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Episcopeo «El servicio de la Caridad en la Iglesia Católica»

El Santo Padre ha publicado un documento De Caritate Ministranda (el Servicio de la Caridad), con el fin de “proporcionar un marco que sirva mejor para organizar, en sus rasgos generales, las diversas formas eclesiales organizadas en el servicio de la caridad, que está estrechamente vinculada a la naturaleza de la Iglesia y del ministerio episcopal». Parece que el papa ha tratado de poner un poco de orden en las actividades de recaudación de fondos para las muchas obras de caridad, explicando y haciendo hincapié en que cualquier iniciativa debe ser coordinada y aprobada por el obispo que encabeza la diócesis. Señalo algunos aspectos que me parecen importantes.

Está dividido en dos partes: una introducción teológica que afirma la naturaleza y la misión de la Iglesia:  “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra”.

El servicio de la caridad es también una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y expresión irrenunciable de su propia esencia; todos los fieles tienen el derecho y el deber de implicarse personalmente para vivir el mandamiento nuevo que Cristo nos dejó (Jn 15, 12), brindando al hombre contemporáneo no sólo sustento material, sino también sosiego y cuidado del alma (Deus caritas est, 28). Asimismo, la Iglesia está llamada a ejercer la diakonia de la caridad en su dimensión comunitaria, desde las pequeñas comunidades locales a las Iglesias particulares, hasta abarcar a la Iglesia universal; por eso, necesita también “una organización, como presupuesto para un servicio comunitario ordenado”, una organización que a su vez se articula mediante expresiones institucionales.

Una segunda parte contiene disposiciones o normas jurídicas, exigibles al interior de las relaciones eclesiales, en dos ejes principales. Primero en lo que se refiere al Obispo y su deber de animación catequética de los fieles basado en el testimonio de la caridad, así como su deber de orientación, coordinación y supervisión de las actividades institucionales.

El Obispo diocesano “ejerce su solicitud pastoral por el servicio de la caridad en la Iglesia particular que tiene encomendada como Pastor, guía y primer responsable de ese servicio… favorece y sostiene iniciativas y obras de servicio al prójimo en su Iglesia particular, y suscita en los fieles el fervor de la caridad laboriosa como expresión de vida cristiana y de participación en la misión de la Iglesia… le corresponde vigilar a fin de que en la actividad y la gestión de estos organismos se observen siempre las normas del derecho universal y particular de la Iglesia, así como las voluntades de los fieles que hayan hecho donaciones o dejado herencias para estas finalidades específicas”.

El segundo eje son las organizaciones caritativas de la Iglesia, o relacionadas con ella. La norma también se aplica a las personas que trabajan en estas organizaciones, su selección y formación, las finanzas, incluida la contribución financiera de terceros, la relación con las iglesias locales.

“Los fieles tienen el derecho de asociarse y de instituir organismos que lleven a cabo servicios específicos de caridad, especialmente en favor de los pobres y los que sufren. En la medida en que estén vinculados al servicio de caridad de los Pastores de la Iglesia y/o por ese motivo quieran valerse de la contribución de los fieles, deben someter sus Estatutos a la aprobación de la autoridad eclesiástica competente y observar las normas que siguen…también es derecho de los fieles constituir fundaciones para financiar iniciativas caritativas concretas…las iniciativas colectivas de caridad deben seguir en su actividad los principios católicos, y no pueden aceptar compromisos que en cierta medida puedan condicionar la observancia de dichos principios”.

