Papa Francisco: lleven mi saludo al pueblo mexicano y un saludo a la Madre de Guadalupe

mons enrique episcopeo-01Los obispos mexicanos hemos venido en peregrinación a la ciudad de Roma y tiene varias finalidades: visitar las tumbas de los santos apóstoles Pedro y Pablo; saludar al sucesor de Pedro, el Santo Padre Francisco para estrechar los lazos de comunión con su persona y reiterar nuestra fidelidad a su ministerio petrino. También visitar las Congregaciones, los pontificios Consejos, para recibir de ellos, en nombre del Santo Padre consejos y ayudas para desempeñar mejor nuestro ministerio en cada una de nuestras diócesis.

El pasado 19 de mayo nos encontramos con el Santo Padre los obispos que estábamos en Roma. El Cardenal Francisco Robles Ortega en nombre de los obispos de México le dirigió un saludo, después el nos dio un mensaje y al final lo saludamos personalmente.

Un mensaje alentador: en el momento histórico que vivimos debemos “unir esfuerzos a favor de la paz y de una convivencia justa, libre y democrática”. La historia de México no puede entenderse sin los valores cristianos que sustentan el espíritu del pueblo. Ya el Papa emérito Benedicto XVI nos pedía “no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valientes y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro”. Santa María de Guadalupe, en más de una oportunidad con ternura de madre, ha contribuido a la liberación integral del pueblo mexicano, no con la espada y a la fuerza, sino con el amor y la fe. Nos ha invitado a no dejar de anunciar a todos la Buena Noticia: que Dios, en su misericordia, se ha hecho hombre y se ha hecho pobre (2 Cor 8,9), y ha querido sufrir con quienes sufren, para salvarnos.

Los desafíos del pueblo mexicano: sufren múltiples violencias y quienes más lo viven son los más necesitados, los que carecen de recursos, los desempleados, los que trabajan en condiciones infrahumanas, los que no tienen acceso a los servicios sociales, los migrantes en busca de mejores condiciones de vida, los campesinos. “Se de vuestra preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la defensa de los derechos humanos y el desarrollo integral de la persona”.

Consejos para mejorar nuestro ministerio como pastores: nos ha invitado a apreciar a los fieles laicos. La misión de la Iglesia no puede prescindir de ellos, debemos promoverlos y ofrecerles una adecuada capacitación. A ellos les ayudara en su misión dentro de la Iglesia, la Doctrina Social de la Iglesia, sobre todo para que se generen nuevos procesos de evangelización de la cultura.

También debemos apreciar la piedad popular, que es “el modo en que la fe recibida se encarno en la cultura y se sigue transmitiendo”, esta es un punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más profunda. Nos anima a intensificar la pastoral de la familia, para que, frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, se convierta en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su ocaso natural.

Debemos poner más atención a nuestras parroquias, ya que son muy importantes para vivir la fe con coherencia y sin complejos en la sociedad actual. Los sacerdotes son nuestros primeros y más preciosos colaboradores para llevar a Dios a los hombres y los hombres a Dios. Además de promover su formación, debemos interesarnos por ellos, alentarlos en sus trabajos pastorales y encontrarnos personalmente con cada uno de ellos, debemos proponerle constantemente a Jesús como modelo de su vida sacerdotal.

A los consagrados y las consagradas que están en nuestras diócesis, debemos sostenerlos y acompañarlos, para que se integren en la pastoral diocesana. Los jóvenes son la esperanza, son expresión de la fecundidad de la Iglesia y de su capacidad de generar discípulos y misioneros que siembren en el mundo entero la buena simiente del Reino de Dios. Debemos promover en ellos la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada.

Envío misionero: Aparecida ha destacado la importancia de la Misión continental permanente, que pone toda la pastoral de la Iglesia en clave misionera y nos pide a cada uno de nosotros crecer en parresia. Así podremos dar testimonio de Cristo con la vida también entre los más alejados y salir de nosotros mismos a trabajar con entusiasmo en la labor que nos ha sido confiada, manteniendo a la vez los brazos levantados en oración, ya que la fuerza del Evangelio no es algo meramente humano, sino prolongación de la iniciativa del Padre que ha enviado a su Hijo para la salvación del mundo.

Durango, Dgo., 25 de mayo del 2014.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

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