El Nacionalismo

El nacionalismo es la manifestación colectiva del liberalismo como pretensión de autonomía absoluta ya no del hombre individual, sino de la comunidad nacional.
El puesto de la libertad individual en el liberalismo para sustituir al Absoluto por algo relativo, en el Nacionalismo lo ocupa la libertad nacional; lo mismo la libertad individual burguesa del siglo XIX es sustituida por la libertad nacional, entendida como poder del pueblo que se expande y conquista nuevas glorias.
La tierra donde hemos nacido y la historia anterior a nosotros condicionan nuestro ver y juzgar el mundo, por tanto, el patriotismo es una virtud humana; parte integral de la virtud de la piedad; pero el nacionalismo absolutiza este aspecto de nuestra pertenencia social, transformando a la nación en un fin en sí mismo: no se trataría de amar a la patria, sino de un sentimiento de devoción total, convirtiendo a la nación en fin absoluto.
Empecemos. El concepto de nación surge en la baja edad media y poco a poco se identifica con la forma estatal del poder. En los siglos XV-XVI se dan los primeros estados nacionales: Inglaterra, Francia, España, Portugal. De entonces hasta los movimientos revolucionarios, la nación estaba encarnada en el Estado y el Estado en le persona del rey. La corona representaba el interés general de la nación, su unidad, y la consagración religiosa manifestaba una especie de matrimonio místico entre la nación y su rey.
Esto cambia en 1789 con la Revolución Francesa. La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano instaura los elementos de la representación y de la legitimidad: “el principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación”. Si en el Antiguo Régimen la legitimidad política estaba encarnada en la corona, se basaba radicalmente en la aceptación del origen divino del poder. Con la Revolución cambia el titular de la legitimidad política y la legitimidad ontológica se traslada desde Dios al pueblo constituido en nación.
Este traslado no era en sí mismo necesario. El gobierno popular, a pesar del cambio de legitimidad política, bien podía seguir afirmando la fundamentación trascendente de la autoridad. La causa del cambio teórico se debe a la antropología ilustrada y no a la esencia misma del gobierno popular y representativo.
Durante la Revolución y el Imperio todo es nacional: fiestas nacionales, símbolos nacionales, panteón nacional, guardia nacional, etc. Este proceso de absolutización, trae consigo, como toda religión, que la nación exige sacrificios: el servicio militar obligatorio manifiesta que, ahora la guerra es asunto de todos, es la nación en armas, que los jóvenes de la Patria deben avanzar, porque la Patria necesita de sus esfuerzos. Este cambio ideológico comporta el nacimiento de la guerra moderna, en la que toda la sociedad se ve involucrada, con sus consecuencias.
Aparece también una religión cívica. Si antes la Iglesia inscribía las fechas más importantes de la vida personal como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, ahora lo hace el Estado y hasta se levantan altares de la patria. En educación se intenta la homogeneización lingüística sustituyendo los dialectos por la lengua nacional.
Retomando una vieja idea de Rousseau, se considera que sólo el Estado puede educar buenos ciudadanos; la educación y el ejército serán dos pilares del nacionalismo revolucionario.
Durango, Dgo. 7 de septiembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. De Durango

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