EL MIÉRCOLES DE CENIZA
Durango, Dgo., 08 de marzo de 2011. La comunidad católica de la Arquidiócesis de Durango, da inicio a la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza como tiempo de oración, de penitencia y de ayuno. Son cuarenta días que nos ofrece la Iglesia para que escuchando la Palabra de Dios, los cristianos demos un paso más en el proceso de conversión.
El Secretario Canciller, José de la Luz Guerrero Haro, explicó que la ceniza se consigue quemando las palmas usadas el año pasado en la Procesión de los Ramos, que nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada; de que debemos «quemar el hombre viejo» y dar lugar al «hombre nuevo»; y además nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo de la tierra; pero que todo el bien que hagamos se conserva en la eternidad, porque al final de nuestra vida sólo nos llevaremos lo que hayamos hecho por la gloria de Dios y en servicio caritativo de nuestros prójimos.
«La oración en el tiempo cuaresmal nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder convertirnos a Él, y para cambiar nuestro interior. Este día se escucha el Evangelio de san Mateo en que el Señor Jesús nos invita a entregarnos a una oración sincera pero alejada de la presunción. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la amorosa exigencia de su voluntad, a Dios le interesa mucho nuestra actitud interior», expresó el Secretario Canciller.
Sobre el ayuno, el Padre José de la Luz, dijo que la Iglesia nos dice que el miércoles de ceniza y el viernes santo, son días de ayuno y abstinencia, la cual obliga desde los 14 años, y el ayuno a partir de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carnes rojas. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido con el pecado y decirle que queremos cambiar de estilo de vida, y en adelante agradarlo siempre con nuestras buenas acciones.
El miércoles de ceniza se abre un camino espiritual sobresaliente para todo cristiano que quiere preparase dignamente a la celebración del Misterio Pascual de Jesucristo, o sea celebrar su pasión, muerte y Resurrección. «Dentro del año litúrgico, la Palabra de Dios nos invita en la Cuaresma a la conversión, y a reflexionar acerca de la realidad que hemos de abrir el corazón a Dios, y en la medida que el cristiano va hacia Dios, se da una aceptación de la propia persona con más autenticidad, ya que Dios quiere que vivamos en total conformidad con nuestro ser, y que podamos encontrar nuestro propio y autentico camino», agregó.
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