Estas disposiciones del Santo Padre Benedicto XVI tienen como finalidad alentarnos a todos y en especial a los obispos a revisar este aspecto de nuestra actividad pastoral, para fortalecer a nuestros sacerdotes y fieles en el espíritu de la Iglesia en la Caridad. Recordemos que el servicio de la Caridad en la Iglesia no es algo periférico de la vida de la Iglesia, el Sínodo ha dicho expresamente que la Fe y la Caridad son los pilares de la Nueva Evangelización. Que esto nos ayude a crear mayor conciencia de la actividad caritativa en nuestras parroquias, en nuestros movimientos y grupos de fieles,

La actividad caritativa de la Iglesia es una expresión del amor trinitario revelado en Jesucristo, como una continuación y extensión de su obra de salvación, como una oportunidad para construir la comunidad cristiana, como una forma de evangelización, como un gran testimonio eclesial de que nuestro Dios ama al hombre, y quiere hacerlo feliz y plenamente logrado tanto en su cuerpo como en su alma.

 

Durango, Dgo., 9 de Diciembre del 2012                 + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo «La venida del Señor: tiempo de gracia, de gozo y de reconciliación»

            Iniciamos el año litúrgico y también las expectativas del mundo y de nuestro México se manifiestan en la esperanza del inicio de algo nuevo. Un nuevo gobierno en nuestro país, las “profecías mayas” del fin del mundo, el fin de año civil, la crisis económica mundial, el hambre en África, las migraciones, la pobreza, la guerra en el medio oriente y la creciente violencia, nos hacen querer escuchar cosas nuevas, noticias diferentes, de esperanza.

            El Adviento es para la Iglesia, para los discípulos del Señor, el tiempo que actualiza la espera del Señor, especialmente en la “escucha de la Palabra”.  Es la misma Palabra que se hizo carne para la salvación del mundo (Jn 1,14). Es el evento que constituye el comienzo del camino de los discípulos de Cristo. Es la Palabra recogida en las Escrituras Santas, y que instruye al discípulo para discernir cuales son las actitudes correctas para prepararse y recibir la vida abundante, la “gracia y la verdad” que vienen por Jesucristo (Jn 1,17).

            La venida de Cristo al mundo es la visita de Dios mismo anunciada por los profetas antiguos, y que anunciaron al pueblo un tiempo de restauración de todo lo humano que el pecado antes había destruido. Es un momento de salvación, dice Isaías: “Ahí viene el Señor Yahvé con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Vean que su salario le acompaña y su paga le precede, como pastor que pastorea su rebaño recoge en brazos los corderitos, en el seno lo lleva” (Is 40, 10-11). La visita del Señor es un tiempo de gracia que remite al ministerio de perdón y reconciliación, especialmente para los perdidos o alejados de Dios.

La llegada de la salvación es gozo y es causa de alegría para todos, así la anunciarán los pastores en la noche de la Natividad. Al mismo tiempo el Adviento del Señor es el tiempo de la actuación de la misericordia del Dios-Amor. María se inspira en “Aquél que ha recordado su misericordia para siempre” (Lc 1,54) y es la clave para entender lo que hará el Mesías que viene: buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10).

Ante esta acción de Dios en la historia humana, cuál es la actitud con la que debemos responder ?  El modelo es la actitud de María: la fe y la esperanza en la fidelidad divina. Es la actitud propia de los pobres de Yahvé, y es la manera humana y creyente de corresponder a Dios en ese encuentro maravilloso entre su riqueza y nuestra pobreza, ante su potencia y nuestra debilidad. Una actitud que lo espera todo de Dios, incluso la transformación de la historia negativa y violenta del mundo.

El inicio de este adviento, como tiempo de gracia es una invitación a vivir una vigilancia llena de esperanza en la venida del Señor. Una vigilancia-esperanza con una tonalidad de gozo responsable. Esperar a uno que se conoce y que se ama, a uno de quien depende lo más importante de la propia existencia. Al que esperamos es “nuestra justicia”. Además el Señor es alguien que se goza en la “santificación de los suyos”. Somos invitados como una comunidad de discípulos a preparar la “lámpara de nuestra fe” para recibir dignamente a Cristo en su segunda venida: para ello debemos estar atentos a los acontecimientos de la Historia que nos rodea y sobre las propias acciones, pero perseverantes en la fe. Somos llamados a imitar la misericordia de Dios hacia los demás.

