Dos nuevos Canónigos para la Arquidiócesis de Durango

iglesia2-jpgEl Excelentisimo Señor Arzobispo Don Héctor González Martínez dará el nombramiento de Muy Ilustre Señor Canónigo, a los presbíteros José Guadalupe Chávez Alarcón y Javier Almeida Chi, este lunes 4 de noviembre en punto de las 9:00 horas en la Catedral de Durango. Así lo informo el Padre Herminio Talavera, Pro Vicario General de la Arquidiócesis de Durango, quien explicó que: “…Los sacerdotes canónigos, se distinguen por sus virtudes humanitarias y su ministerio de servicio y entrega a sus hermanos. Son los encargados de rezar diariamente, y en representación de todos los fieles de nuestra Iglesia Local, la “Liturgia de las Horas”, oración de alabanza, súplica y petición de perdón a Dios Nuestro Señor.” Dicho rezo se realiza diariamente en la Catedral de Durango a las 9:00 horas, y pueden asistir los fieles que así lo deseen.

E P I S C O P E O El amor es la respuesta al don de Dios con el cual Él viene a nuestro encuentro

E P I S C O P E O

El amor es la respuesta al don de Dios con el cual Él viene a nuestro encuentro

Algunas personas preguntan sobre cuál es la mejor religión. Hoy existen muchas religiones y distintas propuestas religiosas y espirituales. Unos han de contestar que su propia religión es la mejor, otros afirman que “todas son simples negocios, o formas de sostener un poco de poder sobre otros con mentes débiles”. Hay quienes afirman que es aquella que te satisface, la que llena tu vida y tu espiritualidad, la que cumple tus expectativas. Alguien le preguntó al Dalai Lama “Su Santidad, ¿Cual es la mejor religión?” y contestó: “La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor”. Pero “¿Qué es lo que me hace mejor?” Él respondió: “Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético… La religión que consiga hacer eso de ti, es la mejor religión.”

Cualquiera que sea la respuesta, se puede afirmar que la religión está profundamente unida al amor. Para nosotros que profesamos la religión cristiana católica, el amor, “antes de ser un mandato, es un don, una realidad que Dios nos hace conocer, experimentar, de manera que como una semilla, que pueda germinar incluso dentro de nosotros y desarrollarse en nuestra vida”.

“Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. También Juan nos ofrece, una formulación sintética de la existencia cristiana: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (Benedicto XVI Deus caritas est, 1)

Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna” (3, 16).

La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que compendian el núcleo de su existencia: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas” (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (19,18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (1Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro.

Es en Jesucristo, quien el propio Dios va tras la “oveja perdida”, la humanidad doliente y extraviada. Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo y lo abraza, no se trata sólo de meras palabras, sino que es la explicación de su propio ser y actuar. En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla Juan (19, 37), ayuda a comprender lo que significa: “Dios es amor” (1 Jn 4, 8). Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora, qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar.

Durango, Dgo., 3 de Noviembre del 2013 + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Domingo XXXI ordinario; 3-XI-2013 Hoy, en la parábola de Zaqueo descubriremos la revolución interior del hombre

Un habitante de Jericó, llamado Zaqueo, pequeño de estatura, se subió a un árbol para ver a Jesús que pasaba. Al pasar, “Jesús levantó la mirada, lo vio y le dijo: Zaqueo baja luego, porque hoy debo hospedarme en tu casa. Zaqueo bajó de prisa y lo hospedó lleno de gozo; viéndolo todos, murmuraban, ha ido a alojarse con un pecador; pero, Zaqueo, levantándose dijo al Señor: daré la mitad de mis bienes a los pobres, y si he defraudado a alguno, le restituiré otras cuatro veces. Jesús respondió: Hoy ha entrado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham; pues el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

S. Lucas sigue repasando a los pecadores públicos. También Zaqueo era un publicano, rico; por tanto era bastante difícil, no imposible, entrar en el Reino de Dios. Pero, Zaqueo busca y acepta encontrarse con Jesús y hospedarlo en su casa; se arrepiente de haber defraudado al prójimo, se libera de los bienes excesivos y piensa en los pobres. Por tanto, él puede ser discípulo de Jesús, alcanzar la salvación, y, mediante su fe, tener parte con Abraham.

Jesús pone en práctica la Sabiduría, comunica el amor gratuito de Dios a Zaqueo, y este se convierte, abre el corazón y las manos: el encuentro y el contacto con Jesús, lo convierten, le abren el corazón y las manos: se realiza la revolución del corazón del hombre.

El gesto exterior del dar, como todo gesto humano, es de por si, ambiguo: el don de una persona cerrada en sí misma, todo centrado a la afirmación de sí, es egoísmo camuflado. La beneficencia, muchas veces puede ser la tapadera de la explotación, más aún, el medio para continuarla.

En cambio, el gesto de Zaqueo que restituye el cuádruplo a los que había defraudado, y da la mitad de sus bienes a los pobres, nace de una conversión interior, cambia de ruta, sucedido en el encuentro con Jesús: Encontrando el amor, descubriendo al ser amado, uno es capaz de encontrar a los demás. Los miras con ojos distintos, no más como sujetos de quienes se goza, sino como personas a amar. Y esto, porque finalmente logra mirarse a sí mismo y su vida con los ojos de aquellos a quienes había hecho injusticia.

Entonces, también el dinero cambia de dirección: al gesto de arrebatar sustituye el gesto de dar libre y gratuitamente. Así el dinero, de objeto de presa se convierte en signo de comunión. Cristo, hecho huésped de Zaqueo, ilumina este cambio y lo interpreta como gracia y liberación: “Hoy la salvación ha entrado en este casa”. Cristo es verdaderamente el evangelizador de todos, pobres y ricos. Su preferencia se dirige a los pobres, a los últimos: “mi Padre me ha enviado a anunciar a los pobres la alegre noticia”.

La salvación anunciada por Cristo es total e integral. Se extiende a todos los hombres y a todo el mundo; incluye la liberación del pecado y de la muerte y la posesión progresiva de todo lo que es bien y auténticamente humano. La libertad traída por Cristo, es, no sólo de esclavitudes interiores y de condicionamientos exteriores; es sobre todo libertad para ser más, para amar, para amar, para edificar la paz, en la comunión con Dios y con nuestros hermanos los hombres.

La evangelización de los ricos explotadores, incluye la denuncia valiente de su situación y el apelo a una conversión efectiva: Pues, también los ricos, pueden volverse ciudadanos del Reino, a condición actúen como Zaqueo. Esta es la revolución del corazón del hombre.

Héctor González Martínez

Arz. de Durango

Redactarán historia del Obispo de Nueva Vizcaya por sus 400 años

catedralEl Excelentísimo Señor Arzobispo Don Héctor González Martínez presidió el día de ayer una reunión con un grupo de historiadores de diferentes partes del país, que por iniciativa de Nuestro Pastor, fueron convocados para trabajar en la investigación y redacción de la historia del Obispado de la Nueva Vizcaya, pues se estarán cumpliendo 400 años de su fundación en el 2020. Así lo informó el Presbítero Alejandro Bacio, Coordinador del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Durango, quien explicó que: “…Dicho Obispado abarcaba un extenso territorio desde el norte de Jalisco hasta Nuevo México, en Estados Unidos. En la reunión, la cual es la segunda del año, estuvimos planeando los métodos de investigación que se utilizarán, así como la temática histórica, religiosa y socio cultural.” En el proyecto participan historiadores de la UNAM, y de los estados de Sinaloa, Chihuahua, Zacatecas y Durango