Substiste la Misión
Desde hace incontables años, sabemos de memoria que la Iglesia es esencialmente misionera; y en años que sí recordamos se hacían diversas promociones misioneras. A su tiempo, el Concilio Vaticano II emitió una frase clave para identificar la Iglesia que Jesucristo fundó: asienta que ella “subsiste en” la Iglesia Católica; me valgo de esta frase para asentar y pregonar que igualmente la Iglesia “subsiste en” la misión.
Este carácter misionero, se manifestó intensamente en los tiempos de nuestra primera evangelización, a cargo de los franciscanos, de los jesuitas, de los juaninos, del clero diocesano inicial y de las religiosas de clausura. Después, tanto por el pasar de los siglos y por la posesión pacífica de la fe católica, como también por los avatares históricos, la evangelización misionera se transformó en atención pastoral, un tanto acartonada y burocrática.
Hasta que en el siglo pasado, la persecución constitucional de 1917, la persecución sangrienta de la Cristiada (1926-1929), el Concilio Vaticano II, los Papas recientes, las cuatro primeras Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y caribeño y los Planes de la Pastoral de Conjunto nos han venido sacando de la pasividad e impulsando al dinamismo eclesial de la nueva evangelización.
En nuestra Iglesia Arquidiocesana, tenemos un Plan Diocesano de Pastoral publicado por Mons. Antonio López Aviña, el 15 de diciembre de 1986; tenemos el III Sínodo Diocesano también publicado por Mons. Antonio López Aviña, el 28 de octubre de 1989; y tenemos el Plan de Pastoral publicado por Mons. J. Trinidad Medel, el 16 de enero del 2002. Buscando aplicación a estos importantes documentos pastorales y para responder a necesidades apremiantes, con las debidas consultas, en un permanente “Estado de Misión” y bajo tonalidades misioneras, vamos impulsándonos y vamos promoviendo diversos aspectos propuestos o dispuestos en los documentos referidos.
Así, después de diversos preparativos durante el año 2005, abriendo muchos Centros-Misión en sedes parroquiales y en comunidades filiales, durante todo el año 2006, ya promovimos por todas partes de la Arquidiócesis una primera Etapa de la Misión con aspecto kerygmático. Igualmente, durante todo el año 2007, ya promovimos una segunda Etapa con acentos en Iniciación y en Espiritualidad Bíblicas. Somos conscientes de que no alcanzamos a todas las personas; y por tanto, estos acentos serán permanente desafío.
Por ello, sin abandonar los acentos de esas dos Etapas de nuestra Misión, anteayer, día 4 de enero en esta Ciudad y ayer día 5 de enero en la Región Laguna-Durango, el Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Christophe Pierre, haciendo presente entre nosotros al Santo Padre Benedicto XVI, inauguró nuestra III Etapa de la Misión, ya con carácter catequético, tomando como base el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. El Nuncio representa al Santo Padre ante las Diócesis, procurando que sean firmes y eficaces sus vínculos de unidad y caridad; representando al Santo Padre ante el Estado Mexicano, le compete promover y fomentar las relaciones entre la Santa Sede y las Autoridades Civiles.
Gracias, Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Christophe Pierre, por su presencia y su participación. Gracias por este fermento humano, cívico y social. Gracias por el impulso evangelizador y misionero para la implantación del Evangelio en tierra durangueña y zacatecana. Gracias, por visitarnos y bendecirnos.
Durango, Dgo. 6 de enero del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!