EPISCOPEO 1 DE SEPTIEMBRE DEL 2012

«Doctrina Social de la Iglesia: elemento esencial de la Nueva Evangelización»

En el cumplimiento del mandato de hacer discípulos a todos los pueblos y de bautizarlos (Mt 28,19-20), a lo largo de su historia, la Iglesia ha puesto en práctica experiencias pastorales diversas, encaminadas a la transmisión de la fe y de la necesidad de anunciar el Evangelio con el lenguaje de los hombres, en sus diversas culturas.

 Así lo ha realizado la Iglesia desde el comienzo de su historia, “aprendió a expresar el mensaje cristiano con los conceptos y en la lengua de cada pueblo y procuró ilustrarlo además con el saber filosófico. Procedió así a fin de adaptar el Evangelio a nivel del saber popular y a las exigencias de los sabios en cuanto era posible. Esta adaptación de la predicación de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda la evangelización. Es propio de todo el Pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada” (Gaudium et spes 44).


El desafío más importante del cristianismo, y de la Iglesia Católica, es seguir transmitiendo la fe, anunciar el mensaje cristiano y educar en la fe, frente a los cambios sociales y culturales del mundo de hoy. El Santo Padre Benedicto XVI confirma cómo la evangelización “no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre. El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de la evangelización, porque a Jesucristo, que nos ama, le interesa todo el hombre”.

Las enseñanzas de la Doctrina social de la Iglesia, son un elemento esencial de evangelización ya que es “anuncio y testimonio de la fe…Es instrumento y fuente imprescindible para educarse en ella” (Caritas in veritate 15). Los principios de dicha Doctrina han de ser profundizados en la nueva evangelización.
La Doctrina Social de la Iglesia es pues un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad basado en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia la define como un «cuerpo doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia en la plenitud de la Palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el curso de la historia» (Compendio, 104).

La doctrina social cristiana es parte integrante de la concepción cristiana de la vida, así lo expresó el Papa Juan XXIII, en la encíclica Mater et Magistra. El beato Papa Juan Pablo II afirmó: «La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia» (Sollicitudo Rei Socialis, 41); también dijo en Centesimus Annus: “la doctrina social es instrumento de evangelización… anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre».

La Doctrina Social ofrece principios permanentes que constituyen los verdaderos y propios puntos de apoyo de la enseñanza social católica y son: Dignidad humana, Bien común, Destino Universal de los bienes, Principio de subsidiaridad, Principio de solidaridad. Tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la realidad social en su conjunto: desde las relaciones interpersonales caracterizadas por la proximidad y la inmediatez, hasta aquellas mediadas por la política, por la economía y por el derecho; desde las relaciones entre comunidades o grupos hasta las relaciones entre los pueblos y las Naciones.

Por su permanencia en el tiempo y universalidad de significado, la Iglesia los señala como el primer y fundamental parámetro de referencia para la interpretación y la valoración de los fenómenos sociales, necesario porque de ellos se pueden deducir los criterios de discernimiento y de guía para la acción social, en todos los ámbitos.

Estos principios tienen un significado profundamente moral porque remiten a los fundamentos últimos y ordenadores de la vida social. Para su plena comprensión, es necesario actuar en la dirección que señalan, por la vía que indican para el desarrollo de una vida digna del hombre. La exigencia moral que contienen los grandes principios sociales concierne tanto el actuar personal de los individuos, como primeros e insustituibles sujetos responsables de la vida social a cualquier nivel, como también a las instituciones, representadas por leyes, normas de costumbre y estructuras civiles, a causa de su capacidad de influir y condicionar las opciones de muchos y por mucho tiempo.

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