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La Ilustración Francesa (Pt 2)

La rama francesa de la Ilustración tuvo dos desarrollos principales: el materialismo y la teoría político-social.
El principal representante del materialismo es Julián Offray de La Mettrie (1709-1751) en sus obras El hombre máquina, Historia natural del alma, El hombre planta y El arte de gozar o Escuela de la voluptuosidad desarrolla un materialismo de base, haciendo depender todo de la sensibilidad, incluidas las ideas. La clave para entender qué es el hombre está en los procesos fisiológicos; la diferencia entre hombre, animal y planta es sólo de grado.
El barón Paul d’Holbach (1723-1789) compuso el Sistema de la naturaleza o de las leyes del mundo físico y del mundo moral, el texto más importante del materialismo del siglo XVIII. Todas las cosas son el resultado de un conjunto de átomos estructurados de formas distintas; los principios del movimiento, atracción y repulsión entre los átomos, son internos a las cosas, que en el hombre se llaman amor y odio. La ignorancia y el miedo son el origen de la noción de divinidad; la religión aumenta el ansia y el miedo; eliminando la religión, se podrá cambiar el antiguo sistema político y sustituirlo por otro más racional.
Etienne Bonnot de Condillac (1715-1780). Su sensismo radical lo acerca a la corriente materialista del pensamiento, aunque deja espacio al espíritu y a la trascendencia, afirmando categóricamente la existencia de Dios como causa suprema y reconociendo la existencia del alma inmaterial y espiritual como, no como el conjunto de las sensaciones sino como un centro simple de la unidad de ellas En su ensayo sobre El origen de los conocimientos humanos (1746), enseña, que todo conocimiento tiene un origen empírico, ya se trate de una idea simple o de una idea compuesta.
En el Tratado de los sistemas (1749), critica fuertemente a Descartes, Malebranche, Spinoza y Leibniz, porque partieron de definiciones y llegaron a definiciones arbitrarias; hay que aceptarle que ciertamente hay que sistematizar los conocimientos, partiendo de datos fenoménicos provistos por los sentidos.
En el Tratado de las Sensaciones (1754), Condillac afirma que las operaciones mentales como juzgar, querer, comparar, son sólo sensaciones transformadas. Para demostrar que la sensación es la única fuente de conocimiento, partiendo del sentido del olfato reconstruye todo el proceso del conocimiento hasta llegar a la misma inteligencia.
En el Ensayo sobre el entendimiento humano, en el Resumen razonado y en el Tratado de los animales, explica que la voluntad está determinada por un malestar del espíritu, que siente necesidad de un bien ausente; este malestar o inquietud es el principio de todos los hábitos de nuestra alma. Por este enfoque sobre la voluntad, el sistema de Condillac es considerado voluntarismo, puesto que toda pasión o idea dependen de la determinación de la voluntad.
Claude Adrien Helvetius (1715-1771), en su libro Del espíritu, reduce todas las capacidades del hombre a percepción sensorial; reduccionismo que se aplica también a la vida ética, donde el principio fundamental de la conducta consiste en la búsqueda del placer. La educación debe enseñar a hacer coincidir la búsqueda del placer con el interés general de la sociedad, que producirá un placer mayor. A ello ayudarán la libertad política y la religión natural. Desde cuando vamos dejando de ser cristianos.
Durango, Dgo. 6 de abril del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

