FIDES QUA – FIDES QUAE

“Subsidio para conocer, celebrar y vivir el año de la fe”

Como es sabido por la mayoría de los cristianos del mundo, su Santidad el Papa Benedicto XVI, ha convocado a toda  la Iglesia a un año de la fe, que tendrá lugar del 11 de octubre de 2012 al 24 noviembre de 2013.

En la carta Porta fidei (Puerta de la fe) en la que el Santo Padre nos convoca al año de la fe, nos dice: «Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de re descubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo» (PF 2).

Para un cristiano lo esencial es el encuentro con una persona viva, real, que es a la vez Dios y hombre, que nos amó, se entregó por nosotros y nos rescató de la muerte. Por eso el Santo Padre en su viaje apostólico a México, en las vísperas con los obispos les exhortaba sobre el año de la fe diciéndoles: «Las iniciativas que se realicen con motivo del “Año de la fe” deben estar encaminadas a conducir a los hombres hacia Cristo».

El motivo de esta hoja es contribuir a través de este medio a conocer, celebrar y vivir a Cristo en el año de la fe.

En la ciudad del Vaticano, el  viernes 30 marzo 2012 el predicador del Papa, Raniero Cantalamessa en su cuarta predicación de cuaresma a la casa pontificia comenzaba así: «San Agustín hizo, a propósito de la fe, una distinción que se ha mantenido clásica hasta hoy: la distinción entre las cosas que se creen y el acto de creer: “Aliud sunt ea quae creduntur, aliud fides qua creduntur”, la fides quae y la fides qua, como se dice en la teología. La primera se llama también fe objetiva, y la segunda fe subjetiva. Toda la reflexión cristiana sobre la fe se desarrolla entre estos dos polos».

            El título de esta hoja quincenal es precisamente Fides qua-Fides quae: podrían parecer palabras ajenas a nuestro lenguaje pero son una referencia clara a “la fe con que se cree” o al “acto con que se cree”. La fe subjetiva  (fides qua), que hace alusión a la confianza, a la facultad de la voluntad, al corazón; a su vez fides quae la fe objetiva, se refiere a “la fe que se cree”, “al conocimiento de la fe”, “al conocimiento de los contenidos de nuestra fe”, a conocer la verdadera fe, que implica la facultad de la inteligencia, la razón.

            Si nos fijamos bien, la persona al creer utiliza las facultades de la voluntad y la inteligencia, que son parte de nuestro ser. La voluntad hace referencia a la fe subjetiva, a la confianza, al querer creer; la inteligencia a la razón, y por tanto a conocer, ya que éstas «fe y la razón  son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo»  (Cfr. Introducción de la encíclica Fides et ratio (Fe y razón), de Juan Pablo II).

Nosotros estamos llamados a conocer la fe verdadera y adherirnos a esa fe auténtica, a Cristo que es la Verdad.

En nuestro tiempo nos envolvemos en múltiples formas de religiosidad, las expresiones religiosas se multiplican y van desde nuevos ídolos, la astrología, angelología, hechicería, la santa muerte, se cree en mesías de la última hora, que predican el fin del mundo, todas éstas vacías de espesor racional, es decir, la fe de muchos es una mezcla de todas esas religiosidades que nada tienen de cierto, y mucho menos con el verdadero Dios, que se ha manifestado en Jesucristo, es lo que llamamos sincretismo. Nosotros en cambio queremos desenmascarar todas estas falsas expresiones de religiosidad. Queremos dar razón de nuestra fe (Cfr. 1 Pe 3, 15).

Otros de nosotros (católicos), más que escuchar a las Sagradas Escrituras, a las enseñanzas de los Concilios, de los Papas, estamos educados con la cultura de la televisión e internet, especialmente embebidos por las opiniones de History Channel y la inmensidad de videos unos verdaderos y otros totalmente falsos de You Tube, etc; y la literatura (la novela), considerándolas como verdaderamente históricas, y por lo tanto, como doctrina cierta, más cierta aún que la Biblia y la doctrina de la Iglesia. Sin embargo en la mayoría de los casos no tienen nada de histórico, al menos en cuestión de fe.

Es importante comenzar una purificación, una defensa de la verdadera fe, así lo veía Pablo VI en el año de la fe que él convocó. Fue un año para: «adquirir una exacta conciencia de su fe, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla» (PF 4).

Además hay otra razón por la que quiero compartir este subsidio, al celebrar el Año de la Fe, el Papa dijo que este tiempo busca “dar un renovado impulso a la misión de toda la Iglesia, para conducir a los hombres lejos del desierto en el cual muy a menudo se encuentran en sus vidas a la amistad con Cristo que nos da su vida plenamente” (PF 2).

Esta hoja de la fe, busca a través de los diferentes artículos la unidad que debe existir entre piedad, liturgia, pastoral y teología.

No es necesario decir algún ejemplo que demuestre cómo entre lo que creemos y lo que celebramos muchas de las veces es muy distinto; se constata que en nuestra piedad popular y verdadera fe hay un divorcio, y que no debe de existir, como nos explica el Santo Padre, Benedicto XVI: «En efecto, existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento» (PF 10).

Pongo este subsidio en las manos de los sacerdotes de la arquidiócesis y de los fieles. No es un subsidio de charlas grupales, sino que lo presento como una lectura quincenal que explica la fe, puede servir como un estudio personal y familiar sobre lo que creemos, celebramos, vivimos y oramos.

Lo que es cierto es que todos tenemos que exponer, defender y profesar nuestra fe, como nos lo indicaba san Pedro: den razón de su fe” (cfr. 1 Pe 3, 15) y lo ratificaba bellamente San Vicente de Lerins en su única obra que permaneció, Commonitorium, apuntes para conocer la fe verdadera, todos tenemos que defender la fe que nos dejó Jesucristo y que la Iglesia la tiene en depósito. Necesitamos para ello profundizar en los contenidos esenciales de la fe.

Podríamos decir que es una lectura que nos ayudará a conocer la virtud teologal de fe y el contenido de ésta.

Finalmente quiero poner esta hoja de la fe en manos de santa María de Guadalupe estrella de la nueva evangelización, para que nos alcance la gracia de poder crecer en nuestra fe. Y a ustedes hermanos sacerdotes y lectores de buena voluntad les pido que también nosotros pongamos los medios para conocer nuestra fe, la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Jesucristo nuestro Señor.

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