El Islamismo
Las coyunturas históricas piden nuestra reflexión histórico-cristiana sobre el Islamismo, que teniendo como iniciador o fundador a Mahoma, actualmente cuenta entre mil y mil quinientos millones de creyentes, de lo que nos ocuparemos en esta y dos entregas más. Mahoma nació hacia el año 571 en La Meca (Arabia Saudita). Pasó su juventud envuelto en leyendas y tradiciones de los hanifs (árabes influenciados por judíos y cristianos que sentían la tendencia a una religión espiritual y elevada). Casi la única fuente segura que nos da datos ciertos es El Corán, libro sagrado del Islamismo, que debe ser leído críticamente.
De los datos y leyendas del Corán, podemos deducir que Mahoma era hijo de Abdallah, familia de los hachemitas, tribu de los coraichitas. Pronto quedó huérfano y fue recogido por su abuelo Abd-el-Montalib, al morir este dos años después, quedó de tutor su tío Abou-Talib. Por la pobreza de su tío, Mahoma tuvo que dedicarse a cuidar ganado, trabajo que estimó siempre como timbre de gloria, comparándose con los grandes profetas, escogidos por Dios. Tal vez, en esta primera etapa, por sus contactos personales con comerciantes judíos y cristianos que pasaban por La Meca, de ellos aprendió a tener altos ideales religiosos, convirtiéndose en verdadero hanif.
A la edad de 25 años, se puso al servicio de Khadidja, una pariente lejana de 40 años de edad, intimando hasta contraer matrimonio. Khadidja, influyó mucho en el desarrollo de la ideología religiosa y en la moralidad conyugal de Mahoma, dándole varios hijos, particularmente Fátima, que casada con Alí, inicia el tronco hereditario de Mahoma. A los 30 años empezó a sentir fuerte preocupación por los temas religiosos; llevaba vida de hanif, meditando en la otra vida, adorando a un solo Dios, Allah, es decir Creador del mundo y de cuanto contiene; abominando del fetichismo árabe, retirándose de vez en cuando durante un mes a un monte cercano para hacer intenso ascetismo. Estos retiros, en ayuno y meditación, forman el punto de partida de la religiosidad mahometana.
Este es el tiempo de las supuestas revelaciones o visiones; según una de las cuales, se le apareció el ángel S. Gabriel y le dijo: “toma y lee”, enseñándole la existencia de Dios, Creador y Señor absoluto del hombre. A los tres años se repitieron las visiones, asegurándole de su misión profética, como enviado de Dios. El resultado fue que a los 33 años de edad, llegó a la sugestión absoluta de ser escogido y enviado de Dios para comunicar a los pueblos árabes la verdadera fe. En esta convicción le apoyó fuertemente su esposa. Mahoma tenía fe absoluta en los sueños como sus contemporáneos; podemos admitir que realmente tuvo algún género de visiones, verdaderos sueños que fueron sugestionándole más y más, sobre su misión para con sus paisanos. Las verdades con que inició su predicación, fueron: “Dios es nuestro Creador, a Quién todos debemos estar sumisos, y Mahoma es su profeta, a quién por consiguiente hay que creer y seguir”. Este seguimiento de Dios se llamó Islam.
Seguro de su misión y creyéndose profeta de Allah, inició su campaña proselitista: quienes se adhirieron primero fueron: su esposa, El Zaid, Abou-Bekr, Ohman, Omar, algunos jóvenes, mujeres y esclavos. Los inicios fueron lentos y erizados de dificultades; Mahoma no se dirigió abiertamente contra el culto establecido. Atacó la idolatría como contraria a la tradición árabe; atacó duramente los abusos de los comerciantes ricos contra los pobres.
La tribu de los coraichitas, tomó la causa como propia. Y juzgando que aquella predicación iba encaminada a destruir el culto centralizado en La Meca, iniciaron una abierta oposición y una persecución contra el innovador. Hay qué reconocer que Mahoma mostró habilidad y acierto, en el modo de iniciar, uniendo la finalidad religiosa con la social y política; se puso de parte de los pequeños comerciantes y de la gente pobre, de donde reclutará las masas que habían de llevarlo al triunfo. Pero, el choque fue terrible: Mahoma fue tratado de loco, soñador e imaginario y sobre todo, de enemigo de la tribu; se reían de su misión y le exigían pruebas irrefutables.
La persecución iba creciendo, de modo que Mahoma, su familia y sus partidarios en La Meca, se vieron en verdadero peligro. Para colmo murió su esposa y su tío Abou-Talib, en quienes sentía seguridad. Recibió una comisión de emisarios de Medina, asegurándole asilo y protección. Ante lo cual inició la emigración por grupos, primero sus amigos; al fin el 16 de julio del 622 salió él a Yatrib, que desde entonces se llamó Medinet-en-Nabi, o simplemente Medina o Ciudad del profeta. Fue verdaderamente una héjira (fuga o huida), que da comienzo a la lucha de Mahoma por la conquista de la hegemonía sobre las naciones árabes, y triunfo del mahometismo. Las leyendas narran que inmediatamente una araña tejió una tela en la cueva donde se refugiaron Mahoma y compañeros.
Héctor González Martínez; Obispo