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Kerigma «Queremos ver a Jesús»

El número 1229 del Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos esenciales: El Anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión eucarística”.

La Arquidiócesis de Durango, pone a su disposición el material «Kerima Queremos ver a Jesús»; material con el cual tendremos la oportunidad de entender y fortalecer, la unidad de los tres Sacramentos de la Iniciación Cristiana y con ello profundizar en su rico sentido.

FIDES QUA – FIDES QUAE

“Subsidio para conocer, celebrar y vivir el año de la fe”

Como es sabido por la mayoría de los cristianos del mundo, su Santidad el Papa Benedicto XVI, ha convocado a toda  la Iglesia a un año de la fe, que tendrá lugar del 11 de octubre de 2012 al 24 noviembre de 2013.

En la carta Porta fidei (Puerta de la fe) en la que el Santo Padre nos convoca al año de la fe, nos dice: «Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de re descubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo» (PF 2).

Para un cristiano lo esencial es el encuentro con una persona viva, real, que es a la vez Dios y hombre, que nos amó, se entregó por nosotros y nos rescató de la muerte. Por eso el Santo Padre en su viaje apostólico a México, en las vísperas con los obispos les exhortaba sobre el año de la fe diciéndoles: «Las iniciativas que se realicen con motivo del “Año de la fe” deben estar encaminadas a conducir a los hombres hacia Cristo». Leer más

Función pastoral del Decano y del decanato dentro de una más vigorosa pastoral diocesana.