La venida del Señor implica una evaluación de lo más profundo de la vida personal y comunitaria: una evaluación del corazón, de nuestras decisiones.

 

Durango, Dgo., 2 de Diciembre del 2012                 + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo «El Evangelio ilumina también las situaciones de sufrimiento en la enfermedad»

La Iglesia, siguiendo el mandato de Jesús: «Vayan, proclamen y curen a los enfermos», lo ha hecho desde su fundación. Pensemos que en la actualidad hay más de 120,000 centros socio-sanitarios católicos activos en todo el mundo, desde dispensarios en las más remotas áreas del planeta, hasta los grandes hospitales metropolitanos y universitarios, como nos lo indica el Anuario Estadístico de la Iglesia.

Existe una imponente red de caridad en todos los lugares donde está presente la Iglesia, porque ella está al servicio del amor y de la salud, porque como subraya el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Deus Caritas Est, «El amor (caritas) siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor”.

El Sínodo que se ha realizado en Roma hace algunos días sobre “la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, al reconocer en el mundo de hoy nuevas oportunidades de evangelización afirma: “Nuestro mundo está lleno de contradicciones y de desafíos, pero sigue siendo creación de Dios, y aunque herido por el mal, siempre es objeto de su amor y terreno suyo, en el que puede ser resembrada la semilla de la Palabra para que vuelva a dar fruto. No hay lugar para el pesimismo en las mentes y en los corazones de aquellos que saben que su Señor ha vencido a la muerte y que su Espíritu actúa con fuerza en la historia. Con humildad, pero también con decisión (aquella que viene de la certeza de que la verdad siempre vence) nos acercamos a este mundo y queremos ver en él una invitación del Resucitado a ser testigos de su nombre. Nuestra Iglesia está viva y afronta los desafíos de la historia con la fortaleza de la fe y del testimonio de tantos hijos suyos”. Leer más

Episcopeo «Los obispos reunidos en la fe y en la comunión para el servicio de la Iglesia en México»

Esta semana nos reunimos los obispos mexicanos en nuestra acostumbrada Asamblea anual en la Sede de la Conferencia de los Obispos de México, en Cuautitlán Izcalli. En esta ocasión además de reunirnos para convivir, orar, promover la amistad, fortalecer nuestra unidad y comunión como colegio episcopal, renovamos el Consejo de Presidencia (presidente, vicepresidente, secretario, general, tesorero y vocales), quienes por tres años planearán y organizarán las actividades, sobre todo de orden pastoral, que se requieran para dar un mejor servicio a nuestra iglesia mexicana. El Cardenal Francisco Robles, Arzobispo de Guadalajara, presidirá la presidencia del Episcopado.

También se renovaron las presidencias de las distintas Comisiones y Dimensiones. Se elaborará un plan de trabajo por tres años y dichas actividades están encaminadas a otorgar apoyo a las necesidades de las distintas Provincias eclesiásticas y sus Diócesis.

“Con grande gozo, unidos a toda la Iglesia católica,  hemos iniciado el Año de la Fe, al que nos ha convocado el Papa Benedicto XVI, con ocasión del 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II y el 20 aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. Este es el año para renovar nuestro entusiasmo de creer en Jesucristo, único Salvador del mundo. Este es el año para reavivar la alegría de seguir su camino y dar testimonio concreto de la fuerza transformadora de la fe. En medio de los graves males que oprimen a nuestra Patria como la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado, la corrupción y el desempleo, les invitamos a mirar con grande esperanza este año de gracia. La fe nos revela que somos todos hijos amados de Dios y orienta nuestras relaciones hacia la fraternidad, la solidaridad y el servicio misionero. Desde la conversión de cada uno, el Señor nos regala la seguridad y la paz que tanto necesitamos”.