La Ilustración Francesa

Una vez más volvamos al proceso de la secularización. Los ingleses Isaac Newton, Herbert de Cherbury, John Locke, John Toland, Mateo Tendal, Antony Ashley y Francis Hutcheson fueron los primeros fautores de la Ilustración. Las actitudes teóricas ilustradas de estos autores ingleses se mantuvieron bajo el manto de la moderación. La Ilustración francesa radicalizó las actitudes moderadas de los ingleses.
El movimiento cultural de la Ilustración francesa, pugnó por alumbrar las mentes de los europeos en el s. XVIII por una gran confianza en la razón en todos los órdenes de la vida y en contra de las verdades reveladas. Socialmente, fue la expresión de la burguesía en ascenso, opuesta al absolutismo político y a los privilegios nobiliarios. Los excesos siempre permanecen más en la memoria de los pueblos; por lo que el materialismo, el ateismo, los ataques a la Iglesia Católica y los horrores de la Revolución son elementos característicos de la imagen popular de la Ilustración francesa.
Pierre Bayle (1647-1706), autor del Diccionario histórico-critico y precursor de los enciclopedistas franceses, por falta de claridad en los juicios y por la existencia de prejuicios, considera confusas e inútiles las controversias teológicas; en el fondo todos están de acuerdo sobre cosas fundamentales. Si las controversias teológicas son frecuentes, las controversias metafísicas lo son más; pero, dígase lo que sea sobre la demostración racional de la existencia de Dios o de la inmortalidad del alma, siempre habrá demostraciones en contrario. Además, subsiste el problema del mal en el mundo, inconciliable con la existencia de un Dios omnipotente, infinito y omnisciente. Frente a disputas metafísicas y teológicas, sólo queda la tolerancia con fuerte connotación de indiferentismo, como única respuesta racional a puntos de vista que superan el poder de la razón. Además, no hay un vínculo indisoluble entre creencia religiosa y práctica moral como demuestra la vida de los hombres en todas las edades; es pues necesario separar religión y moral. Bayle dejó como herencia la tolerancia como base de la convivencia civil y la separación entre religión y moral.
El Enciclopedismo. La Enciclopedia o Diccionario razonado de artes y oficios (1751-1780), es el símbolo de la Ilustración Francesa. Esta compuesto por muchos autores en treinta y cinco volúmenes bajo la dirección de Denis Diderot (1713-1784) y Jean Le Rond D’Alembert (1717-1783).
La Enciclopedia o Diccionario logró reunir todo el saber de la época, presentado en artículos razonados, ordenados alfabéticamente y desarrollados de forma polémica y crítica, y con un enfoque progresista. Su impresión y publicación no fue fácil, pues el gobierno francés consideró algunos artículos como perjudiciales para el poder político y para la autoridad de la religión.
Diderot no tiene un sistema filosófico estable y pasa por distintas etapas religiosas, incluyendo deísmo, panteísmo y ateísmo. D’Alembert, filósofo, matemático y físico es más coherente. Filosóficamente, tiene importancia su Discurso preliminar de la Enciclopedia. Considera a Locke como el padre de la filosofía científica y ve con satisfacción el progreso de la filosofía en el siglo de las luces.
La Ilustración francesa, privilegiando el conocimiento racional, avanza critica y agriamente contra la revelación, la fe, la religión, la moral, la ética y las tradiciones.
Durango, Dgo. 30 de marzo del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

¡Feliz Pascua!

