El Papa Juan Pablo II en Durango: el empresario, el trabajo y la dignidad de la persona

Existen dos cuestiones importantes en el mundo de la empresa, el trabajo y la actividad económica. Es un campo que los hombres y mujeres de empresa deben plantearse a fondo y en serio. Y como empresarios católicos, no solo tratar el tema desde lo meramente técnico, sino teniendo en cuenta un horizonte mucho más amplio: el ser humano como persona.
Solo de ésta manera y generando una corriente de solidaridad real y eficiente en el mundo del trabajo, se podrán enfrentar los grandes retos como la pobreza, la miseria, que existen en grandes sectores de Latinoamérica y en concreto de México. Estos van en contra de dignidad de la persona y de su libertad. Para esto, no solo se debe luchar desde el ámbito de la política al generar más democracia en nuestros pueblos, sino también a través del ingenio y del trabajo de todos, y en especial, de los hombres y mujeres de empresa, ya que dentro de la sociedad ocupan un lugar destacado y decisivo para generar empleos, salarios bien remunerados, etc.
¿Cual es el perfil característico del hombre y de la mujer de empresa? Lo más importante que debe sobresalir es la actitud de servicio al bien común. Se trata de algo que va más allá del mero humanitarismo; es decir, no solo para ayudar ante urgencias ocasionales. Sino, más bien, “en una disponibilidad constante, en una manera de concebir la propia función de empresario, en un estilo que marca su modo de hacer”. Aceptar con todas sus consecuencias la responsabilidad que tienen como empresarios.
Cual es el “bien común” responsabilidad del hombre de empresa? “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección… abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (Gaudium et spes 26,74).
El bien común afecta a la vida de todos. Tiene tres elementos esenciales: a) el respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, los empresarios están obligados a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. La empresa debe ayudar y permitir a cada uno de sus trabajadores realizar su vocación. b) El bien común exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo. El desarrollo es el resumen de todos los deberes sociales, la empresa debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho de fundar una familia. c) El bien común implica la paz, es decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo. También desde la empresa se debe colaborar con la seguridad de la sociedad y la de sus miembros.
La responsabilidad a la que llama el Papa Juan Pablo II a los hombres y mujeres de empresa se centra en tres ejes fundamentales: las personas que forman parte de las empresas, la sociedad y el ambiente.
Existe “una grave responsabilidad respecto a las personas que trabajan en vuestras empresas”, expresaba el Papa. Y la enfoca en dos temas principales: el trabajo y la cuestión del justo salario.
En su Encíclica “Laborem exercens” (sobre el Trabajo Humano), aborda ampliamente estos temas. “Afortunadamente, se ha acrecentado la conciencia de que el trabajo humano no puede ser contemplado desde la mera perspectiva comercial, como una mercancía que se compra o se vende”. Esta forma de pensar respecto al trabajo ha ido evolucionando, cediendo a un modo más humano de pensar y valorar el trabajo, aunque habrá siempre el peligro de considerarlo como una “mercancía”, o como una “fuerza necesaria” para la producción (Laborem excercens 7).
Esto ha dado lugar a una solidaridad de los hombres del trabajo y a una toma de conciencia más comprometida sobre los derechos de los trabajadores por parte de los demás, lo que ha generado, en muchos casos, cambios profundos. “Se han ido buscando diversos sistemas nuevos. Se han desarrollado diversas formas de neocapitalismo o de colectivismo. Con frecuencia los hombres del trabajo pueden participar en la gestión y en el control de la productividad de las empresas. Por medio de asociaciones adecuadas, ellos influyen en las condiciones de trabajo y de remuneración, así como en la legislación social. Pero al mismo tiempo, sistemas ideológicos o de poder, así como nuevas relaciones surgidas a distintos niveles de la convivencia humana, han dejado perdurar injusticias flagrantes o han provocado otras nuevas (Laborem exercens 8)”.
Hay algo inseparable del trabajo y que es de máxima importancia: la dignidad de la persona. La intención fundamental y primordial de Dios respecto del hombre, que Él “creó… a su semejanza, a su imagen” (Gen. 1,26-27), no ha sido revocada ni anulada ni siquiera cuando el hombre, después de haber roto la alianza original con Dios, oyó las palabras: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Gen. 3.19). Estas palabras se refieren a la fatiga a veces pesada, que desde entonces acompaña al trabajo humano; pero esto no cambia el hecho de que éste es el camino por el que el hombre realiza el “dominio”, que le es propio sobre el mundo visible “sometiendo” la tierra. Con toda esta fatiga el trabajo es un bien del hombre…Y es no sólo un bien “útil” o “para disfrutar”, sino un bien “digno”, es decir, que corresponde a la dignidad del hombre, un bien que expresa esta dignidad y la aumenta. Queriendo precisar mejor el significado ético del trabajo, se debe tener presente ante todo esta verdad. El trabajo es un bien del hombre (es un bien de su humanidad), porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido “se hace más hombre” (LE 9).
Sin duda el tema del trabajo del que nos habló el Papa Juan Pablo II en su visita a la Arquidiócesis de Durango en mayo de 1990, es de gran actualidad.

