50º Aniversario de la Encíclica Mater et Magistra del Papa Juan XXIII
El beato Juan XXIII regala al mundo el 15 de mayo de 1961 la Encíclica Mater et Magistra (Iglesia Madre y Maestra). Un Papa que era hijo de campesinos, humilde y alegre, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II y con dos extraordinarias Encíclicas Sociales (son pronunciamientos oficiales del Papa sobre temas sociales dirigidos a los obispos, creyentes y a toda la humanidad): Pacem in Terris y Mater et magistra, le da un giro a la historia de la Iglesia. Un papa reconciliador, optimista, profético.
El contexto histórico: la humanidad vivía tensiones y temores de la guerra fría, la mejor expresión de ésta, fue la construcción del muro de Berlín en 1961, por orden de Nikita Kruscev. Emerge el Tercer Mundo o países subdesarrollados, después del proceso de descolonización iniciado a partir del fin de la II guerra mundial. Los pueblos de África y Asia van naciendo con alegría y sangre. La ONU (Organización de las Naciones Unidas) se fortalece. Surge la tensión entre pueblos del norte desarrollado y el sur subdesarrollado, entre el bloque capitalista occidental y el bloque comunista del este de Europa (junto con China); los signos de la crisis es la división entre ricos y pobres, el hambre de los pueblos pobres agravada por el crecimiento demográfico, el analfabetismo, las enfermedades, el empobrecimiento, el trabajo mal pagado y la explotación de la mujer y los niños, la desesperanza, la miseria… Contrastando con la gran prosperidad económica de los países capitalistas y la creación del Mercado Común Europeo.
En América Latina Fidel Castro entraba a la Habana en 1959, en 1961 se declaró marxista-leninista. La crisis de los misiles instalados en Cuba en 1962, hacía inminente una nueva conflagración mundial. Kennedy (Presidente de USA), logra superar el conflicto con Rusia. En México el crecimiento económico se mantenía estable, pero las reformas sociales y políticas se iban retrasando, iniciaba el descontento en el pueblo.
Aporte doctrinal: El Papa Juan XXIII enriquece la forma de entender la Doctrina Social de la Iglesia, tenía una “visión de Iglesia puesta al servicio de la familia humana sobre todo mediante su específica misión evangelizadora, pensó en la doctrina social como en un elemento esencial de esta misión, por ser parte integrante de la concepción cristiana de la vida”, afirma el Papa Benedicto XVI (Mensaje para el Congreso Internacional para celebrar el 50º de la Encíclica Mater et magistra). Un elemento importante es el sujeto comunitario y plural de la Doctrina social. Los fieles laicos,”..no pueden ser sólo usufructuarios y ejecutores pasivos sino que son protagonistas del mismo en el momento vital de su actuación, como también colaboradores preciosos de los Pastores en su formulación, gracias a la experiencia adquirida sobre el terreno y a sus propias competencias específicas”.
Para el beato Juan XXIII, la Doctrina social de la Iglesia “tiene como luz la Verdad, como fuerza propulsora el Amor, como objetivo la Justicia… La verdad, el amor, la justicia, señalados por la Mater et magistra, junto al principio del destino universal de los bienes, como criterios fundamentales para superar los desequilibrios sociales y culturales, siguen siendo los pilares para interpretar y poner en vías de solución también los desequilibrios internos a la globalización actual. Frente a estos desequilibrios es necesario restablecer una razón integral que haga renacer el pensamiento y la ética”.
Otras aportaciones de la Encíclica: La empresa. Es concebida como una comunidad de personas en la cual deben abrirse espacios cada vez más amplios a la participación de los trabajadores, para que estos se sientan verdaderamente personas, salvaguardando la necesaria unidad de una dirección eficiente. La iniciativa privada: la gran palanca del sistema económico es la iniciativa privada, pero al Estado le corresponde animar, estimular, coordinar e integrar, actuando siempre dentro del espíritu del principio de subsidiariedad y considerando todas las exigencias del bien común. El Bien común: es la meta de todo el esfuerzo societal mancomunado. Propone una definición “El conjunto de condiciones que permiten a la persona alcanzar mejor y más fácilmente su propio desarrollo”. La propiedad privada: el ser humano actual pone más confianza en el trabajo, la especulación o la profesión, que en la propiedad privada. Ésta sigue siendo un derecho natural que todo ordenamiento jurídico-político debe respetar. La remuneración debida al trabajo humano: como principio importante, el salario no puede entregarse al libre juego de la oferta y la demanda en el mercado laboral. Lo primordial es que el trabajo permita al trabajador, mantener un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente a sus obligaciones familiares. El Proceso de socialización: es un “signo de los tiempos” que viven los pueblos y se aprecia en la múltiple red de asociaciones a las cuales pertenecen los seres humanos. Esto es algo positivo si contribuye al desarrollo integral y negativo cuando acarrea la despersonalización.
La cuestión social: “actualmente es sin duda una cuestión de justicia social mundial. Es una cuestión de distribución equitativa de los recursos materiales e inmateriales, de globalización de la democracia sustancial, social y participativa. Por esto, en un contexto en el que se vive una progresiva unificación de la humanidad, es indispensable que la nueva evangelización de lo social ponga en evidencia las implicaciones de una justicia que debe realizarse a nivel universal. Pero ésta no podrá fundarse en el mundo solo con un consenso social, éste, para ser duradero, debe estar arraigado en el bien humano universal. En cuanto concierne al plano de la realización, la justicia social debe llevarse a cabo en la sociedad civil, en la economía de mercado, pero también por parte de una autoridad política honrada y transparente proporcionada a ella”.
Uno de los grandes desafíos actuales, además de que la Iglesia confía en primer lugar en el Señor Jesús y en su Espíritu, que la conducen a través de las vicisitudes del mundo, es la difusión de la Doctrina social, “a través de sus instituciones culturales, con los programas de instrucción religiosa y de catequesis social de las parroquias, con los mass media y con la obra de anuncio y de testimonio de los christifideles laici (fieles lacios). Estos deben estar preparados espiritual, profesional y éticamente. La Mater et magistra insistía no sólo en la formación, sino sobre todo en la educación que forma cristianamente la conciencia y lleva a una acción concreta, según un discernimiento sabiamente guiado. La educación a actuar cristianamente también en el campo económico y social difícilmente será eficaz si los propios sujetos no toman parte activa en educarse a sí mismo, y si la educación no se lleva a cabo también mediante la acción”.
Durango, Dgo., 22 de Mayo del 2011.
+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango