Liberalismo y Utilitarismo

Liberalismo y democracia no son términos idénticos. El desarrollo democrático masculino, femenino, racial o laboral ha sido desigual.
Jeremy Bentham (1748-1832), filósofo y político teórico, interesado en las reformas sociales de su tiempo, autor de numerosas obras de carácter moral, político y económico, sobre todo su Introducción a los principios de la moral y de la legislación (1789).
En el utilitarismo de Bentham, los hombres se mueven por la búsqueda de la felicidad localizada en el placer y por el rechazo del mal localizado en el dolor y el sufrimiento.
Útil será lo que posibilite alcanzar la felicidad; aunque hay placeres y dolores del cuerpo y también del alma. Por eso, hay que llevar una conducta austera, pues la felicidad no coincide necesariamente con el placer inmediato. Hay que analizar pues los placeres y dolores, y de un cálculo entre ellos, establecer las reglas de la conducta moral y de la legislación social.
Si la felicidad individual es el fin del hombre, la felicidad general es el fin de la sociedad; que consiste en la suma de las felicidades individuales: “la mayor felicidad del mayor número, en cuanto medida de lo justo y lo injusto”. No bastan los principios abstractos de la Revolución francesa de igualdad, fraternidad, libertad; porque lo que existe no son seres abstractos, sino que somos hombres reales viviendo en circunstancias finitas y determinadas.
Para alcanzar este fin, la legislación debe reducir los males sociales al mínimo, creando las circunstancias propicias para que el mayor número de individuos pueda libremente proveer a sus propios intereses. El gobierno debe desaparecer al máximo posible las desigualdades.
John Stuart Mill (1806-1807), escribió Sistema de Lógica (1843), Principios de economía política (1848), Sobre la libertad (1859), El Utilitarismo (1861). En él resalta, la felicidad como el fin de la vida del individuo, coincidiendo con Bentham y su utilitarismo como credo que acepta, como fundamento de la moral, como principio de máxima felicidad. Distingue placeres que en sí mismos son superiores a otros, por contribuir a la perfección espiritual del hombre y lo llevan a desarrollar de un modo más armonioso sus potencias y cualidades.
Los hombres, con la moral social deben coordinar los fines comunes, para crear una sociedad justa que elimine los obstáculos a la felicidad general. La sociedad interviene cuando los individuos dañan la vida común.
Durango, Dgo. 24 de agosto del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Libertad e Igualdad en Toqueville

Alexis de Toqueville (1805-1859), educado en el respeto al “Ancien Régime” y en el rechazo a la Revolución francesa, toma distancia de la formación recibida y se forma su propio criterio. Político, historiador y sociólogo, en sus libros más importantes, “De la democracia en América” y “El Antiguo Régimen y la Revolución”, elogia y critica a una y otra corriente.
Toqueville viaja a Estados Unidos para estudiar la vida y las instituciones americanas tratando de establecer principios de interpretación general para toda sociedad democrática. Analizando los factores del experimento americano, señala la igualdad como el valor privilegiado de la democracia.
Expone que gracias al sufragio universal, a la extensión del territorio y a la historia de las trece colonias americanas, se formó una sociedad igualitaria en política y economía; igualdad que se combina con la libertad institucional y libertad religiosa; herencia preciosa del pasado colonial.
Un riesgo que corre toda democracia es la tiranía de la mayoría, que gobierna en el parlamento, nombra al ejecutivo y los jueces, e impone una especie de ideología oficial a las minorías, que terminan uniformándose a la mayoría. Esto se puede equilibrar por el federalismo, la independencia de los jueces y la capacidad de los magistrados para interpretar las leyes a favor de las minorías.
Toqueville analiza la tendencia materialista de vastas masas sociales a consecuencia de la creciente industrialización que ha favorecido una mentalidad difusa que lleva a considerar como ideal antropológico una vida cómoda, conformista y llena de placeres materiales. Defendiendo la individualidad, critica el individualismo de quien se retira del ámbito social encerrándose en su mundo: casa, amistades, vida cómoda: los ciudadanos pierden las virtudes cívicas, dejando en manos de funcionarios o burócratas el destino de la sociedad.
Es pues necesario que las virtudes morales crezcan y florezcan en las asociaciones intermedias de la sociedad. Sobre todo, en una sociedad democrática, es importante el papel de la religión y en particular del cristianismo. Toqueville constató la importancia de la religión en la sociedad americana considerándola como la salvaguarda de las libertades.
Para sanar la tendencia de los hombres a una vida cómoda y a la materialización de los nobles ideales, el único remedio es una visión trascendente del hombre. La energía renovadora del individuo y la conciencia de su dignidad brotan de la religión. Para Toqueville “no hay acción humana, por muy particular que pueda parecer, que no tenga su razón de ser en un ideal que los hombres se hacen de Dios, de sus relaciones con el genero humano, de la naturaleza de sus almas y de sus deberes respecto a sus semejantes”.
Para Toqueville, la libertad política y la capacidad innovadora del individuo están unidas a la religión cristiana, a la fe que en América encontró tan comprometida y socialmente fecunda. Toqueville invirtió pues, la relación de la Ilustración entre religión y progreso: sin una cosmovisión trascendente, que libere al hombre de la estrechez de la vida terrena, no habrá auténtico progreso de la libertad; habrá conformismo y uniformización pasiva de la sociedad civil.
Las posturas de Toqueville proponen ir más allá de la ideología liberal.
Durango. Dgo 17 de agosto del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Liberalismo y Libertad Individual