Es común que en Navidad nos felicitemos de varias maneras, un saludo, un abrazo, una tarjeta, un regalo, una cena, etc. En cambio, no es tan divulgado el uso de felicitarnos por la Pascua de Resurrección.
Y, sin embargo, el Misterio Pascual es el Misterio central del Cristianismo. La segunda parte del Catecismo de la Iglesia Católica, se intitula: la “Celebración de los misterios Cristianos”; y estos Misterios que celebramos en la Liturgia, son los mismos que profesamos en el Credo, a saber: Santísima Trinidad, Misterio Pascual e Iglesia.
Cada religión tiene elementos distintivos y característicos. El Pueblo elegido en el Antiguo Testamento, por la comida de un cordero sin mancha acompañado de hierbas amargas y rociando su sangre en los dinteles de las casas, tuvo la experiencia de Dios Salvador en la Pascua judía, como paso de la mano de Dios castigando con la muerte a todo primogénito de los egipcios, dejando vivos a los hijos de los hebreos. A ello se le llama Pascua, es decir paso de la muerte para los primogénitos de los egipcios, o salto, como pasando de largo sobre las casas de los hebreos, dejando con vida a sus primogénitos. Ello trajo una liberación política y social, saliendo Israel de la esclavitud en Egipto.
Ello dio pie a la conmemoración anual en una cena el 14-15 del mes de Nisán, en que cada familia comía un cordero de un año mezclado con hierbas amargas en recuerdo de la esclavitud en Egipto. La memoria histórica de Israel celebra estos hechos hasta el presente, cada sábado, pero sobre todo anualmente.
En el marco de esa cena, Jesucristo instituyó una nueva Pascua, ya no por el derramamiento de la sangre de animales, sino en su propia persona por el Misterio Pascual de Pasión, Muerte y Resurrección; elevó la conmemoración y transformó la Pascua antigua por la entrega de Sí mismo como nuevo Cordero, instaurando una nueva y más perfecta liberación. Esta nueva liberación pascual no sólo tiene alcance político-social; tiene además poder transformador para romper las ataduras internas del egoísmo y del pecado que se adueñan del corazón humano y que son las raíces del mal personal y social..
Para el Cristianismo pues, el Misterio Pascual es el Misterio central. Nuestra Pascua nos trae un liberación integral que abarca lo personal y lo comunitario, lo interior y lo exterior, lo individual y lo social, lo temporal y lo espiritual, las potencias, pasiones e inclinaciones humanas.
De manera que, si los israelitas tienen aún clara conciencia de la obra liberadora de Dios por Moisés en el Antiguo Testamento, cuanta más clara conciencia hemos de tener los cristianos por nuestra Pascua en Cristo. Si fue admirable la intervención de Dios en la pascua judía, más admirable es la obra de la pascua en la Nueva Alianza.
La Pascua pues, es Misterio de Cristo y del Cristianismo, es Misterio central de la religión católica y de cada bautizado; a el fuimos injertados por los Sacramentos de la Iniciación Cristiana; en el vivimos, el es nuestra energía espiritual para hacer el bien y evitar el mal cada día; a el nos reintegramos por el Sacramento de la Penitencia, al experimentar la victoria pascual venciendo toda clase de pasiones y tentaciones, al superar las obras de la carne y vivir en el Espiritu.
Es pues justo y necesario que celebremos y hagamos fiesta por nuestra liberación pascual. Así, con sano regocijo, felicito a todos diciéndoles: ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Durango, Dgo. 23 de marzo del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

con el Papa

Este miércoles próximo pasado, asistí a la audiencia del Santo Padre en que se dirigió a los jóvenes y presentó a Boecio y a Casiodoro, dos grandes figuras cristianas del Alto Medioevo. Después de la audiencia le saludé y le entregué un ejemplar del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, que estamos estudiando en toda la Arquidiócesis. Dirigiéndose a los jóvenes dijo:
“Queridos amigos: la escuela hoy afronta notables desafíos que emergen en el campo de la educación de las nuevas generaciones”.
“Por este motivo la escuela no puede ser solamente lugar de aprendizaje de nociones, sino que está llamada a ofrecer a los alumnos la oportunidad de profundizar mensajes válidos de carácter cultural, social, ético y religioso”.
“Quien enseña no puede no percibir el sustrato moral de todo saber humano, porque el hombre conoce por el obrar y el obrar es fruto de su conocimiento”.
“En la sociedad actual, marcada por cambios rápidos y profundos, ustedes, queridos jóvenes, que queréis seguir a Cristo, tengan cuidado de actualizar su formación espiritual, buscando comprender siempre más los contenidos de la fe. Así podrán estar dispuestos a responder sin dilación a quien les pida razón de vuestra adhesión al Señor”.
“Con tales deseos invoco sobre cada uno de ustedes la abundancia de los dones del Espíritu Santo y les auguro que se preparen bien a las próximas Fiestas pascuales”.
Durango, Dgo. 16 de marzo del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

