JUEVES SANTO: LA CENA DEL SEÑOR Y LAVATORIO DE LOS PIES

Durango, Dgo., 21 de abril de 2011. Este día nos recuerda la Última Cena del Señor  y el lavatorio de los pies con sus discípulos para celebrar la Pascua que para los judíos representaba la conmemoración de la liberación de Egipto.

Siguiendo la costumbre, Pedro y Juan siguieron las disposiciones de Jesús y cuidaron que todo estuviera correctamente dispuesto para la cena. La preparación que nosotros debemos realizar es de carácter espiritual, Jesús nos invita al banquete pascual y desea que, al igual que los apóstoles, estemos debidamente dispuestos para participar intensamente en el sacrificio de la Misa, acudir al sacramento de la penitencia y recibir la Sagrada comunión, pues nosotros también somos discípulos.

El lavatorio de los pies forma parte de la ceremonia, el Maestro asume  la  condición de siervo, para eso, para servir, dejando muy en claro a sus discípulos que la humildad es indispensable para ejercer plenamente el ministerio recibido de sus manos. Servir antes que desear ser servido, no es una condición exclusiva para los sacerdotes; es la doctrina que todos los fieles deben llevar a la práctica.

El Jueves Santo es como una «profecía» de la Pascua, es decir, en la Última Cena Jesús vivió conscientemente y de manera anticipada su Pasión y Muerte y en ese momento puso en claro el para qué iba a morir, el por qué aceptaba voluntaria y libremente la muerte cruenta. Los primeros datos que tenemos de que el Jueves Santo se celebra la Misa recordando la Cena del Señor, los tenemos por el Concilio de Cartago en el año 397 y por lo que cuenta Egeria que fue una peregrina o turista que visitó Jerusalén y que dejó escrito todo lo que allí se celebraba.

Antes, este día era perfectamente un día en que los penitentes celebraban su reconciliación para poder participar ya de lleno en la Pascua. Son muchos los grandes «acontecimientos salvíficos» que hoy se recuerdan en la vida de Cristo Jesús:

Su Cena de despedida y su gran Oración por nosotros.

La Institución de la Eucaristía o Santa Misa como memorial o recuerdo suyo.

La Institución del Sacerdocio Ministerial (servicio) como parte esencial de su Iglesia.

Su Testamento: el mandato de amar hasta la Muerte.

El ofrecimiento, anticipado y consciente, de su vida, de su Cuerpo y Sangre, para salvación del mundo en el MANDAMIENTO DEL AMOR.

A las 17 horas en el Sagrario Metropolitano Catedral, será la misa vespertina de la cena del Señor, presidida por el Arzobispo Don Héctor González Martínez.

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