Celebré la Semana Santa en esta región pastoral de nuestra Arquidiócesis de Durango, concretamente en la parroquia de Santiago Apóstol de Santiago Papasquiaro (que significa Sacerdote del Templo o Casa de las Águilas). La forman dos Decanatos (Mártires Jesuitas y San Miguel). Algunas parroquias de esta región se ubican en las laderas de la Sierra, pero otras se encuentran enclavadas en la Sierra Madre Occidental, como la parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe de Lajas (ahí se ubica Rosilla), y la parroquia de la Inmaculada Concepción de Guanaceví. Colinda al norte con la Diócesis de Parral, Chihuahua, al sur con la Prelatura de el Salto, Dgo., y más al occidente con la Diócesis de Culiacán, Sinaloa. Permanecí en la parroquia de Santiago, también celebré el domingo de Ramos y el jueves Santo en la parroquia de Tepehuanes.
Los signos que identifican a la ciudad son: el cerro del Papantón, es el más representativo; el río Santiago, que corre de Sur a Norte desde su nacimiento en la cumbre de la sierra y se une en Atotonilco con el río de Tepehuanes; el libro representa la cultura de los habitantes de esta ciudad; el violín símbolo de los hombres ilustres, como lo fue don Silvestre Revueltas Sánchez; los arcos dan la bienvenida a la ciudad y al complejo industrial forestal. Sin duda el signo religioso más importante es la imagen del Señor del Santo Entierro, que se venera en esta parroquia y que convoca miles de fieles. Ha sido siempre una ciudad de comercio, próspera y de gente trabajadora.
Santiago Papasquiaro ha sido siempre la puerta de entrada hacia la región tepehuana y de ahí al corazón de la Sierra Madre Occidental. Desde aquí fue el lugar adecuado para las conquistas de los españoles, pero además para la defensa ante las incursiones de tarahumaras y chichimecas. Al decir del padre Jerónimo Ramírez, de la Compañía de Jesús, “los nativos de la región vivían con mayor organización que los zacatecos, de ahí que prefiriera trabajar en esta zona, dejando a otros misioneros el cuidado de Cuencamé, por él fundado. Desde la conquista de Topia se recorrieron sus tierras, pero no se estableció antes misión alguna, de donde se infiere que sólo algunos españoles se organizaron en este sitio para obtener algunos beneficios de las minas aledañas”. La misión se fundó en 1597, creando en Santiago Papasquiaro el centro de sus actividades en todo el territorio de influencia de los tepehuanos.
La misión fue atacada en 1616. Los religiosos jesuitas de la región fueron asesinados por los naturales, encabezados por diversos caciques, entre los que debe mencionarse a Quatlatas. La muerte de los padres Bernardo Cisneros y Diego de Orozco, causó gran conmoción en la provincia de la Nueva Vizcaya. En 1620 se estableció la misión, pero se consolidó solo hasta 1690. El siglo XVIII trajo cierta fortuna a la población, aunque se resintió Santiago Papasquiaro por el hambre que provocaron tres intensas sequías a mediados del siglo. En 1787 se elevó a la categoría de Villa. Fue capital del partido después de la lucha de Independencia.
Hoy es un municipio de 44 966 (INEGI Censo del 2010) habitantes, la mayoría son católicos; en el censo del INEGI de 1990 resultó 92.1 % de católicos, del total de la población del municipio; de acuerdo a las cifras del censo de 2010, es de 89 % aproximadamente. Situada en un valle en el centro oeste del estado de Durango. La agricultura, el comercio y sobre todo la actividad forestal son fundamentales en la economía local. Últimamente se han anunciado inversiones importantes en la minería. Cuenta con dos instituciones de nivel superior que son el Instituto Tecnológico Superior y la Universidad Autónoma de Durango. Muchas personas de este municipio, emigran o han emigrado a los Estados Unidos, muchas de ellas viven en el área metropolitana de Chicago (Illinois).
Se sienten orgullosos por los hombres y mujeres ilustres que han tenido: Silvestre Revueltas Sánchez, compositor de música clásica, violinista y director; Santiago Baca Ortiz, primer Gobernador Constitucional del Estado de Durango; Fermín Revueltas Sánchez, pintor, segundo hijo de una familia de diez, todos dotados para las artes; José Revueltas, escritor, guionista y activista político; José Ramón Valdez, ejerció la docencia como profesor de primeras letras sin título de maestro, fue oficial del ejército federal y pagador del cuerpo al que pertenecía; Profr. Camilo Carreón Ojeda, ilustre educador nacido en Santa María del Oro, Dgo., formó cientos de jóvenes de Santiago Papasquiaro.
Actualmente la gente de esta parroquia no solo emigra para Estados Unidos en busca de trabajo, o para visitar a sus familiares, ahora huyen por la ola de violencia e inseguridad que azota la región desde hace algunos años, y que se ha intensificado últimamente. Familias enteras, empresarios exitosos, emigran a otros estados de la República. El año pasado, el comercio en esta ciudad cayó un 40%; la presencia de los paisanos que vienen de la Unión Americana y las remesas de dólares, prácticamente están en ceros. A decir de sus gobernantes “el crimen organizado ha cambiado la vida del Municipio”. Pocos llegaron para convivir con sus familias estos días de Semana Santa, que muchos aprovechaban para también descansar. Las expresiones de la gente: “hasta cuando se terminará esto?”, “Sr. Obispo haga oración por nosotros”, “pida por mi hijo que desde hace un año lo levantaron y no sé de él”
El domingo de Ramos, levantaron a cuatro jóvenes (hombres) originarios de las poblaciones del Pinto y Salpica el Agua, el jueves Santo los encontraron muertos cerca de ahí. A pesar de esto la gente sigue su vida, y no pierde la esperanza. El martes Santo estuve en el Patio de Altares, les predique sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, confesamos, celebramos la Eucaristía, ahí había familias enteras de esas poblaciones de donde eran originarios los jóvenes asesinados. Estaban reunidos en retiro de encierro como unos 90 jóvenes de esas comunidades, viviendo la Pascua Juvenil, lo mismo los niños. Los señores Cruzados (Escuela de la Cruz), y los ministros extraordinarios de la Comunión, son quienes animan la fe de sus comunidades y nos animan también a nosotros los pastores obispos y sacerdotes, a seguir llevando la Buena Nueva del Reino de la Vida que Jesús nos anunciado y revelado: el amor del Padre.
Esta región que fue evangelizada por la sangre de numerosos misioneros, laicos y religiosos en al pasado, ahora la evangeliza el testimonio de mis hermanos sacerdotes que están ahí, metidos con el pueblo de Dios, en sus parroquias, que suben a la sierra a celebrar la fe con sus comunidades, que se mueven temerosos pero, al mismo tiempo, confiados en el Señor resucitado, su fortaleza y testimonio, me anima y me fortalece.
Durango, Dgo., 24 de Abril del 2011.
+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango