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Jornada del migrante y del refugiado: una sola familia de hermanos y hermanas

El próximo domingo 16 de Enero, la Iglesia celebra el “Jornada mundial del migrante y del refugiado”, y es oportuno reflexionar sobre el mensaje que el Papa Benedicto XVI nos ha regalado para la ocasión. La Organización de las Naciones Unidas lo celebra el 18 de diciembre. Se ha agudizado la crisis migratoria en México, en los últimos meses hemos escuchado noticias constantes de deportaciones masivas y asesinatos en todo lo largo y ancho de la frontera norte con Estados Unidos, pero también la crisis por los inmigrantes desde la frontera sur, especialmente con Guatemala: explotación, corrupción, asesinatos, etc. A nivel del Estado de Durango, volteamos hacia el norte, porque casi todos tenemos familia o amigos en USA. “El sueño americano dista mucho de ser uno en la vida real; cada día es más precaria la calidad de vida de muchos migrantes que viven en Estados Unidos, sobre todo los indocumentados, con rezago en servicios de salud, educación y violación a sus derechos, denuncia la organización Durango Unido en Chicago… La cacería contra los migrantes en Estados Unidos acentúa la caída de las remesas: el estado de Durango registró en el último corte de 2010 ingresos de divisas por esta vía por el orden de los 284.8 millones de dólares, 83.27 millones menos que en el año de 2007 cuando lograron su mayor auge, lo que representa una disminución del 16.73 por ciento, y 3.9 millones menos que en 2009, así lo reveló el Banco de México (Banxico). El estado de Durango es el cuarto expulsor de connacionales hacia el vecino país del norte y cuyas remesas que envían constituyen un fuerte apoyo para sus familias radicadas aquí… Las deportaciones masivas y redadas de indocumentados son ya un grave problema y no podemos ser omisos, porque sólo en 2010 se registraron 392 mil deportaciones y este año se anticipa una meta de 404 mil”.
En este tema la Iglesia católica ha manifestado constantemente una solicitud por los que viven la experiencia de la migración: Es un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita, y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales y a la comunidad internacional. Podemos decir que estamos ante un fenómeno social que marca época, que requiere una fuerte y clarividente política de cooperación internacional para afrontarlo debidamente… Ningún país por sí solo puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales. Todos podemos ver el sufrimiento, el disgusto y las aspiraciones que conllevan los flujos migratorios. Como es sabido, es un fenómeno complejo de gestionar (Caritas in veritate, no. 62).
Nos invita el Papa a aprovechar “la oportunidad de reflexionar sobre el creciente fenómeno de la emigración, de orar para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera. El tema que el Papa escogió es “Una sola familia humana”, inspirado en Jn 13, 34: “Que, como yo los he amado, así se amen también ustedes los unos a los otros”, es la invitación que el Señor nos dirige con fuerza y nos renueva constantemente: si el Padre nos llama a ser hijos amados en su Hijo predilecto, nos llama también a reconocernos todos como hermanos en Cristo. Una sola familia de hermanos y hermanas en sociedades cada vez más multiétnicas e interculturales, para encontrar una convivencia serena y provechosa en el respeto de las legítimas diferencias. No vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas.
El camino es el mismo, el de la vida, pero las situaciones que atravesamos en ese recorrido son distintas: muchos deben afrontar la difícil experiencia de la emigración, en sus diferentes expresiones: internas o internacionales, permanentes o estacionales, económicas o políticas, voluntarias o forzadas. En algunos casos las personas se ven forzadas a abandonar el propio país impulsadas por diversas formas de persecución, por lo que la huida aparece como necesaria. La globalización no es sólo un proceso socioeconómico, conlleva también una humanidad cada vez más interrelacionada, que supera fronteras geográficas y culturales. En una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios.
La Iglesia le reconoce a todo hombre, la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida. Al mismo tiempo, los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Los inmigrantes, además, tienen el deber de integrarse en el país de acogida, respetando sus leyes y la identidad nacional. Se trata, pues, de conjugar la acogida que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegados.
Es preciso considerar la situación de los refugiados y de los demás emigrantes forzados, que son una parte relevante del fenómeno migratorio. Respecto a estas personas, que huyen de violencias y persecuciones. El respeto de sus derechos, así como las justas preocupaciones por la seguridad y la cohesión social, favorecen una convivencia estable y armoniosa. La solidaridad de todos y en especial de los católicos, se alimenta en la “reserva” de amor que nace de considerarnos una sola familia humana y miembros del Cuerpo Místico de Cristo: de hecho nos encontramos dependiendo los unos de los otros, todos responsables de los hermanos y hermanas en humanidad y, para quien cree, en la fe. Acoger a los refugiados y darles hospitalidad, es para todos, un gesto obligado de solidaridad humana, a fin de que no se sientan aislados a causa de la intolerancia y el desinterés. Esto significa que a quienes se ven forzados a dejar sus casas o su tierra se les debe ayudar a encontrar un lugar donde puedan vivir en paz y seguridad, donde puedan trabajar y asumir los derechos y deberes existentes en el país que los acoge, contribuyendo al bien común, sin olvidar la dimensión religiosa de la vida.
Si esto lo pedimos para nuestros familiares, amigos y paisanos en Estados Unidos, también debemos ofrecerlo a quienes entran a nuestro país por la frontera sur.
Termina el Papa invitándonos: Queridos hermanos y hermanas, el mundo de los emigrantes es vasto y diversificado. Conoce experiencias maravillosas y prometedoras, y, lamentablemente, también muchas otras dramáticas e indignas del hombre y de sociedades que se consideran civilizadas. Para la Iglesia, esta realidad constituye un signo elocuente de nuestro tiempo, que evidencia aún más la vocación de la humanidad a formar una sola familia y, al mismo tiempo, las dificultades que, en lugar de unirla, la dividen y la laceran. No perdamos la esperanza, y oremos juntos a Dios, Padre de todos, para que nos ayude a ser, a cada uno en primera persona, hombres y mujeres capaces de relaciones fraternas; y para que, en el ámbito social, político e institucional, crezcan la comprensión y la estima recíproca entre los pueblos y las culturas.

