LA RUTINA Y LA ABULIA

En 1986, en el Plan Diocesano de Pastoral, entre muchas realidades, desafíos y objetivos, los autores del Plan atribuyeron diversas causas a la realidad de la situación: falta de pastoral orgánica, poca o nula iniciación cristiana, pérdida de valores espirituales, indiferencia religiosa, hostilidad en la escuela a los valores religiosos y morales, todo aunado a una falta de testimonio de los pastores”.
En el III Sínodo Diocesano de 1989, escribió Mons. Antonio López Aviña: “Desde sus comienzos, la evangelización ha representado un gran reto en cualquier parte del mundo… Ya desde la primera semilla que se sembró en nuestra Diócesis se encontraron muchas dificultades, sin duda diferentes a la actuales; pero quienes las enfrentaron eran intrépidos y ante todo, tenían un grande celo pastoral que reflejaba su fe inquebrantable y su amor indiviso al Reino de Dios…; nuestro celo en poco o nada se parece al de aquellos misioneros”.
En el año 2002, en el Plan de Pastoral vigente, escribió Mons. J. Trinidad Medel: “Nuestra Diócesis se ha visto envuelta en una cultura de transición… abierta a un abanico inmenso de formas de ser, pensar y actuar, donde cualquiera puede hacer de su postura una verdad. Vivimos en la globalidad; la rapidez y la amplitud de información da cause a que ideologías y puntos de vista muy cuestionables, se acepten como verdades”.
En un documento para el tercer milenio, Juan Pablo II el Grande, exhortó a los católicos de todo el mundo diciendo: “hay que desentumecer las piernas”.
Hace tres años, después de la “Visita Ad Limina” de los Obispos mexicanos, Benedicto XVI llamó “pasivos” a los católicos mexicanos. El Miércoles de ceniza del año pasado nos advirtió: Antiguamente “se consideraba la Cuaresma como el tiempo para hacerse cristianos”; “los compromisos, los afanes y las preocupaciones, nos hacen volver a caer en la rutina…, tenemos necesidad, cada día, de comenzar de nuevo nuestro itinerario exigente de vida evangélica”.
En varias ocasiones un servidor ha exhortado a los fieles de la Arquidiócesis a superar la abulia, la rutina, la apatía y la indolencia. Han sido dichos míos y de otras personas, recogidos por mí en cuanto dirigidos a los católicos que debo pastorear. Aparte de ellos otras personas se han sentido aludidas.
Es bueno que el toque del báculo pastoral llegue a todos. Porque la influencia del pastoreo y la conducción del Evangelio no excluyen a nadie. Lo temporal influye en lo espiritual y lo espiritual influye en lo temporal; de hecho son dos esferas autónomas pero encaminadas a servir al mismo sujeto personal.
Hay personas que me sugieren que no incursione en lo temporal y que me dedique más a la espera espiritual; tienen razón y de hecho así es; pero sin descuidar lo temporal; porque los tres ministerios bautismales de la palabra, la liturgia y la conducción, corresponden en diverso grado a laicos y a jerarquía; y yo procuro cumplir proporcionalmente los tres, como espero que también lo hagan los laicos.
La Arquidiócesis en Misión pretende motivar ordenadamente a laicos, constructores de la sociedad y a ministros ordenados a cumplir su misión bautismal.
Ojalá que pongamos en práctica el Bautismo, superando la abulia y la apatía, la rutina y la indolencia.
Durango, Dgo. 8 de marzo del 2009
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

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