1. En la organización pastoral de nuestra Arquidiócesis, que ha buscado la comunión y la descentralización para atender con mayor eficacia y prontitud a los fieles, el decanato y el decano han cobrado poco a poco protagonismo y se van constituyendo como unidad básica de animación y coordinación de los proyectos pastorales, sobre todo en la Misión diocesana.
2. El presente escrito pretende ser una exhortación para todos aquellos que tienen un rol importante (de servicio) dentro de la pastoral diocesana, los tiempos han cambiando, la diócesis ha cambiado, la manera de hacer pastoral también tiene que cambiar.
3. No es problema de Mensaje, sino de lenguaje. No son los contenidos los que se buscan modificar, ni siquiera las formas, lo que es necesario cambiar son las actitudes y el espíritu con el que se asume la Misión y las prioridades pastorales.
4. Los programas, los planes de pastoral, las estructuras eclesiales, son frías si no se revisten de espiritualidad, por eso es necesario superar una pastoral sin alma. Analicemos los caminos naturales que impulsan nuestra pastoral diocesana, la parroquia merece reflexión aparte:
A. EL DECANATO.
5. Es necesario insistir en la unidad dentro del decanato: que sea en verdad el lugar de la integración armónica de todos los ministerios y los carismas. Las experiencias de trabajo en común favorecen la madurez de las comunidades y son de gran valor en el proceso pastoral con el que estamos comprometidos.
6. Todos los miembros del decanato cuidarán de vivir inspirados por el Espíritu de Jesús, de modo que se sientan miembros del Cuerpo de Cristo, donde todos y el trabajo de cada uno es importante e indispensable para el éxito de la tarea de la evangelización (Cf. 1 Pe 2, 4-6).
7. Cuando el servicio es expresión de la fe viva se está dispuesto a trabajar con alegría donde sea necesario: el grupo, la parroquia, el decanato, la vicaría, la diócesis, el país. El servicio alegre, abnegado y perseverante es el terreno propicio donde se manifiesta el Espíritu del Señor promoviendo vocaciones misioneras.
8. El amor y la comunión son un testimonio poderoso para ser creíbles (Cf. Jn 17, 21). La comunión no brota automáticamente, sino se construye con la gracia de Dios, promoviendo la fraternidad y la aceptación de todos, especialmente de los laicos.
9. La tarea pastoral del decano se sintetiza en el servicio de comunión y colaboración que habrá de ofrecer a sus hermanos: sacerdotes, miembros de vida consagrada y laicos.
10. En la pastoral de la que hablamos, el decano no será el que resuelva o ejecute todas las iniciativas o acciones decanales. Su servicio será de promoción, acompañamiento, coordinación e integración de los proyectos comunes con todas las parroquias, grupos organizados, movimientos y comunidades; de tal forma que se garantice la ejecución de lo acordado en beneficio de todo el decanato.
11. Esto será siempre con sentido eclesial, ayudando a superar el que las parroquias sean consideradas como comunidades cerradas y autónomas; los carismas como distintivos que dividen y separan; y los sistemas, movimientos y organizaciones apostólicas como respuestas en competencia unas con otras.
12. Las parroquias buscarán participar, expresando su aprecio y apoyo a las tareas del decanato. Tenderán puentes por medio de los agentes. La conversión a la comunidad, que conlleva el conocimiento recíproco, la amistad y la ayuda mutua, es la base de un trabajo en común.
13. Para que el decanato trabaje a favor de la pastoral diocesana, más que la multiplicación de iniciativas, lo importante será que todos los responsables unifiquen sus criterios, de acuerdo con las necesidades y características del decanato, y por supuesto la prioridad será la Misión diocesana y el Plan Diocesano de Pastoral.
14. Una vez determinada la tarea común del decanato, se esclarecerá el objetivo, el conjunto de acciones a realizar dentro de tiempos establecidos, el proceso y la evaluación del trabajo realizado.
15. Se asegurará la atención a las tareas fundamentales de la pastoral profética, litúrgica y social, sin desequilibrios ni vacíos, a fin de superar las carencias de muchas parroquias que se limitan a la liturgia y dejan vacíos en la catequesis y en la pastoral de la caridad; así mismo se promoverá especialmente a aquellas parroquias que parecen no interesarse por el proceso misionero arquidiocesano.
16. Con este ambiente debe promover el decano las reuniones ya establecidas de decanato y prioridades donde convivan, oren, evalúen y planifiquen juntos, sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos; y también reuniones por separado, en donde cada uno de estos grupos se apoye en el crecimiento de su propia vocación.
17. Todos los decanatos deberán tener la capacidad de acompañar a las personas en su descubrimiento y encuentro con Cristo, en la conversión y adhesión a él, así como en la maduración de su opción apostólica.
18. Quienes desean incorporarse a las tareas de la Misión están necesitados de la formación y maduración de su fe, que les permita ser evangelizadores eficaces. Esto no está resultando fácil, pues contamos con pocos formadores organizados.
19. Sean muchos o pocos los agentes que se incorporen, necesitamos una estructura mínima de formación que los apoye. En los inicios del nivel elemental, corresponde a la parroquia sentar las bases de esta formación. La parroquia no puede renunciar ni delegar lo que constituye una parte fundamental de su tarea (formar misioneros). El decanato es y debe ser también, la instancia viable para formar misioneros.
B. EL DECANO.
Como mero ejercicio de reflexión el siguiente apartado tiene la finalidad de que juntos maduremos, complementemos, quitemos o pongamos los elementos que consideremos fundamentales para tener mas claro el perfil del decano. No dudo será un instrumento útil en apoyo a la comunión y, en consecuencia, a una más vigorosa pastoral en nuestra Iglesia particular.
Este escrito esta inspirado en el Código de Derecho Canónico y en las enseñanzas de la Iglesia, se ha tomado en cuenta la experiencia de nuestras comunidades parroquiales y de decanato, a la que se añade la reflexión que ha generado nuestro proceso en la Misión Diocesana en esta IV etapa.
Se resalta la figura del decano como un sacerdote cuya misión al servicio de la comunión, implica una seria responsabilidad y aceptación, especialmente por parte de los presbíteros y demás miembros de las prioridades decanales.
Además de la encomienda pastoral en la propia parroquia, el decano tiene que ser elemento unitivo y dinámico en las demás parroquias de su decanato, y ha de estar en cercanía y diálogo frecuente con el Vicarío regional, Vícario diocesano y por supuesto con los Señores Obispos. Esto supone dedicación y, por tanto, una atinada organización de su tiempo. Debe ser un animador nato de la misión.
Por tanto, pedimos a los presbíteros, que en el discernimiento para presentar al Obispo candidatos a ocupar el cargo de decano, actúen con responsabilidad y esmero; así serán presentados como candidatos los que por su experiencia, aceptación y capacitación sean en ese momento los que mejor desempeñen este cargo de decano.
Tal vez la figura del decano y la organización operativa del decanato, aquí presentadas, resulten, para algunos, un ideal no fácilmente alcanzable. Hagamos el saludable intento de plasmar en los hechos lo que expresan las palabras contenidas en esta reflexión.

I. NOMBRAMIENTO DEL DECANO Y DURACION EN SU CARGO
1. El decano es todo sacerdote idóneo nombrado por el obispo diocesano, con ministerio pastoral en una de las comunidades que conforman el decanato, el cual es puesto al frente del mismo. (c. 553 § 1 y 2).
& 1. El Obispo debe nombrar al decano, una vez oídos a los sacerdotes que ejercen su ministerio en el decanato para el cual sea nombrado.
& 2. La consulta se hará mediante votación secreta y por escrito. Todos y sólo los sacerdotes son candidatos, para que uno de éstos ordinariamente, sea designado como decano, según el prudente juicio del obispo diocesano.(c. 553, § 2. 554, § 1).
– Se puede tomar en cuenta, como voto consultivo, el parecer del vicario de pastoral, ya que el decano formará parte de la Junta Diocesana de Pastoral.
2. El decano iniciará su servicio desde el momento en que reciba el nombramiento del obispo diocesano, por el cual formará parte de la Junta Diocesana de Pastoral.
& 1. El decano será nombrado por un periodo de 3 años, a partir de la fecha en que se le dio el nombramiento (c. 554, § 2).
& 2. Al iniciar el oficio del nuevo decano, cesa el anterior en sus funciones.
& 3. El obispo diocesano puede remover libremente de su oficio a un decano, cumplido o no el periodo, si existe causa justa (c. 554, § 3).

II. CUALIDADES EXIGIDAS AL DECANO
3. El candidato a decano debe estar lleno de caridad sacerdotal; tener espíritu fraternal y apostólico; ser abierto a los demás y ser comprensivo; estar en sintonía con el proceso pastoral de la diócesis y conocer el decanato; debe ser sacerdote comprometido con los demás sacerdotes y con los laicos.
III. ANIMACION Y COORDINACION DE LA ACCION PASTORAL
4. El decano debe animar, fomentar y coordinar la actividad pastoral del decanato, buscando siempre la comunión y participación de todos (c. 555 § 1).
1º. Promoviendo la unidad e integración de todos los miembros que conforman el consejo decanal, dando participación y voz a los consagrados y a los agentes laicos.
2º. Siendo el principal animador y mediador entre el proceso pastoral diocesano y el parroquial, buscando que se realice el plan diocesano de pastoral y la Misión, tanto a nivel decanal como parroquial.
3º. Debera procurar que el decanato cuente con los representantes de las diversas tareas pastorales requeridas. Igualmente, procurará contar con un equipo decanal (sacerdotes) que le auxilien en forma más cercana en el cumplimiento de sus funciones. Este equipo estará integrado por el secretario y el ecónomo.
4º. Promoviendo anualmente un programa pastoral decanal.
5º. Preparando, con el equipo decanal, todas las reuniones.
6º. Visitando las parroquias de su decanato, según lo determine el obispo diocesano.
7º. Cuando haya visita pastoral, preparando lo que le compete según la «Guía para la Visita Pastoral», en las comunidades de su decanato y participando en ella, asumiendo lo programado por el Sr. obispo.
8º. Estará atento a que los párrocos y responsables de comunidades, presenten al obispo la solicitud de construcción de los nuevos templos, para que nadie comience a edificar, sin antes haber recibido la aprobación expresa del obispado.
9º. En coordinación con el equipo que estudia los límites parroquiales y la creación de nuevas parroquias en el Consejo Presbiteral, tomará la iniciativa para que, junto con el párroco y en equipo cualificado, se estudie la creación de nuevas parroquias en su territorio, cuando así lo esté exigiendo el bien pastoral de los fieles. Dicho estudio se remitirá al citado equipo para que éste, a su vez, lo presente oportunamente al Consejo Presbiteral.
10º. Cuando una parroquia quede vacante y en ésta no haya ningún vicario parroquial, el decano coordinará la atención pastoral de la misma, pidiendo ayuda a todos los sacerdotes del decanato; igualmente en caso de una enfermedad que implique una larga ausencia.
11º. Cuando convenga promover a un sacerdote de su decanato a otro lugar, oportunamente se lo comunicará al obispo. Igualmente le informará de los sacerdotes de su decanato, candidatos a ser párrocos o a emprender alguna especialización académica.
12º. Escuchará a los fieles en general y a los agentes laicos en particular, cuando tengan peticiones y demandas de sus comunidades, no atendidas por sus sacerdotes.
IV. ACOMPAÑAMIENTO Y PROMOCION DEL PRESBITERIO
5. Las tareas de acompañamiento y promoción del presbiterio, que son de suma importancia, los realizará en estrecha colaboración con el Consejo Presbiteral.
6. Ha de cuidar que los clérigos de su decanato vivan conforme a su estado y cumplan diligentemente sus deberes, mediante un acompañamiento cercano, que haga más visible la solicitud y atención del obispo diocesano, primer responsable de los sacerdotes de su diócesis.
& 1. Para velar por el bien de sus compañeros sacerdotes:
1º. Procurará promover, ante todo, espacios de oración y reflexión, para que los sacerdotes de su decanato, encuentren más y mejores medios de santificación (cf. c. 276 § 2, 2-5), proponiendo el propio ministerio pastoral como la fuente original de la espiritualidad sacerdotal (cf. c. 276 §2, 1).
2º. Ayudará con mesura y prudencia sacerdotal, a quien parece peligrar en su vocación sacerdotal o entrega pastoral, especialmente en lo que se refiere al cumplimiento de los consejos evangélicos (cf. c. 275; c. 528-537; 584), procurando extremar la caridad con los sacerdotes en situaciones difíciles, encauzándolos al diálogo fraternal con el obispo diocesano (cf. c. 555 §2, 2).
3º Velará por la formación permanente de los sacerdotes de su decanato, motivándolos para que asistan a diversas reuniones y participen en los talleres y cursos teológicos pastorales, programados tanto a nivel decanal como diocesano (cf. c. 555 §2; c- 279 §2, 2).
4º Promoverá la solidaridad y subsidiaridad sacerdotal, a través de diversas formas ( diocesanas, decanales, etc…), como (CCYAS, seguro social,Mutual, etc…)
5º Motivará a los sacerdotes y agentes laicos de su decanato para que, con un espíritu misionero, estén disponibles al servicio evangelizador (durante un tiempo determinado y acordado con el obispo diocesano) en otras parroquias y en otras diócesis.
6º Motivará a los sacerdotes de su decanato para que visiten y apoyen a los sacerdotes enfermos y ancianos. Asimismo cuidará que tengan suficientes auxilios espirituales y económicos (cf. c. 555 §3).
7º Cuidará que se celebre dignamente el funeral de los sacerdotes que fallezcan en su decanato. Y proveerá también para que, cuando enfermen o mueran, no desaparezcan o se quiten de su sitio los libros, documentos, objetos y ornamentos sagrados u otras cosas pertenecientes a la Iglesia (cf. c. 555 §3).
& 2. Ha de ser cabeza del presbiterio decanal asumiendo las funciones siguientes:
1º. En los días previos al inicio del trabajo pastoral de un nuevo párroco, estará presente en la entrega de la parroquia que el párroco saliente hace al entrante.
2º. Procurará el decano, cuando remuevan de su cargo a un párroco entrar en comunicación con el obispo diocesano, para dar lectura al nuevo nombramiento durante la celebración con ocasión del inicio del trabajo pastoral del nuevo párroco. Asimismo, apoyará a la comunidad en la organización de la recepción.
3º. En el relevo de un párroco ayudará al nuevo para que reciba el inventario completo de los bienes parroquiales, con todos los documentos de respaldo. Estará atento a que aparezcan claramente separados los bienes parroquiales de los bienes personales, tanto del que entrega como del que recibe.
4º. Procurará que el párroco nuevo, al inicio de su administración parroquial, exprese con claridad su voluntad sobre sus bienes personales, en testamento notariado, para evitar una malversación de los fondos parroquiales.

