Cumplir la justicia a través de un salario justo

Hoy es un día apropiado para recordar la doctrina del Papa Juan Pablo II, en lo que se refiere a los hombres y mujeres de empresa y la “cuestión del justo salario” y que sigue vigente para nosotros. En el mensaje a los empresarios de nuestro país del 9 de Enero de 1990, en su visita a esta ciudad episcopal, les hacía un fuerte llamado “tenéis una grave responsabilidad respecto a las personas que trabajan en vuestras empresas… existen dos cuestiones importantes en el mundo de la empresa, el trabajo y la actividad económica. Es un campo que los hombres y mujeres de empresa deben plantearse a fondo y en serio. Y como empresarios católicos, no solo tratar el tema desde lo meramente técnico, sino teniendo en cuenta un horizonte mucho más amplio: el ser humano como persona. Los empresarios en la sociedad ocupan un lugar destacado y decisivo para generar empleos y salarios bien remunerados.
La responsabilidad más importante que tienen es la “actitud de servicio al bien común”. Éste afecta a todos. Tal responsabilidad tiene tres ejes fundamentales: las personas que forman parte de las empresas, la sociedad y el medio ambiente. Respecto a las personas, decía el papa, hay dos temas principales: el trabajo y la cuestión del justo salario.
Nos centramos en el tema del justo salario. “Como he escrito en la Encíclica “Laborem Exercens”: no existe en el contexto actual otro modo mejor para cumplir la justicia en las relaciones trabajador-empresario que el constituido precisamente por la remuneración del trabajo” (nº 7). Este es el problema clave de la ética social: la justa remuneración por el trabajo realizado, su salario, hoy es el único modo de cumplir mejor la justicia en las relaciones trabajador-empresario. A través de la remuneración del trabajo, es como los seres humanos pueden acceder a los bienes que están destinados al uso común: tanto los bienes de la naturaleza como los que son fruto de la producción. El salario justo es la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socio-económico y de su justo funcionamiento.
“Una justa remuneración por el trabajo de la persona adulta que tiene responsabilidades de familia es la que sea suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y asegurar su futuro. Debe recibir un salario familiar. Qué significa ésto? “un salario único dado a la cabeza de familia por su trabajo y que sea suficiente para las necesidades de la familia sin necesidad de hacer asumir a la esposa un trabajo retribuido fuera de casa. Esto puede ser a través de algunas medidas sociales, como subsidios familiares o ayudas a la madre que se dedica exclusivamente a la familia” (Laborem exercens, 19). Hoy que se discute en el Congreso, una reforma a la Ley laboral, el Papa Juan Pablo II y la Iglesia, proponen este principio, y que a la vez es un derecho, como punto de partida para una seria reflexión en materia laboral.
La organización del proceso laboral debe respetar las exigencias de la persona y sus formas de vida, sobre todo de su vida doméstica, teniendo en cuenta la edad y el sexo de cada uno. Es un hecho que las mujeres trabajan en todos los sectores de la vida. Pero es conveniente que ellas puedan desarrollar plenamente sus funciones según la propia índole, sin discriminaciones y sin exclusión de los empleos para los que están capacitadas, y sin perjudicar sus aspiraciones familiares y el papel específico que les compete para contribuir al bien de la sociedad junto con el hombre. “La verdadera promoción de la mujer exige que el trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio y en perjuicio de la familia en la que como madre tiene un papel insustituible”.
Es importante reflexionar sobre estas cuestiones, sobre todo en que la situación económica y del mundo del trabajo, está en crisis: desempleo, subempleos, bajos salarios para los trabajadores, no se concretizan las inversiones, crisis de empresas, crisis del sistema económico (sistema capitalista-liberal de oferta-demanda). En la situación que vivimos, ¿es posible este “salario familiar” del que habla el Papa Juan Pablo II?

Durango, Dgo., 18 de Septiembre del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

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