La primera estructura fundamental a favor de la “ecología humana” es la familia

mons enrique episcopeo-01El tema del medio ambiente en la Doctrina Social de la Iglesia se combina a menudo con el concepto de desarrollo, esto demuestra una toma de conciencia de la Iglesia sobre los problemas de la ecología humana, especialmente a partir del Concilio Vaticano II: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad” (Gaudium et spes 69).

San Juan Pablo II, escribe con claridad sobre la cuestión ecológica y más específicamente acerca de la ecología humana. En Centesimus Annus, señala: mientras nos preocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los “hábitat” naturales de las diversas especies animales amenazadas de extinción, nos esforzamos muy poco por salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana (n. 38).

La primera estructura fundamental a favor de la “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona. Se entiende aquí la familia fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco de sí por parte del hombre y de la mujer crea un ambiente de vida en el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su destino único e irrepetible (39)

El Papa Benedicto XVI, en Caritas in Veritate (51) escribe: La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y la debe hacer valer en público. Y, al hacerlo, no sólo debe defender la tierra, el agua y el aire como dones de la creación que pertenecen a todos. Debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo. Es necesario que exista una especie de ecología del hombre bien entendida. La degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la  ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia.

En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2010, el Papa Benedicto XVI, nos dice que: todos somos responsables de la protección y el cuidado de la creación. Esta responsabilidad no tiene fronteras. Según el principio de subsidiaridad, es importante que todos se comprometan en el ámbito que les corresponda, trabajando para superar el predominio de los intereses particulares. Un papel de sensibilización y formación corresponde a las organizaciones de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales (ONG), que se mueven con generosidad y determinación en favor de una responsabilidad ecológica, que debería estar cada vez más enraizada en el respeto de la “ecología humana”.

Ocuparse del medio ambiente exige una visión amplia y global del mundo; un esfuerzo común y responsable para pasar de una lógica centrada en el interés nacionalista egoísta a una perspectiva que abarque siempre las necesidades de todos los pueblos. No se puede permanecer indiferente ante lo que ocurre en nuestro entorno, porque la degradación de cualquier parte del planeta afectaría a todos.

El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nos invita a revisar cuales son las implicaciones sociales de la Evangelización, y  habla especialmente de los pobres, los frágiles: Jesús se identifica especialmente por los más pequeños, todos estamos llamados a cuidar a los más frágiles de la tierra: los sin techo, los toxico dependientes, los ancianos, los refugiados, los pueblos indígenas, los migrantes, las mujeres maltratadas. Pero el conjunto de la creación también está a merced de los intereses o de un uso indiscriminado. Los seres humanos  no somos beneficiarios, sino custodios de las demás criaturas. Dios nos ha unido estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación  del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera mutilación. No dejemos que a nuestro paso queden signos de destrucción y de muerte que afecten nuestra vida y la de las futuras generaciones” (no. 215).

La Ecología Humana, es el estudio de las relaciones entre los seres humanos y su entorno. Se puede resumir como «el estudio de la interacción entre las poblaciones humanas y los ambientes naturales a través de la tecnología humana controlada por la organización humana» (Pedro C. Beltrao, «Ecología Humana y los valores éticos y religiosos»). Los ecologistas humanos investigan el modo en que los seres humanos adaptan su genética, fisiología, cultura y conducta al medio físico y social.

El objetivo principal del estudio de la ecología humana es conocer la forma en que las sociedades humanas conciben, usan y afectan el ambiente incluyendo sus respuestas a cambios en tal ambiente, a los niveles biológico, social y cultural.

Durango, Dgo., 7 de Septiembre del 2014.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

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