LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Durango, Dgo., 16 de mayo de 2010. En la celebración de éste domingo en vez de ser un adiós a Jesús que deja la tierra y regresa a la quietud de su paraíso, es más que nada una liturgia de alabanza; aquí es donde radica el verdadero misterio de éste día, como lo dice la oración colecta de la Misa, explicando la grandeza de éste mismo misterio: «En Cristo ascendido al cielo, nuestra humanidad es exaltada hasta el trono de Dios, y nosotros miembros de su cuerpo, vivimos aquella esperanza de llegar a donde está Cristo nuestra Cabeza», así lo explicó el Secretario Canciller de la Arquidiócesis de Durango, presbítero José de la Luz Guerrero Haro.

San Pablo, a diferencia de lo que enseñan los evangelistas, dice que Jesús subió por encima de todos los cielos, de todo lo que existe, en el sentido que fue hecho Cabeza de todo, pues todas las cosas fueron puestas bajo sus pies, para llenar todas las cosas en Cristo. Por tanto la fiesta de la Ascensión, es una fiesta de su entronización; celebra a Cristo resucitado que es constituido por el Padre, Señor, es decir soberano del mundo.

El Secretario Canciller, abundó que desde el comienzo de la Iglesia, se ha repetido la pregunta entre los cristianos: ¿Cómo será la venida del Hijo del Hombre y cuáles serán sus signos que la anticiparán?, a lo que explicó que debemos entrever una respuesta nueva a aquella pregunta que integra la antigua: la venida del Hijo del Hombre no vendrá solamente del cielo, sino contemporáneamente surgirá de la tierra, cuando esta presencia de Jesús, de la cuál está grávido el mundo, se revelará en toda su gloria, cuando los ojos de todos los humanos no tendrán impedimento para reconocerlo.

«El mundo material va hacia Jesús, a través de nosotros que debemos hacer que Cristo que asciende glorioso, ponga su imperio de paz y fraternidad. Él mismo lo toma, lo hace suyo y lo consagra cuando aparezca en su gloria. Seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es, y así nuestra humanidad será exaltada», señaló.

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