Durango, Dgo., 9 Enero del 2011.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

“Que la pequeña Iglesia de cada familia glorifique tu nombre y reciba tu bendición”

La celebración de la Navidad es la gran respuesta de Dios al anhelo humano de una salvación. Este anhelo se puede traducir hoy como un acontecimiento de “liberación”, de “cercanía”, de “una nueva posibilidad de vida” en unidad, en armonía, especialmente de una posibilidad de vivir la paz. Ella está ligada a la historia de la humanidad golpeada por el pecado y carente de una respuesta adecuada de parte del hombre mismo: historia que demuestra que solo la intervención gratuita de Dios puede hacer posible la regeneración de lo humano. Las tinieblas que hoy acechan a nuestro mundo (violencia e inseguridad, egoísmo, corrupción, secuestros, extorsiones, etc.), son signo de la ausencia de Dios, la navidad es la celebración de la posibilidad de la esperanza, porque es la presencia de Dios ante las más concretas situaciones de muerte. El Mesías que ha nacido, con su pequeñez, su fragilidad, muestra la potencia de Dios, quien lo va a sostener para que se realice el proyecto de salvación, que será “luz entre la sombras”, de “vida en medio de la muerte”. En este sentido la celebración de la Navidad es la “llamada a no tener más miedo”, pues el mundo de las sombras del mal, es un mundo que “retrocede ante la luz abundante que surge de la gloria, de la presencia concreta de Dios en la historia humana” como acertadamente afirmaba San Pablo: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (ITm 1,14).
Hoy celebramos “la Sagrada Familia” y el mensaje gira en torno al ideal de la “convivencia familiar fundada en la fe”. Esa convivencia tiene sus raíces en la “identidad cristiana de los miembros”. Hoy cada familia de los discípulos de Cristo es invitada a renovarse en sus relaciones domésticas, pues el primer lugar donde se ejercita el ser cristiano es lógicamente el pequeño ámbito de casa. Es una invitación a los hijos adultos para que amen de corazón a sus padres ancianos con un comportamiento verdaderamente filial, resaltando el cumplimiento de cuarto mandamiento: “honra a tu padre y a tu madre, así prolongarás tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios, te va a dar”. Existe una estrecha relación entre el honrar a Dios y el honrar a los padres; respetarlos y cuidarlos es obedecer a Dios; no apiadarse de ellos y abandonarlos en el momento de la prueba, esto sería despreciar al Señor.
El honor que el hijo debe a sus padres contiene toda una gana de actitudes y de sensibilidad, que se traduce no solo en respeto, sino en la ayuda concreta, en las muestras de afecto, obediencia, estima y atención, porque todo esto es hacer la voluntad de Dios. Además, a quien actúa así con sus padres es fuente de recompensa y acarrea dones extraordinarios de parte del Señor, como una vida larga, la remisión de los pecados, la alegría y la satisfacción de parte de los propios hijos, ser escuchados en la oración y la seguridad de la acogida en el fututo por parte de Dios
La celebración de la Sagrada Familia quiere hacernos profundizar a la “luz de la vocación a la santidad que todos tenemos” como miembros de familia, en el ideal de las relaciones familiares concretas. Debemos reflexionar también sobre nuestras actitudes que vivimos como comunidad de discípulos (parroquia, grupo, movimiento, etc.), ya que la vida comunitaria tiene mucho de vida familiar, sería absurdo que no se cumpliera en casa lo que se cumple aparentemente en una comunidad mayor, “sobrellévense mutuamente y perdónense”.
La convivencia adecuada en la familia tiene su raíz en la común elección de cada miembro a ser “parte de Cristo”. Todos en casa son pues, parte de ese pueblo elegido y amado por Dios, todos han sido perdonados por Cristo. De aquí se deduce una conducta debida en casa: el perdón realista de unos para con otros, aunque haya ofensas y quejas concretas, debe prevalecer el amor. Se urge a cada uno a asumir una actitud positiva desde su propio papel: como padre-esposo (delicadeza y consideración), como madre-esposa (la consideración y responsabilidad del esposo), como hijos-hermanos (la obediencia, entendida como apertura a la voluntad de Dios que se expresa en los padres). Consejos prácticos pero imperativos, urgencias, ya que la vida cristiana tiene que concretizar en la sociedad a través de la familia creyente.
La contemplación del cuadro de la Sagrada Familia de Jesús, María y José representada en el “pesebre” de san Mateo se nos presenta como modelo único e irrepetible. Las familias cristianas deben orientarse hacia un ideal familiar muy alto, pero posible por la gracia de Dios que puede actuar en cada miembro de la “pequeña iglesia familiar”.

