Formar y promover una sociedad civil responsable para la construcción de la paz

mons enrique episcopeo-01Ante la oleada de violencia e inseguridad que se vive en nuestro país (desde hace años) y especialmente en algunos puntos importantes de nuestra geografía, es necesario que reflexionemos sobre qué podemos hacer ante esta realidad. Además de pedir con insistencia que se dé una respuesta a los familiares, amigos, compañeros de la escuela, y a toda la sociedad, sobre la desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, debemos enfocarnos en lo que debemos hacer para detener este cáncer que rápidamente avanza y nos afecta a todos. Aunque este no es el único caso de impunidad, corrupción y violencia que existe en nuestro país.

            Los obispos mexicanos en el año 2010 (Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna) hicimos un análisis sobre esta realidad y además propusimos varias acciones como compromisos pastorales para construir la paz: promover el desarrollo; formar hombres y mujeres nuevos en Cristo; educación para la paz; formar ciudadanos para la paz y construcción de la paz.

Propusimos promover una sociedad civil responsable. La respuesta a los desafíos de la inseguridad y la violencia es responsabilidad de la autoridad pública, pero también de los ciudada­nos que asumen su responsabilidad social y que, de manera individual o asociados, asumen sus compromisos y obligaciones ante la sociedad a la que pertenecen constituyendo lo que llamamos la socie­dad civil responsable. Ésta se concretiza en las organizaciones sociales que participan activamente para encontrar solución a problemas que afectan a todos y tiene en sus manos la oportunidad para participar creativamente en la construcción de una sociedad segura y sin violencia. Estos grupos están tomando conciencia del poder que tienen entre manos y de la posibilidad de generar cambios importantes para el logro de políticas públicas más justas.

La sociedad civil actúa normalmente en el campo público en función del bien común, no busca el lucro personal, ni el poder político o la adhesión a algún partido. El bien común consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana y aquí se tiene el punto de encuentro entre sociedad civil y comunidad política: ésta se constituye para servir a la sociedad civil y tiende al bien común cuando actúa en favor de la creación de un ambiente humano en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento de los respectivos deberes.

Llamamos sociedad civil responsable a los ciudadanos que, de manera individual o asociada, establecen relaciones que dan vida al tejido social y base a una verdadera comunidad de personas. Es importante subrayar la responsabilidad, pues en la sociedad civil pueden existir grupos organizados y legítimamente constituidos para defender sólo sus idearios o intereses, sin apropiarse las exigencias del bien común. En cambio, en la sociedad civil responsable las cosas no funcionan por imperativos externos a ella, no participa, ni se organiza en función del poder político, administrativo o económico, sino por propia iniciativa, por autodisciplina y por sentido del interés general; es decir, por responsabilidad cívica y ciudadana que le lleva a ser vigilante y propositiva frente a las instituciones del Estado.

La sociedad civil responsable no surge por generación espontánea; es necesario formarla, desarrollando en ella tres capacidades: el conocimiento de la realidad, la responsabilidad social y el sentido y compromiso con la justicia social. Es necesario formar a los laicos de nuestras comunidades, mediante la Doctrina Social de la Iglesia y las ciencias sociales y políticas para que tengan incidencia significativa en los ámbitos: social, cultu­ral y político, e incluso en la conciencia de la misma comunidad eclesial.

El Catecismo de la Iglesia Católica (417-418) nos ilumina: “La comunidad política se constituye para servir a la sociedad civil, de la cual deriva…La sociedad civil es un conjunto de relaciones y de recursos, culturales y asociativos, relativamente autónomos del ámbito político y del económico…Se caracteriza por su capacidad de iniciativa, orientada a favorecer una convivencia social más libre y justa, en la que los diversos grupos de ciudadanos se asocian y se movilizan para elaborar y expresar sus orientaciones, para hacer frente a sus necesidades fundamentales y para defender sus legítimos intereses…La comunidad política y la sociedad civil, aun cuando estén recíprocamente vinculadas y sean interdependientes, no son iguales en la jerarquía de los fines. La comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, en último análisis, de las personas y de los grupos que la componen”.

Lo que hemos visto en estas últimas semanas como respuesta a la desaparición de los 43 estudiantes, ha sido el despertar de una sociedad civil, encabezada por los estudiantes normalistas y a la que se han unido otros sectores de la sociedad, que busca una incidencia social, política y cultural, para defender sus derechos y los de la comunidad, y para provocar cambios estructurales, en orden a la construcción del bien común y el respeto por derechos humanos. ¡Oremos por los que han muerto! ¡Oremos por nuestra patria!

 

Durango, Dgo., 9 de Noviembre del 2014

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

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