Wilhelm von Humbolt (1767-1838), desarrolla la doctrina del estado mínimo, considerando que el fin del Estado moderno es garantizar la libertad de los hombres.
Distingue netamente entre nación o sociedad civil y Estado. La Nación o sociedad civil, es el reino de la iniciativa, de la espontaneidad y de la originalidad; el Estado, es el reino de la subordinación y de la obediencia. Reduce los fines institucionales del Estado al mantenimiento de la seguridad externa e interna.
Las instituciones políticas son para los hombres y no al revés. El Estado debe abstenerse de imponer la vida virtuosa desde arriba. Si no, el resultado sería “uniformidad y comportamientos forzados”; el fin del hombre en “el desarrollo más alto y proporcionado de sus facultades hasta construir un todo acabado”, como obra de libertad y no de imposiciones políticas. En las sociedades modernas, debe pues reinar la libertad religiosa y de enseñanza y el principio de subsidiariedad. .
El Estado es necesario, pero subordinado a la sociedad civil. La organización política no debe poner obstáculos a la autonomía y a la libertad de la nación, dado que el Estado garante de la seguridad de la seguridad tiene como fin “promover con todos los medios una condición de madurez para la libertad”.
Benjamín Constant (1767-1830), político y teórico suizo-francés. Un párrafo define su actitud liberal: “he defendido durante cuarenta años el mismo principio: libertad en todo, en religión, en filosofía, en literatura, en industria, en política. Y por libertad yo entiendo el triunfo de la individualidad tanto sobre la autoridad que querría gobernar mediante el despotismo, como sobre las masas que reclaman el derecho de someter la minoría a la mayoría”.
Constant distingue claramente la libertad de la ciudad griega consistente en compartir el poder social entre los ciudadanos de una misma ciudad. En cambio, para los modernos, libertad significa gozar de la vida privada, gracias a las garantías que el ordenamiento jurídico da a los individuos. En las sociedades modernas, el desarrollo del individuo no reside en el ámbito público sino en el privado: las actividades privadas de los ciudadanos deben ganar terreno frente al Estado, considerado como un mal necesario que hay que tener bajo control.
Cuando ha avanzado el egoísmo y el individualismo.
Durango, Dgo. 10 de agosto del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Al Consejo Presbiteral y a todos en la Arquidiócesis

En el día de la fiesta de S. Juan Ma. Vianney, Patrón de los Sacerdotes y especialmente de los Párrocos, les saludo afectuosamente con deseos de gracia y paz en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote.