En Roma

Este lunes pasado por la tarde salí de Durango a México y por la noche salí de México a Madrid, donde pasé dos días y medio y ahora estoy en Roma de donde regresaré el próximo jueves llegando a Durango por la noche; el motivo de este viaje, es visitar a los presbíteros y seminaristas que tenemos estudiando en Europa. Todo con el favor de Dios.
En la Universidad de Comillas-Madrid y su Residencia tenemos cuatro seminaristas: Jesús Omero Herrera y Emerson Martínez Sánchez cursan segundo año del Bachillerato teológico; Noé Soto Valdez, termina el Bachillerato teológico y continuará en Licencia; y Pedro Astorga Guerra, termina licencia en Teología Bíblica y a fines del presente semestre regresa a servir en la Arquidiócesis.
En Roma, en el Colegio Maria Mater Ecclesiae de los Legionarios tenemos cuatro seminaristas: Sergio Ibarra Ramos, terminando Bachillerato filosófico, quien continuará con el Bachillerato y la Licencia en Teología. Cesar Astorga Guerra, termina Bachillerato teológico y seguirá tres años más en Licencia sobre Biblia. Mauricio Montiel Pizaña, terminó Bachillerato Teológico y está iniciando Licencia en Moral. Edgar Gerardo Moreno, terminó Bachillerato teológico y está iniciando Licencia en Historia de la Iglesia.
Alojado en el Colegio Urbano De Propaganda Fide, Sergio Alejandro Rojero Jiménez, está terminando Bachillerato teológico en la Universidad De Propaganda Fide y continuará dos años más haciendo Licencia en Misionología.
Alojado en el Colegio Mexicano, el Padre Rolando Flores Lizárraga, inicia licencia de tres años en Historia de la Iglesia en la Universidad Gregoriana. Alojado en el Colegio Pío Latino Americano, el Padre Rafael Landeros Rubio, inicia licencia en Espiritualidad en la Universidad Gregoriana. Alojado en el Colegio de S. Anselmo, el P. Omar de la Torre Reyes, termina Licencia en Liturgia y regresará a servir en la Arquidiócesis. Hace dos semanas regresó Bernardo Aguirre Marques, con Licencia en Patrología.
Aunque todos ellos están bajo la tutela de los respectivos superiores y formadores de los Colegios donde se alojan, es saludable visitarles fomentando la cercanía y buenas relaciones del obispo con ellos y visceversa.
Por una parte está bien la visita, como preocupación pastoral del Arzobispo; pero tengamos en cuenta que el primer agente de la formación sacerdotal es la misma persona que se siente llamada a la vida y al ministerio presbiterales y que se ha de esmerar en moldearse conforme a las enseñanzas del Nuevo Testamento y del Magisterio de la Iglesia.
Igualmente hemos de tener en cuenta que todos en la Iglesia como la familia, la parroquia, el Seminario, el Presbiterio, la Arquidiócesis y el Obispo, según distintos roles, tenemos responsabilidad en la formación de los pastores, no conforme cada quien quiera, sino conforme el ideal del Sacerdocio de Cristo interpretado por la Iglesia.
Por último, tengamos en cuenta que el agente principal de la formación sacerdotal, es el Espíritu Santo. Por lo cual, tanto ustedes como yo, hemos de empeñarnos en orar asiduamente por la buena formación de estos seminaristas y presbíteros y por todos los demás. Más aún, orar no sólo por tener más sacerdotes, ni siquiera sólo bien formados académicamente; orar también por su perfección humana, cristiana y pastoral, por su santificación. Es difícil despertar vocaciones, más difícil es su formación y más difícil aún su perseverancia. Imploremos pues al Señor, por pastores según su corazón.
Durango, Dgo. 9 de marzo del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