Durango, Dgo., 26 Diciembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

Relanzar y valorar la agricultura como un recurso indispensable para el futuro

Ya terminó la cosecha del frijol y los campesinos en el estado de Durango, como cada año, atraviesan por una difícil situación porque el gobierno ha postergado la comercialización del frijol, que fija el precio base para su venta, y las empresas almacenadoras no tienen permiso para empezar el acopio. Dicen los campesinos que hay mucha cosecha, pero no hay dinero, el grano está guardado en las casas o bodegas, y quienes se aprovechan de esta situación son los intermediarios o coyotes, quienes ante la necesidad de los productores ofrecen sólo 2.90 pesos por kilogramo, un costo menor al invertido en la cosecha. La cosecha en Durango, fue de más de 180 mil toneladas del grano, una excelente producción este año. El problema es que el esquema de comercialización se pospuso hasta finales de noviembre, hasta la fecha los campesinos siguen esperando un mejor precio del frijol. Hasta cuando van a esperar los campesinos, los productores? Hasta que la necesidad los lleve a vender al precio que sea? Y la justicia? Los más pobres, los que viven de su cosecha, como siempre, serán los más perjudicados.
Esta situación del frijol y del campesino en nuestro Estado, nos trae a la memoria la situación del campo en México. El frijol y otros granos, son productos considerados como básicos y estratégicos para los mexicanos, sin embargo, a raíz de una política de apertura comercial, (TLC: Tratado de Libre Comercio con USA) se redujeron subsidios, se eliminaron aranceles y permisos previos de importación; esto golpeó severamente a los pequeños y medianos productores de granos básicos, especialmente maíz, soya y frijol, ya que los productores de Estados Unidos de Norteamérica, encontraron en nuestro mercado un jugoso negocio, por que poseen mejor tecnología y reciben subsidios, compensaciones y créditos blandos de su gobierno, mientras en México los productores no gozan de los mismos beneficios.
En los años 60s México no importaba frijol, al contrario lo exportaba. En 1966 se vendieron al mercado externo 102 mil toneladas, y todavía en 1978, 130 mil; a partir de la década de los 80s México se convirtió en un importador de este producto, y en 2005 paso a ser el sexto país que más compra en el mercado internacional siendo Estados Unidos de Norteamérica su principal abastecedor. “La producción promedio de frijol en México, en los últimos 10 años, ha sido de un millón 152 mil toneladas (844 mil de ellas correspondientes al ciclo Primavera-Verano), y el consumo nacional asciende a un millón 200 mil toneladas, aproximadamente. Las importaciones del frijol provenientes de los países participantes en el TLC han sido en los últimos años del orden de las 90 mil toneladas anuales registrando un incremento en el año 2009 por los efectos de la sequía; las importaciones permiten ajustar faltantes estacionales”.
Hoy los productores en México enfrentan diversos problemas, como los altos costos de producción y un deterioro continuo de los precios reales del producto. Entre 1980 y 2005, el índice de precios de insumos para la producción de frijol creció a una tasa promedio anual de 30.44% (Banco de México, 2005), mientras que la del índice de precios de frijol al productor decreció en 2.1%, y los rendimientos apenas crecieron 0.4%, lo que implica una reducción en la rentabilidad (Siacon, Sagarpa 2004). El panorama no resulta alentador porque México consume menos frijol que hace 10 años ya que la oferta de otros productos como sopas o arroces instantáneos, han mermado la costumbre de consumirlos, por otro lado los precios de este cultivo estadounidense son menores.
La problemática de la comercialización del frijol en México está muy ligada a la falta de un órgano regulador, el vacío que dejó Conasupo, provocó una gran desorganización entre la oferta y la demanda, así como daños a los agricultores. Hasta 1997 este organismo compraba el 40 por ciento de la cosecha nacional; hoy no hay empresa privada que pueda adquirir un volumen de comercialización similar. La comercialización de frijol se ha complicado, la contracción del mercado nacional y la falta de canales de distribución adecuados han disminuido el ingreso de los productores de frijol debido, entre otras cosas, a una disminución en su precio y las formas de mercadeo.
El gobierno federal, con la mediación de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca), ha alentado la producción de frijol con diferentes programas, pero no han sido suficientes para mejorar las condiciones de competitividad y comercialización de los productores. En el año 2000 se diseñó un programa especial para frijol, se veía la necesidad de crear empresas integradoras agrupadas por organizaciones de productores con el fin de apoyar la integración de la cadena agroalimentaria y la comercialización de frijol, esto no funcionó. En octubre de 2003 el gobierno federal puso en operación un nuevo esquema de comercialización de frijol en Zacatecas y Durango. Con este proyecto, los productores obtendrían entre 4.50 y 5.75 pesos por kilo, cumpliendo las normas de calidad de la bodega de acopio o de la bodega de concentración. El propósito era crear un esquema para ordenar el mercado de este cultivo, sostener el precio y lograr un pago justo por la producción. Pero este esquema de comercialización ha sido insatisfactorio, principalmente por la existencia de intereses políticos y el mal diseño de ese programa. Hasta la fecha esta problemática no se ha solucionado. Parece que a las autoridades, Federales, Estatales y Municipales, no les interesa poner orden, o ellos son los que propician esta situación. No es suficiente hacer gestiones para conseguir un mejor precio del frijol, hay que sanear de fondo la problemática en torno a la comercialización del frijol.
Es urgente replantear una estrategia y atender de manera integral esta cuestión del campo mexicano. Se debe detener la emigración masiva y mejorar las condiciones de vida en rancherías, ejidos, comunidades y pueblos. Esto se debe hacer no sólo por motivos sociales y de estabilidad política, sino porque un sector agropecuario económicamente fuerte es fundamental para el desarrollo del Estado: con alimentos y materias primas que satisfagan la demanda interna y contribuyan al equilibrio de la balanza comercial; exportación de cultivos de alta densidad económica; generación de empleos agrícolas para reducir presiones sobre los mercados de trabajo urbanos y generar efectos multiplicadores sobre el empleo en otras ramas de la economía; y una demanda interna más dinámica que amplíe el potencial del mercado nacional para acelerar el crecimiento económico general.
El Papa Benedicto XVI hace unas semanas nos ha llamado la atención sobre la crisis económica actual y de una revisión profunda del modelo de desarrollo económico, ante este panorama dice: “…parece decisivo un relanzamiento estratégico de la agricultura. De hecho, el proceso de industrialización a veces ha ensombrecido al sector agrícola, el cual, aún tomando a su vez beneficio de los conocimientos y de las técnicas modernas, con todo ha perdido importancia, con notables consecuencias también en el plano cultural. Me parece el momento para un llamamiento a revalorar la agricultura, no en sentido nostálgico, sino como recurso indispensable para el futuro… Es necesario apuntar, por tanto, de forma verdaderamente concertada, sobre un nuevo equilibrio entre agricultura, industria y servicios, para que el desarrollo sea sostenible, no falte a nadie el pan y el trabajo, y el aire, el agua y los demás recursos primarios sean preservados como bienes universales”( Ángelus 14 nov. 2010).

Durango, Dgo., 19 Diciembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

Oremos a Santa María de Guadalupe por la paz en nuestra Patria

Hoy México celebra la Fiesta Nacional Religiosa de Santa María de Guadalupe, es el 479 aniversario de sus apariciones en el cerro del Tepeyac a Juan Diego. Dos acontecimientos para reflexionar y presentarle a nuestra Madre Santísima:
Este año celebramos el Bicentenario del Inicio de la Independencia de México. “La labor evangelizadora y el ingenio pedagógico de los misioneros estuvieron siempre acompañados por la acción de la gracia, a través de la presencia suave y vigorosa de María, la Madre del Redentor. En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen María como su realización más alta. Múltiples devociones marianas han fecundado la labor de los evangelizadores a lo largo y ancho del País. Sin embargo, fue el Acontecimiento Guadalupano, el encuentro y diálogo de Santa María con el indígena Juan Diego, el que obtuvo un eco más profundo en el alma del pueblo naciente, cualitativamente nuevo, fruto de la gracia que asume, purifica y plenifica el devenir de la historia. El lenguaje utilizado en el encuentro del Tepeyac, como vehículo de inculturación del Evangelio, constituyó un itinerario espiritual, al conjugar palabras y gestos, acción y contemplación, imágenes y símbolos. Todos estos elementos enriquecieron la capacidad de esta cultura sobre su experiencia de Dios, facilitando la aceptación gozosa del mensaje salvador. Se actualizó así, desde el Tepeyac, esa novedad propia del Evangelio que reconcilia y crea la comunión, que dignifica a la mujer, que convierte al macehual en hijo y a todos nos hace hermanos. Esta nueva fraternidad propició un crecimiento en humanidad, de manera que este germen, sembrado por Santa María de Guadalupe en el alma del pueblo creyente, se ha ido desarrollando poco a poco, haciéndose presente especialmente en los momentos más significativos y dramáticos de nuestra historia. Es un acontecimiento fundante de nuestra identidad nacional” (Conferencia del Episcopado Mexicano, “Conmemorar nuestra historia desde la fe, para comprometernos hoy con nuestra patria”, Num. 11).
La situación actual en que se encuentra México: inseguridad y violencia que provoca muerte, desánimo de la población, pobreza, contracción de la economía, extorsiones, etc. El crimen organizado atenta contra el desarrollo de México, y puede ser generador de mayor pobreza; aunque la pobreza también ha sido causa del crecimiento del crimen organizado, ya que en su desesperación muchos, sin posibilidades de progreso, de trabajo, de estudio, han encontrado como única perspectiva tomar el camino del crimen, a fin de obtener lo que siempre han soñado: dinero en abundancia y poder. Muchos jóvenes, desesperados ante las puertas cerradas del trabajo y de la educación, son fáciles presas de las organizaciones criminales y son reclutados como sicarios o distribuidores de droga.
En esta situación difícil de inseguridad y violencia que se vive, la Igle¬sia nos exhorta a mantenernos unidos en la esperanza. “Creemos en un Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo y sólo su amor nos da la posibili¬dad de perseverar día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por su naturaleza es imperfecto. La esperanza en el futuro es confianza en el presente del hombre; por ello, la esperanza en el discípulo de Jesucristo, se transforma en compro¬miso con el prójimo. La esperanza cristiana no es pasividad ni indiferen¬cia, tampoco enajenación y menos huida del mundo, sino una actitud decidida para la transformación de esta historia de iniquidad. La confian¬za en Dios es confianza en la posibilidad humana de alcanzar la reden¬ción porque: Dios quiere que todos los hombres se salven” (Conmemorar nuestra historia… nums. 233-234). Este es el mensaje esperanzador de Santa maría de Guadalupe al pueblo mexicano: “Oye y ten entendido, hijo mío el mas pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”
Con esta confianza que nos da la Santísima Virgen María, de acudir a Dios a través de ella, no podemos renunciar a construir la paz con la oración, que abre el corazón a una profunda rela¬ción con Dios y al encuentro con el prójimo, inspirado por los senti¬mientos de respeto, confianza, comprensión, estima y amor. La ora¬ción infunde valor y sostiene a los verdaderos amigos de la paz. Oramos con la Palabra de Dios, que nos abre a la volun¬tad de Dios y es el mejor sostén para la paz. Quien ora de verdad no es violento, sino fermento de reconciliación y de paz comunitaria. La oración nos hace ver al otro, como lo ve Dios. Oramos también en las celebraciones litúrgicas, en ella, que es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Igle¬sia y al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza, nos unimos a la oración de toda la Iglesia que no cesa de implorar a Dios el don de la paz. La asamblea eucarística ora también para que el Cordero de Dios quite los pecados del mundo y nos dé la paz; intercambia el saludo de paz y se despide en la paz de Cristo.
Oramos por la paz con oración del Rosario de la Vir¬gen María, a quien invocamos como Reina de la Paz; Ella, fortalece los vín¬culos fraternos, alienta a la reconciliación y al perdón. Nuestra Señora nos enseña a decir SÍ ante las interpelaciones de Dios en nuestra historia. Es María de Guadalupe, nuestra dulce y tierna Madre, que desde el origen mismo de nuestra nación hizo fecunda nuestra cultura haciéndonos propicio el encuentro con su Hijo, el verdadero Dios por quien se vive.
En este momento de dolor y de incertidumbre por la inseguridad y la vio¬lencia, nos llenamos de consuelo al recordar y hacer nuestras sus dulces palabras al Santo Juan Diego: ¿no estás bajo mi sombra y mi resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?, ¿tienes necesidad de alguna otra cosa?.

Durango, Dgo., 12 Diciembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

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Los Medios de comunicación social al servicio de la paz

Los medios masivos de comunicación son una herramienta, que permiten mantener a todo el mundo informados de lo que pasa a nivel nacional o internacional. Son canales que nos entregan información, noticias e imágenes sobre cómo es el mundo en que vivimos. En las sociedades modernas, que necesitan estar en constante contacto y enteradas de todo lo que sucede, los medios de comunicación son fundamentales. Se cree que no se podría vivir de la misma manera que lo hacemos, sin ellos.
Son muchos, pero los más masivos y con más llegadas al público son: la prensa, la radio, la televisión y el Internet. Entre estos medios se ha formado una jerarquía. Un ejemplo con una noticia cualquiera es: la radio cuenta la noticia, la televisión la muestra, la prensa la comenta e Internet presenta las alternativas de interpretación no oficiales. Con lo que se demuestra que los medios masivos de comunicación se complementan entre ellos.
Tienen cada vez más influencia en la vida como formadores culturales y determinan parte de nuestras ideas, hábitos y costumbres, debido a que nos muestran a diarios «ejemplos» de lo que es el estilo de vida actual.
Se les critica a éstos medios masivos de comunicación de hacer de la violencia algo cotidiano y normal en la sociedad, desculturizar con programación sin importancia, en la televisión y en la radio, y artículos en la prensa, y desintegrar la unidad familiar entre otros problemas. Se les acusa también de manipular el pensamiento del público con ideas política, económicas, etc., de un interés particular. Pueden crear pasividad en los usuarios, con lo que influyen más fácilmente en los pensamientos de las personas y pueden imponer actitudes superficiales y consumistas en ellas. Podrían, por un lado, ayudar a culturalizar a las personas, pero por otro lado pueden mostrar una cultura superficial, rutinaria y consumista.
Así como se pueden usar los medios para entregar mensajes, de personas o productos, también se pueden dar mensajes que puedan ayudar a la gente que oye o ve, sobre temas sociales para tratar de solucionarlos, por ejemplo, mensajes sobre no consumir drogas o ahora último sobre la prevención del cigarro en los jóvenes. Estos avisos pueden generar actitudes positivas para hacer caso a los avisos que se dan.
En el aprendizaje de un lenguaje de paz tienen una importante función educativa de los medios de comunicación social ya que tienen un papel estratégico en la sociedad que es importante para el aprendizaje de un lenguaje de paz y para la difusión de los gestos de paz; sin embargo, muchas veces abonan más al clima de violencia y de inseguridad. Necesitamos conocer y valorar la cultura de la comunicación, poniéndola al servicio del evangelio de la paz.
Por esto, es necesario: Promover la formación de comunicadores, profesionales, competen¬tes, comprometidos con la verdad. La verdad tiene una fuerza pacifica¬dora. La mentira no es la mejor estrategia, ni tampoco lo es la manipulación de la verdad al servicio de los propios intereses. Por el contrario, el pensa¬miento claro y la palabra verdadera facilitan la paz. Es necesario también, invitar a los jóvenes cristianos a utilizar los nuevos lenguajes de la era digital para que en ellos nunca estén ausentes los códigos que traduzcan el anhelo de la paz; a utilizar con creatividad las redes sociales encaminán¬dolas a la experiencia de una fraternidad de alcance universal, desenmas¬carando los engaños del mal que destruye y llevando a todos los espacios virtuales la fuerza del bien. No olvidemos que los medios de comunica¬ción no sustituyen las relaciones personales ni la vida comunitaria local.
Debemos esforzarnos por educar y educarnos para un uso crítico de los medios de comunicación social de manera que con su va¬lioso auxilio, nuestro pueblo se construya, fortalezca, dignifique, abriéndole siempre el horizonte de la verdad, que debe ser dicha y trans-mitida con bondad, para que no tenga el efecto nocivo de la crueldad.
El Papa Benedicto XVI en diferentes alocuciones y Mensajes nos dice: “los medios de comunicación social en su conjunto no solamente son medios para la difusión de las ideas, sino que también pueden y deben ser instrumentos al servicio de un mundo más justo y solidario. Estos importantes instrumentos de la comunicación pueden favorecer el conocimiento recíproco y el diálogo, o, por el contrario, atizar el prejuicio, el desprecio entre los individuos y los pueblos; pueden contribuir a difundir la paz o a fomentar la violencia. Por este motivo, siempre hay que recordar la responsabilidad personal; es necesario que todos hagan lo que les corresponde para asegurar en toda forma de comunicación objetividad, respeto de la dignidad humana y atención al bien común. De este modo se contribuye a abatir los muros de la hostilidad que todavía dividen a la humanidad y se pueden consolidar esos vínculos de amistad y de amor que son signos del Reino de Dios en la historia”.