Desde hace largos años el Presbiterio siente la necesidad de una Casa para los Sacerdotes enfermos o ancianos; el Presbiterio nunca ha abandonado este anhelo. En los últimos años, ha revivido el interés y se han repetido las consultas a todo el Presbiterio o en los Consejos diocesanos.

Finalmente, tengo el gusto de comunicarles que se ha formado un Patronato integrado por Presbíteros y Laicos y lo presento al Consejo Presbiteral o “Senado del Obispo en representación del Presbiterio” (C, 495); será presidido por el Sr. Ob. Auxiliar Enrique Sánchez Martínez como Presidente de la Comisión del Clero, será coordinado por el Sr. Jorge E. Mijares Casas como Presidente Eje cutivo; el Sr. Francisco Álvarez del Castillo González fungirá como Secretario y el Sr. Jaime Gutiérrez Vásquez fungirá como Tesorero; pertenecen como Vocales: el P. José Luis Badillo Rodríguez por el Consejo Presbiteral, el P. Francisco del Campo Galindo por el CCyAS, el P. Jesús García González por el Fondo de Solidaridad Sacerdotal, el P. Antonio Mier Mier como Colector entre los fieles; el Sr. Daniel Hernández Pérez, el Sr. Domingo Aguilar Godinez, el Sr. Cesar Medina Morales y el Sr. Eduardo Ávalos Gutiérrez.

Para dar un buen signo de eclesialidad evitando acciones disparadas, todos los miembros del Patronato se exigirán acordar y proceder en comunión y acuerdo.

El Patronato se presentará ante ustedes, les presentará el proyecto que se tiene y les propondrá unas preguntas a comentar. Agradezco a todos los miembros de este importante Patronato su disponibilidad y el empeño que van poniendo a favor de esta obra. Agradezco a Mons. Juan de Dios Caballero el empeño puesto en ella y le ruego que siga pendiente hasta el mes de octubre.

Durango, Dgo. 4 de agosto del 2008

Aftmo. en Xto.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Mariano Alberto Villalobos Salas
Secretario-canciller

El Liberalismo de Adam Smith

Adam Smith (1723-1790, autor de la obra “Investigación sobre el origen y las causas de la riqueza de las naciones”, es considerado como el profeta teórico del liberalismo económico.
Smith considera que la fuente de la riqueza es el trabajo, dato primario de la economía que manifiesta la naturaleza humana: los hombres trabajan para satisfacer sus necesidades y la razón se desarrolla para lograr que el trabajo sea cada vez más productivo: “mediante el trabajo se manifiesta toda la personalidad del hombre; esto significa que la actividad laboral es la expresión de los impulsos fundamentales que caracterizan a la naturaleza humana, armónicamente coordinados”.
Si el trabajo, como la actividad económica más importante, expresa a la naturaleza humana se sigue que, la economía es la causa de las relaciones que se instituyen en la sociedad; y así, la división o repartición del trabajo es el principio que debe regir la organización y el perfeccionamiento de las actividades laborales: todo hombre, siguiendo su propio interés, debe trabajar en el ámbito que le resulte más adecuado a sus gustos, habilidades y destrezas; así se aumenta la cantidad y la calidad de los bienes producidos. Si los hombres naturalmente tienden al intercambio; pueden intercambiar lo producido en la división del trabajo, mediante la institución y la organización del mercado. Para identificar qué es el mercado, distingamos el trabajo, el capital y la tierra, como factores del proceso productivo que originan tres clases sociales: trabajadores, capitalistas y propietarios. La propiedad del capital, rige la subordinación u organización fundamental del trabajo productivo; el capitalista debe tener autocontrol, disciplina de las pasiones, austeridad, ahorro e influencia en la sociedad.
Esto lleva a definir la sociedad civil, no como el resultado de un pacto o contrato social, sino como la consecuencia natural de la organización del trabajo productivo. Se debe producir bienes suficientes para saciar las necesidades primarias, permitiendo sustraer al consumo algunos bienes destinados a la formación y a la conservación del capital productivo.
La sociedad civil equivale el mercado, libre de las intervenciones del Estado, pues el intervencionismo estatal en la economía desnaturaliza el mercado. El Estado es el conjunto de servicios y funciones que sirven para garantizar la paz, la tranquilidad y el orden del mercado.
La función más importante del Estado es administrar justicia, respetando las leyes del mercado. Hay que abolir privilegios, monopolios y toda legislación que impida o limite la actividad del trabajo productivo. Libres los hombres para buscar sus intereses privados, por las leyes naturales harán que se realice en la sociedad la justicia y la prosperidad; si cada uno sigue su propio interés, proponiéndose el provecho individual, la sociedad progresará colectivamente.
La concepción de Smith, acerca de la sociedad estructurada a partir de las relaciones que surgen del proceso productivo, será retomada después por Carlos Marx. Se entiende esta relación, porque el liberalismo económico y el marxismo tienen una visión del hombre basada en el reduccionismo economicista.
Durango, Dgo. 3 de agosto del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Renuncia y Nombramiento