La Ilustración Inglesa

Isaac Newton con “Los principios matemáticos de filosofía natural” y la “Óptica” es el primer motor de la Ilustración en Inglaterra.
Fomentan el deísmo Lord Herbert de Cherbury, con su “Tratado sobre la Verdad”, “Sobre las Causas de los errores” y sobre la “Religión de los gentiles”; lo mismo John Locke con “La razonabilidad del cristianismo”; son importantes en esta línea John Toland, ligado a los orígenes de la masonería con su obra “El cristianismo sin misterios”; también Mateo Tendal con “El evangelio una republicación de la religión de la naturaleza”.
Pero, la Ilustración inglesa se centró principalmente en los ámbitos de la religión y de la moral, particularmente por obra de Anthony Ashley con su “Ensayo sobre el mérito y la virtud” y Francis Hutcheson con su “Investigación sobre nuestras ideas de belleza y de virtud”.
Anthony Ashley considera que el hombre goza de ideas morales connaturales, que inclinan a buscar el propio bien, el cual, en el caso del hombre, se debe armonizar con el bien de la sociedad. No piensa que el hombre sea malo por naturaleza: la benevolencia es una parte esencial de la moralidad y tiene sus raíces en la naturaleza humana.
Todo hombre, goza también de un sentido moral, que hace posible distinguir entre conducta justa e injusta. La moral basada en la virtud, es autónoma respecto a la religión.
La virtud debe ser buscada por sí misma; esto sin embargo no significa rechazo de la trascendencia, pues la virtud completa comprende la piedad respecto a Dios; la perfección y la elevación de la virtud se debe a la fe en un Dios.
Hutcheson, siguiendo los pasos a Ashley dice: “al comparar la cualidad moral de las acciones con el fin de ofrecer un criterio a nuestras elecciones entre las diversas acciones propuestas o para elegir cual de ellas tiene la mayor excelencia moral, somos inducidos por nuestro sentido moral de la virtud a juzgar de este modo: a igualdad de grados de felicidad que esperamos se pueda seguir de las acciones, la virtud está en proporción al numero de personas a las cuales será extendida la felicidad… de modo tal que la acción mejor es la que procura la mayor felicidad al mayor número de personas, y la acción peor es la que causa la infelicidad al mayor número”.
En este párrafo de Hutcheson, se encuentra una idea de felicidad más bien hedonista, y una tendencia identificar moral con estética, como que “junto al sentido moral, los hombres poseemos un sentido estético”.
Con todo, Hutcheson trata de unir moral con metafísica y teología; con todo, pasará a la historia como un antecedente del utilitarismo de Jeremy Bentham y de John Stuart Mill en el siglo XIX.
A pesar del empeño por equilibrar el patrimonio multisecular del pensamiento fuerte, con mayor o menor claridad, podemos apreciar que el devenir de las ideas declina hacia el pensamiento débil del racionalismo o primado de la razón; del individualismo o primado del individuo; del laicismo que quita a Dios su primado y del relativismo que niega la objetividad del bien y el mal.
Y con las ideas débiles declinan igualmente las tradiciones y las costumbres, la ética, la moral y la teología, arrastrando en declive la vida cristiana. Y es provechoso preguntarse: ¿hasta cuando la humanidad confiará en sí y en la trascendencia?
Durango, Dgo. 2 de marzo del 2008.
Héctor González Martínez