Durango, Dgo., 5 Diciembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

¿Cómo podremos superar la violencia?: Educar para la paz

La superación de la violencia sólo será posible con el hábil uso de herra¬mientas que se consiguen con la educación. Estas herramientas son: el testimonio, la fuerza moral, la razón y la palabra. Si queremos responder al mal con la fuerza del bien, tenemos que educarnos para la paz; esto significa sacar desde dentro, desde lo más íntimo, pensamientos y sen¬timientos de paz que se expresen a través de un lenguaje y de gestos de paz. Con estas herramientas podremos impregnar la sociedad con los valores y principios de la paz.
Para superar la violencia, los mexicanos debemos aprender a humanizar la carga pasional de nuestras opciones mediante la racionalidad. Es preciso introducir una estructura racional en el corazón de nuestras actitudes. Es necesario: crear y difundir pensamientos de paz que nos permitan ir más allá de las emociones y reacciones primarias que generalmente son agresivas y violentas; Proponer el Evangelio de la paz, mediante todos los recursos a nuestro alcance, incluyendo las nuevas tecnologías y las redes sociales, motivando con creatividad para que la sinrazón de la violencia, de la venganza, sea sustituida por la lógica de la paz; Crear círculos de reflexión a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia para repensar el actual orden social, político y económico y difundir de manera creativa sus principios de reflexión, sus criterios de juicio y sus orientaciones para la acción; Sumarnos a los esfuerzos que muchos hacen para ofrecer una alternativa cultural diversa a la que ha originado la crisis de inseguridad y violencia que vivimos, que no propicie el individualismo, la competencia y la ex¬clusión, y que al contrario, sea inclusiva, democrática, hospitalaria, acogedora y cooperativa.
De¬bemos aprender también a serenar el mundo de los sentimientos, que acompañan nuestras opciones. En muchos ciudadanos y dirigentes polí¬ticos se alojan actitudes violentas como la demonización de quienes son considerados adversarios, la pasión por eliminarlos del escenario públi¬co. Para contrarrestar esto, es necesario: Impulsar el desarrollo humano de las personas, en las familias y en las comunidades, que propicie la reconciliación de la propia afectividad; Desarrollar la indignación contra toda violencia presente en no¬sotros y en torno a nosotros. No podemos acostumbrarnos a la vio¬lencia ni asumirla como estilo de vida; ésta nos debe sorprender y nos tiene que llevar a la indignación que nos mueve a evitarla; Expresar el amor a la paz. Es importante amar la paz, adherirse a ella de un modo espontáneo, disfrutarla y celebrarla cuando se tiene y también expresar el dolor y sufrimiento cuando nos vemos privados de ella; Fomentar el sentido de pertenencia a la nación y el reconocimien¬to de que en nuestras diferencias está nuestra riqueza.
Lo que suscita horizontes de paz debe expresarse en gestos de paz. Cuan¬do éstos están ausentes, las convicciones se evaporan y cualquier esfuerzo a favor de la paz se vuelve incon-sistente. La práctica de la paz arrastra a la paz. Esto lleva a comprometernos: a proponer, por todos los medios, la reconciliación social y el perdón como alternativas a la violencia. La verdadera paz no se logra cuando unos hombres vencen a otros, sino cuan¬do todos juntos logramos vencer la recíproca incomprensión y la incapaci¬dad para aceptar las diferencias de los demás; Promover la no-violencia como alternativa en la vida civil y política. La no-violencia consiste en llevar a sus últimas consecuencias el mensaje del amor universal de Jesús; Proponer un estilo de vida austero y sencillo, en medio de una sociedad consumista que propicia violencia, tenemos que aprender a evitar lo super¬fluo y vivir con lo necesario. La búsqueda obsesiva de lo que haga más cómo¬da la vida nos debilita, nos hace frágiles y vulnerables, egoístas e insaciables; Ofrecer, en los momentos propicios de la vida social y eclesial de nuestras comunidades, gestos de paz que consoliden los esfuerzos y condiciones de paz. La experiencia religiosa es propicia para ello, ya que facilita que en las distintas situaciones las personas se abran al misterio de Dios y descu¬bran el anhelo compartido de una fraternidad universal y la necesidad de promover una cultura de solidaridad.
La educación para la paz nos pide un lenguaje pacífico y pacificador, que sea capaz de expresar la riqueza de nuestros pensamientos y sentimientos de paz y que sea un lenguaje propicio para la comunión y la reconcilia¬ción. Nuestro compromiso debe llevarnos a: Invitar a todos a despojar de su carga bélica las formas ordinarias de expresión -palabras, signos, gestos- ya que éstas intimidan, aíslan y ha¬cen difícil la comunicación y el encuentro entre las personas, y con ello nos acercan a la violencia y nos alejan de la paz; Hacer conciencia de que la ironía acerba y la dureza en los juicios, la crí¬tica irracional de los demás, la agresividad verbal, no son el cami¬no que lleva a la justicia, porque confunden en la búsqueda de la verdad, en la aplicación de la justicia y hacen más difícil la instauración de la paz; Promover el diálogo como camino real para la superación de todas las confrontaciones “El diálogo se presenta siempre como instrumento insus¬tituible para toda confrontación constructiva tanto en las relaciones inter¬nas de los Estados como en las internacionales”. La actitud dialogante se adquiere por la educación. El aprendizaje ha de ser desde la edad temprana. La familia y la escuela son dos espacios privilegiados para aprender a solventar los conflictos por vía pacífica y dialogal. Capacitar y capacitarnos para la escucha.