El lunes pasado, la Santa Sede publicó la aceptación de la renuncia al cargo de Obispo Auxiliar de Durango, que en tiempo y forma presentó Mons. Juan de Dios Caballero Reyes, al cumplir setenta y cinco años de edad, (actualmente tiene setenta y siente años cumplidos).
Mons. Caballero nació en Canatlán el 23 de junio de 1931; se formó en nuestro Seminario y estudió espiritualidad en la Pontificia Universidad Gregoriana, fue ordenado Presbítero en Catedral el 31 de octubre de 1954, sirviendo como Prefecto de disciplina, Director Espiritual, Maestro, Vicerrector y Rector del Seminario, Párroco de Ntra. Sra. de Lourdes y de Juan Aldama, y Secretario Canciller de la Curia Diocesana. El 21 de septiembre de 1978, fue consagrado Obispo de Huejutla y colaboró en diversas Comisiones Episcopales; El 18 de noviembre de 1993, fue trasladado a Durango como Obispo Auxiliar.
Mons. Caballero dejará de ser Ob. Auxiliar y Vicario General; dejará igualmente algunas encomiendas, como la Comisión del Clero y la asistencia presbiteral al Movimiento de Renovación Católica en el Espíritu Santo; pero continuará atendiendo otras tareas como la atención a las Oblatas, Vicario de las Religiosas de clausura, y seguirá asistiendo a diversas reuniones diocesanas.
En nombre propio y de la Arquidiócesis, expreso nuestro cordial y sincero reconocimiento de su testimonio de vida y de ministerio, edificantemente vividos entre nosotros como persona, como seminarista, como Presbítero y como Obispo. Así mismo, le estamos cordial y sinceramente agradecidos. Les ruego que en lo sucesivo le sigan invitando a fiestas patronales, celebraciones sacramentales y retiros espirituales, lo cual será un gran apoyo a su servidor. Honor a quien honor merece: pueden comunicarse con él para expresar su gratitud personal, simpatía y veneración a los teléfonos: of. 618/8114242, 8112466, fax 8128881; dp 8111160; cel 618-8151329.
También con religiosa y eclesial alegría, hago de su conocimiento que, la Santa Sede ha nombrado al P. Enrique Sánchez Martínez, nuevo Obispo Auxiliar de nuestra Arquidiócesis. ¡Felicidades y bienvenido!
Mons. Enrique nació el 2 de diciembre de 1960 en Cuencamé, Dgo. recibió su formación Presbiteral en nuestro Seminario y luego estudió Sociología en la Pontificia Universidad Gregoriana; fue ordenado Presbítero el 29 de junio de 1986; varios años fue maestro del Seminario; fue ecónomo del Seminario y de la Arquidiócesis; sirvió a los Movimientos de Encuentros matrimoniales y Encuentro de Novios; fue Capellán de dos Comunidades de Religiosas; Párroco de Río Grande y Vicario Regional de Pastoral para las Parroquias zacatecanas de nuestra Arquidiócesis.
Alegrémonos por este don gratuito de Dios, como es el Episcopado a un hijo de una familia duranguense, a un exalumno de nuestro Seminario, a un miembro de nuestro Presbiterio y de nuestra Arquidiócesis. Mons. Enrique será ordenado Obispo el 10 de octubre próximo en esta Ciudad por el Sr. Nuncio Apostólico Mons. Christophe Pierre. Pueden felicitarlo a los teléfonos: 498/9820187; Cel. 498/1009103.
Dando gracias a Dios, que estos acontecimientos, alimenten nuestra vida cristiana y nos impulsen en nuestro proceso evangelizador y misionero.
Durango, Dgo. 27 de julio del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango.

