Para que el hombre se desarrolle plenamente, es esencial que se reconozca y respete su dignidad, libertad y autonomía.
El nacimiento de Jesús trae una era de “Paz a los hombres”. Es el regalo de Dios para la humanidad. Se trata de una paz que se fundamenta en la “complacencia”, en el amor de Dios. Jesús viene como el verdadero príncipe de la paz y quien lo recibe en su humildad de niño, en el pesebre, recibe por medio de él el amor total y definitivo de Dios que transforma completamente su vida y la hace don para los hermanos, fermento de justicia en la sociedad.
Contrapuesto a este don de Dios para los hombres, que es la paz, desde tiempos inmemoriales, las sociedades humanas conocen el fenómeno del sometimiento del hombre por parte del hombre. En algunos períodos en la historia humana se generalizó la institución de la esclavitud, aceptada y regulada por el derecho. Éste establecía quién nacía libre, y quién, en cambio, nacía esclavo, y en qué condiciones la persona nacida libre podía perder su libertad u obtenerla de nuevo (Mensaje para la Jornada Mundial por la paz 2015).
Hoy la esclavitud está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable. Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas (niños, hombres y mujeres de todas las edades) privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud.
¿Quiénes son? Son trabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores: en el trabajo doméstico, en la agricultura, en la industria manufacturera, en la minería. Esto se verifica en casi todos los países, avanzados o no en leyes laborales a favor del trabajador. Son los emigrantes que, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente.
También son las personas obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay muchos menores, son los esclavos y esclavas sexuales; son los niños y adultos que son víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o venta de drogas, o para formas encubiertas de adopción internacional. Son todos los secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas, puestos a su servicio como combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados.
¿Cuáles son las causas profundas de la esclavitud? En la raíz se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratado como un objeto. Cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, éstos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos. La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin.
Existen otras causas que explican las formas contemporáneas de la esclavitud, y son: la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión, especialmente cuando se combinan con la falta de acceso a la educación o con una realidad caracterizada por las escasas, por no decir inexistentes, oportunidades de trabajo. Redes de la trata y de la esclavitud de personas, que utilizan hábilmente las modernas tecnologías informáticas para embaucar a jóvenes y niños en todas las partes del mundo. Otra causa es la corrupción de quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse. Es la complicidad que con mucha frecuencia pasa a través de la corrupción de los intermediarios, de algunos miembros de las fuerzas del orden o de otros agentes estatales, o de diferentes instituciones, civiles y militares.
Otras causas de la esclavitud son los conflictos armados, la violencia, el crimen y el terrorismo. Muchas personas son secuestradas para ser vendidas o reclutadas como combatientes o explotadas sexualmente, mientras que otras se ven obligadas a emigrar, dejando todo lo que poseen: tierra, hogar, propiedades, e incluso la familia. Éstas últimas se ven empujadas a buscar una alternativa a esas terribles condiciones aun a costa de su propia dignidad y supervivencia, con el riesgo de entrar de ese modo en ese círculo vicioso que las convierte en víctimas de la miseria, la corrupción y sus consecuencias perniciosas.
Para los cristianos la Navidad es el punto de llegada de toda la esperanza acumulada en el tiempo de Adviento. Nos preparamos para el encuentro con el Mesías Salvador. Los pastores que han recibido el anuncio de parte del Ángel, simbolizan la humanidad que finalmente puede contemplar la promesa de salvación. Es una esperanza preparada desde hace mucho. Dios, actuando movido solo por su propia misericordia, pone al alcance de todos la vida nueva y verdadera, la libertad auténtica y el fundamento único de la paz: el Hijo, hecho Hombre.
Durango, Dgo., 21 de Diciembre del 2014.
+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
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