SOMOS TODOS LOS BAUTIZADOS, y puesto que esta Iglesia proclama La Nueva Evangelización, no puede prescindir de una reestructuración del aspecto económico, si quiere hacer frente a los nuevos retos que se presentan. Especialmente, no puede permanecer inmóvil frente a la urgente necesidad de abrir espacios creativos, que sean atractivos para el hombre de hoy, a fin de brindarle una opción de encuentro con Dios a quien afanosamente se busca, pero que no se puede encontrar en el marasmo del propio egoísmo personal. Nos toma especial atención la pastoral de los jóvenes, necesitamos abrir para ellos espacios que puedan brindarles una mejor opción de vida SEGÚN EL MODELO DEL EVANGELIO, que presenta a JESÚS como la única alternativa para encontrar el sentido a la propia vida. Arrancarlos de las garras de las adicciones y proporcionarles un esquema en la propia experiencia de vida, donde se puedan palpar los grandes valores humanos y las virtudes cristianas. De igual manera nos preocupa intensamente LA FAMILIA, por la que ya estamos empeñados en trabajar a fin de que sea una verdadera escuela de virtudes y valores cristianos.
Algo tiene que cambiar: vino nuevo en odres nuevos. O la Nueva Evangelización quedará frustrada o notablemente frenada. Nuestra Iglesia hoy más que nunca cobra esta profunda convicción de seguir siendo un instrumento de salvación en el mundo, de ser un signo elevado por encima de las naciones. Todos somos corresponsales en el cumplimiento de su maravillosa misión encomendada por Jesús.
Nuestra campaña, para este año ha comenzado el domingo 3 de mayo y se extiende hasta el mes de junio. Personas debidamente identificadas serán enviadas por cada parroquia, pasarán a cada domicilio de nuestra ciudad para solicitar esta colaboración de los católicos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!