La Ilustración

La Ilustración o Iluminismo, con su mayor influencia en el siglo XVIII, identifica un movimiento cultural como forma de ver el mundo, que conteniendo elementos filosóficos supera el campo filosófico. Es un movimiento cultural que se desarrolla e influye principalmente en Inglaterra, Francia y Alemania. Es como un ambiente que lo abarca todo.
Como una forma ambiental de pensar: “es la salida del hombre de su estado de minoría de edad, que debe imputarse a sí mismo. Minoría de edad, es la incapacidad de valerse del propio intelecto sin la guía de otro por si. Es imputable a sí mismo, si su causa no depende de defecto de la inteligencia sino de la falta de decisión y de la valentía para hacer uso de la propia inteligencia sin ser guiados por otros. ¡Ten la valentía de servirte por tu propia inteligencia” (Kant).
La clave de la Ilustración está en la razón empirista que invita a permanecer dóciles a los datos de los sentidos y a los resultados de los experimentos. Se trata de la razón como facultad o capacidad de conocer; capacidad inagotable que llevará hasta el conocimiento insondable de la naturaleza. El apego de la razón ayudará al desarrollo de las ciencias empíricas: botánica, química, zoología, historia natural, medicina.
La ilimitada confianza en la capacidad de la razón se manifiesta junto con la noción de progreso; la ampliación de las luces, llevará a una vida más humana, prudente y confortable. Con la Ilustración surge la filosofía de la historia, enfocando la historia humana desde un punto de vista universal y progresivo; la historia es el desarrollo de la razón, que hace que el hombre salga de las tinieblas medievales y entre en el reino de la racionalidad.
Esta visión de la historia se relaciona con otra característica de la Ilustración: el rechazo de la tradición; para la Ilustración, todo aspecto que no pueda ser explicado por la razón humana es, mito o superstición. El antitradicionalismo se concreta en el rechazo de la religión revelada, especialmente del catolicismo; reduciéndose a la construcción teórica del deísmo, es decir, una religión a la medida de la razón y sin misterios, bastando afirmar como contenido de toda religión la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la vida futura. La actitud ilustrada sobre la religión se manifestó en Alemania en el proceso de racionalización de los dogmas; en Inglaterra y Francia con la defensa de la tolerancia, basada en el indiferentismo religioso.
Simultáneamente al rechazo de la religión revelada se encuentra el deseo de un cambio social: para la Ilustración la monarquía absoluta, la transmisión hereditaria del poder, la desigualdad social por nacimiento, el pacto colonial de las metrópolis son cosas inexplicables desde el punto de vista racional. La ilustración presentará un programa político liberal y democrático, a veces identificado con un programa revolucionario.
No se entendió la diferencia entre las circunstancias históricas concretas y el contenido divino de la Revelación; los ataques contra el orden social establecido se dirigieron contra la misma Iglesia Católica; el siglo XVIII tiene signo anticlerical: la moral y el derecho sufren cambios radicales; la moral ilustrada es una moral laicista sin relación con la trascendencia, el derecho natural será secularizado.
La fe en el progreso relaciona a las ideas ilustradas con el positivismo; la concepción moral y política las ligan con el liberalismo y el utilitarismo; la visión iluminada de la historia y la afirmación de su racionalidad en su devenir las acercan a Hegel y a Marx; la toma de conciencia sobre algunos aspectos de la dignidad humana pone de manifiesto el cimiento cristiano de base en la modernidad, aunque muchas veces el cimiento cristiano queda escondido bajo una fuerte secularización entendida como autonomía total de lo temporal ante la trascendencia.
Las categorías del pensamiento ilustrado infectarán primeramente al grupo social de la burguesía; luego, como forma de pensar popular, se extenderán a todo nivel y por todas partes. La Ilustración empuja hacia la actual secularización que como bola de nieve sigue avanzando.
Durango, Dgo. 24 de febrero del 2008.
Héctor González Martínez

La Modernidad (Pt 1)

Desde el “Antiguo Régimen” y su homogeneidad ideológica, se desarrollaron corrientes de pensamiento que minaron la estructura del pensamiento anterior. Algunos filósofos de dichas corrientes se denominaron a sí mismos “librepensadores”, para subrayar la distancia que les separaba de la ideología dominante y que a la postre daría lugar a la corriente llamada “Ilustración”.
La filosofía moderna pone su centro de reflexión y de interés en el sujeto y en la subjetividad; punto de vista jamás olvidado; más bien es una idea cada vez más explicitada, de la cual se extraen consecuencias culturales y filosóficas sobresalientes en la cultura occidental.
El siglo XVII, siglo de Descartes, de Bacón y de Galileo, fue tiempo en que la ciencia moderna tomó una importancia tal como para dar un sello característico a ese período. Por una parte, la filosofía racionalista crece y se desarrolla dentro de un espíritu sistemático, análogo al método matemático; por otra parte, la filosofía empírica pone el acento en la observación de los datos de hecho. Las dos corrientes filosóficas coinciden con la ciencia empírica: sistema, método, observación y experiencia.
Con todo, el interés religioso es otro elemento de ese tiempo. Así como es difícil encontrar un punto cronológico que compruebe la ruptura entre la Edad media y la Modernidad, señalando el cambio de época; y, en cambio es fácil observar una clara continuidad de elementos históricos, filosóficos y culturales: también se puede afirmar que el interés teológico medieval no desaparece con la Modernidad; lo que sucede es un cambio de perspectiva, pero no un olvido
Autores como Descartes, Pascal, Malebranche, Spinoza y Liebniz son pensadores que presentan el tema de Dios con fuerza notable. Igualmente el pensamiento empírico inglés, menos metafísico también toca el tema de Dios, aunque con acentos diferentes.
A la búsqueda de un principio dinámico de organización de la sociedad, la filosofía política presenta el tema del contrato social frente a una tendencia individualista del hombre, coherente con la conciencia moderna de la autonomía de lo humano. Luego, después de las revoluciones, se terminan las monarquías absolutas, se consolidan los estados modernos y nacerán las primeras formas de democracia moderna, aunque con una inspiración fuertemente individualista.
En el siglo XVI, la presencia de religiones distintas en la geografía europea, surgidas de la reforma luterana, calvinista y anglicana; y las subsiguientes guerras de religión causadas por la existencia de diversas creencias religiosas, llevaron a muchos en el siglo XVII a proponer la tolerancia, cuestión político-religiosa aparejada con la teoría del contrato social, como una forma de convivencia pacifica. Avanzando en los siglos, la palabra tolerancia se ha vuelto de uso común; pero, para que la tolerancia no se confunda con la indiferencia, es preciso asegurar que hay verdades, valores o virtudes objetivas que reclaman perennidad.
Para una inspiración y aspiración cristianas de la tolerancia, ayudaría recordar a Pascal: “Dios, que todo lo dispone con bondad, imprime la religión en el entendimiento por medio de razones y en el corazón por la gracia. Pero pretender inculcarla por la fuerza y con amenazas en la inteligencia y en el corazón no es sembrar la religión, sino el terror”.
Durango, Dgo. 10 de febrero del 2008.
Héctor González Martínez

El Nuevo Régimen.

Hoy solamente hago referencia al Plenario Presbiteral celebrado de lunes a viernes y al Plenario de Religiosas celebrado del viernes en la tarde al día de hoy al mediodía. Plenarios centrados en el Documento de Aparecida aplicado a unos y a otras: ¡Felicidades! y que el beneficio se proyecte a la Arquidiócesis y a la Sociedad.
Habiendo interrumpido, la serie que traíamos sobre el proceso secularizador, luego de seis domingos continuamos hoy con este proceso. La última entrega fue sobre “El Antiguo Régimen” de los siglos XVII y XVIII, como una etapa en que los Estados que trataron de solucionar los efectos de las divisiones religiosas acarreadas por la Reforma protestante, reforzaron sus poderes políticos y el control social.
Al final del “Antiguo Régimen” se dieron varios movimientos libertarios o revolucionarios; son los distintos procesos de cambio sucedidos en Europa y en América entre 1770 y 1850, denominados recientemente “Revolución Atlántica”: la Revolución francesa, la emancipación de las Colonias en Estados Unidos, las guerras de independencia en los países latinoamericanos. Estos sucesos dan pie al surgimiento del “Nuevo Régimen”.
Asomándonos a el, inicialmente lo podemos describir por los hechos, como el derrumbe del sistema bien trabado de creencias, verdades absolutas y principios establecidos en el “Antiguo Régimen”. En el nuevo, domina un pluralismo que todo lo relativiza, los dogmas no caen bien; sólo se acepta lo que se demuestra por la razón humana; en todo lo demás domina el principio de tolerancia, la coexistencia de opiniones diversas u opuestas, actitudes consideradas benéficas.
A los principios absolutos del “Antiguo Régimen”, siguen ahora los principios de la soberanía popular, los derechos del hombre y el sistema constitucional. Lo constitucional o lo anticonstitucional son los criterios para determinar lo que es bueno o malo en el orden público, pues lo propiamente moral queda en el ámbito personal y privado.
La filosofía política del “Nuevo Régimen” que sucedió al absolutismo, se puede calificar de liberal, manifiesta en la soberanía popular, la separación de poderes, el constitucionalismo y el reconocimiento legal de los derechos del ciudadano, manteniendo una democracia en que sólo sufraga la clase elitista de los ciudadanos con capacidad de hacerlo y que goza de todos los derechos civiles y políticos, sin abrir paso a la democracia con sufragio universal.
Institucionalmente, impera la racionalización, esto es los privilegios y las costumbres inveteradas son reemplazados por un organismo racionalizado en que cada función pública tiene su función de ser; centralizando toda la administración en el Estado, las circunscripciones locales inferiores quedan dependientes del poder central.
Socialmente se experimenta una profunda transformación, al procurar llegar a una verdadera sociedad de hombres libres e iguales. Se eliminan los privilegios de nacimiento; frente al Estado, todos son sencillamente ciudadanos; hay igualdad legal y para las leyes no hay distingos ni acepción de personas.
Contrastantemente, hay desigualdad de funciones: los más capacitados por su profesión o poder económico gozaban de todo los derechos políticos. El liberalismo de este régimen fue pues, elitista, fue la burguesías acomodada la que se benefició del poder político. Ha habido cambios, más favorables para unos que para otros.
Durango, Dgo. 3 de febrero del 2008.
Héctor González Martínez