Durango, Dgo., 28 Noviembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

El centenario de la Revolución Mexicana

Los obispos mexicanos este año hemos publicado la Carta Pastoral “Conmemorar nuestra historia para comprometernos hoy con nuestra patria”, para compartir con el Pueblo de México un ejercicio de discernimiento histórico de nuestra Nación, y un mensaje de compromiso, fe y esperanza frente al futuro. “Sentimos el deber de sumarnos con actitud solidaria y lucidez crítica a la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Como creyentes, descubrimos en los hechos de la historia el designio de Dios, aun en medio de las debilidades y pecados de los hombres. Como nos decía S.S. Juan Pablo II hemos de ver el pasado con gratitud, vivir el presente con responsabilidad y proyectarnos al futuro con esperanza”.
Los católicos estuvieron presentes y participaron activamente en los inicios de la Revolución Mexicana de diversas maneras y en diversos grados. En los movimientos y grupos sociales del momento: porfiristas, reyistas, maderistas, liberales y anarcosocialistas. Al comienzo del siglo XX, su participación tuvo un mayor grado y significado. Son dos los hechos intraeclesiales sobresalientes que favorecieron este despertar: la doctrina y estímulo de la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII y la experiencia favorable de la participación de otras naciones católicas en el campo de lo social. Esto provocó el surgimiento de agrupaciones e instituciones católicas de orientación social, como fueron la Unión Católica Obrera (1908); los Operarios Guadalupanos (1909) de corte más bien intelectual; los periodistas católicos se agruparon en la llamada Prensa Católica Nacional (1909); las cajas de ahorro Rafeasen se hicieron populares al proporcionar crédito barato a los campesinos; los Jesuitas crearon la Unión de Damas Católicas (1912) y se fundó la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (1913) y aparecieron las sociedades de obreros católicos. Lo que más llamaría la atención y provocaría diversas y encontradas reacciones sería la aparición del Partido Católico Nacional (1911) unos días antes de la caída del régimen de Porfirio Díaz, y que prosperó gracias a la apertura democrática propiciada por Madero.
En esta efervescencia social de inspiración católica, se suman los numerosos Congresos Católicos, Semanas y Encuentros Sociales celebrados distintas diócesis del país: en Puebla (1903), en Morelia (1904), en Guadalajara (1906), en Oaxaca (1909). Se tuvieron dos Congresos Agrícolas en Tulancingo (1904-1905), uno en Zamora (1906) y la Semana Social en León (1908), dos en la Ciudad de México (1909-1910) y una en Zacatecas (1912). Entre todas estas sedes y sus respectivas diócesis se formó una especie de entramado social católico con múltiples y generosos frutos dentro de una provechosa diversidad, que favoreció el paso de un catolicismo de corte tradicional a un catolicismo social, liberal y a una democracia cristiana entendida como acción benéfica en favor del pueblo.
Persistía en la Iglesia como también en ambientes profanos, la doble tendencia, por una parte, de reducir el ámbito de operación de los católicos a sólo lo “espiritual” y al interior de los templos y de las conciencias y, por otra, la de participar activamente en el ámbito público, político y social. El éxito obtenido por las agrupaciones y movimientos católicos en los tres primeros lustros del siglo, influyeron decididamente sobre el espíritu de los constituyentes más radicales, que limitaron y proscribieron las actividades y participación pública de la Iglesia, llegando a negarle toda personalidad jurídica en la Constitución de 1917.
A pesar de las hostilidades, la presencia católica quedó profundamente marcada en un ámbito particularmente querido para ella, el campo laboral. En efecto, los católicos percibieron con razón el fruto de sus luchas en la redacción del artículo 123 de la Constitución, donde reconocieron la doctrina de la Rerum Novarum, que había sido su gran bandera a favor de la justicia social y de una patria mejor. La proclama de las garantías individuales en correspondencia con los derechos humanos defendidos por la Iglesia, la justicia social y la cohesión nacional dentro de un marco legal que propició la Constitución de 1917, son los frutos que se han podido recoger y posteriormente mejorar, en parte al menos, de los anhelos y sufrimientos que sostuvieron los actores de la Revolución Mexicana. Es de alabar el intento de proteger los derechos humanos mediante las llamadas garantías individuales y sobre todo, la defensa de la integridad territorial y de los derechos de los trabajadores. La Iglesia, en esto, mostró particular complacencia al ver allí reflejada en parte su doctrina social.
Con profunda gratitud, hemos contemplado la presencia de Jesucristo en la historia de nuestra Nación. Hemos valorado las acciones de muchos hombres y mujeres que con sus virtudes, e incluso sus defectos, han participado decididamente en la construcción y desarrollo de nuestra Patria, especialmente en los momentos más decisivos de la historia, como lo ha sido el Movimiento de Independencia y la Revolución Mexicana. Debemos también ser veraces al reconocer que muchos de estos hombres no supieron seguir los caminos de paz, no supieron acordar consensos en el diálogo, la concordia, la construcción de instituciones. Incluso, muchos cristianos ilustrados no supieron regir, en todo momento, su conducta con criterios de fe, esperanza y caridad, mostrando desesperación, angustia y violencia. Lo diremos siempre: una visión maniquea de la historia, que busque sintetizar en un “todo bueno”, “o todo malo”, es injusta. Estamos llamados a ver con objetividad la historia y desentrañar sus enseñanzas que son más positivas que negativas, en su contexto histórico.
La reflexión histórica nos abre necesariamente al presente y nos interpela hacia el futuro, en tanto que los ideales propuestos por la independencia y la Revolución se nos presentan hoy como nuevos rostros, en situaciones mucho más complejas. Debemos descubrir, en los desafíos de nuestro presente, la oportunidad y ocasión para responder conjuntamente reconociéndonos todos partícipes de esta sociedad diversa y plural mexicana. Es aquí donde también nosotros queremos aportar, desde nuestra mirada de fe, lo que nos corresponde en la construcción de este futuro común, puesta nuestra esperanza en Jesucristo.