A Todos en la Arquidiócesis

Les saludo con felices augurios de gracia y paz.
En nombre de la Arquidiócesis, con sincera gratitud hacia Mons. Juan de Dios Caballero Reyes, hago de su conocimiento que la Santa Sede le ha aceptado la renuncia presentada al cumplir 75 años de edad (ahora tiene 77 años cumplidos). La Arquidiócesis le está cordial y sinceramente reconocida de su testimonio de vida y ministerio edificantemente vividos como Presbítero y como Obispo entre nosotros. Mons. Caballero dejará de ser Ob. Auxiliar y Vicario General; dejará igualmente la Comisión del Clero y la asistencia espiritual del Movimiento de Renovación Católica en el Espíritu Santo. Pero seguirá atendiendo a las Oblatas, como Vicario de las Religiosas de clausura, participará en las reuniones del Consejo Presbiteral, de la Junta de Pastoral y de Provincia; siempre que pueda participará en las reuniones semanales del Consejo de Gobierno. Continuará en sus anteriores funciones hasta el 10 de octubre.
Recomiendo encarecidamente a todos que le manifiesten gratitud personal, simpatía y veneración; sus teléfonos son: of. 618/8114242, 8112466, fax 8128881; dp 8111160; cel 618-8151329. Igualmente le ruego encarecidamente que en lo sucesivo le sigan invitando a sus Parroquias para fiestas patronales y celebración de la Confirmación; ello será un gran apoyo a su servidor.
También con religiosa y eclesial alegría, hago de su conocimiento que, para cubrir su lugar, la Santa Sede ha nombrado al P. Enrique Sánchez Martínez Obispo Auxiliar de nuestra Arquidiócesis. Alegrémonos por este don gratuito de Dios, como es el Episcopado a un hijo de una familia duranguense, a un exalumno de nuestro Seminario, a un miembro de nuestro Presbiterio y de nuestra Arquidiócesis.
El P. Enrique permanecerá un mes más en la Parroquia de Río Grande y será ordenado Obispo el 10 de octubre próximo en esta Ciudad por el Sr. Nuncio Apostólico Mons. Christophe Pierre. Habitará en el Seminario Menor. Cordialmente les encarezco felicitar a Mons. Enrique; sus teléfonos son 498/9820187; Cel. 498/1009103.
Tributando infinitas gracias a Dios, los motivos de la presente Circular, alimenten nuestra vida cristiana y nos impulsen en nuestro proceso evangelizador y misionero.
Aftmo. en Xto.
Durango, Dgo. 21 de julio del 2008.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango
Mariano Alberto Villalobos Salas
Secretario-canciller

El Liberalismo de John Locke (Pt 2)

EL LIBERALISMO DE JOHN LOCKE (2)
Hace ocho días, repasando el concepto de Locke sobre el estado de libertad natural al existir pasiones humanas desordenadas, la ausencia de una autoridad en el estado de naturaleza, ocasiona que algunos no obedezcan la ley natural y esto obliga a cada individuo a hacerse justicia por su cuenta.
Se crea así un estado de conflicto que origina el pacto social, es decir, “ponerse todos de acuerdo para entrar a formar parte de una sola comunidad y de un solo cuerpo político”, para terminar con los enfrentamientos. El hombre es social por naturaleza, pero en la sociedad del estado de naturaleza carece de elementos esenciales a una sociedad y es previa a un cuerpo organizado como sociedad política.
En el acuerdo es básico el consenso en una convención que dé lugar a una sociedad que permita una vida cómoda, segura, pacífica y un goce tranquilo de los propios bienes. Esta sociedad civil tiene como fin la salvaguardia de los derechos naturales a la vida, la salud, la libertad, la propiedad. La tierra antes de ser trabajada, pertenece a toda la humanidad; al trabajar una parte para obtener los bienes necesarios, esa parte y lo producido se convierten en propiedad del que la trabaja.
El trabajo productivo manifiesta la racionalidad humana y es el fundamento de la propiedad privada, que es connatural al hombre. La energía vital del hombre se expande en la laboriosidad y productividad de los individuos, quienes aumentando los bienes propios amplían su autonomía y su libertad.
La comunidad política surgida del pacto social, defiende los derechos ciudadanos estableciendo mediante el consenso general, una ley política, un juez reconocido y un poder que garantice el cumplimiento de las leyes. El alma de todo ello es el poder legislativo. En separación de poderes, estos deben limitarse y controlarse mutuamente; el poder legislativo debe obedecer a la ley natural.
En la Epistola sobre la tolerancia (1689), Locke habla de la Iglesia y el Estado como dos sociedades distintas: la primera es una sociedad libre que se reúnen mediante un mutuo acuerdo para servir públicamente a Dios y que debe exhortar y aconsejar, pero no coaccionar; el Estado, se ocupa de los bienes civiles, no debe inmizcuirse en los asuntos religiosos, pero puede ser intolerante ante las doctrinas que pongan en peligro la conservación del poder civil.
En La razonabilidad del Cristianismo (1695), presenta su vivión de la religión cristiana: la revelación es necesaria, refuerza la ley de la razón o ley natural; el Credo mínimo consiste en creer que Jesús es el Mesías, quien, mediante la revelación evangélica, nos ha transmitido una ley moral universal.
En 1697 escribirá, “la Sagrada Escritura, es y será siempre, la guía constantes de mi asentimiento; y yo la escucharé siempre, porque contiene la inefable verdad respecto a las cosas de la máxima importancia. Quisiera que se pudiera decir que nos hay misterios en ella; pero debo reconocer que para mí, lo hay y temo que los habrá siempre. Donde me falta la evidencia de las cosas, encontraré un fundamento suficiente para creer: Dios ha hecho esto”.
Durango, Dgo. 20 de julio del 2008. Héctor González Martínez.
Arz. de Durango

El Liberalismo de John Locke (Pt 1)

EL LIBERALISMO DE JOHN LOCKE (1)
John Locke nació en Inglaterra en 1632. En 1652 inicia la carrera eclesiástica, obteniendo los títulos de bachiller y de maestro de artes en la Universidad de Oxford; para 1659 ya enseña griego, retórica y filosofía moral. Luego abandona la carrera eclesiástica y estudia medicina, ciencias naturales y química. Ronda por Londres, Oxford, Francia, Londres, Holanda, Inglaterra y muere en 1704.
En el Ensayo sobre el entendimiento humano, posterior a 1689, Locke se pregunta sobre el alcance de nuestro entendimiento: qué cosas podemos conocer y con cual grado de certeza; ello, con finalidad eminentemente práctica: conociendo los límites del conocimiento, se podrá emplear la mente en cosas útiles, remedio para la pereza y el escepticismo. Se trata de conocer metodológicamente las cosas necesarias para una vida conveniente a la naturaleza humana. Pero, el método está al servicio del auténtico fin de la Filosofía de llevar una vida digna, con paz y felicidad.
En filosofía política, lo más importante son los dos Tratados sobre el gobierno civil. Trata de demostrar que la formación y la conservación del poder político y de la organización política de la sociedad, se basa en la naturaleza humana y en el consenso ciudadanos, no es el derecho divino ni en el poder tradicional de los padres de familia. En su propuesta de organización civil, Locke pretende asegurar los derechos individuales de los ciudadanos, y con este fin limita el poder político.
Concepto importante de esta propuesta política es el concepto de ley natural, no innata, conocida a través de la experiencia sensible, como regla moral obligatoria, y que tiene a Dios por autor. Siendo conforme con la razón, esta ley natural es conveniente al hombre al formar una comunidad.
Para Locke, el estado de naturaleza consiste en un estado de libertad, regulado por la ley natural en donde reina la igualdad: “siendo todos iguales, ninguno debe causar daño a los demás en la vida, la salud, la libertad y las propiedades”. En este estado, la única ley que tiene validez es la ley natural.
Por eso, la libertad natural radica en “no estar sometido a ningún otro poder superior en la tierra, y no encontrarse bajo la voluntad y la autoridad legislativa de ningún hombre, y no reconocer ninguna ley que no sea la natural”.
Pero, existiendo pasiones humanas desordenadas, la ausencia de una autoridad en el estado de naturaleza, ocasiona que algunos no obedezcan la ley natural y esto obliga a cada individuo a hacerse justicia por su cuenta.

Durango, Dgo. 13 de julio del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

El Liberalismo

Desde la entrega del 8 de junio, anuncié tratar las principales ideologías políticas del liberalismo, del nacionalismo, del marxismo y del cientismo. Iniciemos describiendo sumariamente los criterios que están a la base de los distintos liberalismos de John Locke, Adam Smith, Humbolt y Constant, Alexis de Toqueville, Bentham y Mill.
Tomando en cuenta la explicación del 8 de junio sobre ideología, entendemos por liberalismo, un modo de pensar ideológico; por democracia liberal, la manifestación político-institucional de esta ideología; por capitalismo, un sistema económico ligado a dicha ideología.
Sus raíces, se pueden encontrar en la reflexión filosófica sobre la tolerancia surgida después de las guerras europeas de religión del siglo XVI. Así, la libertad política de los modernos tendría como base el principio de tolerancia que propuso el diálogo en vez del enfrentamiento entre las diversas formas de enfrentar lo divino y su relación con el mundo.
El principio de tolerancia, se irá definiendo y precisando; el diálogo será el procedimiento de una comunidad que se defina como liberal. De la tolerancia religiosa se pasó a la tolerancia política; y para asegurar la tolerancia fue preciso asegurar la neutralidad del Estado ante las creencias y ante las actividades privadas de los ciudadanos. Este principio llevó a distinguir entre el Estado y la Sociedad civil; esta distinción hace que se vea a la sociedad civil como el lugar de la libertad, de la creatividad, de la espontaneidad y hasta del desorden; y al Estado, como el lugar de la autoridad, del conformismo, de la burocracia, y de la rigidez institucional. Liberalismo entonces, es “el arte de separar” entre lo público y lo privado.
El Liberalismo político clásico se caracteriza también como teoría de los límites del Estado; en abierta critica contra la monarquía absoluta, intenta encontrar los medios por los cuales el Estado no pueda violar los derechos individuales de los ciudadanos. Tales medios son la representación política de los ciudadanos, la separación y limitación de los poderes políticos, y un estado de derecho de la organización política que garantice a la libertad de cada no a coexistir con la libertad de todos.
El fondo de estos enunciados políticos es una antropología o concepción de la naturaleza humana de carácter individualista. Las leyes y las instituciones jurídicas inventadas por el hombre para afrontar las necesidades humanas no gozan de la sanción divina, y faltando esta como punto fundamental de referencia, para resolver las diferencias, se recurre al criterio de la mayoría. Pero, esta mayoría es sólo representativa, al estar constituida por ciudadanos que tiene derechos políticos, élite económica y cultural.
A la libertad religiosa y política se unió la libertad económica. El mundo de la economía ha de permanecer fuera del poder estatal; las leyes del mercado gasten para crear riqueza, para satisfacer las necesidades materiales de los hombres y para progresar económicamente en forma continua. En la evolución histórica de este liberalismo económico influyen otros factores como la mecanización industrial tecnológica, y moralmente una actitud de materialismo práctico.
La aplicación de este modelo político agrava la situación de desigualdad. El proceso de industrialización y la no intervención del Estado, provoca la creación de una aristocracia capitalista y de una masa de pobres e indigentes.
Durango, Dgo. 6 de julio del 2008. Héctor González Martínez
Arz. de Durango