V. ATENCION A LA DIGNA CELEBRACION DE LA LITURGIA
7. El decano vigilará que las funciones religiosas se celebren según las prescripciones de la Sagrada Liturgia; se cuide diligentemente el decoro y esplendor de las iglesias y de los objetos y ornamentos sagrados, sobre todo en la celebración eucarística y en la custodia del Santísimo Sacramento.
1º. Promoverá una reflexión seria entre los sacerdotes de su decanato, cuando parezca que se infrinjan las prescripciones de la Sagrada Liturgia, emanadas de la Santa Sede o del obispo diocesano, sobre todo cuando se trata de la Celebración Eucarística.
2º. Propiciará que el presbiterio de su decanato logre tener criterios y acuerdos que los unan, en los que se refiere a la preparación, celebración y recepción de los sacramentos, (sobre todo los de I. C) según los lineamientos de la Iglesia universal y de la propia iglesia diocesana.

VI. SUPERVISION DE LIBROS, DOCUMENTOS Y BIENES PARROQUIALES
8. El decano cuidará que se administren con diligencia los bienes eclesiásticos, y se dé adecuado mantenimiento a las casas parroquiales para que se conserven dignas y funcionales.
1º. Periódicamente revisará con cuidado la puesta al día y la guarda correcta de los libros parroquiales. A saber: Bautismos; Matrimonios; Confirmaciones; Primeras Comuniones; Defunciones; Gobierno; Economía e Inventario Parroquial. (El obispo determinará el tipo de inventario).
2º. Al terminar la revisión de los libros, se levantará un acta, en el Libro de Gobierno de la parroquia. Y se informará al obispo diocesano el resultado de esa revisión. Vigilar que los bienes eclesiásticos no sean mal administrados en las parroquias, especialmente cuando se trata de obras de arte o monumentos sacros.
3º. Finalmente, procurará siempre que todas las normas diocesanas sean cumplidas, en tiempo y forma, en su decanato, según lo estipulado en cada documento. Igualmente urgirá para que cada párroco actualice anualmente, sus licencias parroquiales.