Tema cuaresmal: Agua, para nuestra sed

arzo-01

La Iglesia de los primeros siglos se alimentó del Catecumenado como Iniciación Cristiana. Dicha experiencia de evangelización para los que se convertían y abrazaban el Cristianismo, con los siglos se fue diluyendo hasta desaparecer. Ahora, quienes sentimos los tiempos modernos igual o peor que en los primeros siglos, retomamos aquella exitosa experiencia y le vamos dando actualidad para formar cristianos de nuevo cuño y de hueso colorado.

            Para todos, también la Cuaresma es como un breve Catecumenado de seis semanas, que nos ofrece una temática dominical progresiva iniciando, con el ayuno y la imposición de la ceniza con la fórmula “conviértete y cree en el Evangelio”. En el primer domingo de Cuaresma, la victoria de Cristo sobre las tentaciones del demonio en el desierto, con las sentencias “no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”; “no tentarás al Señor tu Dios”; y “retírate, Satanás, porque está escrito, “adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás”. Hace ocho días, fuimos atraídos a creer en Dios al estilo y en el riesgo de Abraham;  la Transfiguración del Señor en la montaña junto a Moisés y Elías, ante tres de sus Apóstoles, nos presentó a Jesús “como Hijo de Dios”, con la orden precisa “escúchenlo”; escuchar significa acoger la persona de Cristo, obedecer su Palabra, seguirlo, pues la vida cristiana es un empeño o compromiso de seguimiento de Cristo por el camino de la cruz  para llegar a la luz y a la gloria.

            Vivir como cristianos es asimilar progresivamente la experiencia de Cristo sintetizada en los dos primeros domingos de Cuaresma, esto es caminar en la fidelidad al Padre para lograr la meta de la trasfiguración gloriosa. El itinerario irá adelante bajo condición de escuchar la Palabra de Dios, enraizar en ella y  aceptar sus exigencias. La liturgia de este domingo y de los domingos sucesivos hace revivir al cristiano en las grandes etapas, a través de las cuales los catecúmenos eran y son ayudados a descubrir las exigencias profundas de la conversión a Cristo en los signos del agua, de la luz y de la vida.

            El libro del Éxodo narra que cuando el pueblo sufría de sed por falta de agua, el pueblo murmuró contra Moisés y dijo: “¿por qué nos sacaste de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, nuestros hijos y nuestros animales? Entonces, Moisés invocó la ayuda del Señor, diciendo: ¿qué haré por este pueblo? Por poco me apedrean. El Señor dijo a Moisés: toma en tu mano el bastón con que golpeaste el Nilo y ve: Yo  estaré contigo sobre la roca, sobre el monte; tú golpearás la roca, y saldrá agua y el pueblo beberá. Así hizo Moisés a la vista de los ancianos de Israel”.

            El agua resulta símbolo que resume y expresa el encuentro de dos interlocutores: el hombre y Dios: el agua compendia y expresa la necesidad del hombre y la respuesta de Dios. La existencia humana revela aspiraciones ilimitadas: sed de amor, búsqueda de verdad, sed de justicia, de libertad, de comunión, de paz. Son deseos frecuentemente no satisfechos: la aspiración a la totalidad recibe en respuesta sólo pequeños fragmentos; pequeños tragos que dejan insatisfecha la sed. Desde lo profundo de su ser el hombre se mueve hacia un más, un absoluto capaz de aquietar y extinguir su sed de modo definitivo. Pero, dónde encontrar un agua que aplaque toda inquietud y apague todo deseo.

            La respuesta es dada por Jesús, en el encuentro con la samaritana. En la tradición bíblica, Dios mismo es la fuente del agua viva. Alejarse de Él y de su Ley, es caer en la peor sequedad. En el difícil camino hacia la libertad, Israel ardiendo de sed, tienta a Dios, exige su intervención como un derecho y contradice lo obrado por Moisés, que parece el responsable de una aventura sin solución. El pueblo lamenta el pasado y rechaza el futuro, como ilusorio. Quisiera apoderarse de Dios para resolver milagrosamente la situación. Pero, Dios se aparta de este tipo de reclamo; no abandona a su pueblo, le asegura el agua que sacia, para que reconozca en Él el Salvador y aprenda a confiarse en Él.

  Héctor González Martínez, Arzobispo de Durango.

El Evangelio de la Vida una buena noticia para los hombres de todas las épocas y culturas

mons enrique episcopeo-01El próximo 25 de marzo, celebramos la “Anunciación del Señor” y ése día celebramos el “Día de la Vida”. Celebramos el derecho a nacer de los concebidos y el respeto a la vida y la dignidad de todo ser humano.

El Catecismo de la Iglesia Católica (2270-2275) nos dice que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.

Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción.

El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación. Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Es un derecho fundamental el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte.

            El Papa Francisco en un Discurso a los Ginecólogos Católicos (20 sept. 2013): ha hecho un fuerte llamado a la “la apertura a la vida” que debe estar en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social. La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca.

Ha hecho también un llamado a rechazar la mentalidad de lo útil, de la “cultura del descarte”, que hoy esclaviza los corazones y las inteligencias de tantos y que tiene un altísimo costo: exige eliminar seres humanos, sobre todo si física o socialmente son más débiles. Nuestra respuesta a esta mentalidad es un ‘sí’ decidido y sin vacilaciones a la vida. El primer derecho de una persona humana es su vida.

Todo niño no nacido, pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, tiene el rostro del Señor, que antes de nacer y luego apenas nacido, ha experimentado el rechazo del mundo.

El Papa también ha invitado a todos a ser testimonio y difusores de la “cultura de la vida”. Nuestro ser católicos comporta una mayor responsabilidad: primero que nada hacía nosotros mismos, por el esfuerzo de coherencia con la vocación cristiana, y luego hacia la cultura contemporánea, para contribuir a reconocer en la vida humana la dimensión trascendente, la impronta de la obra creadora de Dios, desde el primer instante de la concepción. A esto nos llama la Nueva Evangelización que exige con frecuencia ir contracorriente, el pago en persona. El Señor cuenta también con nosotros para difundir el “Evangelio de la vida” (Juan Pablo II El Evangelio de la Vida)

Ante las innumerables y graves amenazas contra la vida en el mundo contemporáneo, podríamos sentirnos como abrumados por una sensación de impotencia insuperable: ¡el bien nunca podrá tener la fuerza suficiente para vencer el mal!

Este es el momento en que el Pueblo de Dios, y en él cada creyente, está llamado a profesar, con humildad y valentía, la propia fe en Jesucristo, “Palabra de vida” (1 Jn 1, 1). En realidad, el Evangelio de la vida no es una mera reflexión, aunque original y profunda, sobre la vida humana; ni sólo un mandamiento destinado a sensibilizar la conciencia y a causar cambios significativos en la sociedad; menos aún una promesa ilusoria de un futuro mejor. El Evangelio de la vida es una realidad concreta y personal, porque consiste en el anuncio de la persona misma de Jesús, el cual se presenta al apóstol Tomás, y en él a todo hombre, con estas palabras: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”(Jn 14, 6)

Durango, Dgo., 23 de Marzo del 2014                                 + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                                    Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                                  Email: episcopeo@hotmail.com

Legión de María celebra «Fiesta del ejercito espiritual»

renovacion de votos-01El Movimiento “Legión de María” de la Arquidiócesis de Durango, invita a participar en la Fiesta del “Ejercito Espiritual”, que se llevará a cabo este 22 de marzo en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, de la ciudad capital, de 10 de la mañana a 3 de la tarde, culminando con la Celebración de la Eucarística. Así lo informó el Presbítero Ramón Vázquez, asesor del movimiento Legión de María, quién además explicó que: “este fiesta significa el “ejército espiritual”, en el cual se concentran todos los grupos de la arquidiócesis.” Al término de la eucaristía se realiza un convivio en el salón anexo al Templo Parroquial.

Durango celebra la fiesta de la Vida

vidafest face-01La “Comisión Diocesana de Vida”, invita a todos los fieles católicos a su magno evento, “Vida Fest” que se llevará a cabo este 22 de marzo en el Centro Cultural de Convenciones Bicentenario en la ciudad capital, de 9:00 de la mañana a las 7:00 de la tarde. Así lo informó el Presbítero Juan Carlos Quiroga, coordinador de esta comisión, quién informo que: “se invita a participar a este acontecimiento, para anunciar, celebrar y servir el evangelio de la vida como regalo de Dios para promover esta cultura en todas las etapas y manifestaciones, además de asumir el compromiso bautismal”. El evento se culminará con la Santa Eucaristía celebrada por el Excelentísimo Señor Arzobispo Don Héctor González Martínez.

Curso de preparación para misiones

curso de preparacion para misiones-01 (1)La “Liga Misional Juvenil” de la Iglesia Local, invita a participar a todos los jóvenes de entre 15 y 25 años a su “Curso de preparación para misiones”, todos los jueves de 6 a 8 de la tarde, en el Centro Arquidiocesano, ubicado en calle Zarco #209 entre Salvador Nava y Paloma de la ciudad capital, así lo informó el Presbítero Juan Antonio Chávez, coordinador de Pastoral Juvenil, quién además explicó que: “este curso sirve para tener una mejor preparación en las próximas misiones que se llevarán a cabo en la Semana Mayor, se estarán impartiendo temas como, ´las necesidades y campos de acción en la misión´, ´compartir material´ y ´misioneros extraordinarios´”.

Velada Mariana

vidafest velada mariana-01La “Comisión Diocesana de Vida”, invita a todos los fieles católicos a participar en la “Velada Mariana” que se llevará a cabo el próximo 20 de marzo, en punto de las 20:00 Hrs. culminando a la media noche, en el Templo de San Agustín de la ciudad capital, así lo informó el Presbítero Juan Carlos Quiroga, coordinador Diocesano de esta Dimensión, quién además explicó que: “ esta velada es parte del evento Vida Fest, por lo que se realiza con la misma finalidad de elevar plegarias por todo lo que representa la cultura de la vida”.

Se invita a Matrimonios a formar parte de Movimiento Familiar Cristiano

MFC-01El “Movimiento Familiar Cristiano” de la Iglesia Local, invita a todos los matrimonios a ser parte de este Movimiento, pudiéndose integrar a partir de este próximo 18 de marzo, así lo informó el Presbítero Ricardo Saldaña, quién además explicó que: “primero se lleva a cabo la etapa de integración en la que se busca a los matrimonios, posteriormente se forman los grupos, sesionando cada 15 días, en 3 sectores diferentes, dependiendo de sus domicilios, en cada reunión se reflexiona el tema y se convive”.

El riesgo de la Fe

arzo-01La vida es un riesgo hacia una meta. Cada uno lleva en el corazón aspiraciones, proyectos e ideales a veces confusos. Para poderlos perseguir y realizar se requiere cierta claridad, cierta presencia significativa, algún signo que indique la dirección, un rayo de luz que aclare lo que sólo se entrevé.

            La Cuaresma es un itinerario hacia la Pascua, vértice del año litúrgico y significado último de toda opción nuestra. El Antiguo Testamento nos ofrece el tema del camino; en el Nuevo Testamento, Jesús se presenta a nuestra vista como “Camino, verdad y vida”.  El camino del creyente, aunque siempre sembrado de esperanza,  es largo y no siempre ágil o fácil. Igualmente, la vida cristiana, está sometida al signo de la tentación y Dios puede parecernos lejano, ausente o escondido.

            Hoy la primera  lectura, tomada  del Génesis, nos presenta la vocación de Abraham, padre del pueblo de Dios. Pues, también después de la Alianza contraída con Noé (Gn 9, 8-17), la humanidad se alejó de Dios, (simbolizado en la Torre de Babel). Pero Dios toma la iniciativa de volverse a acercar al hombre: y elige uno, Abraham, pero le exige el riesgo de la fe. Como contrapartida, Dios le promete una numerosa descendencia y le anuncia que por él serán benditas todas las naciones. Abraham hace este acto de fe, se confía totalmente a Dios, se desarraiga de su hábitat confortable y civil, y parte hacia lo desconocido. La historia de la salvación quedará ligada a la fe de Abraham, padre de la fe, y nos será sino un acto de fidelidad de Dios a Abraham.

            También hoy, la lectura de S. Pablo a Timoteo, Obispo de Éfeso refuerza mucho nuestra fe, hoy tan degastada. Pues, el encarcelamiento de Pablo, desmoralizó a Timoteo. Pero S. Pablo le recuerda la vocación a que es llamado todo cristiano, esto es el riesgo de la propia fe, apoyada únicamente en el poder y en la gracia de Dios por medio de Cristo Jesús, que comporta trabajos y sufrimientos afrontados por el Evangelio. No podemos pensar en una fe angelical: “Cristo Jesús ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio”

            En el Evangelio de S. Mateo, a la Transfiguración siguen inmediatamente las exigencias de Cristo, a saber: el discípulo debe arriesgar su propia vida por su Maestro; la fuerza del discípulo está en escuchar a Cristo “este es mi Hijo predilecto, escúchenlo” (v.5); y escuchar a Cristo, es obedecer al Padre y caminar en la fe. El hecho de la Transfiguración asegura al discípulo que Cristo es Hijo de Dios, aquel que da plenitud a la historia de la salvación, por ello aparecen junto a Él  Moisés y Elías, simbolizando la verdadera tienda, la verdadera habitación de Dios  entre los hombres.

            Los signos que acompañan esta Pascua anticipada (luz, nube, voz), son característicos de las manifestaciones de Dios. El Padre indica en Jesús, al Hijo predilecto, el Siervo disponible para el cumplimiento de su voluntad (Is. 42,1), destinado al sacrificio y a la gloria; la nube es el signo del Espíritu que indica en Jesús el lugar de la divina presencia.

            Importante es la voz, que resuena como una invitación perentoria “escúchenlo”. Escuchar significa acoger la persona de Cristo, obedecer a su Palabra, seguirlo. La vida cristiana es un empeño o compromiso de seguimiento de Cristo por el camino de la cruz, para llegar a la luz y la gloria: “indicó a los Apóstoles que solo a través de la Pasión podremos llegar con Él al triunfo de la Resurrección” (prefacio de hoy). Desde entonces y hasta el presente, el que elige a Dios y se fía de Él, sabe que su vida tendrá un éxito positivo: En la Transfiguración, la Iglesia entrevé en Cristo, el sentido y la orientación del propio Éxodo: es decir la gloria de la Resurrección, inseparablemente unida al escándalo de la cruz.

Héctor González Martínez

Arz. de Durango

Cuaresma: tiempo para mirar la miseria humana y tocarla, hacernos cargo de ella y aliviarla

mons enrique episcopeo-01San Pablo nos dice: “Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza” (2 Cor 8, 9). El Apóstol, como a los cristianos de Corinto, nos alienta a ser generosos y ayudar a los fieles que pasan necesidad. ¿En esta cuaresma qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: “Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…”. Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (Flp 2, 7). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado. La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino “…para enriqueceros con su pobreza”.

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (Lc 10, 25ss). La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria.

Este “camino” de la pobreza de Jesús, también es el de nosotros, no podemos salvar el mundo solo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres.

Los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas.

La miseria moral consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros (a menudo joven) tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa.

La miseria espiritual, nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. No podemos afirmar que no necesitamos a Dios, que nos bastamos a nosotros mismos. Dios es el único que verdaderamente salva y libera. El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza!

Este tiempo de Cuaresma es propicio para que toda la Iglesia esté dispuesta y solícita a la hora de testimoniar, a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual, el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza.

La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza.

Durango, Dgo.,16  de Marzo del 2014                                 + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                                    Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                                  Email: episcopeo@hotmail.com

Otro Diacono para la Iglesia de Durango

diacono sergioEste sábado 15 de marzo recibirá la Ordenación Diaconal, Sergio Saucedo Hernández, de manos y Oración Consecratoría de Mons. Fidel Herráez, Obispo Auxiliar de Madrid, España, en la Parroquia de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga de dicha ciudad, en punto de las 18:00 Hrs, así lo informó el Presbítero Herminio Talavera, Vicario General de la Arquidiócesis, quien además explico que: “el futuro Diacono seguirá con sus estudios en la `Universidad de Pontificia de Comillas, en Madrid, España´. El joven Sergio es originario de esta ciudad capital”. La Iglesia  Local de Durango sigue rindiendo frutos abundantes, gracias a la oración de todos los fieles católicos.