Durango, Dgo., 21 Noviembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

La Misión Continental un reto para Nuestra Arquidiócesis de Durango

Este viernes terminamos la Asamblea de los Obispos de México, estuvimos presentes casi todos, salvo los enfermos, en la Sede del Episcopado Mexicano, en Cuautitlán, Izcalli, Edo. de México. Nuestra reunión fue una gran oportunidad para compartir fraternalmente en la oración, en la amistad, en el estudio; como ya es costumbre fue una experiencia de unidad y comunión. En esta ocasión el tema central fue la Misión Continental permanente. Desde hace tres años, los obispos Latinoamericanos y del Caribe, nos comprometimos a relanzar la Misión de la Iglesia, para dejar de ser una Iglesia con una pastoral de “conservación”, a una Iglesia con una pastoral “misionera”. La V Conferencia de los Obispos Latinoamericanos y del Caribe en Aparecida, Brasil, convocada por el Santo Padre Benedicto XVI en julio del 2007, concluye: “recordando el mandato de ir y de hacer discípulos (Mt 28, 20), desea despertar la Iglesia para un gran impulso misionero. Necesitamos un nuevo Pentecostés. Necesitamos salir al encuentro de las personas, de las familias, de las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y esperanza. No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia para la construcción del Reino”.
En esta Asamblea hemos compartido experiencias, sobre cómo le hemos hecho en cada una de las Arquidiócesis y Diócesis de México para cumplir con este mandato. Los desafíos que la realidad actual nos urgen a dar una respuesta, como pastores, están sobre todo, en esa nueva cultura caracterizada por la reducción del ser humano a objeto de consumo y la ausencia de aspiraciones humanizadoras y trascendentes. Seguiremos “proclamando a Jesucristo, vivo en su Iglesia por la Palabra, los sacramentos y la caridad. Él es nuestro tesoro y la razón de ser de nuestra misión. Jesús es el camino que nos permite descubrir la verdad sobre el hombre y su futuro. Por eso la primera invitación que Jesús nos hace es para ser sus discípulos: ¡Nuestra mayor alegría es ser discípulos suyos!, para convivir con Él y para enviarnos a continuar su misión”.
Nuestra Arquidiócesis de Durango tiene la oportunidad de seguir madurando el Plan de Pastoral y la Misión Diocesana a la luz del Magisterio de la Iglesia: desde el Concilio Vaticano II, hasta Aparecida, y ahora con la Exhortación Apostólica “Verbum domini”, “la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”, que este jueves pasado el Papa Benedicto XVI ha publicado y ha regalado a la Iglesia universal. Además de una gran cantidad de experiencias pastorales, métodos, estrategias, que cada Diócesis ha implementado y que es una gran riqueza de nuestra Iglesia. Tenemos todos los elementos para impulsar y promover, animar y motivar la misión, para llevar la buena nueva a los alejados, a los desanimados, a los no creyentes.
El tema de la V etapa de la Misión Diocesana en Durango, es la Iniciación Cristiana, que será, no una etapa mas de la misión, sino que será un punto de partida para darle un mayor dinamismo al plan de pastoral. Por eso es importante que primero conozcamos qué es la iniciación cristiana, que estudiemos, profundicemos, que todos nos familiaricemos con el tema, y después, podamos tomar decisiones juntos, respecto a nuestros procesos de evangelización y catequesis, de celebración de los sacramentos, etc.
Los obispos hemos renovado nuestra vocación a la que el Señor nos ha llamado, de ser pastores de nuestro pueblo, renovando también nuestro compromiso de ser artífices de la comunión en nuestras diócesis, viviéndola principalmente con nuestros sacerdotes. Somos los primeros responsables de la misión y por eso seguimos convocando a todos: sacerdotes, religiosas/os laicos, a involucrarse en esta gran tarea de la Misión, en nuestra muy querida Arquidiócesis de Durango.

Durango, Dgo., 14 Noviembre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

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Es Urgente la formación de los laicos católicos en la Doctrina Social de la Iglesia

Una vez mas su Santidad, Papa Benedicto XVI, invita a la Iglesia a iluminar la realidad de nuestro mundo, los grandes problemas (injusticias y desigualdades) de nuestro tiempo, desde el Evangelio. Pero también a realizar la misión: Evangelizar lo social. La familia humana, nuestro pueblo herido por la inseguridad y violencia, espera palabras de esperanza de Aquel que puede salvar al mundo. Caritas in veritate ofrece elementos para esto.
El anuncio de Jesucristo es “el primer y principal factor de desarrollo”. Es viviendo la “caridad en la verdad” como se puede ofrecer una mirada más profunda para comprender las grandes cuestiones sociales e indicar algunas perspectivas esenciales para su solución en sentido plenamente humano. Solo con la caridad sostenida por la esperanza e iluminada por la luz de la fe y de la razón, es posible conseguir objetivos de liberación integral del hombre y de justicia universal. La vida de las comunidades y de cada uno de los creyentes, alimentada por la asidua meditación de la Palabra de Dios, por la regular participación en los sacramentos y por la comunión con la Sabiduría que viene de lo alto, crece en su capacidad de profecía y de renovación de las culturas y de las instituciones públicas. El Papa ha llamado a la doctrina social de la Iglesia: Caritas in veritate in re sociali, según su enraizamiento más auténtico (Jesucristo, la vida trinitaria que Él nos da) y según toda su fuerza capaz de transfigurar la realidad. Tenemos necesidad de esta enseñanza social, para ayudar a nuestras civilizaciones y a nuestra propia razón humana a captar toda la complejidad de la realidad y la grandeza de la dignidad de toda persona.
En la Encíclica Caritas in veritate el Papa señaló los problemas fundamentales que afectan al destino de los pueblos, de las instituciones mundiales y de la familia humana. Hay que considerar con atención los desequilibrios sociales, sectoriales, nacionales, entre recursos y poblaciones pobres, entre técnica y ética. En el actual contexto de globalización, estos desequilibrios no han desaparecido. Han cambiado los sujetos, las dimensiones de las problemáticas, pero la coordinación entre los Estados deja espacio a renovadas desigualdades, al peligro del predominio de grupos económicos y financieros que dictan la agenda de la política, en menoscabo del bien común universal.
Hoy la cuestión social está cada vez más interconectada en sus diversos ámbitos, por esto, es de particular urgencia el compromiso en la formación del laicado católico en la doctrina social de la Iglesia. Es deber inmediato de los fieles laicos trabajar por un orden social justo. Éstos, como ciudadanos libres y responsables, deben comprometerse para promover una recta configuración de la vida social, en el respeto de la legítima autonomía de las realidades terrenas. La doctrina social de la Iglesia representa así la referencia esencial para el proyecto y la acción social de los fieles laicos, además de una espiritualidad vivida propia, que se nutra y se encuadre en la comunión eclesial.
Los fieles laicos deben encontrar a su lado a sacerdotes y obispos capaces de ofrecerles una incansable obra de purificación de las conciencias, también un apoyo indispensable y ayuda espiritual al testimonio coherente de los laicos en lo social. Por ello, es de fundamental importancia una comprensión profunda de la doctrina social de la Iglesia, en armonía con todo su patrimonio teológico y fuertemente arraigada en la afirmación de la dignidad trascendente del hombre, en la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural y de la libertad religiosa.
El Papa invita a seguir actualizando y experimentando la doctrina social de la Iglesia, con el método de discernimiento de la Caritas in veritate, según la cual, viviendo en la comunión de Jesucristo y entre nosotros, somos “encontrados” sea por la Verdad de la salvación, sea por la verdad de un mundo que no ha sido creado por nosotros, sino que se nos ha dado como casa que compartir en la fraternidad. También invita a la búsqueda de los caminos más adecuados para llevar los contenidos de la doctrina social, no solo a los itinerarios tradicionales formativos y educativos cristianos, sino también a los grandes centros de formación del pensamiento mundial (como los grandes órganos de la prensa laica, las universidades y los numerosos centros de reflexión económica y social) que en los últimos tiempos se han desarrollado en cada rincón del mundo.

Durango, Dgo., 7 Noviembre del 2010.
+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

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Los cristianos y el halloween

La Solemnidad de Todos los Santos es el 1 de Noviembre, que inicia la noche anterior. Por eso, a la noche del 31 de octubre se le llama, en el inglés antiguo, «All hallow’s eve» (víspera de todos los santos). Más tarde «All hallow´s eve» se abrevió a «Halloween». Halloween dejó de ser una fiesta cristiana para convertirse en una fantasía de brujas y fantasmas. No es una fiesta genuina de los Estados Unidos, llegó al nuevo continente con los primeros colonos ingleses e irlandeses que al poblar las nuevas tierras trajeron con ellos sus tradiciones.
Tiene sus orígenes en las prácticas de los antiguos Druidas, que adjudicaban a la noche anterior a la fiesta cristiana de Todos los Santos, la posibilidad de que el señor de la muerte traía a los espíritus malignos. Para rechazarlos encendían grandes hogueras y celebraban una fiesta inmolando animales. Para los Celtas, halloween era la última noche del año, una festividad muy importante donde se les autorizaba beber vino y comer carne de cerdo en abundancia.
A esta noche la llamaban samhain; creían que los difuntos regresaban ese día para pasar el invierno en las casas de sus parientes. Se creía que era un día propicio para las artes adivinatorias y la brujería en relación con la suerte, matrimonio, salud y muerte; los espíritus andaban sueltos y era posible invocarlos para tales propósitos. Después se cambió la costumbre de encender hogueras por las velas y se creía que en la noche del 31 de octubre se producían fenómenos cósmicos que permitían la apertura de una puerta entre el mundo de los vivos y los muertos. Actualmente la celebración la disfrutan, sobre todo los niños que se disfrazan de espantos y salen a pedir dulces y frutas a los vecinos. La costumbre también de ahuecar y esculpir calabazas iluminadas con velas en su interior recrea la presencia de espíritus malignos.
En México se celebran estas fiestas de manera diferente. En algunas poblaciones hay una fecha reservada para los niños Difuntos, el 1° de noviembre, y para los adultos el día 2 del mismo mes. En algunos lugares de México los preparativos para la fiesta del día de los muertos inician desde el 27 de octubre, que se limpian las casas completamente. El día 31 de octubre se coloca un farol en la entrada y se riegan pétalos de flores blancas. En el altar hay flores y velas blancas, copal en un incensario y adornos de papel de china de varios colores. A los niños se ofrecen objetos (juguetes) y alimentos de color. Se ofrendan tamales, frutas, pan, chocolate, flores, velas, mole, maíz… Si es una ofrenda de adulto se agrega ron y objetos de cerámica.
Al mediodía, 12 campanadas anuncian la llegada de los niños difuntos, las casas se impregnan de incienso y copal para recibirlos. Cerca de las 7 de la noche se sirve una merienda con alimentos al gusto infantil: pan de muerto, atole, chocolate, tamales de dulce y frutas. En la mañana del 1º. de noviembre los difuntos pequeños disfrutan del desayuno, a la ofrenda de la casa se agregan panes, atole y fruta. A las 12 del día se escuchan las campanadas de la Iglesia, anuncian que las almas de los pequeños retornan al lugar de los muertos. Al poco rato las campanas tañen de nuevo 12 veces, acompañadas de un doble repiqueteo indicando que los difuntos grandes vienen llegando. En su honor se cambian los pétalos blancos por los amarillos del cempasúchil y se quema incienso y copal. A las 12 de la noche la familia reza un rosario por sus seres queridos. El altar de los muertos grandes incluye la comida que prefería el difunto, mole de guajolote, arroz, frijoles y las bebidas que gustaba tomar en vida, además de velas, alguna foto del difunto y flores de cempasúchil.
El 2 de noviembre a las 12 del día las campanas anuncian que los difuntos se van satisfechos. A esa hora en cada casa se sirve la comida, arroz, mole, pollo, frijoles y alguna bebida. Al atardecer, la familia se dirige al camposanto y adorna las tumbas con flores de colores y cirios; se ilumina el panteón para que con las luces de las velas se alumbre y oriente el paso de las almas de los difuntos por el valle de tinieblas. Los rezos, las luces vacilantes y el humo del copal propician un ambiente mágico de reflexión y contacto espiritual con los difuntos. Finalmente, el 3 de noviembre parientes y compadres intercambian sus ofrendas y al recibir una visita dicen: “aquí están las ofrendas que los muertitos dejaron para usted”. De esta forma, la festividad se constituye en un puente de unión entre los vivos y muertos.
Desde hace algunas décadas y cada vez con mayor fuerza, se practica en México la celebración del Halloween o noche de brujas. En algunos lugares, sobre todo en el norte del país, se ven niños de la ciudad que salen por la noche disfrazados de vampiros y brujas a pedir sus dulces en casas vecinas. En México se comienza a celebrar Halloween en los años cuarenta.
Ante este fenómeno de halloween debemos discernir a la luz del Evangelio: “Si buscamos ser fieles a nuestra fe y a los valores del Evangelio, debemos concluir que la fiesta del halloween no sólo no tiene nada que ver con la celebración que le dio origen, sino que incluso es nociva y contraria a la fe y la vida cristiana”.
Los jóvenes, influidos por los medios de comunicación, y a veces en las escuelas, están expuestos al paganismo, el ocultismo y la superstición. Afortunadamente en nuestro país, en las escuelas la celebración de halloween ya no se promueve mucho. Las librerías dedican secciones enteras a libros de la nueva era, magia y ocultismo. Harry Potter, la ouija y otras formas de adivinación son muy populares entre los jóvenes; los juegos violentos por computadora; la fascinación de la música con temas oscuros, con la muerte y con matar; Los wicca (muchos jóvenes se están metiendo en esta religión) se enorgullecen de sus brujerías y creencias paganas. Halloween es una de las celebraciones más importantes para los satanistas y ocultistas.
Los padres de familia deben estar atentos a las prácticas y creencias dañinas que existen en su ambiente. También deben cuidar que halloween no remplace la Solemnidad de Todos los Santos, ya que nos recuerda que son muchos los santos en el cielo, no solo los canonizados. Recordamos la comunión de los santos, que todos somos llamados por Dios a ser santos y un día llegar al cielo.
Como católicos, profesamos que solo Jesucristo nos libera de la muerte. Solo Él es la luz que brilla en la oscuridad del hombre. Solo El le da sentido al sufrimiento con su Cruz. Solo El es vencedor sobre el horror y la muerte. Solo Dios basta para quién ha recibido la gracia y vive como discípulo de Cristo. Ante Cristo la cultura de la muerte cede el paso al amor y la vida. La Fiesta de Todos los Santos es una invitación para que también nosotros seamos santos.

Durango, Dgo., 31 Octubre del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com