Liberalismo y Utilitarismo

Liberalismo y democracia no son términos idénticos. El desarrollo democrático masculino, femenino, racial o laboral ha sido desigual.
Jeremy Bentham (1748-1832), filósofo y político teórico, interesado en las reformas sociales de su tiempo, autor de numerosas obras de carácter moral, político y económico, sobre todo su Introducción a los principios de la moral y de la legislación (1789).
En el utilitarismo de Bentham, los hombres se mueven por la búsqueda de la felicidad localizada en el placer y por el rechazo del mal localizado en el dolor y el sufrimiento.
Útil será lo que posibilite alcanzar la felicidad; aunque hay placeres y dolores del cuerpo y también del alma. Por eso, hay que llevar una conducta austera, pues la felicidad no coincide necesariamente con el placer inmediato. Hay que analizar pues los placeres y dolores, y de un cálculo entre ellos, establecer las reglas de la conducta moral y de la legislación social.
Si la felicidad individual es el fin del hombre, la felicidad general es el fin de la sociedad; que consiste en la suma de las felicidades individuales: “la mayor felicidad del mayor número, en cuanto medida de lo justo y lo injusto”. No bastan los principios abstractos de la Revolución francesa de igualdad, fraternidad, libertad; porque lo que existe no son seres abstractos, sino que somos hombres reales viviendo en circunstancias finitas y determinadas.
Para alcanzar este fin, la legislación debe reducir los males sociales al mínimo, creando las circunstancias propicias para que el mayor número de individuos pueda libremente proveer a sus propios intereses. El gobierno debe desaparecer al máximo posible las desigualdades.
John Stuart Mill (1806-1807), escribió Sistema de Lógica (1843), Principios de economía política (1848), Sobre la libertad (1859), El Utilitarismo (1861). En él resalta, la felicidad como el fin de la vida del individuo, coincidiendo con Bentham y su utilitarismo como credo que acepta, como fundamento de la moral, como principio de máxima felicidad. Distingue placeres que en sí mismos son superiores a otros, por contribuir a la perfección espiritual del hombre y lo llevan a desarrollar de un modo más armonioso sus potencias y cualidades.
Los hombres, con la moral social deben coordinar los fines comunes, para crear una sociedad justa que elimine los obstáculos a la felicidad general. La sociedad interviene cuando los individuos dañan la vida común.
Durango, Dgo. 24 de agosto del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

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