El Año de la fe es un nuevo impulso a la misión continental y el compromiso de la misión continental, a su vez,  renueva y fortalece nuestra fe. Que este Año de la Fe refuerce el espíritu misionero que a partir de Aparecida ha infundido nuevo vigor y entusiasmo en los proyectos y acciones pastorales en nuestras diócesis y parroquias. No nos cansemos de pedir  al Señor nuestra conversión personal y pastoral. Todos los días repitamos una y otra vez la súplica evangélica: “Señor, auméntanos la fe”  y hagamos del “credo” una oración diaria y de nuestra vida diaria una confesión de fe.

El Sínodo de los obispos (reunidos el mes pasado en Roma con el Santo Padre) nos ha “impulsado a llevar adelante la obra de la nueva evangelización que consiste en proponer de nuevo al corazón y a la mente de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, la belleza y la novedad perenne del encuentro con Cristo. Ante los cambios culturales y sociales no hemos de quedarnos paralizados sino que  hemos de sentirnos llamados a emprender con audacia algo nuevo para favorecer en las personas que se han alejado un nuevo encuentro con Cristo. Los retos planteados por los nuevos fenómenos de la globalización, migración, secularismo, las nuevas formas de pobreza y ateísmo no deben atemorizarnos. La palabra del Señor sigue resonando en nuestro interior: “No se turbe su corazón y no tengan miedo” (Jn 14, 27). El Espíritu del Señor, primer actor en la misión de la Iglesia, convierte estos mismos fenómenos en oportunidades para una nueva evangelización. El reclamo y el anhelo de una sociedad justa, fraterna, solidaria, generadora de paz, se hace realidad cuando vivimos la novedad del Evangelio”.

            Todos estos acontecimientos también impulsan la misión como pastores en nuestra Arquidiócesis de Durango. Nos impulsa a obispos, sacerdotes y fieles, a seguir con mayor ánimo y vigor la Misión Diocesana en su 5° etapa “La Iniciación Cristiana”.

 

Durango, Dgo., 18 de Noviembre del 2012              + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo «Asistencialismo: depredador de la participación social y de la democracia»

            El escenario de la educación en México presenta otro aspecto importante: “El pueblo de México requiere ser educado para construir su futuro a partir de las raíces de su comunidad, respondiendo a su cultura y necesidades, contando desde luego con el apoyo subsidiario y solidario de otras dimensiones de la vida social y del Estado, superando cualquier esquema paternalista” (“Educar para una nueva sociedad” pp. 37-41). No son suficientes los programas sociales asistencialistas y tampoco las acciones de gobierno que se concentran en dar respuesta a situaciones de emergencia o meramente circunstanciales. El asistencialismo es depredador de la participación social y, por ende, de la democracia. Leer más

Episcopeo: «Reunión de sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Durango»

            En días pasados nos reunimos en la cd. De Gómez Palacio, Dgo., los obispos y sacerdotes de la Provincia eclesiástica de Durango. En México existen 18 provincias eclesiásticas.

Las diócesis se agrupan, según del Código de Derecho Canónico (cc 431-446), en provincias eclesiásticas delimitadas territorialmente, bajo la presidencia de una de las sedes. La sede que preside la provincia es la metropolitana y la ocupa el Arzobispo Metropolitano; las demás sedes son sufragáneas de la metropolitana y están confiadas a obispos diocesanos. Tienen la finalidad de promover una acción pastoral común y fomentar, de manera más adecuada, las recíprocas relaciones entre los obispos diocesanos. Para ello, conforme al espíritu del decreto conciliar Christus Dominus  (39-40), ayudan las características sociológicas, históricas y geográficas, comunes a las distintas diócesis.

            La Provincia Eclesiástica de Durango está formada por las diócesis de Torreón, Mazatlán, Gómez Palacio, la Prelatura de El Salto, y la Arquidiócesis de Durango.

            Con este objetivo, nos hemos reunido en varias ocasiones y también en asamblea provincial para designar algunos desafíos y líneas de acción pastorales, para trabajar en la provincia. Uno de los puntos que tratamos los obispos, en esta ocasión, fue el impulso de la Pastoral Familiar. Ahí se les presentó a los obispos el resultado de la reunión de los equipos diocesanos de pastoral familiar de la provincia, en la que se comprometen en varias líneas de acción para trabajar en cada una de las diócesis y en la provincia.