Tratado de Libre Comercio (Pt3)

Después de haber dedicado dos entregas con intención concientizadora para formarnos criterios de juicio sobre el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, en esta tercera y última entrega seremos más analíticos. El Tratado se firmó el 17 dic. 1992, se fijó su vigencia inicial para el 1 de enero de 1984, dejando la vigencia para los productos agropecuarios para el 1 de enero del 2008.
Según lo que reflexionamos en las dos entregas anteriores, en términos generales el Tratado ha sido favorable en sus efectos para México. El problema del campo en México es que no logra producir competitivamente y el procampo es para grandes extensiones. Como en el mundo la agricultura está subsidiada con tecnología y préstamos a reintegrar, algunos campesinos ricos quizá sí podrán producir bien, pero no todos. Así no se podrá competir con Estados Unidos y Canadá. Tuvimos quince años de plazo para prepararnos y ahora resulta que tenemos el problema de la apertura de las fronteras o entrada libre de productos del campo. Los limitantes del campesino mexicano son: que no están educados, no tienen información, conocimientos, tecnología o créditos bien manejados; no se controla la aplicación de los abundantes subsidios. No se ha puesto una buena atención desde los tres niveles de gobierno; se requiere co-participación para manejar los subsidios, incluyendo la responsabilidad de los mismos campesinos.
Recientemente se dijo en un Congreso de Pastoral Social que “la economía no tiene corazón”; también he escuchado voces oficiales desfavorables diciendo que no tiene caso invertir en el campo, que la agricultura no productiva, desaparecerá. Pero, se necesitan voces de esperanza en que el campo tiene que producir; no podemos quedarnos con la idea de que el campo mexicano va muriendo; no podemos quedarnos sin hacer nada.

Si la pobreza origina la migración, como Iglesia, requerimos un proyecto propio de apoyo efectivo al campesino y un compromiso serio del Presbiterio; no sólo acopiar el diezmo, también organizar rogativas por las lluvias, conjuros contra las plagas y recorridos por los campos; compromiso de reflexión y formación en doctrina social de la Iglesia; de servir, orientar y motivar a los campesinos sobre tecnologías, organización y asociaciones; enseñar al campesino a dar valor agregado a sus productos, animar y luchar por la productividad del campo y la competitividad. Esto implica un cambio de paradigmas mentales, culturales y técnicos, pues se prevé un aumento de latifundios individuales y extranjerizantes. Capitalizar al campesino, educando en el ahorro, como educan las Cajas Populares de ahorro, producción o consumo. Como fruto de los Congresos agrícolas que se vienen celebrando anualmente en nuestra Arquidiócesis, se tiene una Promotora Agrícola, los campesinos creen en la Iglesia y algunos pequeños productores están presentando proyectos; eventualmente se distribuyen implementos agrícolas; se promueve el programa “cosecha de agua” que almacena, canaliza y administra las lluvias.
Tuvimos quince años para prepararnos a la vigencia agrícola del Tratado y nuestra preparación fue baja o deficiente; ahora, se escuchan voces pidiendo revisarlo; pero, siendo extemporáneo frenarlo o revisarlo ahora, para acomodarlo a nuestra indolencia o a los intereses de parte, no es solución; será mejor, que reforcemos nuestro apego a la tierra, que volvamos la tierra a su vocación, que capitalicemos el campo y mejoremos la producción y de ahí la competencia. Bendita sea la tierra, benditos sean los campesinos.
Durango, Dgo. 27 de enero del 2008.
Héctor González Martínez