EL DESEMPLEO PREOCUPA A LA IGLESIA DIOCESANA

Durango, Dgo., 31 de agosto de 2009. La Arquidiócesis de Durango, a través del vicario general, presbítero Herminio Talavera Cárdenas, expresó su preocupación ante el desempleo en nuestro país y especialmente en nuestro estado. “Ciertamente ante este problema, no corresponde directamente a los pastores de la Iglesia intervenir en la organización de la vida social y laboral, esta es parte del quehacer de los fieles laicos, buscar siempre el bien común y ajustarse al mensaje evangélico y a la enseñanza de la Iglesia, animar con su compromiso cristiano las realidades, y en ellas, procurar ser testigos y operadores de paz y de justicia”. Los descubrimientos científicos y sus respectivas aplicaciones tecnológicas, las dimensiones planetarias asumidas por las relaciones económicas y las nuevas situaciones de progreso en los recursos disponibles y de crisis profunda en lo concerniente a la calidad de la vida, dijo que han contribuido a un cambio radical en el mundo del trabajo, las innovaciones han desencadenado un cambio profundo y radical en la clase obrera, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo y cultural. “Es un hecho palpable que en nuestro País, y en el entorno que vivimos, en últimas fechas ha crecido el número de trabajadores desempleados, tanto de quienes desempeñaban labores de base, como de personal que había obtenido un empleo ocasional, así como también de quienes se auto emplean”. Ante tal realidad, sin embargo, la Iglesia se debe de constituir como una voz ética y profética de nuestra sociedad.

 

El vicario general, abundó que la causa de este desorden social, ahora agravado por el fracaso de la política económica que se ha implementado, fue señalada por Juan Pablo II en su viaje a Cuba cuando dijo: “Una forma de neoliberalismo capitalista es la que subordina la persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado. Neoliberalismo que, Juan Pablo II, también cuando vino a México, calificó de “pecado social”, pues se basa en una concepción economicista del hombre, valorando el lucro y las leyes del mercado, en detrimento de la dignidad y respeto de la persona y del pueblo. Acotó que “la globalización es dirigida tan sólo por las leyes del mercado, aplicada según las conveniencias de los más poderosos”.

 

En la doctrina social de la Iglesia, ocupa un lugar importante el derecho a un trabajo digno, por esto ante las altas tasas de desempleo que afectan a muchos trabajadores de nuestro estado, y ante las duras condiciones en que se encuentran no pocos obreros en la industria y en sector agrícola, es necesario valorar el trabajo como dimensión de realización y de la dignidad de la persona humana. Es una responsabilidad ética de una sociedad organizada promover y apoyar una cultura del trabajo. Es muy a tono el número 2441 del Catecismo de la Iglesia que dice: “Acrecentar el sentido de Dios y el conocimiento de sí mismo constituye la base de todo desarrollo completo de la sociedad humana. Este multiplica los bienes materiales y los pone al servicio de la persona y de su libertad. Disminuye la miseria y la explotación económicas. Hace crecer el respeto de las identidades culturales y la apertura a la trascendencia”, agregó.

 

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