Responsabilidad ecológica: educar para una auténtica Ecología humana

Se habla mucho de la ecología, pero poco se insiste en la ecología humana. Este tema es de suma importancia para la Doctrina Social de la Iglesia, y sobre todo por la relevancia del cambio climático que nos afecta.
La “ecología” es un término acuñado, desde hace más de un siglo, por el biólogo alemán Ernst Haeckel, para significar “la ciencia del hábitat, el ambiente en el cual viven y actúan los organismos”. El Padre Pedro C. Belträo, ya desde 1985, afirma que la ecología es uno de “los nudos de la crisis actual y del futuro de la humanidad” y resaltaba la Conferencia de las Naciones Unidas de Estocolmo (1972), sobre el “medio ambiente humano”, como el inicio de la toma de conciencia mundial en cuanto al medio ambiente natural y sus límites (Pedro C. Belträo, «Ecología Humana y los valores éticos y religiosos», Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1985).
La “ecología humana”, nació como estudio biológico, Thomas Huxley (1863), escribió “El puesto del hombre en la naturaleza”, un ensayo ya de ecología humana; en 1959 Otis Dudley en “El estudio de la población humana”, expone el concepto de ecología humana como “el estudio de la interacción entre la población humana y los ambientes naturales controlada por la organización y la tecnología humanas”. En los años 70s, algunos estudiosos comenzaron a indicar la posibilidad de un concepto de ecología humana esbozando la presencia de una relación entre el ambiente natural y la acción humana. Francoise Ramade en Francia, Eugene Odum en USA, Ramon Margalef en España.
La ecología humana llama a una triple responsabilidad del ser humano: hacia sí mismo, hacia el prójimo y hacia todo lo creado. En términos de la ética se podría afirmar que llama a la responsabilidad del respeto de los valores fundamentales, y en términos cristianos, hacia el creador.
Es importante este planteamiento de la ecología humana, porque hace hincapié en la interacción entre las poblaciones humanas y los ambientes naturales en toda su complejidad, que sigue siendo más que relevante para nuestros tiempos. También da la posibilidad de mirar hacia el futuro subrayando en la interacción entre el uso de la tecnología, cada vez más compleja, con la población y el medio ambiente natural. Basta con pensar en la cantidad de las herramientas tecnológicas cada vez más sofisticadas que serán fabricadas y utilizadas por el hombre. La tecnología es creada por el hombre y su ciencia, y al mismo tiempo interactúa con el hombre y la sociedad a la que pertenece. De hecho, el hombre utiliza las estructuras sociales para la creación de las mismas tecnologías para su uso de acuerdo a diferentes criterios.
Las variables de la ecología humana: 1) Ecológica: el ambiente físico (las riquezas minerales, la energía, el agua, el aire, etc.), el ambiente vegetal y animal, en conjunto proporcionan las riquezas naturales renovables. 2) La Población humana o variable demográfica; es el factor de la dinámica demográfica, los hechos y los factores del incremento de la población en el tiempo, los asentamientos humanos y el perfil profesional de las distintas poblaciones. 3) La Tecnología, o la tecnología de la Economía, que refuerza la influencia del ser humano sobre el ambiente natural. 4) La organización social, o mejor ético-social, de la cual forman parte las asociaciones privadas no gubernamentales, las instituciones político-administrativas, las opciones ideológicas y políticas, los valores ético-sociales y los valores ético-religiosos.
En el Mensaje para la Jornada Mundial para la Paz 2010, el Papa Benedicto XVI subraya la importancia que la Iglesia le ha dado a la ecología humana: “La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente relacionada con la cultura que modela la convivencia humana, por lo que «cuando se respeta la “ecología humana” en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia». No se puede pedir a los jóvenes que respeten el medio ambiente, si no se les ayuda en la familia y en la sociedad a respetarse a sí mismos: el libro de la naturaleza es único, tanto en lo que concierne al ambiente como a la ética personal, familiar y social. Los deberes respecto al ambiente se derivan de los deberes para con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás. Por eso, aliento de buen grado la educación de una responsabilidad ecológica que salvaguarde una auténtica «ecología humana» y, por tanto, afirme con renovada convicción la inviolabilidad de la vida humana en cada una de sus fases, y en cualquier condición en que se encuentre, la dignidad de la persona y la insustituible misión de la familia, en la cual se educa en el amor al prójimo y el respeto por la naturaleza. Es preciso salvaguardar el patrimonio humano de la sociedad. Este patrimonio de valores tiene su origen y está inscrito en la ley moral natural, que fundamenta el respeto de la persona humana y de la creación” (no. 12).

Durango, Dgo., 19 de junio del 2011. +

Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
Email: episcopeo@hotmail.com

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