Durango, Dgo., 3 de Abril del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

Reflexión dominical IV Domingo de Cuaresma; 3-IV-2011 La luz ante las tinieblas

El tema en este 4º. Domingo de Cuaresma es el tema de la luz. Leamos de la carta de S. Pablo a los efesios: “hermanos, antes eran tinieblas; ahora son luz en el Señor. Compórtense como hijos de la luz; el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad”. Así define S. Pablo a los cristianos, escogidos y elegidos de Dios. Esto es el resultado de Cristo-luz y de la aceptación por parte del hombre, que como Cristo se convierte en luz. El compromiso de quien ha resultado luz en Cristo, no es sólo de huir del mal o de obrar el bien; sino, también de denunciar las obras de las tinieblas y convencerlas de culpa. Así, el cristiano continúa la acción de Cristo. Así, se es luz y así se ilumina al mundo. Leer más

Circular 06/2011. Aportación para la Casa Sacerdotal

A TODOS LOS SACERDOTES DE LA ARQ IDIOCESIS DE DURANGO

Muy estimados hermanos en el Señor:

La Casa Sacerdotal ha estado en permanente construcción, gracias al empeño del comité, integrado por laicos, que se han dado a la tarea de conseguir aportaciones económicas y donativos en especie (material de construcción). De acuerdo a una meta que nos hemos propuesto, al inicio del próximo año, Dios mediante, estaremos terminando con la primera etapa y estará a disposición para poder tener un lugar donde recibir a nuestros hermanos sacerdotes enfermos y mayores que lo necesiten.

Para esto es necesaria la aportación del presbiterio. Un acuerdo tomado por todos, en el Consejo Presbiteral, es el de una aportación de todos los sacerdotes de una cantidad mensual de $500.00, a partir del mes de agosto del 2010. Algunos sí la han hecho pero un gran número de sacerdotes no han aportado o se han retrasado.

Los invitamos a ponerse al corriente en sus aportaciones. Por ello les hacemos llegar un informe por Decanato para que, motiven esta aportación. Les pedimos especialmente a los Decanos que se responsabilicen y nos envíen cada mes la aportación.

Pedimos a Nuestro Señor que la vivencia de la cuaresma, nos haga crecer en la caridad sacerdotal.

Durango Dgo., a 1 de Abril del 2011

+Mons. Héctor González Martínez
Arzobispo de Durango

+ Mons. Enrique Sánchez Mtz.
Obispo Auxiliar
Coordinador de la Comisión del Clero

Circular 04/2011. Ejercicios Espirituales

A TODOS LOS SACERDOTES DE LA ARQUIDIOCESIS DE DURANGO

Muy estimados hermanos en el Señor:

El presbítero tiene que santificarse, ante todo, en y por su deber de estado sacerdotal y apostólico, pues «el principio interior, la virtud que anima y guía la vida espiritual del presbítero en cuanto configurado con Cristo Cabeza y Pastor es la caridad pastoral, participación de la misma caridad pastoral de Jesucristo: don gratuito del Espíritu Santo y, al mismo tiempo, deber y llamada a la respuesta libre y responsable del presbítero» (PDV 23).
Los Ejercicios Espirituales son una gran oportunidad para seguir profundizando en esta cualidad específica de nuestra espiritualidad diocesana; por lo tanto, TE CONVOCAMOS a realizarlos en el próximo mes de Agosto, en las instalaciones del Seminario Mayor y asistir con alegría y disposición. Los dos grupos de ejercicios serán dirigidos por Mons. Vitorino Girardi Obispo de Tilarán, Costa Rica.

1er GRUPO:
Fecha: del 15 al 19 de Agosto
Inicio: lunes 15 a las 4:00 p.m.

2do GRUPO:
Fecha: del 22 al 26 de Agosto
Inicio: lunes 22 a las 4:00 p.m.

Adjuntamos las listas de los grupos, para que puedan identificar el grupo y la fecha en que deberán vivir sus ejercicios. Solo por alguna razón de urgencia podrán cambiarse de grupo. Para hacerlo, deberán avisar al Pbro. Refugio Estrada Noris (tel. cel. 618 1638352). La cuota de recuperación será de $900.00 (novecientos pesos).

Pedimos a Nuestro Señor que los próximos Ejercicios Espirituales sean de gran provecho para nuestra vida y ministerio sacerdotal.

Durango, Dgo., a 1 de Abril del 2011

+Mons. Héctor González Martínez
Arzobispo de Durango

+ Mons. Enrique Sánchez Mtz.
Obispo Auxiliar
Coordinador de la Comisión del Clero

EL ADULTERIO ATENTA CONTRA LA INSTITUCIÓN MATRIMONIAL

Durango, Dgo., 1 de abril de 2011. Publicaciones locales han informado que el pasado 24 de marzo, el Senado de la República aprobó la despenalización del adulterio al considerar que las relaciones extramaritales no significan un daño grave de riesgo o de peligro para el ofendido.

En ese sentido, el Secretario Canciller de la Arquidiócesis de Durango, presbítero José de la Luz Guerrero Haro, opinó que  para la enseñanza milenaria de la Iglesia basada en la Sagrada Escritura, y en la Ley natural y moral, se mantiene la vigencia de que el adulterio es un pecado grave; independientemente de que las leyes civiles declaren la despenalización, sigue siendo moralmente ilícito e inmoral.

«La materia grave es precisada por los Diez Mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: «No mates, no cometas adulterio. . . (Mc 10,19), incluso condena el deseo de cometer adulterio. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución matrimonial, violando el contrato que le da origen», añadió.

El Secretario Canciller, dijo que hay comportamientos concretos, como la fornicación y el adulterio, que siempre es un error elegirlos, porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral. «Es erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando sólo la intención que los inspira o las circunstancias, por ejemplo el ambiente, que son su marco. Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son gravemente ilícitos por razón de su objeto, por ejemplo el adulterio».

A los católicos bautizados, se les exhorta a vivir las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, y a los casados a renovar su fidelidad mutua; aunque el ambiente y las modas de comportamiento mostraran que la mayoría lo cometiera, recordando que el adulterio es pecaminoso aunque todo mundo lo llegara a practicar. Aquí, ni las leyes ni la mayoría de las opiniones pueden dar licitud y moralidad a lo que intrínsecamente es desordenado, y va contra la santidad de la alianza matrimonial.