            Una de nuestras preocupaciones ha sido siempre la Pastoral Sacerdotal. Por éste motivo y  por quinta ocasión, los obispos de la provincia han convocado a los presbiterios de nuestras diócesis a reunirnos en la sede de Gómez Palacio, para promover entre nosotros la fraternidad sacerdotal y convivir, conocernos, estudiar y profundizar sobre nuestra espiritualidad sacerdotal.

            Este año reflexionamos sobre la Carta Apostólica “Porta Fidei”, con la que el Papa Benedicto XVI convoca a la Iglesia universal al “Año de la fe”. Y en especial es una invitación a los sacerdotes para realizar “…una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados… Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo».

            Cada una de estas reuniones ha sido una gran oportunidad para fomentar entre los obispos de la provincia, lo que Pastores Gregis afirma acerca de los obispos: “.. si debe decirse que un obispo nunca está solo, puesto que está siempre unido al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo, se debe añadir también que nunca está solo porque está unido siempre y continuamente a sus hermanos en el episcopado y a quien el Señor ha elegido como Sucesor de Pedro” (p. 25).

 

Durango, Dgo., 30 de Septiembre del 2012              + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

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Episcopeo: «Emergencia educativa: cambio de época y globalización»

            Los obispos de México hemos publicado unas reflexiones y orientaciones sobre la educación en México “Educar para una nueva sociedad”. Es una invitación “a todos a participar con la mayor seriedad y prontitud en la respuesta a este gran desafío que a nivel mundial se reconoce como una emergencia educativa” (Cfr. p. 9).

            Ya en otras ocasiones hemos hablado sobre la “emergencia educativa”. La Iglesia, “describe el tema de la emergencia educativa y las consecuencias de transmitir la fe y los valores a las nuevas generaciones; transmisión que en sociedades tradicionales como la nuestra, se daba por un hecho y que no se está produciendo: …ya no somos capaces de ofrecer a los jóvenes, a las nuevas generaciones, lo que es nuestro deber transmitirles. Nosotros estamos en deuda en relación a ellos también en lo que respecta a aquellos verdaderos valores que dan fundamento a la vida. Así termina descuidado y olvidado el objetivo esencial de la educación, que es la formación de la persona, para hacerla capaz de vivir en plenitud y de dar contribución al bien de la comunidad. Por ello crece… la demanda de una educación auténtica y el redescubrimiento de la necesidad de educadores que sean verdaderamente tales” (Cfr. p. 10).

México padece esta emergencia educativa. Los signos que describen esta realidad en México nos invitan a involucrarnos a todos. La tarea educativa es responsabilidad de todos.

Vivimos una realidad social compleja en la que hay signos positivos de esperanza y signos negativos. Al contemplar esta realidad como creyentes, la observamos con la mirada que nos da Jesucristo. Él nos lleva a “…leer los acontecimientos, por más dolorosos que sean, como signos de los tiempos; es decir, hechos significativos y esperanzadores que nos interpelan para vencer el mal con el bien.  La presencia del resucitado en su Iglesia es garantía de triunfo sobre el mal, el pecado y la muerte” (Cfr. P. 19).

Vivimos un cambio de época y tiene un impacto a nivel global en todos los órdenes: tecnológicos, sociales, políticos, éticos, científicos, religiosos, ideológicos económicos, culturales, educativos, y modifica valores y comportamientos en todo el planeta, impactando en las tradiciones y en la identidad de los pueblos. Se dilata de manera exponencial a través del desarrollo de las tecnologías y los medios de comunicación, como es el internet.  Si tomáramos altura los árboles no nos ocultarían el bosque y nos daríamos cuenta de que lo que estamos viviendo no es una suma de cambios sino un auténtico cambio de época, cambio de cultura, de especie. Una transformación mayúscula que, tarde o temprano, va afectando al conjunto de sociedades del planeta, porque ninguna puede ya vivir de espaldas al conjunto. Aunque cada una lo asuma desde su propia particularidad y reaccione y construya desde ella. Sin olvidar, tampoco, que en un mismo territorio pueden estar conviviendo, de forma entrelazada, realidades culturales bien distintas.

