Arzobispo de Durango: padre y hermano para los Sacerdotes, Pastor para el pueblo de Dios

mons enrique episcopeo-01Hoy es día de fiesta y de alegría cristiana para nuestra Iglesia de Durango, porque hoy te recibimos, como el que viene “en el nombre del Señor”. Este pueblo de Dios te recibe como su nuevo Pastor, para continuar escribiendo la historia en estas tierras norteñas, duranguense y zacatecana, para seguir llevando el Evangelio por esta vasta y variada geografía de sierra, llanos, quebradas y largos caminos y carreteras, de tierra prieta y colorada, como lo hicieron tus antecesores y nuestros antepasados.

            Una Iglesia en la que fue sembrado el Evangelio y cultivado con la sangre de los mártires, desde el inicio de la evangelización, hasta hace poco con el martirio de los padres: San Mateo Correa y San Luis Bátis; los laicos: San Manuel Morales, San Salvador Lara, y San David Roldán, quienes fueron sacrificados en la persecución cristera. Somos gente recia, directa, noble, trabajadora y religiosa; de los Estados del norte somos los más pobres, pero con una gran esperanza, con un deseo de vida nueva, de mas justicia, de mas trabajo.

            De estas tierras han surgido innumerables vocaciones sacerdotales y religiosas; en nuestro Seminario hay jóvenes que quieren dar una respuesta al llamado de Dios. Vienen de todas partes, de la sierra, de los llanos, bastantes de las parroquias zacatecanas y también de las ciudades. Nuestra Arquidiócesis ha sido generosa en vocaciones de misioneros que se han entregado al servicio del Evangelio. Así también es nuestro presbiterio: unido, formado, bueno, generoso, disponible, sencillo, exigente, que espera de su pastor su cercanía para llevar el yugo suave y aligerar la carga.

Mons. José Antonio, queremos que seas nuestro Obispo y nuestro Pastor. Queremos que anuncies la Buena Nueva del Evangelio a todos los que vivimos en esta tierra. Queremos que seas el primer sacerdote, padre y hermano en el presbiterio de nuestra Arquidiócesis. Queremos que tengas la última palabra en el ejercicio del ministerio de la Comunión

            Queremos que seas para nosotros como lo dice el Papa Francisco: “El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos. En su misión de fomentar una comunión dinámica, abierta y misionera, tendrá que alentar y procurar la maduración de los mecanismos de participación… y otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de escuchar a todos y no sólo a algunos que le acaricien los oídos…el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos” (Evangelii Gaudium, 31).

Hoy te recibimos con esperanza, para caminar juntos. Anhelamos seguir siendo piedras vivas de esta Iglesia de Durango. Iglesia que se hace palabra, gesto, puerta abierta en todos los pueblos, comunidades y barrios, en la vida de nuestras parroquias, de los colegios católicos, de los grupos y movimientos, de nuestros planes de pastoral y de los proyectos sociales y educativos, que se llevan adelante. Queremos que tu cayado de Pastor nos indique el camino, y que tu caridad nos estimule a seguirlo. Que podamos anunciar a todos la alegría del Evangelio, esa que nadie nos puede quitar.

Cuenta con nosotros, con tu presbiterio, integrantes de la vida consagrada, los movimientos y asociaciones, de los innumerables laicos, que viven, trabajan y se entregan cada día con amor, para construir esta querida Iglesia de discípulos misioneros que peregrina en Durango.

            Ahora, nosotros somos tu hermano, tu hermana, tu padre y tu madre, somos tu nueva gran familia que hoy te recibe con alegría y que confía recibir lo mejor de ti; espera una palabra de consuelo para los que sufren, los enfermos, los pobres. Una familia que espera enriquecerse con tus dones, con tu guía de padre y de pastor.

Pero también hoy nosotros nos comprometemos como Iglesia, recordando las palabras que San Ignacio de Antioquía escribió a los cristianos de Esmirna: “que nadie haga nada en lo que atañe a la Iglesia sin contar con el Obispo”.

Que el Señor te bendiga, te siga colmando de Su presencia, y que María, la Virgen Inmaculada, patrona de nuestra Catedral y del Seminario, te acompañe siempre en este camino que hoy comienza. Amén.

Durango, Dgo., 23 de Noviembre del 2014

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

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