Un nuevo impulso Arquidiocesano por el camino de una conversión pastoral y misionera

mons enrique episcopeo-01Celebramos nuestra VIII Asamblea Arquidiocesana de Pastoral el objetivo  que nos propusimos lo hemos abordado conducidos por nuestro pastor el Sr. Arz. Héctor González; primero “el que”, analizando los retos y desafíos ante el “cambio de época”: en el contexto global y en el contexto mexicano; después “el cómo”, mediante el impulso de la Nueva Evangelización y a la luz de la “Alegría del Evangelio”; y concluimos con el “para que”, llamados a ser “discípulos y misioneros de nuestro tiempo”, con el compromiso de todos los sectores (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos), de buscar una renovación pastoral de nuestra Arquidiócesis, dándole continuidad a proceso de la Iniciación cristiana.

La Arquidiócesis necesita iniciar y avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una “simple administración”.  Una pastoral en clave de misión debe abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. Todos debemos ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Un compromiso de no caminar solos sino contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de nuestro Arzobispo en un sabio y realista discernimiento pastoral.

Desde hace tiempo, la Iglesia nos ha orientado en esta línea de renovación: el Papa Pablo VI interpelaba a todos: “La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio… De esta iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia (tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada (Ef 5,27)) y el rostro real que hoy la Iglesia presenta… Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí”.

El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: “Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación… Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad”.

            Cómo podrá entenderse y realizarse tal renovación?  La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral y debe entenderse así: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad.

Esta renovación abarca todo y a todos: la Arquidiócesis, las parroquias, los grupos y movimientos, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y religiosos, los laicos y todos los que formamos la Iglesia.

La Iglesia particular, o Diócesis, que es una porción de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la conversión misionera. Ella es el sujeto primario de la evangelización, ya que es la manifestación concreta de la única Iglesia en un lugar del mundo, y en ella “verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica”. Es la Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de salvación dados por Cristo, pero con un rostro local. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por anunciarlo en otros lugares más necesitados como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Procura estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado.

La parroquia no es una estructura caduca, para renovarse requiere la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la comunidad. Es  “la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas”. Ella está realmente en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no debe ser estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos. La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero.

Durango, Dgo., 2 de Febrero del 2014                                 + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                                    Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                                  Email: episcopeo@hotmail.com

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