El nivel más profundo del cambio de época es el cultural. La cultura, por naturaleza se comunica, se crea y se recrea a través de la educación. Hoy debemos preguntarnos acerca de estos cambios culturales profundos que vive México. Vivimos un período acelerado de cambios.

El cambio de época lleva consigo una fuerza transformadora que impacta en las más profundas dimensiones de la vida cotidiana de las personas y de las comunidades. “La novedad de estos cambios, a diferencia de los ocurridos en otras épocas, es que tienen un alcance global que, son diferencias y matices, afectan al mundo entero. Habitualmente, se los caracteriza como el fenómeno de la globalización” (Cfr. Aparecida 34). La historia se ha acelerado y los cambios se vuelven vertiginosos, puesto que comunican con gran velocidad a todos los rincones del planeta.

“Esta nueva escala mundial del fenómeno humano trae consecuencias en todos los ámbitos de la vida social, impactando la cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes y también, naturalmente, la religión. Como pastores de la Iglesia, nos interesa cómo este fenómeno afecta la vida de nuestros pueblos y el sentido religioso y ético de nuestros hermanos que buscan infatigablemente el rostro de Dios” (Aparecida 35).

 

Durango, Dgo., 23 de Septiembre del 2012              + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo: «Pastoral Familiar: eje transversal de la obra evangelizadora de la Iglesia»

Hace dos semanas nos reunimos en esta ciudad de Durango los equipos diocesanos de la pastoral familiar de toda la Provincia de Durango: Mazatlán, Torreón, Gómez Palacio, El Salto y Durango. El objetivo de la Reunión fue: “Profundizar sobre la realidad de la familia en México y en nuestra Provincia. Analizar la realidad de la pastoral familiar en la Provincia y revisar los acuerdos anteriores. Proponer nuevas iniciativas pastorales a favor de la pastoral familiar. Asumir como urgencia la Pastoral familiar”. Leer más

Episcopeo «El servicio de la Iglesia en el mundo de la salud»

            Esta próxima semana se llevará a cabo la Reunión Anual de los agentes de la Pastoral de la Salud, con el fin de continuar la formación y fortalecer la organización de esta Dimensión de la Pastoral Social del Episcopado Mexicano. El punto de encuentro es Catemaco, Veracruz, de la Diócesis de San Andrés Tuxtla. De nuestra Arquidiócesis participarán los coordinadores diocesanos.

La sociedad actual y en especial en el mundo de la salud, ha experimentado numerosos y profundos cambios que nos llaman a estar en actitud de escucha y de búsqueda para actuar pastoralmente como Iglesia con eficacia y realismo.

            La persona sufriente es motivo de preocupación y solicitud en la acción misionera de la Iglesia. El sufrimiento y el dolor afectan a la persona no solo en su aspecto físico, sino que repercuten en su integridad y en su entorno familiar y social; son compañeros inseparables de la humanidad.  Para aliviar el dolor se necesitan medicamentos y analgésicos, para aliviar el sufrimiento necesitamos encontrar respuestas sobre el sentido y la trascendencia de la vida humana. Leer más

Episcopeo domingo 26 de agosto del 2012

Los laicos son corresponsables del ser y del actuar de la Iglesia

            En esta V Etapa de la Misión Diocesana “La iniciación Cristiana”, como en toda la Misión de la Iglesia es de suma importancia la participación de los laicos. En todos los ámbitos de la vida de la Iglesia los laicos participan de manera que no se podría cumplir el mandato del Señor sin la participación de ellos. Especialmente en la planeación y organización de los planes de pastoral diocesanos y parroquiales, los laicos son los que llevan la mayor parte. Leer más