Durango, Dgo., 1 de noviembre de 2011. Gratitud y reconocimiento al pueblo católico de Durango que vivió de manera intensa la visita de las Reliquias de su santidad Juan Pablo II, los pasados días 30 y 31 de octubre. Cabe destacar que ante la presencia de varios miles de feligreses el día de la llegada, la espera fue un momento especial, que se tradujo en un testimonio excepcional, pues ante el aviso de manera oportuna y veraz, de que las reliquias llegarían en retardo por una falla técnica en el traslado ajena a la logística prevista por nuestra Arquidiócesis para su recepción, miles de hombres y mujeres permanecieron en sus lugares por más de cuatro horas, hasta el momento culminante del arribo de la urna que contiene las reliquias de primer y segundo grado del Peregrino del Amor y Esperanza.
A partir de ese momento, y después de que fuera depositada la urna en la santa Madre Iglesia catedral Basílica Menor, fueron desfilando decenas de miles de duranguenses hasta la hora de su partida, que fue la madrugada del día 1 de Noviembre, y aún, en su ruta hacia la Diócesis vecina de Gómez Palacio, las reliquias se detuvieron en el CERESO número 1 de nuestra ciudad, para permanecer por más de una hora ante la presencia de algunos internos que desearon hacer la veneración de los restos del papa, recordando aquel nueve de mayo de 1990, cuando Juan Pablo II visitara nuestra ciudad, y compartiera al mundo un importante mensaje desde este Centro de Readaptación Social.
Destacamos el gran amor a la Iglesia que nuestro pueblo de Durango manifestó en estos días, a la persona del papa, quien representa la presencia misma de Jesucristo en su Iglesia, y de manera tan particular a la persona del papa Juan Pablo II, que sigue vivo en miles y miles de corazones de hombres y mujeres de buena voluntad en nuestra Iglesia local. Deseamos que su presencia simbólica a través de su sangre, nos impulse como a él, a ser anunciadores valientes de la Buena Noticia del Evangelio de Jesús; su sangre evangelizadora y generosa, llevó al mundo la Palabra del Señor, para sanar, para justificar y para invitar al seguimiento de los pasos del Maestro. Su sangre que le distinguió como el gran defensor de la vida, de la familia y de toda la Iglesia. Nos felicitamos todos por este momento especial de gracia, que esperamos nos motive a seguir creciendo en la Fe y en la Esperanza.