DIACONADO PERMANENTE

Durango, Dgo., 29 de octubre de 2009. La Comisión Diocesana para el Diaconado Permanente asistió al Encuentro Nacional en la Cd. De México, del 15 al 18 del presente mes, así lo dio a conocer el Vicario Regional de la Arquidiócesis de Durango, presbítero Héctor Frías Ramírez.

En ella se estuvo analizando la situación que guarda el Diaconado permanente en la república mexicana. 42 diócesis han aceptado la experiencia y 48 todavía no. Hay 772 diáconos que ejercen ministerio, de ellos la mayoría son casados, luego siguen los solteros o célibes y por último los viudos. Las edades oscilan entre los 35 a los 85 años, siendo éstos últimos una mínima parte. En cuanto a la escolaridad hay quienes tienen primaria hasta profesional que es la mayor parte. Las primera ordenaciones de diáconos permanentes se efectuaron en 1976, incrementándose de manera considerable  en los años 90’s y ha disminuido en la actualidad. «Podemos decir que la experiencia ha sido buena, aunque reclaman más aceptación por parte de los presbíteros y obispos, más información a los laicos y promover más encuentros inter diocesanos» informó el padre Frías.

El Diaconado Permanente fue restablecido por el Concilio Vaticano II y su impulso ha dado grandes frutos a favor de la urgente obra misionera de la nueva evangelización.  El sacramento del orden comporta tres grados, como primer grado el Episcopado (Obispos), en el segundo los Presbíteros (Sacerdotes) y en el tercero los Diáconos (que pueden ser permanentes o transitorios). Estos tres ministerios del orden ejercen su servicio en nombre de Cristo y tiene índole personal y una forma colegial. El Diaconado es el grado inicial de la jerarquía y está en orden al servicio y no al sacerdocio, su mismo nombre lo dice: «diácono» significa servidor, y permanente, que no aspira al segundo grado que es el sacerdocio ministerial. Este grado ministerial se confiere a varones de edad madura, aunque estén casados, a quienes se les pide ser mayores de 35 años, un mínimo de 11 años de matrimonio, ser de buena moral y costumbres, la aceptación de parte de la esposa y su familia. También se le confiere a jóvenes idóneos para quienes debe mantenerse firme la ley del celibato. Todos deben pasar por un proceso de aceptación, formación y experiencia pastoral. Haber cursado un año de propedéutico y mínimo tres de estudio. Por lo que deben ser presentados por su comunidad a través de su párroco, haber colaborado activamente en la pastoral parroquial, al menos cinco años y ser aceptados como candidatos por el Obispo.

Un requisito importante es la solvencia económica, ya que no recibirán ningún pago por sus servicios, por lo tanto deben tener asegurada su economía, su salud y todo lo que implique su subsistencia para él y su familia. En la actualidad se han dado grandes pasos en nuestra Arquidiócesis para dicha promoción, se cuenta con el equipo encargado, con el lugar de formación a los aspirantes y se ha comenzado una labor fuerte de información y motivación a los sacerdotes y fieles, de manera que se ha consultado y aceptado el que se tenga entre nosotros éste importante ministerio ordenado.

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