Adviento: cumplimiento de la promesa mesiánica, alegría y esperanza para la Iglesia
Adviento: cumplimiento de la promesa mesiánica, alegría y esperanza para la Iglesia
El Adviento es la preparación de la solemnidad de la Navidad donde se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en que por este recuerdo se dirigen las mentes y corazones hacia la espera de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos. En el Adviento de este año el Evangelio de San Mateo nos orienta y nos invita a:
Esperar vigilantes y alegres: a Aquel que viene a llenar nuestros deseos y superar nuestras esperanzas. La actitud propia de la comunidad de los discípulos de Cristo es aquella que se expresa en un grito ajeno al temor, más bien lleno de júbilo de la Iglesia, comunidad esposa de Cristo: Ven Señor Jesús (Ap 22,20)
Alimentar la esperanza cristiana: aún en medio de una realidad marcada por estructuras de pecado, por sombras que parecen adueñarse del dominio de la historia, pero cuyo destino está ya determinado por la victoria de Dios sobre todo mal y por un futuro de renovación total de personas, historia y mundo: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya (Ap 21,1ss).
Convertirse, volver al Señor: en cuanto que solo Él puede dar al hombre aquella plenitud de vida que el pecado le ha arrancado, haciéndole Humanidad Nueva a través del misterio de su Encarnación, pues “se ha hecho niño, humano” como nosotros: revístanse del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Ef 4,24).
Acoger la Palabra hecha carne: que está presente en Jesucristo y el Misterio de su Encarnación (Jn 1,14). Un tema especialmente querido para San mateo: la comunidad discipular goza de la presencia del Señor que ha llegado a nosotros a través de la historia humana con sus debilidades y obstáculos, como lo demuestra la amplia genealogía de Jesús (Mt 1,17).
Estas orientaciones vienen acompañadas y desarrolladas a través de voces y actitudes que en Adviento, pero también en Navidad, van revelando el significado de la acción de gracias sobre la comunidad cristiana en este tiempo:
La voz profética desde al Antiguo Testamento: se trata del más grande teólogo de la acción de Dios en Israel: Isaías, que está presente en todo el Adviento, invitando a acoger la obra redentora de Dios en Sión (figura de la humanidad); identificando al que viene como ungido del Espíritu Santo; confortando la esperanza al identificar al Esperado como promotor de la vida disminuida y amenazada; presentando la venida del Mesías como presencia de Dios con nosotros.
La voz precursora de Juan: vigilante intento que exhorta a la conversión concreta de actitudes personales y sociales ante el próximo paso de Dios, que en su silencio es instruido por el mismo Jesús sobre la obra del Salvador.
El silencio acogedor y contemplativo de María: figura de especial importancia en todo el adviento. María es imagen y enseñanza viva de cómo se ha de preparar el paso de Dios: su actitud fundamental que se encierra en aquel: he aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu Palabra (Lc 1,38), pero también en un silencio que acoge el nada fácil plan de Dios en su vida: María estaba desposada con José y antes de estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo (Mt 1,18): ella es modelo de acogida, de reflexión, disponibilidad al cambio y esperanza activa que supone el adviento.
La acción confiada y fiel de José: símbolo complementario de la enseñanza mariana. José simboliza que Dios sigue necesitando la cooperación humana para encontrar un lugar en la vida y proyectos del hombre. Por tanto es también modelo para los discípulos que son cooperadores al plan de salvación: despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado (Mt 1,24)
Durango, Dgo., 15 de Diciembre del 2013 + Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
Email: episcopeo@hotmail.com
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