LA RECESIÓN ECONÓMICA
El tema de la crisis económica es tema recurrente en las conversaciones. Por la historia de la humanidad sabemos que los sistemas sociales, políticos o económicos se agotan y pasan o dan la vuelta; cuando uno viene entrando otro va de salida. La Iglesia, apoyándose en la promesa de su Fundador y renovándose constantemente, ha visto sucederse muchos sistemas de diversos sentidos.
Con la Iglesia, a nosotros nos ha tocado ver caer reinos y dominaciones de tipo social, político, económico o ideológico. El último de ellos fue el sistema socialista comunista proveniente de la Unión Soviética, que falló hace veinte años y que no acaba de pasar del todo e incluso se reinstala y sobrevive tomando nuevos matices.
La desintegración de la Unión Soviética hizo sonreír a muchos de signo liberal, pensando que se quedaban a jugar solos en la cancha, como si fueran los buenos. Pero, de inmediato la enseñanza social de la Iglesia anotó la falla e hizo reflexionar: también el sistema capitalista guarda formas de pecado contra el hombre y por ende guarda germen de autodestrucción; porque si el socialismo soviético anula la libertad y la dignidad personal, inversamente el capitalismo salvaje privilegia el capital y el lucro sobre la persona.
Ya de años veíamos declinar el sistema capitalista, por la brecha cada vez más ancha entre los que arrastran sus pobrezas y los que nadan en la abundancia. Nuestra observación no es meramente sociológica sino sobre todo teológica. De un modo concreto observábamos los patrones económicos del poder, el tener, la técnica y el dinero imponerse sobre el sudor y el cansancio del pobre; observábamos las tarjetas de débito y de crédito abrirse camino e imponerse sobre los que no han aprendido a ahorrar y gastar con medida; veíamos como la sociedad norteamericana gastaba sin respaldo y sin administrar racionalmente el tener y el no tener. Aún entre nosotros, veíamos concretamente el uso desmedido de las tarjetas bancarias y los celulares.
De pocos años a la fecha, ya se hablaba del dinero virtual y de la recesión amenazante a la economía mundial, se hablaba de la crisis globalizada que arrastraría a todos; y los hombres sabedores de esta vorágine hablaban de blindaje; con palabras querían acallar el rumor de la tormenta que se avecinaba.
Y la recesión y la crisis llegaron. Y después de las primeras oleadas vienen los acuerdos y los planes para proteger la falta de empleo, la creciente desocupación, el regreso de migrantes, el resquebrajarse del sistema económico capitalista en que prevalecen el dinero y la ganancia sobre el trabajo y la persona. Lo peor de todo es que quizá las medidas acordadas, busquen remendar el sistema como remiendo nuevo sobre tela vieja.
El Papa Benedicto nos dice al respecto: “ hay una pobreza, una indigencia que Dios no quiere y que hay que combatir; una pobreza que impide a las personas y a las familias, vivir según su dignidad; pobreza que ofende a la justicia y a la igualdad y que, como tal amenaza la convivencia pacífica” “¿estamos preparados para leer (la actual crisis), en su complejidad, como desafío para el futuro y no sólo como una emergencia a la que se dan respuestas a corto plazo? ¿Estamos dispuestos a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante para corregirlo de forma concertada y a largo plazo? Lo exigen, más que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecológica del planeta y, sobre todo, la crisis cultural y moral, cuyos síntomas son evidentes desde hace tiempo en todo el mundo”.
Durango, Dgo. 22 de febrero del 2009.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango.